¡Bueeeenas! Espero que estén teniendo un linda día. :3 Les traigo una historia que ha estado dando vueltas en mi cabeza desde que culminé del manga de Ranma, el cual por cierto, me dejó un mal sabor de boca con ese final TAN libre. Es una historia hermosa, vamos, y merece tener más historias hasta llegar al final perfecto. ¡Espero que sea de su agrado! Es el primer fic que escribo en mi vida, a pesar de que ya he hecho otras historias de otro tipo. Espero muchos reviews y comentarios. :3 ¡Besitos!

Los personajes no me pertenecen, son obras de Rumiko Tahakashi.


"Han pasado cinco años, cinco años desde que Ranma y yo intentamos casarnos en el dojo. ¡Han pasado tantísimas cosas desde entonces! Hemos entrado a la misma universidad después de insistir por dos años seguidos. Él estudia una carrera distinta a la mía… Y por supuesto, al tratarse de Ranma, no deja de meterse en problemas. En esta universidad existe una gran variedad de artistas marciales que intentan probar su masculinidad con retos continuos y diarios. ¡No parecen rendirse jamás ante nadie! Entenderán cuando les digo que, efectivamente, nuestra nueva vida no es muy distinta a la que llevábamos en la escuela, y además, ahora él..."

— Akane. ¿Qué es estás haciendo? Apresúrate, saldremos mañana en la mañana. — Una voz masculina se escuchaba desde el otro lado de la habitación, con un tono que viajaba desde la irritación hasta el sueño. — Hey. ¿Estás escuchándome? —

Pero Akane seguía escribiendo en su diario, un pequeño cuadernito de color azul que había encontrado en una tienda hace un par de semanas atrás. Era allí donde ella depositaba todos sus recuerdos, sus vivencias, sus aspiraciones, sus metas, y principalmente, sus deseos.

— ¡Oye! ¿Quieres parar? ¡No me dejas dormir! —

— Por todos los cielos, Ranma, ya cállate. ¡Despertarás a todos! —

— ¿Qué? ¿Que yo despertaré a todos? ¡No soy yo el que está haciendo ruidos con su lápiz! —

— Los lápices no hacen ruido, idiota, lo que pasa es que no quieres dormir solo. —

— ¡Eso no es…! —

Pero él no pudo concluir su frase, pues Akane le había lanzado el lapicero en la cara. Con la paz reinando en el lugar por tres escasos minutos, la chica pudo finalmente concluir sus escritos, por lo que se colocó de pie. — Listo, ahora sí. ¿Qué estás haciendo? ¡Hazte a un lado! — Se cruzó de brazos. Un Ranma inconsciente yacía en el centro de su cama. — Oh, eres un peso muerto. — Y movió su cuerpo hacia un lado, intentando no despertarlo mientras apagaba la nueva lámpara que yacía a un lado de la cama, en su mesita de noche, un regalo de la familia.

— ¡Eso dolió! — Se irguió sobre la cama, claramente molesto. — ¿Quieres pelear? —

— Shh… Duérmete, saldremos mañana en la mañana. —

"Ah. ¿Olvidé mencionarlo? Ranma duerme en mi habitación ahora desde que Tía Nodoka se mudó a nuestra casa. No es tan malo como parece, ya casi no tengo pesadillas." Sonrió, y cayó en un sueño profundo en menos de diez minutos mientras que Ranma, claramente molesto, le daba la espalda para intentar conciliar el sueño de una vez por todas.


Al día siguiente…

La luz del sol entraba con intensidad en el cuarto de Akane Tendo, y sin embargo, la pareja yacía plácidamente dormida en la cama. El cuarto de ella había sufrido varias modificaciones desde que Ranma se había mudado, ahora había una gran cantidad de libros en su escritorio y escaparate, habían construido un closet adicional para las ropas del chico, y, además, había un gran desorden el suelo que ninguno de los dos se molestaban en arreglar, ya que casi nunca estaban en casa desde que habían comenzado la universidad.

Unos tres golpecitos se escucharon por la puerta. — ¿Ranma, Akane? ¿Ya están despiertos? — Era Kasumi, la hermana mayor de la familia Tendo. — ¿Puedo pasar? — Pero ni siquiera esperó un segundo para la respuesta, y rápidamente entró después de girar la manilla. Desde donde estaba, Kasumi dejó escapar un suspiro mientras negaba con el rostro, aparentemente, ya estaba acostumbrada a verlos a ambos todavía dormidos.

— Akane, Akane… ¿Me escuchas? Se les está haciendo tarde, deben irse ahora. — Zarandeó su hombro tres veces seguidas sin alzar el tono de voz.

— ¿Qué…? ¿Kasumi? — Parpadeó. — ¿Qué pasa? Todavía no es… — Y miró hacia el reloj de su mesita de noche, y solo le bastó ver la larga manecilla para ahogar un grito. — ¡Pero si he colocado la alarma! ¿Qué ha pasado? Eso no importa ahora. ¡Ranma! —

Pero el chico abría y cerraba su boca, como sucedía siempre que estaba profundamente dormido.

— ¡Despierta! ¡Llegaremos tarde para el punto de encuentro con los demás! — Akane se colocó de pie sin siquiera escuchar lo que decía Kasumi, y en seguida se dirigió al baño para prepararse.

— Uh… Bueno, iré a prepararles el desayuno. — Y se marchó de la habitación con una sonrisa mientras un dormido Ranma roncaba desde la cama.

A Akane no le llevó mucho tiempo prepararse, se duchó con una velocidad abrumadora y se vistió con la misma rapidez. ¡Se le había hecho tarde! Un grupo pequeño de la universidad había decidido hacer un viaje a las montañas para destapar todos los misterios que la rodeaban, se decía que en dicha montaña pululaban más de cien mitos que nadie nunca había comprobado. Y por supuesto, tanto Ranma como Akane habían sido invitados por la gran popularidad que habían adquirido por protagonizar peleas por varios pasillos de la institución. Al revisar su teléfono celular, se percató de la gran cantidad de mensajes sin leer y llamadas que había perdido por su propio despiste. — Ay, llegaremos, llegaremos… — Y llamó a cada uno de sus contactos para avisar del desastre mientras subía las escaleras nuevamente hacia su habitación. Ya Ranma debía de estar listo. — ¡Sí, estaremos allí en media hora, lamento la… RANMA. ¿POR QUÉ SIGUES AÚN DORMIDO? ¡LEVÁNTATE, VAMOS! — Varias patadas y golpes se escucharon por toda la casa, así como gritos de quejas y otros. Aquella parecía ser otra mañana común en la casa de los Tendo.

[…]

— Demonios, Akane. ¿No podías despertarme como la gente normal? — El rostro de Ranma ahora estaba lleno de una gran cantidad de banditas.

— ¡Entonces duerme como la gente normal! ¿Me escuchabas gritar y no te despertabas? — Refunfuñó con el ceño fruncido. — Escucha, lo siento. ¿Está bien? Preocúpate por que lleguemos. —

La pareja se encontraba en un taxi que los llevaría hasta el parque, ya que se hallaba al otro lado de la ciudad. Era allí el punto de encuentro con los demás estudiantes, y estaban llegando tarde. Sus equipajes eran demasiado grandes como para llevarlos en el maletín, por lo que ambos viajaban con dichos equipajes sobre sus piernas. El viaje era bastante incómodo.

— ¡Keh! No sé porque tienes tantos deseos de ir, creí que te daban miedo los fantasmas. —

— Ya te expliqué que no hay fantasmas, son solo mitos e iremos a comprobar varias cosas. ¿Sabías que dicen que existe un manantial que ayuda a dispersar todas las preocupaciones de los jóvenes? Los necesitamos, se está acercando la temporada de exámenes. —

— Bueno, eso no me preocupa en lo más mínimo, son solo exámenes. —

— También hay historias de unas pastillas elaboradas en Jusenkyo… — Akane se encogió de hombros. — Se cree que son lo único capaz de revertir las maldiciones desde que se inundaron los demás pozos. ¿Recuerdas? —

— ¿Dónde…? ¿Cómo es que tú…? —

Pero el taxi frenó en seguida, y Akane salió tan pronto como pudo del auto para reencontrarse con sus compañeros, con su equipaje en la espalda. Entre ellos se encontraban caras familiares como Ryouga Hibiki y Ukyo Kounji.

— ¡Chicos! Lamento la demora, Ranma ha… —

— ¡Akane! ¿¡Cómo es que sabías sobre las pastillas y tú no…!? — Akane le lanzó su equipaje antes de que él pudiera terminar aquella frase. —¡Arg… Ya basta! —

— Ranma. ¿De qué pastillas hablas? ¿Son… drogas? — Varios de sus compañeros se habían acercado para interrogar a un alarmado Ranma que negó todo con excusas baratas, afirmando que se trataban solo de pastillas para el dolor de cabeza. La maldición del chico seguía siendo un secreto para todos los presentes, y hacía más de un mes que ya no se convertía en chica.

— ¿Les… sucedió algo anoche? — Cuestionó Ukyo con un semblante cargado de recelo, mientras se encaminaban hacia el bus que habían alquilado para el viaje, dejando al tumulto de estudiantes atrás. — Es decir… Ran-chan y tú duermen juntos ahora. —

— Sólo nos hemos quedado dormidos, más nada, Ukyo. —

— Pero Akane, ustedes ya… Ugh, cómo decirlo. ¿Ustedes han tenido relaciones sexuales, no es así? — Susurró de modo que solo Akane sería capaz de escucharla.

El rostro de Akane hervía en rojo vivo. ¡Era la primera vez que alguien le hacía esa pregunta de forma tan directa! La morena se había convertido en una de sus amigas más cercanas, le había ayudado a resolver una inmensa cantidad de problemas con el pasar de los años. Y sin embargo, aún sentía vergüenza de hablar sobre esos temas con ella. — Yo… Uhm… ¿No deberíamos hablar sobre tú y Ryouga? Se había quedado una semana en tu casa. ¿No es así? —

— Ah, pero si eso fue hace dos semanas atrás y ya te he contado todo lo que pasó. ¡No es justo! ¡Quiero saber! ¿Qué tal es…? ¿Qué movidas tiene? ¿Qué tama… —

— ¡Basta! — El rostro de Akane era tan rojo cual manzana, y estando avergonzada, se sentó en uno de los asientos más apartados del bus. Hablar sobre su vida privada con Ranma le abochornaba en todos los sentidos, después de todo, tampoco habían tenido muchos "avances" desde que él se había mudado a su habitación. Cuando mucho, se habían limitado a compartir besos y abrazos, pero más de allí no había nada. La chica suspiró, apretando su falda con ambas manos y mirando hacia el suelo, era posiblemente la única chica con una relación larga con su novio que era aún virgen, y se sentía… gravemente insatisfecha.

— Lo siento. — Ukyo había tomado asiento a un lado de ella de brazos cruzados. — Estaré preparada para escucharte cuando lo desees. ¿Está bien? — Y le guiñó el ojo, a lo que Akane respondió con una sonrisa leve. El resto de las personas ya habían tomado asiento en el bus y el mismo había arrancado con destino hacia aquellas misteriosas montañas. ¿Le depararían mejores sorpresas en aquel lugar? La chica alzó su mirada hacia donde estaba Ranma, él vestía una camisa negra sin mangas y unos pantalones del mismo color, y se encontraba sumergido en una conversación aparentemente placentera con sus compañeros de estudio. — Ukyo-chan… —

— ¿Qué sucede?

— ¿Crees que en aquella montaña exista algo para…? Tú sabes. —

— ¿Tener relaciones? No lo sé, no me parece… —

— ¡No! ¡Cielos, no! — Miró a la morena con el entrecejo fruncido, pero luego relajó su expresión, adoptando un semblante mucho más sereno, confuso. — Me refiero a algún tipo de poción o incienso que elimine las inseguridades y vergüenzas. —

— ¿De qué estás hablando? —

— Bueno, es que… No tenemos comunicación en esa clase de tema porque ambos somos muy… —

— … Idiotas. — Akane suspiró, mientras que Ukyo cerraba sus ojos en un intento de hacer memoria. — Uh, bueno, podríamos buscar… ¡Ryouga, cielo! — Y se colocó de pie mientras miraba hacia ambos lados.

— ¿Qué estás haciendo? ¿¡No irás a contarle a Ryouga-kun sobre esto, no es así!? —

— Bueno, cambiaré tu nombre y diré que eres otra persona, pero él es quien conoce esa montaña de cabo a rabo. ¿No es así? ¡Ya regreso! —

— ¡Ah! E-está bien… — Y bajó nuevamente el rostro, aún más avergonzada que nunca.

Miró hacia la ventanilla únicamente para ver pasar miles de árboles y vegetación, y sin embargo, no podía dejar de pensar en su relación con Ranma. ¿Qué estaba mal con ella? ¿De verdad era tan horrible para él como decía? Akane alzó su vista para ver de nuevo hacia donde estaba su prometido, pero él se encontraba justo a su lado y ella ni siquiera le vio venir. — ¡Hey! ¿Qué…? —

— ¿Estás bien? — Ranma se cruzó de brazos. — Te veías deprimida. —

— ¿Me estabas viendo? — El tono de voz de Akane se había vuelto hostil. — Pues no, no me pasa nada. —

— Estás inflando las mejillas de nuevo. —

— ¿Qué con eso? —

— Es lo que haces cuando estás enojada. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Quieres decirme? — El moreno frunció el ceño.

— Bueno, está bien. — Suspiró, al parecer ya había bajado la guardia. — Ranma, ¿Tú y yo…? Uhm… — Akane bajó la vista hacia su falda, y sus mejillas se tiñeron de un rojo pálido. — ¿Te parece que estamos bien? —

— ¿Que si estamos bien? — El chico miró hacia el techo por unos segundos. — Pues… sí. — Y volvió a observar a Akane. — Siempre hemos estado bien, en lo que a mí respecta. —

— ¿De verdad? Entonces. ¿No te parece que deberíamos… — Se acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja, mientras alzaba su mirada hacia donde estaba él. — ¿Avanzar? —

— ¿De qué hablas? ¡Ya estamos en la Universidad! Si tanto te preocupa, puedes tener en mente que dentro de poco seremos profesionales en el mercado. Me parece que ese es un avance mucho más que obvio. — Asintió. —

— ¡No me refiero a eso, idiota! ¡Me refiero a que tú y yo…! — Para cuando se dio cuenta, pudo observar como todos sus compañeros la observaban fijamente: Había empezado a gritar de nuevo, además de que se había colocado de pie. Ranma observaba a la chica con ambos ojos abierto como platos, al igual que el resto. El silencio pronto reinó en todo el transporte, y lo único que se escuchaba era el sonido de las ruedas contra el asfalto. Poco a poco, Akane volvió a tomar asiento y desvió la mirada de nuevo hacia la ventanillia. Se sentía increíblemente avergonzada, además de estúpida y desesperada. ¡Si Ranma no podía entender algo tan simple, entonces significaba que no quería nada con ella! — No es nada, olvídalo, estaba exagerando. —

— Akane, ¿Podría ser que tú…? — Ella giró su cabeza para observarlo, con ambos ojos abiertos. En ella florecía la esperanza de que él hubiese entendido lo que había intentado decir, por lo que sonreía mientras esperaba que Ranma culminase. — ¿Quieres que trabajemos juntos? Porque… Bueno, podría acceder. Es decir, por mi no hay problema… —

La pregunta le cayó como un balde de agua fría, por lo que apretó sus puños con fuerza e hizo un ademán por golpearlo, pero se serenó rápidamente y acomodó su espalda en el espaldar de la silla. — Tampoco era eso a lo que me refería, pero está bien, Ranma, lo entenderás cuando sea necesario. —

— Quizás lo entendiera si fueras directa conmigo. — Él también recostó su espalda en el espaldar y permaneció con las cejas arqueadas, claramente estaba algo irritado. — Incluso podrías escribirme una carta, como haría cualquier otra chica femenina. — Se encogió de hombros. La ira de Akane comenzaba a crecer de nuevo.

— Bueno, si fueras lo suficientemente masculino habría necesidad de hacer nada, tú actuarías por instinto propio. —

— ¿De qué hablas? — Parpadeó mientras se erguía sobre su asiento, observando fijamente a su compañera. ¿Ella había dicho que él no era masculino?

— Lo que escuchaste. Quizás quieras pedirles consejos a Ryouga-Kun, se le ve muy bien con Ukyo. —

De pronto, Ranma se colocó de pie con el puño derecho fuertemente apretado. Aquella era la primera vez que escuchaba a Akane decir aquellas cosas y claramente había resultado un golpe bajo para su firme e inquebrantable orgullo. — Está bien, ya entendí. — Y se dio media vuelta para marcharse, tomando asiento en el sitio que había tomado desde el inicio, con sus amigos. Para Ranma, todo aquello había resultado como una humillación fatal. ¿Estaba ella burlándose de él? ¡De no ser por la maldición de Jusenkyo, su vida hubiera sido igual a la de cualquier otro hombre! Más que enojado, se encontraba completamente determinado a encontrar las supuestas pastillas que curarían su maldición, aquella era la única forma en que él podía retomar las riendas de su vida como un hombre completo. Y Akane tendría que tragarse todo lo que habría dicho alguna vez, había varias facetas que había deseado liberar desde hacía muchísimo tiempo, y si se liberaba de su maldición, quizás…

El autobús se detuvo finalmente una vez que llegaron a su destino, pero antes de que alguien pudiese levantarse de sus asientos, una mujer de extrema belleza se adentró con una carpeta oscura en sus manos. — Buenos días, muchas gracias por su visita a la Montaña Henko. Mi nombre es Reika Sato y seré su guía en los próximos días. — Hizo una inclinación de cabeza antes de proseguir. — Primero que nada, espero que estén al tanto de las historias y leyendas que rodean esta montaña, si no es así, tengan, repártanlo entre todos. — De su carpeta sacó una gran cantidad de hojas que entregó a los jóvenes sentados en las dos primeras filas, quienes fueron pasando las hojas hacia atrás. — Como verán, este es un sitio que requiere máxima protección, se les recomienda permanecer en grupos grandes si no desean perderse entre la maleza. Al salir de aquí, suban las escaleras de piedra y al final encontrarán una cabaña lo suficientemente grande para todos ustedes, los baños y habitaciones están separados, por supuesto, y contarán con expediciones nuevas cada dos días. ¿Está todo claro? — Un "sí" por parte de todos resonó por todo el autobús, y la chica sonrió abiertamente. — Perfecto. ¡Ah! Una cosa más… — Dijo después de ver como todos se colocaban de pie y se disponían salir. — En cuanto salgan de aquí deberán caminar todo el trayecto en parejas. ¿Está bien? Un hombre y una mujer. El chico tomará la cintura de la chica y de esa forma llegarán a la cabaña. Es un ritual de la buena suerte, y de no ejecutarse, llevarán grandes desgracias a las vidas de sus conocidos. ¡Apresúrense! Verificaré que todo esté bien. — Y se bajó del autobús para colocarse a un lado de él, llamando la atención de cada pareja que salía del transporte.

Akane, por su parte, seguía aún extremadamente molesta con Ranma, mientras que él seguía reacio a la idea de permanecer cerca de ella. Pero tenían que ceder esta vez, era eso o llevar más desgracias al Dojo Tendo. La chica se colocó de pie y tomó su equipaje, caminando hasta donde se encontraba él. — Bueno, pues vamos, a no ser que quie… — Pero antes de que ella pudiera culminar su insulto, Ranma se colocó de pie y se colocó detrás de ella, tomando su cintura firmemente entre sus manos. Su equipaje lo cargaba en su espalda, y no parecía molestarle. — Terminemos con esto, Akane. — Murmuró cerca de su oído, en su tono ya no existía la timidez. Al parecer, Ranma estaba completamente determinado a encontrar esas pastillas, y en su mente no cabía otro pensamiento.

Por otro lado, una tímida y sorprendida Akane caminaba de forma lenta y firme hacia la salida del transporte. De vez en cuando, alcanzaba a ver las miradas cómplices de sus compañeros, en especial de Ukyo y Ryouga, quienes estaban mucho más apegados de lo necesario. La morena le hizo una seña a Akane con las manos que ella no pudo entender. Ella estaba ensimismada con el contacto de Ranma en sus caderas, y totalmente apenada, salió del autobús con su prometido detrás de ella.

Varias aventuras les esperaban en esa inmensa montaña, y tímidos como era, comenzaron a subir la escalinata de piedra hacia la cabaña.