Es una verdad mundialmente aceptada, que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa. *


O al menos eso era válido hasta el siglo XVIII cuando aún no se conocía nada sobre la dinámica de clases.

Este era un proceso se había dado gradualmente; desde su primera aparición en ciertas ciudades del interior de Hungría, se había extendido a lo largo del mundo no sin complicaciones. Para mediados del siglo XIX ya no era un problema severo y la gente se había logrado adecuar a las nuevas clases. Ya no solo había dos géneros implicados: masculino-femenino, sino que se había sumado a ello las tres clases: alfa-beta-omega. Más complicado aún, la existencia de omegas masculinos marcó una nueva diferencia respecto al pensar y sentir de la gente, que había desembocado en disturbios y disputas severas antes de que pudiera llegarse a un acuerdo. En 1850 un científico francés había descubierto un compuesto capaz de determinar cada una de las clases a tan solo horas del nacimiento, lo que permitió una adecuación de la educación en función a la clase. Él mismo, años más tarde, extrajo de una variedad de té, un químico capaz de controlar el celo de un omega, al que se le dio el nombre de Supresor.

Con tan avanzados conocimientos, la sociedad logró florecer en función a estas nuevas clases sociales: los alfas, en su mayoría e independientemente de si eran mujeres u hombres, ocupaban altos cargos y puestos importantes, sean de noble cuna o no. Los betas, se desempeñaban como sirvientes, doctores, abogados y profesiones similares; mientras que los omegas, sean hombres o mujeres, fueron restringidos al entorno familiar, siendo dadores de vida y en general encargándose de la casa del marido. Así que la frase del comienzo, es inexacta para esta historia…


Es una verdad mundialmente aceptada, que un(a) alfa soltero(a), poseedor de una gran fortuna necesita un(a) esposa(o), de preferencia un(a) omega.


Porque a pesar de todo, algunos alfas no se casaban con omegas, sino con alfas u otros betas y eso, aunque no era bien visto, era aceptable. Lo inaceptable era que un omega de más de 27 años, aún no se haya casado con un alfa. Se consideraba una vergüenza para su familia y para el mismo omega. El país más confiable en cuanto a todo esto y con más recursos para afrontar la dinámica de clases, era sin duda Gran Bretaña… allí es donde se sitúa nuestra historia, en un pequeño pueblo rural llamado Hertfordshire, al norte de Londres, en esa ciudad viven los esposos Yakov y Lilia Bennet, ambos alfas y que pese a ello habían decidido tener hijos…

Claro que no eran hijos propios, pero ellos los consideraban como tales y Yakov estaba dispuesto a heredarles su finca…si eso fuera posible. Todos sus hijos adoptivos eran omegas, y los únicos candidatos a herencia posible debían ser alfas. Es por esto que la señora Lilia se tomó tan en serio el hecho de poder casar a sus hijos, los cinco omegas más hermosos de todo Hertfordshire: Yuuri Katsuki, Yuri Plisetski, los mellizos Sara y Michele Crispino y por último Isabella Yang, su favorita. El señor Yakov en cambio, prefería a Yuri, por ser el menor de sus hijos (aunque no el último en ser adoptado) y que aún no había pasado su primer celo.

Las circunstancias en que habían adoptado a cada uno de estos pequeños omegas era tan peculiar y al mismo tiempo extraña, que nunca era comentada con nadie fuera de la familia. Cuando se mudaron al pueblo Yuuri, el omega mayor, ya tenía 10 años y Yuri, el menor, tenía tan solo 2 años. Ahora ya con 23 años, Yuuri se acercaba peligrosamente a la "edad peligrosa" y esto ponía de los nervios a su madre. O lo conseguían un novio pronto, o sus hermanos verían mermada la posibilidad de un buen matrimonio.

Es en este dilema, cuando la llegada de un nuevo inquilino al pueblo podría solucionar la situación de los Bennet, a opinión de Lilia claro.


*Extracto de "Orgullo y Prejuicio" de la autora Jane Austen

Y así decidí empezar esta adaptación mía de mi novela favorita con YOI...

¡Espero les guste!