Buenas a todos.
Para empezar, sé que tengo que actualizar Negociador pero lo cierto es que no tengo muchas ideas para la historia aunque sí adelanto que lo más probable es que el cuarto capítulo sea el último. Así que como tenía reserva de historias para cuando la inspiración escaseara, aquí estoy, con una historia, ya escrita (por lo que no hay que preocuparse de que se acabe), de Bones (me gustaría probar otros fandoms pero lo cierto es que no sé cómo empezar), para variar.
Como digo, cuenta con tres capítulos, que ya llevan con su tiempo escritos. Éste primero data de verano de 2010, así que imagino que mi estilo no es exactamente igual ahora que cuando comencé a escribir la historia, principalmente porque ahora los capítulos son más largos. La historia la terminé en Navidad, hace ya casi cuatro meses. Como digo, los capítulos son algo antiguos en el sentido de que ya llevan escritos un tiempo. Pero tampoco es algo que importe mucho puesto que no usé ningún spoiler en la historia. Aunque sí tengo claro que se ubicaría en algún momento de la quinta temporada antes del 5x16, más que nada por la relación (no amorosa, ya lo advierto) que mantienen Brennan y Booth.
Creo que no tengo más que decir, aunque sí me disculparé por el summary tan poco decente que he puesto, aunque cierto es que no se me ocurre nada que colocar en el dichoso cuadrito blanco.
Ahora sí, no me enrollo más, espero que disfrutéis del fic. Ahí va Respóndeme.
Disclaimer. Los personajes de Bones son propiedad de Kathy Reichs, Hart Hanson, Stepehn Nathan, la FOX, etc. No me pertenecen y no obtengo beneficio económico por escribir ni publicar esto .
Respóndeme
-I-
Durante una semana apenas había dejado de llover.
Ríos y pantanos se encontraban prácticamente desbordados por el agua caída en los últimos días.
El Potomac había rebosado en algunos lugares cercanos a la Bahía de Chesapeake y áreas del estado de Virginia.
Alejada por completo de la realidad, inmersa en su mundo de huesos, la doctora Temperance Brennan —la mejor antropóloga forense de los Estados Unidos—, se encontraba en su despacho, revisando la tesis de uno de sus internos, cuando alguien la apartó de sus pensamientos.
—¡Ya está Huesos, tengo la confesión! —anunció el agente Booth, compañero de la doctora y uno de los activos más valiosos del FBI con pasado militar y de francotirador.
—Bien, por fin se acabó —dijo la científica—. ¿Ha sido difícil?
—Un poco y menos mal que no quiso llamar al abogado de oficio —comentó Seeley—. Aunque dudo que con este tiempo hubiera llegado pronto.
Distraído, Booth miraba por la ventana de la oficina de su compañera mientras ella terminaba con el trabajo de uno de sus alumnos. No tardó demasiado en finalizar su tarea.
—¿Te vas a casa? —preguntó Brennan.
—Sí, aunque voy a pasarme por el Diner ha tomar un café —respondió su compañero—. ¿Y tú? Deberías marcharte, llevas todo el día trabajando.
—Todavía tengo que terminar otras dos tesis más. No puedo, Booth —aclaró Temperance.
—¿Cuándo te irás a tu casa? ¿Cuándo haya oscurecido por completo y no quede nadie en el Jeffersonian?
—No, Booth. Me marcharé a mi apartamento cuando acabe de corregir los trabajos de mis alumnos —indicó Brennan.
—Huesos, en serio, tendrías que volver a tu piso. Yo te llevo, no quiero que te arriesgues a coger el coche.
—Sé cuidarme sola, no hace falta que me acompañes.
—Ya veo… No me vas a hacer caso aunque insista —y el hombre añadió—. ¿Qué te parece si quedamos en tu casa, a las ocho y media y rellenamos los documentos del caso? Podemos aprovechar y pedimos tailandés.
—No se cuándo terminaré —afirmó la doctora.
—Te mereces un descanso, aunque sea para rellenar papeles con tu compañero —sonrió el ex Ranger.
—Está bien… —cedió, a regañadientes, la antropóloga.
—Oye, ten cuidado cuando vuelvas a casa. La lluvia… —a Seeley no le dio tiempo a acabar la frase.
—Lo sé, ya lo has dicho antes. Tendré cuidado —prometió su compañera.
Sobre las siete de la tarde, un par de horas después de haber mantenido la charla con el agente Booth, Brennan recogió sus cosas, tomó su bolso y se marchó del laboratorio.
Ya en el parking del instituto Jeffersonian, sacó las llaves de su automóvil y abrió el coche. Se subió a él y dejó el bolso en el asiento del copiloto.
Salió del aparcamiento y comprobó que la carretera estaba completamente encharcada —tal y como había dicho Booth— y que las alcantarillas no tragaban agua sino que la expulsaban. La visibilidad, por su parte, no era nula pero dificultaba considerablemente la circulación.
Brennan condujo por las calles de Washington y, aunque sabía el recorrido hasta su apartamento, se guió por las indicaciones del GPS para llegar hasta su casa.
Apenas faltaban unas manzanas para llegar a su destino y estaba cruzando un puente cuando algo la sorprendió.
Llegó a su casa y soltó la chaqueta en el sofá de su piso. Hizo lo mismo con las llaves, sólo que ahora éstas fueron a parar a la mesa del salón.
Tenía ganas de descansar un rato pues, tanto él como su compañera, llevaban varios días con un caso realmente complicado.
Se tumbó en el sofá, se quitó los zapatos y dejó al descubierto sus llamativos calcetines de rayas de colores. Alargó la mano para alcanzar el mando a distancia y puso al canal de deportes. Coincidió que en ese momento estaban emitiendo un partido de hockey. Acaba de comenzar y, como todavía era pronto,
Al terminar el encuentro, el agente se duchó, se cambió el traje por ropa más informal y se acercó a las ventanas del apartamento. Comprobó que estaba diluviando y se preguntó si era más adecuado esperar un tiempo, por si la lluvia paraba o disminuía de intensidad.
Estuvo frente a la ventana un cuarto de hora y miró a su reloj de muñeca. Las ocho de la tarde. Por suerte, ahora el agua caía con menos fuerza. Después recogió los papeles y se marchó del piso, cerrando tras de sí la puerta.
Encendió la radio del coche y puso las noticias.
"Las lluvias han conseguido desbordar parte del río Potomac en el área de la cuidad de Washington. Recomendamos a los conductores extremen la precaución y procuren realizar el menor número de trayectos posibles" dijo el locutor de radio y continuó. "Según informan fuentes meteorológicas, las lluvias remitirán a inicios de la semana que viene".
—Pues que bien… —comentó, irónicamente, Booth.
Tardó bastante más de lo habitual en llegar al bloque de edificios en el que vivía su compañera pero, finalmente, tras soportar un atasco y conducir a la velocidad de una tortuga, aparcó el coche en su destino.
Se apeó del automóvil, abrió el paraguas, caminó hasta la puerta del portal y pulsó en el número de vivienda de Brennan del portero automático. Permaneció durante unos minutos en el descansillo del bloque, pero no obtuvo ninguna respuesta.
Llamó una vez más pero ocurrió lo mismo que en la anterior ocasión, nadie contestó.
En vez de volver a darle al porterillo, empujó la puerta y descubrió que estaba abierta. Entró en el edificio y esperó al ascensor.
No tardó en llegar y el agente se subió al elevador. Pronto llegó a la planta en la que vivía Temperance.
Avanzó hasta la puerta de la vivienda y presionó el timbre.
Ninguna contestación.
Probó una vez más a pulsar el timbre.
Sin respuesta.
"¿Dónde estás, Huesos, dónde estás?" pensaba Seeley.
Al no localizar a su amiga, el agente sacó el teléfono móvil y marcó el número de Brennan.
A la primera llamada comunicó y saltó el buzón de voz, a la segunda ocurrió exactamente lo mismo y con la tercera, Booth se desesperó y comenzó a preocuparse. Lo intentó una cuarta vez.
—Venga, respóndeme —decía el agente en un tono muy bajo. Pero, de nuevo, la voz de la operadora de teléfono indicó que había saltado el contestador.
Definitivamente, su compañera no estaba en su apartamento. Era raro, a no ser que hubiera perdido la noción del tiempo —algo que perfectamente podía pasar tratándose de Brennan— y todavía se encontrase en el Jeffersonian. Aún así, seguramente, habría escuchado el móvil.
El edificio era una construcción con el techo de cristal, aparatos e instrumentos que mucha gente no habría visto nunca en su vida y con alguna que otra probeta. Una plataforma en el centro del laboratorio completaba el conjunto. Las puertas de cristal —que daban entrada al lugar—, se abrieron y dejaron paso a Booth.
Fue directo al despacho de Ángela. Con un poco de suerte, aún se encontraría en el Jeffersonian, aunque el agente lo dudaba pues la artista no era de esas personas que se quedan trabajando en el laboratorio hasta tarde. Prefería estar en su casa o tomando una copa.
Como imaginaba, la mujer no se encontraba en su oficina, probablemente llevaría ya varias horas en su casa. Pero no se le ocurría otro sitio al que ir, así que llamó a Ángela, por si ella sabía algo.
—¿Diga? —preguntaron al otro lado de la línea telefónica.
—Ángela, ¿sabes dónde está Huesos? —interrogó, nervioso, Seeley.
—Estará en su casa —supuso la amiga de la antropóloga.
—He ido para rellenar unos papeles con ella. No responde al porterillo ni al timbre ni al móvil —informó el agente.
—¿Has mirado en el Jeffersonian? Cuando me fui, Brennan seguía en su despacho —cuestionó, de nuevo, la artista.
—Aquí no está —afirmó el hombre—. Sólo he visto a dos científicos y me los he cruzado al entrar, así que se estaban yendo.
—Entonces no se me ocurre dónde puede estar —confesó la dibujante—. Llamaré a Hodgins y a Cam, puede que ellos sepan algo.
—Gracias, Ángela.
La mujer se despertó y miró por las ventanillas del automóvil.
Con la oscuridad, era imposible saber qué tapaba las ventanas del coche, pero algo impedía la salida del vehículo, al menos por el lado izquierdo.
Desorientada, la conductora, murmuró.
—¿Dónde estoy?
Eso es todo de momento.
Supongo que el final es algo predecible dado que tengo que matener un poco la intriga. De todas formas en el siguiente capítulo (que colgaré la semana que viene aunque no sé cuándo, debido a que en España es Semana Santa y yo me voy a un sitio donde no hay Internet el jueves, viernes, sábado y domingo lo más probable; supongo que el miércoles saldrá el capítulo 2) esclarece un poco más las cosas y aparecen más personajes, menos Sweets, que en esta historia no sale por ningún sitio, no tenía mucha práctica con el personaje cuando lo escribí y de hecho mi experiencia usándolo no va más allá de Negociador.
No voy a dar más la lata, así que me despido de vosotros esperando que os haya gustado la historia.
Adiós :)
