Hola Gente! Mientras espero encontrar las palabras para el siguiente capítulo de Mala Noche les vengo a traer otra de mis alucinaciones random, espero que la disfruten.


Tengo miedo y no puedo evitarlo.
Pero ¿A qué le tengo miedo? Es fácil, a la humanidad.
¿Por qué yo, que soy considerado un gigante en el mundo de los negocios le tendría miedo a algo tan simple como las personas?
La respuesta es muy sencilla.

Todo empezó aproximadamente un mes atrás, un muy desafortunado jueves, salía de mi jornada laboral como presidente de la corporación Kido, una de las empresas más poderosas y conocidas de la ciudad. Había sido un buen día, cerré dos negocios con el extranjero y compre algunas acciones que le darán a la empresa jugosas ganancias futuras.

Caminaba por el estacionamiento de la empresa directamente hacia mi auto, al acercarme al vehículo me detuve a un costado mientras buscaba las llaves en mi bolsillo. Apenas las había encontrado cuando un ruido a mis espaldas alerto mis sentidos, me di media vuelta preguntándome quien, además de mí, se había quedado trabajando hasta tarde.

Mi pregunta fue inmediatamente respondida, pero no de la forma que me hubiese gustado.

Detrás de mí, un hombre vestido de forma sospechosa se me acercaba con malignas intenciones reflejadas en su mirada oculta.

Sin decir una sola palabra vi como sacaba de su chaqueta una gruesa y muy afilada navaja. Mi corazón latió con fuerza y mi respiración se aceleró bruscamente. La vida es más importante que las cosas materiales, pensé. Retrocedí un paso, apreté las llaves de mi auto que permanecían en mi mano derecha y las lance suavemente a los pies de aquel extraño retrocediendo un paso más.

-puedes llevarte mi auto –le dije intentando ocultar el nerviosismo de mi voz –yo, no tengo mucho efectivo conmigo –dije sacando mi billetera con sumo cuidado lanzándole los pocos billetes que había en el interior –o si quieres mi reloj –me quite el aparato de la muñeca dejándolo con cuidado en el suelo –es todo lo que tengo así que, por favor…

-Jajajajaja –la gruesa voz de aquel extraño me estremeció por completo -¿realmente piensas que soy un simple ladrón? Que ingenuo eres

Ya no podía esconder el miedo que sentía en ese momento, mandando a la lógica al diablo y siendo presa del pánico, le lance mi billetera con fuerza echándome a correr.

Mis esfuerzos fueron inútiles, aquel hombre me detuvo con facilidad mientras que con su gruesa voz me ordenaba que fuese bueno y que no complicará más las cosas. Todo mi cuerpo temblaba, quería gritar, pero mi voz se negaba a salir. De un momento a otro una fuerte punzada en mi costado izquierdo me alarmo, paralizado por el dolor que empezaba a sentir baje mi mirada confirmando mis sospechas.

¡Ese tipo me había apuñalado!

-Mira lo que me has obligado a hacer –dijo molesto con una sádica sonrisa en su rostro.

¿Acaso iba morir en ese lugar? Fue lo único que paso por mi mente.

Todo a mí alrededor se volvió borroso, mis pernas perdieron su fuerza poco a poco, aquel extraño susurro algunas palabras más en mi oído. Era demasiado para mí, gruesas lágrimas llenas de impotencia comenzaron a recorrer mi rostro seguidas por una completa oscuridad.


Desperté sobresaltado, rodeado de un blanco brillante y enceguecedor. Intente moverme pero mi cuerpo se sentía increíblemente pesado y no solo eso, al mirar un poco más de cerca pude ver cómo me encontraba atado, conectado a mil y un maquinas diferentes y recostado sobre una simple y mullida cama.

Mi pulso se aceleró. Mi respiración se agitó. Empecé a sudar frio. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Sentía como mi conciencia y sentido común eran devorados por el miedo.

Comencé a moverme de un lado al otro de la cama gritando y tirando de los cables a los que estaba atado en busca de ayuda.

Lo siguiente que vi fue a dos sujetos entrar en la habitación, vestían enteramente de blanco, podía escucharlos pedirme que me calmara, pero yo simplemente no hacía caso a la razón. Pedía ayuda a gritos a la par que pateaba a esos hombres sin detenerme.

Sentí un piquete en el cuello y a los pocos segundos mi cuerpo empezó a entumecerse, mis brazos y piernas se volvían como gelatina cayendo hasta quedar inmóviles sobre el lecho.

-Lo siento señor Kido, no nos dejó otra opción –dijo uno de los hombres a mi lado sosteniendo entre sus manos una jeringa vacía.

Tras reconectarme a los aparatos a mi alrededor un sujeto con pinta de doctor me explico lo que había pasado.

Después de perder el conocimiento en el estacionamiento, un buen samaritano me llevo al hospital. Al parecer llevaba 10 días inconsciente y en estado crítico.

Agradecí los cuidados y pedí disculpas por mi comportamiento. Unas horas más tarde fui visitado por la policía para dar mi declaración de lo sucedido, al parecer (y tal como lo había dicho aquel sujeto) no me robaron nada, mi auto, reloj y billetera seguían en donde mismo. También fueron a verme algunos de mis amigos y empleados a llevarme flores y tarjetas de "mejórate pronto"

Días después fui trasladado a otra habitación, considerando que mi vida ya no corría peligro.

Al principio todo estaba "bien" según los doctores tenía un poco de estrés postraumático, nada grave. Cualquier ruido fuerte, dígase: una puerta cerrándose, un camión pasando al otro lado de la calle, un súbito estornudo o una simple pluma cayendo al piso ocasionaban que mi cuerpo se tensara y comenzara a temblar, de la misma forma apenas cerraba los ojos para dormir un poco, me despertaba gritando y sudando a causa del vívido recuerdo de esa noche. Estarás bien, decían los doctores una y otra vez.

El problema llego dos semanas después cuando fui dado de alta del hospital. El doctor cambio la prescripción de medicamentos que me habían estado suministrando para calmar mi ansiedad y dormir "tranquilamente". No quiero causarte una adicción, fue todo lo que me dijo.

Tenía miedo, miedo al exterior, miedo a encontrarme con aquel sujeto nuevamente y más importante, tenía miedo a no poder recuperar mi vida normal.

Me había convertido en un completo paranoico.

Al final termine aislándome en mi propia casa, desconectándome casi por completo del mundo, negándome a salir por cualquier motivo, trabajaba comunicándome con mis empleados a través de internet, había desconectado los teléfonos y cualquier otro aparto que pudieran hacer ruido, "vivía" a base de café y cualquier otra cosa que pudiese mantenerme despierto y alejado de esas pesadillas.

En una de las tantas visitas que me hizo mi psicólogo me recomendó que consiguiera un perro guardián. Podría ayudarme a sentirme más seguro y poco a poco retomar las riendas de mi vida.

Acepte el consejo, pero antes de buscar al perro ideal quería conseguir algunas cosas que facilitaran la llegada de una mascota a mi hogar. Pedí a uno de mis empleados que me comprara lo más básico: una cama grande (si iba a ser un guardián tendría que ser un perro grande como un Dobermann, un Gran Pirineo o tal vez un Pastor Alemán) una correa, una guía de entrenamiento, y una de esas modernas puertas para mascotas que solo se abren con un sensor especial.

Aunque también tengo que preocuparme por el hecho de escoger un perro, sin importar de donde lo saque: de una tienda de mascotas, un refugio animal o un centro de adopción canina, tendré que salir e ir en persona, cosa que he estado evitando por casi una semana.

Hablando del tema con mi mejor amigo y vicepresidente de mi empresa, Jirou Sakuma, me comento sobre un lugar donde subastan "mascotas" de buena calidad y fáciles de entrenar.

No entendía por qué Sakuma cambio el todo al referirse a las mascotas o porque se hacían subastas para conseguir un simple perro, lo único que comprendía era que tenía 3 días para armarme de valor para salir de mi hogar e ir a la dichosa subasta.

El día del juicio llego y yo estaba sumamente nervioso, no podía esperar a volver y comenzar a entrenar a mi perro guardián. Por otro lado, para llegar a ese esperado momento primero debía dar el primer paso y salir de mi casa, cosa que logre con la ayuda de Sakuma, que con cuidado y paciencia me subió a mi auto para dar comienzo a esa "mágica" aventura.

Con mi buen amigo tras el volante tardamos poco más de una hora en llegar debido a lo lejos que se encontraba el lugar el cual, muy a mi pesar, se encontraba en los barrios más bajos de la ciudad.

Deambulamos por unas cuantas calles tenebrosas y desiertas hasta encontrar lo que Sakuma buscaba, un enorme y lujoso edificio, parecía una rara combinación entre un viejo almacén y un hotel 4 estrellas. Sospechoso, sumamente sospechoso.

-¿estás seguro de que es aquí? –en lo más profundo de mi ser deseaba que el perfecto sentido de orientación de mi acompañante fuera mentira y se hubiese equivocado de dirección.

-completamente seguro –dijo, pero viendo mi rostro temeroso me dedico una dulce y comprensiva sonrisa –tranquilo, todo estará bien, no es tan sospechoso como parece. Entramos, conseguimos tu mascota y nos vamos, así de sencillo

Tenía ganas de decirle que sus palabras no me habían ayudado en lo más mínimo, pero considerando las molestias que se tomó al acompañarme y todo lo que había hecho por mí en el último mes, simplemente no me quedo de otra más que confiar en él.

Estacionamos el auto a una cuadra del lugar, cerca de un callejón. Al acercarnos vimos a dos enormes y amenazantes sujetos cuidando la elegante entrada.

-venimos a la subasta –dijo Sakuma tranquilamente.

Aquellos hombres solo nos clavaron la mirada, analizándonos.

-Bienvenidos sean caballeros, llegan temprano a la subasta –dijo finalmente uno de ellos.

-Hasta entonces espero que disfruten de los espectáculos –concluyo el otro.

Todo era demasiado extraño, quería irme a casa, pero a estas alturas solo quedaba seguir adelante.

Al entrar al recinto sentí como si hubiese entrado en un mundo diferente. El lobby era tan amplio, tan lleno de luz y de vida. Muchas personas, tanto hombres como mujeres, caminaban por todos lados vistiendo trajes de etiqueta y hermosos vestidos. Suaves cuchicheos resonaban por doquier junto con el sutil sonido de copas al brindar. Viendo eso era difícil de creer que estuviéramos en la peor zona de la ciudad.

No muy lejos de nosotros había un elegante letrero con lo que parecían ser horarios:

"Exhibición Canina"
8:00 pm

"Pelea de Perros"
La Bestia vs El Emperador
10:00 pm

"Gran Subasta"
12:00 am

Mire mi reloj angustiado, las 10 con veinte.

-Entramos, conseguimos un perro y nos vamos ¿no? –le dije algo molesto a Sakuma.

El solo rio nervioso.

-Venga ¿P-por qué no miramos la pelea para pasar el tiempo?

Recuerdo haber escuchado en las noticias que las peleas de perros eran ilegales e iban en contra de los derechos de los animales, pero realmente no tenía más opciones, Seguí a Sakuma hasta pasar por otra puerta, el nuevo lugar no era tan elegante como el anterior, era más como una versión en miniatura del coliseo romano. Las gradas estaban llenas de hombres y una que otra mujer que gritaba y vitoreaban a sus favoritos.

El ruido y toda esa gente me estaban poniendo nervioso, mis manos temblaban, un sudor frio recorría mi frente y el latir de mi corazón se aceleraba dolorosamente.

Permanecimos de pie un poco más cerca de las gradas, desde ahí podíamos ver prácticamente toda la arena.

Yo esperaba ver dos perros mordiéndose con rabia hasta matarse o algo parecido, no creí ver a dos hombres completamente desnudos son sus miembros expuestos y duros como el concreto pateándose y golpeándose tratando de someterse el uno al otro.

Uno de ellos "La Bestia" era un tipo alto, de espalda ancha y músculos bien marcados, su cabello caoba era similar a la melena de un león con dos marcas anaranjadas en su rostro, sobre su blanca piel sobresalían unos cuantos moretones y raspones, en el cuello llevaba un grueso collar de cuero negro, curiosamente también tenía puesta una "cola" larga y rizada bien sujeta a su espalda baja.

Mientras que "El Emperador" aunque también era alto, sus músculos no eran tan grandes, inclusive se veía débil a comparación de su contrincante, su cabello castaño le llegaba por debajo de los hombros, su cuerpo estaba cubierto de muchos más moretones y el collar que llevaba era de un intenso color rojo, también al igual que la Bestia tenía una cola no tan larga pero sumamente esponjosa.

Yo estaba perplejo ante tal espectáculo. Mire a mi alrededor buscando a alguien más que fuese consciente de lo que se estaba llevando a cabo en ese lugar, pero al parecer yo era el único.

-Oye Sakuma, esto… –busque en mi buen amigo una explicación para tal exhibición de salvajismo y obscenidad.

-Increíble ¿no crees? –Dijo totalmente emocionado –ya me habían dicho que estas peleas de perros eran intensas, pero no creí que fueran TAN intensas

¿¡De qué diablos estaba hablando!?

-Pero Sakuma, ellos no son perros ¡son personas! –era el colmo, creo que no estamos viendo lo mismo.

En ese momento Sakuma me miro y suspiro, para luego poner una tranquila y agradable sonrisa similar a la que ponen los padres cuando van a darles la "charla" especial a sus hijos.

-Tranquilo Kido, fíjate bien en el cuello de esos dos, todas las personas que llevan esos collares son "mascotas". Humanos que se vendieron a sí mismos para toda clase de propósitos

-¡Eso es prostitución! –Dije molesto – ¿Y qué hay de la subasta? ¡Eso es tráfico de personas! ¡Es ilegal!

-R-relájate –dijo nervioso por lo elevado de mi voz –todos están ahí por decisión propia, así que no es para nada ilegal

-Olvídate de eso –estaba a punto de perder los estribos –si ya sabias lo que se hace en este lugar ¿para qué me trajiste?

-B-bueno, creí que querías una mascota para hacerte compañía –rio más nervioso aún.

-¡Te dije que quería comprar u perro guardián para sentirme seguro! ¿De dónde sacaste la loca idea de que quería comprar a una persona?

-Este, y-yo, bueno, veras, lo que pasa es que… tu sabes… yo ¡Mira eso! –dijo repentinamente señalando a la arena.

Un gran furor se extendió por en las gradas.

La Bestia acababa de derribar al Emperador manteniéndolo boca abajo en el suelo presionando su espalda con una sola de sus manos mientras que con la otra tomaba y tiraba con fuerza de la "cola" de su contrincante sacándola de un tirón junto con un grueso falo negro y un potente gemido.

Las personas silbaban y gritaban cosas como: "Termínalo" o "Dale duro"

No podía creer lo que estaba pasando. Acaso la Bestia iba a… no, no podía ser.

Aun con el control sobre su oponente, la Bestia lamio el grueso miembro plástico que tenía en la mano mostrándolo a la audiencia como si fuese un trofeo para luego lanzarlo lejos. Tomo su propio miembro y lo dirigió a la entrada del Emperador con la clara intención de penetrarlo.

A punto de lograrlo el mismo Emperador se las ingenió para ponerse de pie pateando a la Bestia. Dedicándole una sonrisa le hizo un gesto de negación con el dedo y le guiño un ojo, como si le estuviese diciendo a un niño pequeño lo que no debe hacer.

La pelea se reanudo. La multitud grito a más no poder. Y a pesar del ruido mi cuerpo ya no temblaba, estaba completamente ensimismado mirando a aquel chico de cabellos castaños que pateaba con fuerza a su oponente.

Minutos después de intensa lucha, la Bestia perdió el equilibrio cayendo al suelo, oportunidad que el Emperador no desperdicio.

Se abalanzo sobre su oponente poniéndolo a cuatro patas mientras tiraba de la cola de la Bestia sacando un falo similar al que le habían quitado a él minutos atrás.

Sin presumir o exhibirse, penetro a su rival de una sola estocada y continúo embistiéndolo con fuerza.

Después de un rato, el Emperador tomo a la Bestia por los brazos obligándolo a apoyarse sobre sus rodillas mostrando al público como el miembro del sometido chico se sacudía violentamente hasta que finalmente con unos cuantos movimientos más el peli-caoba gimió disparando su semilla y cubriendo de blanco todo a su alrededor.

Temblando tras el clímax la Bestia cayo, o por lo menos la parte superior de su cuerpo. Su cadera permanecía elevada a merced del Emperador que sin mostrar misericordia alguna siguió embistiendo a la derrotada Bestia. Antes de acabar abandono el interior de su víctima y eyaculando sobre esta soltó un último y gutural gemido proclamándose campeón del encuentro.

Yo estaba simplemente sin habla.

Sin saber exactamente el cómo o el por qué me acerque a un inquietante hombre que obviamente trabajaba en el lugar recolectando el dinero de las apuestas.

-Quiero comprar a ese perro –le dije sin una sola pizca de miedo o duda.

-Lo siento señor, estos perros no están a la venta –dijo mirándome como si fuese un bicho raro.

-El dinero no es problema, quiero a ese perro

Y ahí estaba yo, haciendo exactamente lo que dije que no haría ¿En qué lio me había metido?


Chan chaka chan! que tal, les ha gustado?

Me pregunto si debería preocuparme el hecho de que todas mis historias son rango M? ya que

En lo personal (y siendo más que obvio) no tengo inconveniente con la pareja de Fudou x Kido, así que ahora les pregunto a ustedes estimados lectores.

Les gustaría que escribiera sobre alguna otra pareja?

Fuera de eso e imitando a un disco rayado les pido que por favor dejen algún review, una crítica, un comentario o un simple "X3"

*''*MUCHAS GRACIAS POR LEER HASTA ESTE PUNTO*''