Capitulo 1:
-Vaya… parece que tu también estas sufriendo- Aquella voz, infantil delato que aquel chico no tenia más de quince años.
Mark pareció reaccionar ante aquel comentario.
Durante los días siguientes aquellas palabras no habían dejado de resonar en la mente de Mark, y cada vez que Michelle le llamaba y esta intentaba hablarle para retomar su relación le era indiferente, su curiosidad por saber más de aquel delicado chico, cuya imagen de desvalido hacia que quisiera protegerle entre sus brazos, aumentaba a cada segundo, estaba distraído, aun quedaban varias semanas para Summer Slam, cuando haría su regreso triunfal, pero ni siquiera pensar en aquello disuadía de su mente la imagen de aquel chico, hacía una semana que no le veía, y la locura comenzaba a acechar a el hombre-muerto, ni siquiera había ido a visitar a sus hijos, que era lo que más le importaba en este mundo, pero lo que no sabía es que no podría volver a visitarlos, ya que la noche anterior, una explosión de gas en la casa de su mujer había acabado con sus vidas, y el aislamiento de Mark había provocado que no se enterara de nada, no había contestado a las llamadas de su madre, ni de su suegra, había apagado el teléfono, corrido las cortinas de su sombría casa, formando la cueva que siempre soñó, quería aislarse y lo había conseguido, su mente estaba totalmente cegada al exterior, pero tarde o temprano tenía que salir, quería volver a ver a aquel chico, y quizás si regresara de nuevo al parque a altas horas de la madrugada , conseguiría su objetivo,
Las horas pasaban lentas, interminables y cada tic-tac del reloj a Mark se le convertía en un suplicio, pero todo llega, y las tres de la mañana finalmente se dieron en aquel vetusto reloj de cuco, Mark corrió las cortinas de su hogar, abrió las ventanas, y el aire entro por fin después de una semana, la luna se veía alta en cielo, estaba en ciclo decreciente, Mark la observo mientras la luz de esta dibujaba su rostro con trazos imprecisos, aspiro el aire fresco de la noche, tomo su gabardina, idéntica a la que se ponía para hacer su interminable entrada, y salio de su casa sigilosamente.
Sus pasos eran pesados, y su curiosidad por si conseguiría su objetivo insaciable, recordaba las facciones de aquel chico, su ojos amarillos, sus manos demacradas por las cicatrices, su piel pálida y tersa, que el imaginaba suave y fina como la seda, imaginaba el tacto de sus dorados cabellos entre sus dedos, y un escalofrío recorría su cuerpo, nunca se había sentido así por nadie, nunca se había fijado tanto en los pequeños detalles de una persona, como se había fijado en los de aquel adolescente. Cuando quiso darse cuenta estaba frente a la verja del parque. Recordó las últimas palabras que le dijo aquél chico antes de desaparecer.
-Usted y yo somos iguales, estamos solos…pronto lo entenderá…
No había dado importancia a aquellas palabras, ya que estaba bajo los efectos del alcohol y creía que las había soñado, pero en aquel momento, al contemplar la majestuosidad del parque y recordarlas, un mal presentimiento inundo su mente.
Se adentró lentamente por aquel camino cubierto de árboles, mirando en cada rincón, luchando contra la oscuridad que cubría el parque, en busca de aquellos ojos amarillos, que le llevaría a la locura tarde o temprano.
Tal y como su corazón pedía incansablemente, aquel chico estaba allí, igual que la noche en que lo vio por primera vez, lo contemplo desde la distancia, en ese momento se dio cuenta que durante la semana no había sido dueño de sus actos. No podía acercase a una persona así como así y menos cuando la sacaba fácilmente alrededor de treinta años, aquello era antinatural, dio un paso hacia atrás para retroceder, y en ese momento los ojos amarillos del ser que había acaparado su mente durante siete días se clavaron en los suyos, aquel chico se levanto, iba totalmente de negro, al igual que la noche anterior, comenzó a caminar lentamente hacía a Mark, fue cuando este se fijo detenidamente en su cuerpo, estaba mas delgado de lo que había imaginado, sus pasos eran imprecisos, pero no tardo mucho en quedar frente a Mark, tomo la mano derecha del hombre muerto, y la acarició dulcemente durante un instante, haciendo que el cuerpo de Mark temblara.
-Sabría que tarde o temprano volverías
Los finos labios de aquel chico enmarcaron una pequeña sonrisa, que terminó de intimidar a Mark, se sentía atrapado, y no dejaba de mirarle a los ojos. No se dirigieron la palabra en aquel instante, ni en el resto de la noche, pasearon por el parque durante horas, en silencio, ninguno tenía nada que decir, Mark se sentía como un cachorro indefenso a su lado, y aquel chico no mostraba ninguna expresión en su rostro, que parecía mas pálido al ser iluminado por la luz de la luna.
Aquel chico se sentó en un trozo de césped, que estaba lleno a su vez de amapolas, le hizo un gesto a Mark para que se sentara a su lado, este obedeció, se recostó de medio lado mientras miraba embobado a aquel chico.
-Ha sido una linda noche
Su voz estaba llenada de dulzura, una dulzura que conseguía amaestrar a Mark fácilmente-
Mark estaba mudo, no sabia que decir, y no supo como reaccionar cuando las frías y delicadas manos de su acompañante comenzaron a juguetear con sus cabellos, y unos finos y gélidos labios se posaron sobre los suyos.
-Siento que hayas perdido a tu familia…
Dijo tristemente en un hilo de voz antes de levantarse y desaparecer, dejando a Mark paralizado en medio de la noche.
