I wanna stay home today
Don't wanna go out
If anyone comes to play
Gonna get thrown out
I wanna stay home today
Don't want no company
No way
- Self - Stay Home -
"Querido F.
Hace mucho que me escribiste tu carta, casi tres días, pero la verdad es que no he tenido apenas tiempo para responderte. Vino mi madre a visitarme, y no hace falta decir que tenía la casa hecha un desastre. ¡Fue inesperado, no es mi culpa! Ella suele venir cada mes, no se porque regresó tan pronto esta vez. ¿Tal vez halla pasado algo? Bah, de todas formas no es importante.
Respondiendo a tu pregunta, mi animal favorito es el gato. Pero los perros también son guays ¿Alguna vez te he dicho que tengo un perro? Bueno, no es exactamente mío. A veces viene a mi habitación y pide comida, así que le he puesto nombre y todo. Se llama Mike.
¡Por cierto! Tu dibujo sobre como crees que soy ha sido gracioso. ¡En serio! ¡Me he reído! Pero no es acertado. Para empezar tengo el pelo blanco y...
¡Tengo una idea! Me dibujare, y tu te dibujarás. Así tendremos una imagen mental de como somos. Me pondré a ellos ahora mismo.
Espero tu respuesta.
-K. "
El chico de cabellos blancos y despeinados acabó de escribir a su amigo por carta, y le dio el papel a su paloma mensajera acompañado de un dibujo. ¿Cómo lo había conocido? Ya casi lo había olvidado... Pero si no fuese por esas cartas probablemente se habría vuelto loco en su torre.
Pero será mejor empezar nuestra historia por el principio... Cuando Killua Zoldyck todavía vivía en un castillo rodeado de sirvientas.
Silva Zoldyck era (y es) el Rey del Reino de Greydell, y también el padre de Killua. Entre todos era sabido que el hijo favorito del rey era sin duda el pequeño de cinco años con el mismo color albino que el suyo. Los hermanos mayores del niño tenían que ver con asco, como el favorito iba a acabar heredando el reino por petición de su padre. El castillo era invadido constantemente por celos por el pequeño. Tanto era así, que una noche el pequeño Zoldyck fue capturado y jamás se volvió a saber de él.
Lo primero que Silva hizo fue hechizar a sus hijos para que dijesen la verdad, pero ninguno de ellos había sido el causante de esto. Pasaron días buscando. Meses. Años. Pero Killua no volvió a aparecer por el castillo de Greydell para el horror de su padre.
El Rey aún podía sentir los latidos de su hijo, y por ello sabía que seguía con vida. Por lo que mantuvo la esperanza. Hasta que alguien encontrase a Killua y lo devolviese a su lugar. Junto a el.
Sin embargo... La historia que le contaron al heredero era distinta.
HACE 10 AÑOS.
- Killu. Te vas a quedar aquí por un tiempo, ¿Está bien? -La hermosa voz de Kikyo Zoldyck invadió los sentidos de un pequeño Killua, que iba agarrado a sus faldas mirando con horror la inmensa torre que le presentaba su madre.
- Pero madre...
- Ya sabes porque, Killu. Esa horrible bruja te lanzó una maldición. -La mujer sonrió, empujando un poco al niño a la entrada. Entonces, intentó darle dramatismo a su voz. -Si no entras a esta torre no sólo dejarás de ser tú, si no que nos matarás a todos.
- ¿Cuánto tiempo tengo que estar aquí? -El niño hizo una mueca de tristeza, empezando a caminar hacia su nuevo hogar.
- Hasta que la maldición se rompa.
- ¿Y cómo se hace eso?
- No lo se aún, Killu.
El pequeño de cabellos blancos llegó a la enorme puerta de madera y miró a su madre. Esta volvió a sonreír, moviendo su mano.
- La he decorado a tu gusto. -El príncipe asintió. -Vendré a visitarte cada mes, para traerte comida. Recuerda no salir bajo ninguna circunstancia y estarás a salvo.
- Si, madre. -Entró adentro con un triste suspiro, y cerró mientras veía a la mujer hablando con alguien. Aunque estaba cansado. No le daría mucha importancia...
Subió unas infinitas escaleras, hasta que después de lo que le parecieron años llegó a la puerta de su nueva habitación. Abrió, y colocó la vela en el primer mueble que vio, para que iluminase el oscuro lugar. Un escritorio... Una librería... Una cama, una ventana. Lo básico. Incluso tenía algunos folios y colores.
No tenía sueño, a pesar de ser de noche, por lo que se sentó en el escritorio y empezó a dibujar en una hoja.
- Algún día... Volveré a casa... -Murmuró, cada vez notando sus ojos más pesados. -Buenas noches... -Murmuró soplando la vela, y quedándose dormido en ese mismo escritorio.
ACTUALIDAD.
- Aaah. Espero que responda pronto. -Suspiró el príncipe, mirando por la ventana mientras el ave se marchaba volando. Entonces, oyó algunos ladridos abajo los cuales llamaron su atención. -¿Huh? ¿Mike?
Killua bajó tan rápido como pudo las escaleras con una mueca. Había tenido visitantes antes, pero Mike, su perro, siempre se encargaba de ellos. También había bajado antes. Hace unos años descubrió que si no pasaba de la puerta, el hechizo era inútil.
Abrió lentamente la vieja madera para encontrar con sorpresa como un hombre regordete había acabado con su perro. No... No lo había vencido en combate, eso sería imposible. En realidad lo había drogado con comida.
- Así que los rumores son ciertos. El príncipe perdido realmente está aquí.
El chico entrecerró los ojos, enfadado.
- Márchese. No quiero tener que hacerle daño. -Amenazó cruzándose de brazos. El tipo rió.
- ¿Marcharme? Lo siento, crío pero eres tu el que va a venirse conmigo. ¿Sabes cuanto vales? No tienes ni idea. Ahora que he vencido a tu perro estúpido, por fin puedo...
Una vez que el tipo cruzó la puerta, se oyó un "ploff" que venía a ser el pie del pequeño príncipe contra la cabeza del acosador.
- Te avise. -Se encogió de hombros Killua, mientras el señor caía inconsciente al suelo.
Lanzó con facilidad el cuerpo por la puerta, y Mike (que acababa de despertar) se encargó de llevárselo a otro sitio para merendar. El chico comenzó a subir de nuevo con una mueca.
- No voy a volver nunca. No se porque se empeñan. -Murmuró con rabia, dispuesto a seguir esperando su preciada carta. No necesitaba a nadie más que su queridisimo F.
No le importaría si él le hiciese una visita...
FIN DEL CAPITULO 1.
