Notas de la autora: Hola!. Aquí estoy con mi segundo fic de Shaman King. Es el primer capítulo de una serie de delirios que tenía en mi cabezota pervertida hace tiempo, pero no sé si continuarlo.

Advertencias: Malas palabras, lime, yaoi, violencia, ncs (tal vez), etc (en los siguientes capítulos, este está suavecito)... En fin, un fic un poco fuerte. Así que si eres sensible, te recomiendo no leerlo.

Delaimer: SK no me pertenece... Pero Hao SIII! O.o Nop... ese fue un breve delirio... SK no me pertenece, ni Hao-kun... todavía...

Dedicado a: mi queridísima y favorita (y única, por cierto) nee-chan, Sammy Tao ñ.ñ A quién quiero muxo y le gusta muxo Shaman King, y me enimó a subir este fic.

Dos vidas conmigo...

By Nadesiko Takase

Capítulo uno:

"Nos pertenecemos"

Hao acababa de llegar a la Tierra Apache; la tierra de los grandes shamanes, la tierra de los grandes poderes espiritistas por excelencia; su tierra. Fue uno de los primeros en llegar con su equipo de shamanes aliados. La ubicación de La Tierra de los Apaches era completamente secreta, y los participantes del Torneo de Shamanes debían encontrarla si deseaban participar en dicho evento, a cuyo ganador se le sería concedido los Grandes Espíritus, los más poderosos, y con ello, el muy codiciado título de Rey Shaman.

Los shamanes eran personas que poseían poderes espiritistas (como el de ver espíritus y comunicarse con ellos), a parte de otros dotes. Cada shaman poseía un espíritu acompañante. Cuan más poderoso es el shaman, necesita un espíritu acompañante igual. Los Grandes Espíritus eran los espíritus de la Tierra, eran los más poderosos que existían, y se les sería concedido al shaman que demostrara el nivel más alto de espiritismo.

Bienvenido al Torneo de Shamanes, Asakura-sama. - le dio la bienvenida una profunda voz femenina que llenó su interior.

Hao se volteó para encontrase con una mujer largos y voluminosos cabellos castaños rojizos, ojos marrones y piel clara. Llevaba puesta la vestimenta típica de la zona y tenía el bonito rostro maquillado artísticamente al estilo apache.

Samara.

Comenzaba a pensar que no vendrías. - dijo con algo de desilusión en su voz la joven. Sabía que Hao no desistiría de sus planes por nada del mundo. – Veo que ignoraste mi consejo. - Samara había tratado de persuadirlo de abandonar la idea de participar en el Torneo, debido a la naturaleza de sus intenciones. En realidad, los organizadores le habían asignado como misión, vigilar a Hao; cosa que no le agradaba mucho. Hubiera preferido revolcarse en vidrios antes que tener que estar cerca de Hao todo el maldito torneo. - Me han asignando como tu Guía Espiritual. - le informó con desgano.

Ambos sabían de sobra que Hao no necesitaba a un Guía Espiritual. Esa era sólo una coartada para tenerlo vigilado, ya que los organizadores sabían que el shaman urdía un plan.

Será un placer. - contestó el muchacho.

No intentes nada raro. - le advirtió, aunque sabía que la ignoraría por completo. De todos modos, ambos conocían de antemano el desenlace que tendría todo aquello.

Sabes de sobra que no necesito usar trucos. Yo seré el Rey Shaman.

Samara asintió lentamente con la cabeza.

Sí, eso me temo. Pero al menos tenemos que cumplir con nuestra parte como organizadores y velar por la imparcialidad del Torneo.

¡Ay, Samarita!. - exclamó repentinamente el shaman, sonriendo de una manera que movió algo en el interior de la chica. - Al oírte hablar así, cualquiera diría que no quieres que gane.

Claro que no quiero. No estoy de acuerdo con tu ideal de "un mundo de shamanes".- replicó la chica, sin mucha expresión en la voz. Sabía que no tenía mucho sentido discutir con él.

No importa. Cuando me convierta en el Rey Shaman y nos casemos, cambiarás de opinión. Será como en los viejos tiempos.

Samara no replicó. Permaneció mirándolo estóicamente. Estaba muy equivocado si pensaba que volvería a su lado. Vivió una vida a su lado, y murió por su causa. También cometió muchos errores por él, errores que ahora veía claramente y se juró no volverlos a repetir. No podía comprender qué la había llevado a actuar así en su vida pasada.

Claro que tampoco recordaba muchas cosas de aquella vida vivida a su lado. Tan solo eran imágenes dispersas, voces, conversaciones, aromas... Muchos espacios vacíos que fueron llenados con las versiones de su Guía Espiritual y Golda. Ella no podía rebatir, pues no recordaba lo sificiente. Pero no necesitaba que nadie le dijese que lo que Hao pretendía estaba mal.

No creo necesario mostrarte el lugar, ya lo conoces. - cambió de tema, al mismo tiempo que emprendía marcha. - y NO HAGAS NADA RARO.

Hao esperó a que desapareciera con una ráfaga de viento antes de reunirse con su equipo para acomodarse.

Tuvieron que esperar un buen tiempo hasta que los demás shamanes participantes llegaran. Su hermano gemelo, Yoh, tardó relativamente bastante. Hao se frustró. Su gemelo no parecía progresar, y él lo necesitaba fuerte.

Hao tenía separada el alma en dos, su hermano era su otra mitad. Antes de poder convertirse en el poderoso shaman que una vez fue, Hao tenía que recuperar la parte del alma que le faltaba. Pero no le servía de nada débil como estaba su hermano. Debía alcanzar su máximo nivel como shaman, entonces la recuperaría y se convertiría en el Rey Shaman para realizar el sueño que le había costado la vida dos veces.

Cuando los gemelos nacieron, la familia ya sabía que serían la reencarnación del poderoso shaman Hao Asakura, que una vez casi destruye a la familia y por poco mas el mundo debido a su sueño. Los debían haber matado a los dos al nacer, pero Hao, siendo él, poseía grandes poderes aún siendo un recién nacido y se salvó. Pero advirtió que volvería por el alma de su gemelo.

Desde entonces, Hao e Yoh no se habían vuelto a ver hasta recientemente, cuando Hao apareció para obstaculizarle el camino con el sólo objetivo de hacerlo mas fuerte y así prepararlo.

En fin, con forme transcurría el Torneo, Hao se percató de que el equipo de su hermano no iba tan mal. Había logrado varias victorias, lo que le hacía pensar que tal vez ya había llegado la hora de completar su alma.

Marion, una shaman aliada de Hao, lo vió pensativo con la vista fija en el fuego y la leña crepitante. Lo había estado buscando por todos lados. ¿Cómo no se le ocurrió buscarlo en su lugar de siempre?. El atardecer estaba tiñendo el cielo de colores nocturnos cuando ella se le acercó lentamente para no perturbarlo con su emoción.

Hao-kun, nos toca competir a nosotras. - anunció entusiasmada. Esperó que el shaman dijese algo, pero como no fue así, siguió: - ¿Vendrá a vernos?.

El shaman suspiró en silencio y se puso de pie. Le contestó con una sonrisa.

Sí, claro que iré. Imagino que no me desilusionarás¿verdad?.

¡Claro que no!. Ya verá como ganaremos esta lucha fácilmente para usted. - contestó sonriendo con confianza, sonrojándose un poco. Él pareció no notarlo, por suerte.

"Parece que ya no piensa en esa Anna, la sacerdotisa", pensó la chica, mientras caminaba detrás del shaman. Anna era una sacerdotisa muy obstinada, de temperamento fuerte que se creía que estaba por encima de todos. Ah, y era la prometida de Yoh. Hao demostró cierto interés en ella. La muy tonta creía que su Yoh tenía posibilidades de ganar el Torneo. "No sé qué ve en ella. Tiene una cara de amargada". Anna era una joven muy seria, que raramente demostraba emociones.

Marion ganó la pelea para satisfacer a Hao. Después de todo, era solo para eso que la jovencita vivía, aunque no se animase a confesar sus sentimientos a su señor... Aunque a veces tenía la sospecha de que él ya lo sabía, por las atenciones que tenía con ella... Sí, definitivamente ya lo sabía. Pero para su desgracia, las atenciones de Hao no eran solo para con ella...

Señor Hao¿está satisfecho?. – le preguntó la joven, luego de ganar la pelea. Esperaba recibir algún cumplido de parte de su señor... Tal vez, si estaba de buen humor, le daría hasta un premio de esos que a ella le encantaban.

Si, Marion, estoy muy satisfecho. – le contestó él, con una sonrisa. Marion sonrió orgullosa.

Lo hicimos solo para usted, señor. – sonrió aún más, tratando de dar a entender lo que quería. Los ojos del shaman se posaron en ella de manera intensa unos instantes que a ella se le hicieron eternos debido a lo incómodo que le resultaba.

Sabía que él podía ver através de las personas... Y sabía que en ese momento, él la estaba escrutando, hasta el más oscuro rincón de su persona. Sí, definitivamente ya lo sabía, por más que ella se había empeñado en no parecer mas que una leal servidora con grandes ambiciones de complacerlo en todos los sentidos; si eso él lo deseaba.

Hao se puso de pie y ella contuvo el aliento, tratando de parecer lo mas relajada que su cuerpo le permitía.

¿Por qué ahora me llamas "señor"?. ¿Qué pasó con Hao-kun?. – le preguntó él. Por fortuna, no sonaba molesto. Marion sonrió con confianza.

Lo llamaré como quiera, señor Hao.

Hao se acercó a la chica y lentamente, pasó sus brazos por la cintura femenina sin apartar los ojos de ella, que parecía estar muy segura y confiada... Pero él sabía que era tan solo alarde.

Como muchas otras veces, unió sus labios a los de ella, mientras sus manos viajaban más al sur. Ella soltó un gemido ahogado, que provocó una descarga en el shaman e hizo que enardeciera aún más el ya apasionado beso, lastimando los labios de la chica hasta el punto de hacerlos sangrar. Se separaron para tomar aire, mientras ella se llevaba los dedos a los labios con una extraña sonrisa de satisfacción. Le encantaba que Hao fuese salvaje, que la tomase sin consideraciones. Él era sí con todo.

Marion... – le dijo él con seriedad y un brillo en los ojos. – Creo que te has ganado un premio.

Marion a penas tuvo tiempo de sonreír de nuevo antes de que el shaman la tomase de nuevo por la cintura y sus manos comenzasen la exploración por su cuerpo adolescente, presionando con tal fuerza que le provocaba dolor. Unos gemidos escapaban de sus labios que eran devorados con fiereza por los del shaman,; gemidos que en ligar de aminorar la marcha de las manos, provocaban una fuerte exitación y placer en el muchacho ante el dolor ajeno.

Aunque estaba cansada por la lucha reciente, Marion no podía decir que no a su señor; y más aún porque ella lo había incitado. Además, en el fondo, sus caricias rudas y su forma violenta de poseerla la exitaban, casi como si la estuviese violando.

El equipo de tu hermano ganó todos sus encuentros hasta ahora, Yoh. - comentó mientras almorzaban Manta, el pequeño mejor amigo de Yoh.

Sí, ya lo sé. - contestó el interpelado sin mucha preocupación mientras engullía con gusto su comida.

Sus próximos rivales se retiraron. - comentó Ryu. - Escuché que estaban aterrados. Muchos le tienen miedo. - añadió, con escalofríos. El hermano de su amigo le ponía los pelos de punta.

Claro que le tienen miedo. Si yo quemara a mis contrincantes durante mis peleas, también me tendrían miedo. - señaló Horo Horo, el shaman del hielo.

No entendía como Yoh y Hao eran gemelos. ¡Eran tan diferentes!. Hao era cruel y despiadado, sin mencionar demasiado seguro de sí mismo. Y lo peor de todo, era un asesino. Mataba a quien se cruzara en su camino, a quien lo hiciera enfadar.

¡Yoh!. ¿No ten das cuenta?. ¿No estás asustado?. - exclamó Manta para hacerlo reaccionara. Su amigo era demasiado tranquilo.

Yoh lo miró con sorpresa mientras masticaba y luego sonrió.

Ay Manta... Te preocupas demasiado. Todo saldrá bien.

Yoh no tiene nada de qué preocuparse. Él será el próximo Shaman King. - dijo muy confiada Anna, su prometida. - Yo misma lo entrené.

Manta guardó silencio. Deseaba poder estar tan tranquilo como Yoh o tan seguro como Anna. Pero tenía una duda creciente cada vez que oía de Hao. Se preguntaba si sería capaz de matar a su propio hermano cuando llegase el momento de enfrentarse, lo cual era inevitable. Hao quería ser el Rey Shaman para crear un mundo de shamanes y destruir a todos los débiles.

A los pocos días, fue el turno del equipo de Yoh. Los grupos se componían siempre de tres integrantes. El equipo contrario estaba compuesto por otros tres shamanes bastante poderosos, con posesiones espirituales muy fuertes. Habían logrado varias victorias a lo largo del Torneo, y eran fuertes candidatos para llegar a las finales.

Aunque con un poco de dificultad, el equipo de Yoh salió vencedor. Con varias heridas de poca relevancia, salieron victoriosos de la arena de lucha. Anna no podía estar más satisfecha. Nunca perdonaría a Yoh si no se convertía en el Shaman King y le daba muchos lujos. El joven le tenía terror.

Desde una distancia prudencial, Hao observó la lucha acompañado de algunos de sus seguidores. Podía decir que estaba contento con los resultados, pero esperaba que su hermano venciera con mucha mas facilidad a sus contrincantes. Eso era lo mínimo que esperaba de su otra mitad. Tenía que ser tan poderosa como lo era él.

¡Qué remedio!. Tendría que esperar un poco más para absorber a su otra mitad y convertirse en lo que alguna vez fue; el gran shaman que solo su nombre infundía terror. El gran shaman que su propia familia trató de destruir por temor. Finalmente, seiscientos años después cumpliría su cometido.

Falta poco, Hao-sama. - dijo la vocecilla de Opacho.

Opache era solo un niño aún, pero era el aliado mas poderoso y leal con el que Hao contaba. Podía decirse que nunca lo abandonaba. Provenía de una milenaria tribu africana, muy conocida por sus conocimientos sobre los espíritus.

Así es.

Marion lo observó en silencio, deseando poder hacer algo para dar el gusto al señor Hao. Su hermano Yoh era un inútil. Hao había tenido mucha paciencia hasta el momento, pero ella calculaba que si Yoh no ponía mas empeño en convertirse en un shaman poderoso, Hao perdería la paciencia muy pronto. Pero estaba segura que si le daba otra visita a Yoh y sus amigo para fortalecerlos un poco y terminar lo que habían empezado, el señor Hao se enfadaría con ella.

Pensé que te dije que no hicieras nada raro. - dijo una voz conocida detrás de ellos. Se voltearon y se encontraron con una oficial del Torneo, Samara.

Marion la miró de arriba a bajo, pensando lo altanera que era y lo pronto que recibiría su merecido. Una sonrisa se asomó en sus labios. Nadie le hablaba así al señor Hao sin recibir su castigo.

Pero para su gran desconcierto, Hao sonrió. Hasta parecía que estaba feliz de verla. Marian estaba confundida… y muy celosa. No comprendía como el shaman que había calcinado a personas solo por mirarlo de forma que le desagradara, permitía que una simple oficial le hablara de esa manera.

Quedó aún mas confundida al oír a Hao:

Déjenos solos. - les ordenó. Lentamente, todos lo seguidores del shaman que estaban presentes, se fueron retirando. Marion le dirigió a la Oficial una última mirada ladina.

Sí que los tienes amaestrados. - comentó Samara con un leve tono de diversión en la voz, cosa muy inusual en ella. - La chica está enamorada de ti. – añadió después de ver como la muchacha se alejaba luego de lanzarle una mirada que no le era para nada desconocida.

Así que Hao se enredaba con los de su equipo también... Bueno, no es que le sorprendiera demasiado. Hacía tiempo que se le había asignado la misión de vigilar al shaman... Ella lo había observado en cada asesinato, cada acto de violencia, en cada plan que llevaba a cabo. Todo aquello solo para confirmar lo que ya sabían: Hao no podía ser detenido.

Claro, esa nunca había sido la intención de los organizadores del Torneo, que decían que había que permitir que se realizara la voluntad de los Grandes Espíritus. Aunque Samara se había prometido a sí misma tratar de detenerlo si tenía la oportunidad, y a sí, tal vez, poder enmendar, en parte los errores que había cometido en el pasado.

Ya lo sé. - simplemente contestó él, sin darle mucha importancia al asunto. Samara frunció levemente el ceño - Ya comenzaba a extrañarte. Aunque sé que me sigues constantemente, me hacía falta verte. - volvió a girarse hacia la arena de pelea para ver a su hermano festejando con sus amigos, saltando y gritando.

No pienses que te puedes valer de nuestro pasado para que pase por alto tus infracciones, Hao. No trates nada raro, o me veré obligada a detenerte. – No estaba muy segura de poder lograrlo... Pero entre ella y Iron Maiden Jeanne, (quien aunque estaba muy loca, era muy poderosa) tal vez lo lograrían.

Ni cuentes con ella... – leyó sus pensamientos el gran shaman. Giró levemente el rostro para verla. – No podrá detenerme... Y tú no lo harás, aunque bien podrías.

Samara apretó los labios para contener sus emociones y evitar abrir la boca precipitadamente. El muy maldito siempre estaba un paso adelantado a ella.

Bien. – asintió ella como si nada. – Lo haré yo sola, entonces.

¿Por qué no dejas la actuación a lado y te unes a mí de una vez?. Todos saben que debemos estar juntos. – Hao se puso de pie y camino hasta estar frente a ella. Samara se incomodó por lo dicho, principalmente porque sabía que el muy desgraciado tenía razón. Pero en su interior constantemente se libraba una lucha por tomar una decisión: Hacer lo correcto y tratar de detener a Hao, o sencillamente, dejarse ser, y volver donde pertenece, por muy errado que esté.

Adiós Hao. – se limitó a refutar, dando media vuelta antes de que él pudiese percatarse de la lucha interna que se liberaba en ella. Hasta el momento había logrado con éxito bloquear al shaman y evitar que viese en su interior; pero no quería tentar al destino.

… Sabes?. – continuó el chico, como si ella no hubiese hablado. - Anna se parece mucho a ti en algunos aspectos. - comentó el shaman, como quien no quiere la cosa, mientras miraba a Samara con una extraña sonrisa. - No importa que sea la prometida de mi hermano, bastará para cumplir su cometido.

Samara creyó entender lo que Hao le estaba queriendo decir.

Buen intento. Pero ella nunca dejaría a Yoh. No hay forma de que acepte estar a tu lado.

¿Quién dijo algo de "aceptar"?. - le preguntó inocentemente, mientras la miraba de frente para poder disfrutar de su expresión de sorpresa, la cual consistía en un leve arqueamiento de ceja, cosa que en ella, ya era todo un arrebato de emoción.

Samara no sabía si había comprendido bien lo que le quiso decir, pero sabía que Hao era muy capaz de tomar a Anna por la fuerza. Y no importaba lo poderosa que fuera la sacerdotisa, o Yoh. Hao era mucho más poderoso que ambos juntos.

No te atreverías. - alegó, tratando de no perder la calma, para no darle poder sobre la situación.

Sabes que sí.

No caerías tan bajo.

Nada importa si consigo tenerte. Esas personas… - dijo mirando al gentío en la arena y alrededores. - …no son nada. Aplastaría a todas para conseguir mis objetivos.

Samara asintió, completamente segura que no estaba mintiendo. Después de todo, lo había visto asesinar a poblaciones enteras. La tal Ana no sería un problema, si con eso lograba quebrarla a ella y someterla a sus caprichos. ¿Qué ganaría con eso?. Al principio nada, pero ella sabía que con el tiempo se rendiría a él; y Hao también lo sabía. Después de todo, se pertenecían.

La mirada de Hao había cambiado completamente. Antes era tranquila, profunda y revelaban la fuerza de su dueño. Ahora era fría. Parecían los ojos de una persona si conciencia. La mirada de un asesino.

Un silencio sepulcral se hizo entre ambos, mientras la oficial analizaba su siguiente estrategia.

¿Piensas que no alertaré a los organizadores…?.

La mirada de Hao volvió a la normalidad. El joven sonrió con tranquilidad, meneando la cabeza.

Ay, Samarita. Tú sí que me das trabajo… Sabes de sobra que no podrán hacer nada contra mí… - la joven frunció el ceño irritada.

Hao tenía razón; siempre tenía razón. ¿Pero qué diablos podía hacer ella para aguarle los planes?. El joven se le acercó, y ella permaneció firme en su posición, con los ojos fijos en los suyos. Él la tomó del mentón con suavidad; el rostro femenino no se inmutó; "Como una máscara", pensó el shaman, "como una bella máscara de carnaval". Apretó más el rostro de la oficial y lo acercó al suyo para advertirle en un tono bajo, casi silbante:

… Pero si hacen algo que me entorpezca el paso, todo el maldito lugar arderá- los ojos de la chica se abrieron con sorpresa, cosa que lo complació- Y será culpa tuya.

Samara trató de controlarse. Pronto su expresión volvió a ser la misma pétrea de siempre.

¿Y qué quieres, entonces?.

Te quiero a ti.

Hao recorrió los escasos centímetros que separaban sus labios y la besó con suavidad y firmeza. Samara no se sorprendió, ni se sobresaltó, ni se quejó. Pero tampoco respondió al beso. Era como si fuese una muñeca sin movimientos. Simplemente estaba vacía, como sus ojos; muerta como lo denotaba la ausencia de expresiones en ese bonito rostro pálido y ausente.

Pero Hao no se conformó con robarle el beso... Quería que ella lo atacara, o lo rechazara, o al menos se resistiera... Quería que reaccionara de alguna manera para comprobar que no era tan solo una muñeca sin emociones, para comprobar que era la mujer que una vez amó.

Pero cuál fue su frustración al notar que la muchacha no se inmutaba; sus labios estaban unidos mientras él la besaba, pero nada señalaba que ella estuviese ahí, a excepción de su pausada respiración.

Se enfureció. Sus ojos cambiaron nuevamente mientras su sangre bullía a causa de la ira provocada por esa mujer que sencillamente se negaba a obedecerlo. Sus manos subieron hasta la blanca garganta femenina para establecer un contacto, una caricia que luego se volvió más ruda con forme el shaman aumentaba la presión en el cuello de la mujer, casi estrangulándola, hasta que logró que abriera la boca para soltar un leve quejido; momento aprovechado por Hao para meter la lengua en la boca de la oficial y profundizar el beso.

Samara no resistió más y se separó con un poco de dificultad de aquél que le robaba el aire. Confusión, sorpresa y desconcierto llenaban su mente. El maldito la había tomado de sorpresa; realmente no se esperaba eso de él. No tenía idea de cómo reaccionar ante la acción del shaman, no comprendía a donde quería llegar. Sí, entendió que le quería a ella; ¿pero para qué?. ¿La necesitaría de su lado para cumplir con sus anhelo de ser el Rey Shaman o tan solo quería revivir el pasado?.

Ambos respiraban agitados y tenían los labios enrojecidos por la presión. La mirada de la muchacha centelleaba, a pesar de que su rostro no denotara expresión alguna. Hao había cumplido su cometido. Rió cuando Samara le dirigió una mirada asesina antes de desaparecer con el viento.

¡Hao-sama, déjenos jugar un rato para entretenernos!. Estamos aburridas. Hace meses que estamos en este desierto. - rogaba Matti. Hao había retornado muy satisfecho luego de su encuentro con Samara, así que estaba de mejor humor para comprender que las chicas estaban con ganas de festejar su reciente victoria en las arenas del Torneo de mierda.

Estaba harto de atenerse a la burocracia de la maldita organización. Mejor sería acabarlos a todos y apoderarse de los Espíritus, así no perdía tanto su tiempo... Pero eso no sería hoy, ya que estaba de buen humor.

El shaman entendía lo que la shaman quería decir con "jugar". Estaban muy inquietas porque desde que llegaron, él no les estaba prestando atención como antes. Ya casi ni se les acercaba. Matti comenzó a molestarse y ponerse revoltosa, entonces se entretenía causando problemas a los demás participantes, en especial al equipo de Yoh, lo cual no le molestaba en absoluto.

Está bien. – accedió. Matti y Marion dieron unos saltitos al mismo tiempo que aplaudían emocionadas. – Vayan a hacerle una visita al equipo de mi hermano.

Silver observó como Samara le propinaba a la máquina de malteadas de la tienda una fuerte patada. Sabía que no le gustaba tener que atender a los clientes de la tienda de comidas, pero nunca la había visto así.
Oye, no es para que asesines a la pobre máquina. ¿Por qué no te retiras y yo te cubro?. – se ofreció su compañero al notarla un poco perturbada. Samara lo miró decaída y negó con la cabeza.

No te preocupes, no es nada. Esta perra montaña de hierro se atascó de nuevo y no estoy de humor para tratar de adivinar que le sucede. – soltó dejando que un leve tono de hastío se pudiese apreciar en su voz al referirse a la máquina de malteadas.

Yo te ayudo... – se ofreció Silver, con tres litros de gota en la cabeza al oír el vocabulario de la shaman.- Hao está dando problemas¿no?. – adivinó por la disimulada mirada de frustración en los ojos castaños de la chica. Por lo general, eran las andanzas de Hao las que la ponían así de molesta e irritada.

Samara soltó un leve suspiro mientras pensaba si debía contarle el altercado con Hao a Silver o no. Si ella alertaba a Golda sobre la amenaza de Hao de llevarse a Ana, ésta podría intentar algo contra Hao, y conociéndolo, no dudaría en cumplir su promesa.

Sus palabras resonaron en su mente:

"Ay, Samarita. Tú sí que me das trabajo… Sabes de sobra que no podrán hacer nada contra mía… Pero si hacen algo que me entorpezca el paso, todo el maldito lugar arderá... Y será culpa tuya."

No. Definitivamente no podía avisar a los Organizadores sobre la amenaza de Hao. De todos modos, dudaba que hicieran algo. Ya sabían de los planes del shaman y de su manera de jugar, y no habían hecho nada al respecto hasta el momento.

Pero no entendía por qué se empeñaba en obtenerla a ella. El shaman ya sabía que sus ideales no coincidían; entonces¿para qué se daba tanto trabajo?. ¿A caso la necesitaría para alcanzar sus fines?. Después de todo, ella era casi tan poderosa como él.

Si, ya sabes como es. Me molesta no poder hacer nada por detenerlo. – se limitó a decir.

Ya sabes, debemos dejar que se haga la voluntad...

... de los Grandes Espíritus. – finalizó la frase la shaman. Ya había oído a Golda decírselo cientos de veces.

No comprendía por qué no habían mandado a alguien a eliminar a Hao, que amenazaba las vidas de millares de personas inocentes. O por qué no le permitían a ella ocuparse de él. Sabía que al menos, podría representar un buen contrincante para el shaman, a diferencia de otros. Seguramente ellos también sabían lo que ella sabía muy en su interior, pero se negaba a admitir por vergüenza y orgullo; por eso no la dejaban.

Oigan¿hay alguien que atienda este chiquero?. – interrogó con un tono que quejumbroso la voz de una posible clienta.

Samara dejó a Silver con la máquina de malteadas del infierno y fue hasta la caja a ver qué deseaba la clienta. Eran dos de las chiquillas del equipo de Hao. A Samara no podía importarle menos.

¿En qué puedo ayudarlas?. – preguntó con su característico tono opaco, ignorando por completo el discursillo aquél que debía dar, ese que hablaba sobre los especiales de la casa, descuentos y bla, bla.

Oye¿tú no eres la altanera esa, oficial del Torneo?. – le preguntó Marion, en tono burlesco al mismo tiempo que intercambiaba una mirada con Matti. Claro que sabía perfectamente quién era¿cómo olvidarla?.

Si, la misma. – replicó con sencillez la aludida, cosa que irritó a Marion, pues pensó que se estaba burlando de ella.- ¿Puedo tomar su pedido?.

¿Sabes?. Eres muy grosera. Sobre todo con el señor Hao. – señaló Marion, tratando de reprimir una sonrisa en anticipación a su triunfo. Samara arqueó una ceja.

Y tú¿qué?.- esa niñita bandida comenzaba a hacérsele muy molesta.

Creo que deberían enseñarte a tratar con respeto a las personas como Hao-sama. – intervino Matti, a quién Samara acababa de bautizar como "chiquilla molesta número 2"

Atacar a un oficial del Torneo se castiga con la descalificación. – le recordó Samara con aburrición, mientras comenzaba a contar el dinero de la caja. Matti soltó una risa sonora que a Samara le recordó a una psicópata buena amiga suya, que en ese momento seguramente se encontraba en rehabilitación.

Nosotras estamos con Hao-sama. No pueden hacernos nada.

Samara guardó silencio. La pequeña turra tenía razón. Golda no haría nada contra el equipo de Hao porque había "que dejar que se haga la voluntad...", bla, bla, bla.

Ok, pequeña golfa. Tienes razón. Apuesto que eso no te pasa muy seguido¿verdad?. Pero supongamos que el sacrosantísimo señor Hao de ustedes se enterara de que atacaron a su guía espiritual. ¿Qué creen que haría con ustedes dos?.

Matti y Marion guardaron silencio. Samara sabía que con solo mencionar la posibilidad de que Hao se enfadase con ellas sería suficiente.

Está bien. –cedió finalmente Marion. – Pero cuando acabe el Torneo, y el señor Hao sea el Rey Shaman, terminaremos con ésto.

Genial. ¿Puedo tomar su pedido?.

Ambas chicas la fulminaron con la mirada antes de darse media vuelta y salir por donde entraron.

¡Esa mujer es una bruja!. – soltó Matti furiosa, dando una patada al suelo. Marion la miró con expresión sombría. – ¡Bueno!. Al menos pudimos divertirnos con el hermano de Hao-sama¿verdad Marion?. –soltó Matti, recuperándose al instante. Marion deseaba poder recuperarse así de rápido como su amiga. – Habrá aprendido un par de cosas. Estoy segura que ayudamos un poco a Hao-sama.

Esa noche, después de atender la tienda junto con Silver, Samara decidió dar una visita a la sacerdotisa Ana y advertirle sobre Hao. Claro, no era mucho, pero al menos la chica ya estaría advertida. Ya sabía que Ana había tenido un encuentro con el shaman, y también ya sabía sobre su temperamento. Así que estaba segura que la sacerdotisa sabría manejar la situación.

Se ubicó en una rama de un árbol que estaba cerca de la ventana del cuarto de la sacerdotisa y trató de contemplar el interior de la habitación. Todos estaban ya dormidos, así que se sentó unos instantes, esperando que Ana captase su energía.

No tuvo que esperar mucho, ya que la rubia se asomó a la ventana poco después, con expresión cansada, usando su vestido negro.

¿No pensaste que podría ser alguien que quería hacerte daño?. – le preguntó Samara, en su típico tono de voz inexpresivo.

Tu energía es poderosa, pero no se siente peligrosa. – le replicó la interpelada, en el mismo tono. Cualquiera diría que eran hermanas.

Ana la reconoció apenas sintió su energía, aún mientras dormía. Era la oficial del Torneo que les dio la bienvenida... Y la que atendía el puesto de comidas¿cómo olvidarla?. Ya se habían encontrado en una oportunidad, y al instante se conectaron sin mediar palabras. Había gran afinidad entre ellas.

Vengo a advertirte algo.

Es sobre Hao¿verdad?. No te preocupes. –se adelantó Ana. A Samara le llamó la atención, pero no se sorprendió. No necesitó preguntar cómo lo sabía.

Ten cuidado, no quiero que te use en contra de Yoh o mía.

Yo tampoco. Ya te dije que no te preocupes, puedo cuidarme sola. – insistió ella, muy segura. Samara tan solo asintió con la cabeza, pero antes de retirarse, se le vino algo a la mente.

¿Cómo está Yoh?.

Notó que la expresión de Ana cambió de manera imperceptible para cualquiera,; pero ella era una shaman. Podía ver mas allá de las apariencias.

Cuando todo termine, mataré a esas estúpidas seguidoras de Hao. – sentenció con convicción, recordando lo que le habían hecho a su prometido. Esa vez sí que se habían pasado de la raya. Samara la observó con curiosidad; no esperaba que reaccionara así por su prometido, siendo ella tan fría y poco demostrativa. Pero lo amaba, aunque ni ella misma se había dado cuenta aún.

Samara se preguntó si realmente había posibilidad de que toda esa historia tuviese un desenlace diferente al que ella y unos pocos otros conocían. ¿Podía el destino alterarse?.

Yoh será el Rey Shaman. – aseguró Ana, notando la duda en el rostro de la oficial. Samara solo deseaba que pudiese ser cierto, tan solo una posibilidad, una esperanza.

Suspiró y se alejó del lugar, saltando entre las ramas de los frondosos árboles que no permitían vislumbrar nada en medio de la penumbra de la noche con sus espesos follajes que interceptaban los rayos plateados de la luna. No veía su camino con los ojos físicos, sino con los ojos internos de shaman, que le permitían adivinar su camino aún en medio de tan intensa obscuridad.

No fue hasta que estuvo bastante alejada de los dormitorios de los concursantes que se detuvo y enderezó su figura sobre una rama.

Ya puedes salir. – anunció al aire con voz ronca.

Una lengua de fuego se formó, y al disolverse, apareció Hao sentado en la rama. Samara enarcó una ceja al verlo tan sonriente. Se le crisparon los nervios. Esperaba que estuviese algo molesto, en realidad.

Ya se me hacía raro que no me hubieras hablado en tanto tiempo.

Samara tenía la misión de vigilar a Hao, y él estaba muy consciente de ello. Había sentido la presencia de la shaman en incontables ocasiones, pero nunca había intentado alejarla, a pesar de representar un riego para sus planes.

Pero habían veces en que el juego se invertía, y era Samara la que era cazada por Hao.

Sabes que todos tus esfuerzos son en vano. ¿Por qué no te rindes?. Estés de mi lado o no, yo saldré victorioso; eso ambos lo sabemos desde hace tiempo.

De ser así¿por qué te empeñas de tenerme contigo?. – interrogó Samara.

En su interior tenía esperanzas de que Hao no lograse su meta, y presentía que ella era un gran obstáculo en su camino. Lo que no comprendía era por qué no la había aniquilado aún. De haber sido otra persona, Hao ya la habría eliminado hace tiempo.

Veo que todavía no me has comprendido. – le sonrió de manera tranquila, y algo en el interior de la chica se movió muy en contra de su voluntad. No te necesito como aliada, puedo llegar a mis objetivos yo solo. Te quiero conmigo porque me perteneces.

Samara casi se cae del árbol de cabeza al oír esas palabras. Estaba al tanto de todo lo ocurrido en su vida pasada, y comprendía por qué Hao decía que ella le pertenecía... Pero oírlo salir de sus labios le movió el suelo. O mejor dicho; la sacudió. Quedó atónita.

Ten cuidado, Samarita. No te me caigas y te me rompas porque no sé que haría sin ti. – se mofó el chico. Samara no pudo reprimir una sonrisa... Había algo en él cuando hablaba de esa manera tan ligera que la hacía sentir cómoda, era un sentimiento reconfortante. – Vaya, veo que tus músculos faciales pueden moverse, no estás muerta después de todo... Ya comenzaba a preocuparme.- añadió haciendo alusión a su falta de expresión. – Ya que estás de buen humor¿me dejas darte un beso?.

Antes de que Hao se pudiese inclinar hacia ella, Samara saltó hasta un árbol que se encontraba en frente. La muchacha sonrió ante una idea que le permitiría divertirse unos instantes a costa del chico.

Te dejo darme un beso... Pero quiero algo a cambio. – le dijo la chica, con una media sonrisa. Hao la observó con recelo. Sabía que estaba bromeando, pero le seguiría el juego.

Lo que quieras. – de cualquier manera, no pensaba cumplir con nada. Samara también lo sabía. En ese momento se leían el uno al otro sin tanta dificultad.

¿No estás molesto de que me meta constantemente en tus planes?. – desvió la conversación. Hao le volvió a sonreír de manera tranquila.

Tú no representas un obstáculo para mí. – Ups, respuesta equivocada. El poco progreso que había logrado, lo destruyó con una frase. Samara se había puesto muy seria y se notaba molesta por sus palabras.

Le gustaba verla así. Luchando contra sus emociones para mantener esa expresión de frialdad en sus hermosos ojos castaños.

La verdad, te quiero solo para satisfacer mis deseos. Después de todo, esa era tu función en nuestras vidas pasadas¿recuerdas?. – añadió, con suma tranquilidad que hizo a la shaman estremecer de furia. Hao trató de reprimir una sonrisa al notarlo.

Se veía tan hermosa así, dominada por la ira.

Al oír estas palabras, Samara tomó una firme resolución.

Retírate del Torneo, Hao, o yo misma me encargaré de ti.

Continuará...

Notas de la autora: Hola!. La verdad no sé si continuar con el fic, a pesar de que ya tengo muchos planes pervertidos en mi mente... Pero bueno. Si me dejan reviews es porque están leyendo, entonces lo continuaré y tal vez hasta llegue a escribir mi primer lime y mi primer yaoi ñ.ñ (Ey¿que ya no estuvo un poco lime este cap? O.o). Cualquier duda, escribir a: biscouto85yaho.ar