Abril comenzaba y todo Japón se vestía de primavera, después del frenético verano, la primavera parecía ser un poco más relajada. Aquí comienza la historia.

Tokio, comercial, fría, y calida al mismo tiempo, sus habitantes parecen bailar al compás del frenesí de una ciudad repleta de oficinas, departamentos de todo tipo y contratantes templos milenarios. Ahí decidió vivir él, ya no era un estudiante de colegio, y su agitado ritmo de vida lo llevó a ese lugar, a él, y a su novia, ahora pareja oficial.

-Bueno días perezoso- Dijo la mujer, aún conservaba sus rasgos de niña.

-Buenos…- Apenas dijo el hombre de cabello marrón, afianzado a la almohada. –Dime que no son las 7:30- Dijo, resignado.

-7:33, debes desayunar.- Dijo ella, - Y buscar trabajo, porque no puedes vivir del aire… y este departamento no se paga solo.- Contestó.

-Siento meterte en esta vida, Yuki, yo solo quería hacer las cosas por mí mismo, no sabía que resultaría todo un fracaso.- Dijo, sentándose en la cama. – Ya ni a la peluquería puedes ir, y tu cabello está mas largo que lo habitual- Dijo, mortificándose.

-Oye! Señor Kusanagi, Ud está muy meloso esta mañana, y el cabello… es bueno cambiar, tu deberías probarlo, cambia esa cara… come algo, y ve a buscar trabajo, te esperaré con la comida, lista y en la cama…- Le dijo, muy insinuante.

-Eso también, si te embarazas será un problema, y ya no hay dinero para comprar preservativos, así que prefiero evitar eso por un tiempo.- Dijo mirando como el sol entraba por la ventana, "Ahora si me mata" Dijo el hombre, cuando cayó en cuentas de lo que había dicho.

-Muy bien, no quieres desayunar, no quieres tener sexo, creo que no me quieres a mí, Kyo Kusanagi!- Dijo la mujer, cruzándose de brazos y haciendo el rostro a un costado.

-Te quiero tonta… ya, basta de tonterías, me voy a desayunar, si consigo trabajo… esperame desnuda…- Dijo, con una sonrisa macabra. Se levantó de la cama y caminó hasta la cocina.

-Trato hecho.- Dijo mas animada la joven, sentándose en la cama donde dormía su amante; lamentablemente su corto presupuesto hizo que compraran dos camas separadas, y usadas era más barato que una matrimonial, para colmo no había suficiente espacio en el departamento como para ponerlas juntas, así que uno dormía en la cocina y otro en el cuarto, solo dormían juntos en las noches de "placer".

Después de desayunar, Kyo salió por las calles de Tokio, clasificados en mano, yendo a buscar trabajo. Para su sorpresa al pasar por un bar no muy lejos de su hogar, se cruzó con si Némesis, aquel pelirrojo dolor de cabeza, que siempre le ponía los pelos de punta. "Ya… ahora tengo que soportar a este idiota de Yagami" Se dijo, mirando despectivamente al hombre, este estaba en el bar, pero no como cliente, sino oficiando de mozo!

"Tiene que controlar su ira, Señor Yagami" Decía burlonamente Iori, recordando lo que un asistente social le dijo, después de que armara un revuelo en la vía pública, hacía ya dos semanas.

Terminó trabajando en el bar, para pagar los destrozos, demasiadas penalizaciones para él, esta vez debió acatar a la autoridad.

El pelirrojo atendía, de mala gana, preguntando entre dientes "Que-se-va-a-servirrrrrr??" Con cara de asesino, a todo esto Kusanagi miraba con deleite la escena; sin dudarlo un segundo, miró si aún tendría algunos billetes en el bolsillo, metió su mano… y si! Tenía unos yenes para un café, "Un café invaluable"… pensaba… "servido por el mismísimo Iori Yagami… a un Kusanagi, placer de dioses"… se dijo.

Caminó apurado hacia el bar, y se sentó en las mesitas que estaban en la vereda. Apoyó sus manos sobre la mesa, esperando a ser atendido, mirando a su alrededor con mucha impaciencia. Entonces llegó él, se paró enfrentado a la mesa, mirándolo desde arriba, y apretando el anotador hasta casi hacerlo trizas.

-Que… se… va a servir, señor?- Dijo, totalmente humillado.

-Un café, por favor.- Dijo Kyo, más que complacido con la situación.

-Claro, tienes dinero para pagarlo? Que yo sepa, vives en la miseria…- Le contestó.

-Aquí tengo suficiente para tu café, niño… además como viva no es tu problema, soy un cliente y hoy… tu me sirves.- Le contestó zamarreando los billetes en la cara de Iori.

-Eres una basura, solo te atiendo porque estoy hasta el cuello de deudas con el gobierno, pero… no me provoques…- Le dijo Iori, apretando sus dientes.

-Ja, no le pregunté sus asuntos, mozo… tráigame el café- Dijo Kyo, mirando hacia otro lado, haciendo que la humillación e impotencia que sentía Iori alcanzaran su punto máximo.

No pudo hacer más nada que pegar media vuelta e ir por el pedido de Kyo. Estaba que sacaba vapor por las orejas y lleno de ira, pero debía resistirlo, solo por esta vez…

Mientras Kyo esperaba afuera, mirando hacia adentro del bar, "No me gusta provocarlo, pero una vez que yo lo fastidie… no me iré al infierno por esto." Dijo, con un halo de culpa en sus palabras.

Después de un rato, el café llegó, Iori lo poso sobre la mesa, "Aquí tien…" no terminó de decir la frase, que al pelirrojo se le había hecho un nudo en la garganta, se sentía lleno de rabia e impotente ante la situación.

-Esta bien…ya…- Dijo Kyo, mirando hacia la mesa, -Ahora entiendes que molesto que es… que te estén humillando y provocando?... ne? Iori?- Dijo, mirando a su viejo rival a los ojos. Este lo miraba lleno de furia, de su ojo caía una lagrima, y se podía oír el rechinar de sus dientes.

-No lloro porque me sienta derrotado, es una lagrima de odio, Kusanagi… te odio tanto que me haces… llorar…- Dijo mirando hacia un costado, ocultando su rostro bajo su rojo y lacio mechón.

-Ya, basta, fue divertido, pero… paremos, ven siéntate aquí.- Le dijo Kyo, envuelto en culpa. – No quería humillarte, solo te molestaba.- Dijo, mirando su café.

-bébelo, y lárgate.- Dijo Iori, sentándose junto a él.

Kyo bebió el café, en silencio, mientras su acompañante lo miraba con desprecio y tragaba una y otra vez saliva.

-Te gustó?- Le dijo, Iori, casi irónico.

-Porque, te comportas así?!- Dijo su siempre enemigo, posando con fuerza la taza de café.

-Por que odio a todos los Kusanagi, y te odio a ti, Kyo Kusanagi, eres mi cáncer… mi peste, eres el grano que me sale en el trasero y me fastidia el día, eres imbecil, odioso, pobre y estúpido, eres tan común y corriente que te pierdo en la multitud y solo te encuentro por tu hedor, perdedor, fracasado, hasta debes ser impotente, te odio, me haces mal, si pienso en ti la comida me cae mal, me duele la cabeza…- Decía el pelirrojo, a medida que hablaba se iba levantando de su asiento, acercando el rostro hasta su enemigo.

-Basta!, ya estuvo, eh?!... Tu no eres nada agradable, sabes?! Estoy harto de tu locura, de cada vez que te veo… tener que irme hacia otro lado, porque eres insoportable, siempre me retas a duelo, siempre quieres pelear conmigo, y no te soporto, eres cobarde y … y… un mozo!- Dijo Kyo, cerrando con fuerza sus ojos.

-Tu ni siquiera tienes trabajo, al menos yo lo intento!- Dijo defendiéndose.

-Y a ti que te importa!?- Dijo Kyo, levantándose de su asiento.- Eres tan infantil!!- gritó, haciendo que el dueño del bar se percatara de la discusión, y saliera a ver.

-Basta, si haces que me despidan… te mataré Kusanagi, te lo juro… por todo lo que me queda, que te destrozaré…- Susurró, amenazante.

-Todo está bien, verdad? Señor Yagami?- Digo el dueño del bar, asomándose a ver.

Pero en cuanto los dos hombres atinaron a excusarse con el dueño, nada mas ni nada menos que el viejo disipulo de Kyo se hizo presente con la cara más burlona, señalando a Iori. –Yagami es un mozo! JASJAJAJAJAJAAJAJAJA!!- Dijo a los gritos, -Eres una moza?! Y mira… bien hecho señor Kusanagi!! – Dijo viendo que Kyo estaba bebiendo una taza de café…

-Shingo, calmate…- Dijo Kyo, moviendo sos manos abiertas, haciéndole señas para que se callara.

-No sea tan modesto, hizo que Yagami le sirviera café! Ud es mi idolo…- Dijo abrazándose a su maestro.

-Dile que se calle…- Dijo Iori, agachando la mirada, conteniendo su furia.

-Oye, dame un café doble, apurate muñeca… - Dijo Shingo, sacando un buen fajo de billetes, zarandeándolos de lado a lado.

-Tu…- Dijo Iori, levantando su puño.

-Señor Yagami, por favor…- El dueño se adelantó, para que Iori no cause problemas.

- Recuerde que su deuda…- Dijo el hombre.

-YA LO SÉ!- Contestó impotente, Iori.

-Basta Shingo, vamonos… -Dijo Kyo, calmando a su alumno.

-No… por que? Somos clientes, venga maestro, le invito otra taza.-Dijo, fanfarrón.

Iori no sabía que hacer, si los atacaba perdería el empleo, y sino… perdería su dignidad, siendo humillado por el discípulo de su enemigo. Miró hacia Kyo. "como puedes… hacerme esto" Pensó, conteniéndose de cometer una locura.

-Enseguida, señor…- Dijo, resignado, caminó hasta dentro del bar, dejando a Kyo y a Shingo solos.

-Eres idiota?! Que te ha pasado?, Te volviste loco? No lo provoques!- Decía Kyo, "Que hipócrita que soy" pensaba, recordándose minutos atrás.

-Señor Kusanagi, esto es lo mejor…. –Decía Shingo, tomando las manos de Kyo.

-Ya suéltame loco, nosotros no somos así! No puedes maltratar a alguien y humillarlo gratuitamente, el no hizo nada.- Dijo, agachando la mirada, sabía que él había hecho lo mismo, se sentía terrible, ese no era su estilo.

-Pero es Yagami! Que no hizo nada!?...- Decía Shingo.

-Esperame…- Dijo, no lo aguantó más, se levantó de su silla, y enfilo para dentro del bar.

Caminó hasta la barra, pero Iori no estaba ahí, el dueño estaba en la caja, miró a Kyo algo serio, para luego hacerle una seña con la mirada, indicándole que Iori estaba en el baño lateral a la barra. Kyo asintió con su cabeza, y entró en el baño.

Ahí estaba, apoyando sus manos en el lavado, con su cabeza entre sus hombros, llorando con los dientes apretados.

-Lo lograste… maldito, me humillaste a tu gusto, a que vienes? EH?!- Dijo, histérico, volteando a ver a Kyo.

-No quise lasti… rayos… es raro, tratarte bien a ti… -dijo, incomodo. – No quise… humillarte, lo sabes, solo que Shingo… es un tonto a veces, ignóralo, yo me encargaré de él, está bien?- Dijo, acercándose a su enemigo.

-Te odio tanto… te odio… por que, me haces esto?! Porque te odio tanto?! Ya no aguanto más! Esta fue tu ultima jugada sucia… me oyes?...- Decía el pelirrojo entre llantos.

- Tranquilizate, no fue para tanto…- Trataba de calmarlo.

-No?! Tu alumno, ese marica idiota, retrasado, me humillo, se rió de mí, y tuve que tratarlo de señor, sabes como me siento?!...- Dijo, señalando la puerta.

-Lo siento Iori… no quise, perdónalo, es un tonto…- Dijo, excusándose.

-No te di permiso para decirme Iori… - Dijo algo sonriente. – Mira me hiciste llorar de rabia.- Mirándose al espejo.

-Y tu… me haces perder la cordura siempre… jjejeje…- Dijo, algo más relajado, Kyo.

-Tu también… me siento algo estúpido en este momento… pero se como sentirme mejor…- Comentó sonriente. –Sabes? Buscan otro mozo, para este bar, si quieres, hablo con el dueño… eh?- le dijo, totalmente sorpresivo.

-En serio?? Necesito trabajar ya!!- Decía, más que feliz.

-Bien, procurare… no matarte…- Iori recuperaba la compostura.- Mira… tengo una idea, para que te resarzas conmigo. – propuso.

Shingo estaba afuera, esperando a su maestro, preguntándose que había ocurrido. "habrá ido al servicio?" Se decía, "Que tal si Yagami lo mato!!" Pensaba, en ese momento, y para su sorpresa, su maestro, era quien traía la bandeja, con el café.

-Aquí tiene.- Dijo, sin expresión alguna, tomó el dinero de la mesa y se metió en el bar… mientras que su discípulo estaba petrificado afuera sin entender ni por un momento lo que había ocurrido.

-oye… mira que cara puso…- Dijo el pelirrojo.

-A mano?- Preguntó, apoyado sobre la barra.

-A mano.- Confirmó, estrechando la mano de su más odiado enemigo…