Noras sobre el fic:
Disclaimer: Tanto la serie como sus personajes no me pertenecen. Estos son de sus dueños y creadores. Solo los tomo prestados para hacer un fic de fan para fans y sin ningún interés lucrativo.
Pareja: Ed x Roy. Aunque me gustan tanto sus personajes que podría hacer mil emparejamientos más :P
Categoria: Humor, Romanticismo, Suspense, Drama...Advertencia: Si hay algo que advertir, lo haré en su debido momento. No se me asusten...
Dedicatoria: A todas las fans de esta serie, y muy especialmente a mi amiga Desireé: Considéralo un segundo regalo de cumpleaños atrasado ; )
Dulces Sueños
CAPÍTULO 1: Recuerdo.
Con los ojos fuertemente apretados y los dientes castañeando de dolor. Sus manos estaban desesperadamente enredadas entre las sábanas y la almohada empapada de su propio sudor. Los gemidos que escapan de entre sus resecos labios eran notorios, pero nada le hacía salir de aquella terrible pesadilla que llevaba acompañándolo casi dos años.
Y de repente, cuando la ventana se abrió como si en el exterior hubiese estallado una bomba y el golpe azotara sus sentidos, sus parpados se rindieron, dejando asomar esas dos brillantes orbes de color miel y sasonando el irritante latido de su corazón.
¿Había despertado de nuevo?
Clavó su mirada al techo mientras trataba por todos los medios de tranquilizar su agitada y temerosa respiración y cuando se hubo calmado, se despojó de aquellas húmedas sabanas para acercarse al cuarto de aseo, agarrarse fuertemente al lavabo y mirar la estampa que había frente a él.
El tiempo había pasado desde aquel día en que se trasladara a aquel mundo paralelo, sus facciones habían madurado, su cuerpo había crecido... Pero lo único que permanecía intacto era su deseo por regresar a su hogar, a su verdadero hogar.
Lavó cuidadosamente su rostro, dejando que las frias gotas de agua le devolvieran a la realidad, pero no fué hasta que una conocida voz llegó a sus oídos que aquellas terribles escenas desaparecieron de su mente.
- ¿De nuevo la misma pesadilla?
El aludido no se giró para ver al muchacho que había apoyado sobre el marco de la puerta, simplemente hizo un movimiento con los ojos para luego dibujar una fina línea arqueada en su boca.
- Lo siento¿he vuelto a despertate?
- No te preocupes, Ed. Pensaba levantarme temprano para hacer unas comprobaciones con un nuevo material.
- Ah...
- ¿Quieres venir?
- Tenía otras cosas que hacer.
- Vamos, te hará bien distraerte un poco. Hace un tiempo que no vamos juntos a experimentar con los cohetes. ¿Qué me dices?
El de ojos melados encaró por fin a aquel muchacho que, simpaticamente le sonrió, y tras meditarlo unos segundos imitó su gesto asintiendo a su petición. Cómo iba a negarle nada a esa limpia sonrisa que tanto le recordaba a su pequeño hermano.
De ese modo y aún, con el imperio de la Luna sobre sus cabezas, el par de muchachos se instaló en uno de los lagos más hermosos de toda la ciudad.
- Esto ya casi está. Hum... Ed¿podrías acercarme esa herramienta? -pidió Alphonse sin soltar la enorme artillería que tenía sobre sus manos-.
- ¿Qué? Yo tampoco puedo soltar esto ahora. También estoy a punto de terminar. Solo falta la mecha y...
- ¡Pero mira el desastre que tienes montado ahí!
- ¿Qué ocurre? Yo creo que está perfectamente. Eres un envidioso...
- Pero que cabezota... Si me haces desmontarlo vas a perderte un bonito espéctaculo.
- Oh, maldición... Esta bien, iré... Solo por no tener que escuchar tus lamentos.
Ed se incorporó del cesped y tras sacudir sus ropas de la fina hierba, dió una patada a su pequeña y sinceramente, desastroza colocación de cohetes que no tardó en hacer reír a carcajadas a Alphonse. Era sumamente fácil ofender a su compañero y desde hacía un tiempo, venía siendo una costumbre que le encantaba.
Camino hasta el arbol dónde había reposado sus bolsas, aún con el ceño fruncido por las irritantes pero divertidas carcajadas del muchacho que comenzaba a dejar atrás. Ojeó entre todas las piezas esparcidas por el suelo y medio sonrió al encontrar la que parecía ser la única. Sin embargo, y cuando estuvo dispuesto a tomarla un extraño escalofrío erizo su piel y puso en marcha su alerta. Miro en derredor, pero solo encontror el canto del viento entre los árboles y la fría brisa de la madrugada colarse hasta sus huesos.
- ¿Ocurre algo?
- ¿Em? No... Solo me ha parecido tener la sensación de un... Bah, no importa -sonrió sacudiendo su cabeza y mostrando una llave inglesa algo oxidada- ¿Esta, verdad?
- Hum, hum... Mira bien. Debe estar escondida por alguna de las bolsas.
Asintió nuevamente y arrojó la erronea herramienta sobre el suelo, al mismo tiempo que reiniciaba su busqueda.
- ¿Dónde demonios...¡Eh, Al, no encuentro la maldita herramienta por ningún...!
Cuando el más pequeño alzó entre la oscuridad un objeto, el cual la Luna hizo brillar, la ceja de Ed se enarcó tanto como nunca, cerrando sus puños y ojos e imaginándo la tremenda burla de su amigo en su mente.
- Esto... perdona... Habría jurado que la había dejado en el saco con el resto de materiales.
- Hum... idiota... -gruñó acercándose hasta su posición- Al menos deja que yo los encienda.
- De eso nada.Yo soy el que ha traido las cerillas y seré quién haga los honores.
- Eh, eres un egoísta... -No pienso dejar que lo hagas tú todo solo. No he venido hasta aquí para quedarme sentado y cruzado de brazos.
- ¿Sí? Pues a menos que puedas hacer una llama con un chasquido de tus dedos, dudo mucho que lo logres.
Como si hubiese escuchado la más oscura de las palabras prohibidas, los ojos dorados de Ed se abrieron con cierta incredubilidad y brusquedad, preocupando al de ojos claros que, supo enseguida, que debía haberse tragado sus palabras.
- Lo siento. ¿Es qué dije algo malo? -dijo teniendo que esperar unos segundos para oír una respuesta-.
- No... Es que... Me has hecho recordar algo que creía perdido por mi memoria.
- ¿De qué se trata?
- Je... Nada. Solo son tonterías de ese mundo del que tantas veces te he hablado. No querrás oírlas.
- Oh, pero si siempre lo hago. Además, esta vez tuviste una sensación bastante extraña. ¿Qué sucedió? -insistió verdaderamente intrigado y haciendo un chasquido con sus dedos para forzar aún más al mayor, que sintió nuevamente un escalofrío-.
- Pues... hubo un tiempo en el que conocí a alguien que podía hacer algo así.
- ¿Dar chasquidos?
- ¡No! -gruñó estrechando sus ojos- Crear el más grande incendio que hayan podido comtemplar tus ojos con solo un roce con la yema de sus dedos. Sus manos eran capaces de hundir todo un edificio con solo un pequeño movimiento.
- Es... verdaderamente impresionante -fascinado por el entusiasmo que mostraba el rubio en su narración-.
- Pero no me crees... ¿verdad?
- Ya hemos hablado de eso, Ed. Y me lo crea o no, ya no tiene caso seguir pensado en eso. Ahora estás aquí y deberías terminar por aceptar nuestras costumbres.
En un primer momento, aquellas palabras habían lastimado su alma, pero al reflexionar profundamente, llegó a la conclusión de que su amigo quizás tenía razón. Agarró con fueza sus manos a las finas y puntiagudas hojas del cespes, cuando sintió sobre su mano el cálido contacto de Alphose.
- No perdamos más tiempo. Si amanece perderemos una buena oportunidad de hacer estallar nuestros cohetes.
Una vez más la sonrisa de Al conseguía hacer llegar a su corazón la paz que necesitaba, y aunque muy en el fondo sabía que no se trataba de su verdadero hermano, del auténtico Alphonse Elric, le era suficiente para soportar un día más en aquel cruel y corrupto mundo.
En un par de segundos, el cielo comenzó a llenarse de hermosos colores y brillantes efectos que alucinaron al par de jóvenes que rieron divertidamente ante el magnífico espectáculo. Pero antes de que estos acabaran de estallar por completo, Ed miró con desconcierto como su amigo lo señalaba con rostro misterioso.
- ¿Al¿Q-qué... qué ocurre?
- ¡Enano!
Por unos instantes, hubo silencio entre ambos muchachos, pero si fuera alma que lleva el diablo, Ed se incorporó y pataleó haciendo que sus gritos fuesen más potentes que los propios estruendos de las explosiones.
- ¡¡¡ESTÁS DICIENDO QUE SOY TAN PEQUEÑO QUE SI ME SENTARA EN UNA MONEDA ME COLGARÍAN LOS PIES, EEEEEEEEH!!!
- ¡Cálmate¡Vas a asustarnos a lso dos!
- ¿Eing?
Cuando esutvo calmado, miró a su espalda y encontró entre unos matorrales la sombra de alguien que pretendía ocultarse.
- Pero serás cafre... ¿No te crees mis relatos y sin embargo crees en los nogmos? Lo tuyo es imperdonable... Ays...
- ¡Ed¡No te acerques! Podría ser un vagabundo... o un asesino, o puede que un lobo...
Y su lista aumentó considerablemente mientras Ed hacía oídos sordos a sus palabras y abría con precaución la densa mansa de ramas que había a sus pies y sonreía entrañablemente.
- Venga, sal de ahí. Podrías hacerte daño con alguna de las espinas -sonrió aún si poder ver con claridad no obtener respuesta- Vaya... somos unos idiotas... ¿te asustamos con los fuegos? No te preocupes, te prometo que si vienes con nosotros no te ocurrirá nada. Son muy bonitos y...
- ¡Cielos, Ed¡¿Qué demonios está pansando allá?! -se escuchó la voz de Al muy lejanamente-.
- Ingenuo... ¡No es un nogmo! Creo... ¡Es una niña!
- ¿Una qué¡Ed, no me asustes!
- Sí, una niña¿sabes lo que es, no? Eso que no levanta más de un palmo del suelo y tienen esas trencitas que...
- Ed-ed... Edward...
- ¿Em?
El citado abrió sus ojos para enfocar nuevamente hacía el matorral, pero antes de que pudiera reaccionar, algo saltó encima de él, tendiéndolo en el suelo y abrazándolo con fuerza.
- ¡Hey¿Qué haces? -gruñço sintiendo que el abrazo lo ahogaba-.
- ¡Eres tú¡Creí que nunca llegaría a verte¡Pero te he encontrado por fin!
- Vaya... pues yo diría que el asustado eres tú... -se oyó una voz de fondo-.
- ¿Eeem¿Cómo? -enarcó una ceja- Oye, me parece que te estás equivocando de persona.
La chica liberó a Ed de sus brazos y separándose unos centimetros de él, le miró con atención y firmeza, como si tratara de transpasar su cuerpo y llegar hasta lo más hondo de us mente. Ed se sonrojó, pero antes de que la pequeña pudiera advertirlo, había gritado armoniosamente y vuelto a abrazarlo.
- ¡No hay ninguna duda¡Eres el muchacho de los ojos de oro! Yo he recordado esa mirada en mis sueños! -insistió aferrándose más a él- ¡Cuando mi tío se entere se va a alegrar mucho¡Se alegraran todos!
Dame la mano. Yo te llevaré con los demás.
- Un momento, un momento¿qué es loq ue está pasando aquí?
Frunció el ceño y se separó de la niña, haciendo que esta entristeciera sus gestos repentinamente y se llevara la mano al pecho. A esas alturas, la congoja de Alphonse había desaparecido y cuando este arribó hasta los otros dos, supo que se encontraban en la misma situación.
- Ed... ¿Qué sucede?
- ¿Esta es otra de tus bromas, Al? Porque te advirto que no tiene ninguna gracia.
- ¿Pero de qué me estás...?
- Wow... el parecido es increíble... -sonrió la pequeña-.
- Esto... yo...
- Chica... no sé a que clase de juego tratas de jugar, pero este no es el momento. Nosotros dos tenemos muchas cosas que hacer y debemos regresar a casa. Tú deberías de hacer lo mismo.
Vámonos, Al. Recojamos todo este alboroto...
Al trató de expresarse, pero el de ojos melados ya había emprendido su marcha hacía las bolsas, denotando en su voz una clara marca de enfado y decepción. La niña hizo un gesto apenado al jóven alemán que había a su lado, para luego apretar los puños y mirar la silueta que poco a poco se alejaba de su lado y reconocía, como si hubiese pasado toda la vida a su lado.
- Tu hogar está por la otra dirección -exclamó la chiquilla sin obtener una reacción del chico- Agh... No tengo tiempo suficiente para convencerte, pero al menos podré irme satisfecha si por fin puedo decirte algo. Es un poco adelantado pero... -suspiró apenadamente y luego esbozó una pequeña y cais imperceptible sonrisa- Feliz cumpleaños...
Edward se detuvo casi sin dar esa orden. Sencillamente sus pies se habían paralizado y su cabeza había girado en dirección contraria.
- ¿Cómo? -señaló frunciendo el ceño-.
- ¿Es mañana, no? Tu cumpleaños.
- ¿Cómo sabes eso?
- Porque también es el mío... alquimista de acero.
Los ojos de Ed se abrieron con inminente sorpresa y adelantando un par de pasos, estrechó sus ojos para comtemplar mejor a aquella niña de apenas seis años y tratando de aclarar la absurda idea que acababa de pasar por su cabeza.
- Pero tú... será posible que seas... tú eres... ¡ELYSIA! -grito corriendo hacia ella y tomándola entre sus brazos para hacerla volar por el aire mientras la niña reía a carcajadas-.
- ¡Sabía que no me habías olvidado!
- ¡Cuánto has crecido!
- Pues anda que tú...
- ¡¡¡EH!!!
Y continuaron riendo e ignorando a Alphonse, que alzando una ceja y cruzándose de brazos dió señales de vida con un tic nervioso en el pie.
- Oh, Al. No vas a creértelo... ¿Te acuerdas cuándo te conte aquella historia en la que ayudé a una mujer a parir?
- Sí... como no iba a acordarme... -mintió disimuladamente-.
- ¡Pues ésta es el bebé! -gritó abrazándola aún más fuerte-.
- Eso es cuánto menos... sospechoso... -pronunció sin lograr ofender al dúo-.
- Pero cuéntame. ¿Cómo es que has podido llegar hasta aquí? -dijo esta vez, en un tono más preocupado- Es peligroso.
- Lo sé. Pero todo ha sido a causa de un pequeño error.
- ¿Qué clase de error?
- La verdad, Ed... no sabes todo el alboroto que hay montado al otro lado para lograr encontarte.
- ¿A mí?
- ¿A quién si no, bobo? -enarcó una ceja y dió un pequeño codazo en su hombro- Verás... vuelven a haber pequeñas revueltas por todas las ciudades. La desapareción del capitan general, de Basque Grand e incluso la tuya... todo señale a que...
- ... a que el ejercito tiene algo que ver en todo esto -interrumpió sonriente pro su deducción-.
- Exacto. Y más concretamente a...
- Oh... tenías que recordármelo... -hizó una mueca y soltó a la chica en el suelo- Ese coronel de mierda se habrá molestado en encontrarme solo para que pueda limpiar su imagen. Será... ¡bastardo!
- Puede...
- ¡Y por ello te ha puesto en peligro? Para lo único que iré a buscarlo es para que se arrastre... ¡Es que ese hombre no aprende nunca¡No sabe que no puede utilizar a la gente para conseguir sus ambiciones!
- Sí... -animó más que nada por la vena que comenzaba a hincharse en la sien del rubio-.
- ¡Undía de estos se las vera conmigo y te juro que yo le mata...!
- ¡¿Pero de quién demonios hablais?!
- ¡¡¡DEL CORONEL, ROY MUSTANG!!!
Las voces de Elisya y Ed se escucharon tan potentes y unísonas, que el pobre Alphonse se vió obligado a encogerse.
- En realidad, hallamos la forma perfecta de atravesar la puerta y llegar hasta este lado, pero los recursos empleados no daban mucho tiempo de margen. Para cuando se agotasen, la puerta volvería a cerrarse... con todo lo que hubiese dentro. Fué por eso que decidieron acabar con tu búsqueda aún cuando la brecha estaba ya abierta. Pero yo... tenía tantas ganas de conocer a ese del que tan bien hablá mamá y que según ella... hizo tanto por mi padre... Que tenía que devolverte el favor y hacerte regresar a casa -se apresuró en continuar con su relato cuando vió que Edwrd estaba dispuesto a matizar algo- Al es quién encontró la forma de abrir el portal...
- ¡Al! -exclamó con cierta nostalgia-.
- ¿Yo?
- No, tú no. El otro Al.
- ¿Qué otro Al?
- Hum... ya te explicaremos Al.
- ¿Ahora si te refieres a mí?
- ¡Oye! -gritó la niña- ¡Dejaos de estupideces¡No tenemos tiempo¿O es qué no escuchasteís lo que dije¡La puerta va a cerrarse!
- Esta niña da miedo... -susurró el ojiazul a su compañero-.
- See... es que mi madre me obliga a pasar el tiempo con una tal Scieska y acabé por enterarme de todos vuestros asuntos. A veces, una cara inocente es todo lo que se nececita para conseguir algo.
- Oh, cielos... es clavadita a su padre -guiñó a Al- Sus habilidades diferían bastante de esa cara de...
- ¿De quién osas hablar?
Un nuevo resplandor en el interior del bosque captó la atención de los jóvenes, más intensamente la de Elisia, que había tomado con desesperación la mano de Ed.
- Debemos volver ahora... O nos quedaremos atrapados aquí.
- Pero Elisya, yo...
- Ya sé que tienes una vida aquí. Pero no te corresponde. Tú sitio está al otro lado de la puerta y para cruzarla, tendrás que aceptar que esto solo ha sido un sueño.
- ¡Yo amo a la gente que he conocido aquí y...! Alphonse...
- Ese chico no es tu hermano, Ed. Solo poseé su apariencia...
El alquimista encogió sus dorados ojos y aferrando fuertemente sus manos a su cuerpo, decidió encarar la mirada del muchacho que había pasado con él los últimos años y que había hecho de su infernal existencia un lugar mejor.
Para su sorpresa, el jóven ya había empezado a correr hacia la zona de la luz y girándose con cansancio alzó su mano para sonreír abiertamente.
- ¡Vamos a Ed¡¿A qué estás esperando¡Ya escuchaste lo que dijo la niña de las pintas raras!
Lo pensó por un solo segundo y seguidamente lo entendió todo. El Al que conocía en ese mundo era tan bueno como el que había dejado atrás. Puede que no se tratara de la misma persona, pero indudablemente, ambas tenían el mis corazón.
- ¡Vamos!
No lo pensó más y se dejó llevar por la menuda mano de aquella chiquilla que alaba con fuerza de él. Estaba sorprendido de comtemplarla, de aquel enorme paso que había dado en el tiempo y cuánto había cambiado, sin percatarse que de igual forma había hecho mella también en él.
En el cesped, había un círculo perfectamente trazado que Ed no tardó en reconocer, y sobre el cuál se abría una enorme brecha de luz que less cegaba los ojos. Cuando llegó a la altura de Alphonse, éste estaba completamente fascinado, por lo que solo pudo tomarle del hombro y enternecerse.
Aquel jóven había escuchado con atención cada una de sus historias, las de su vida. Sin embargo, jamás pudo admitirle al alquimista creerse ninguna de ellas. Por loq ue estar en ese instante cara a cara con aquella verdad que tanto renegaba, le producía una inmensa turbación que desmoronaba todo los pilares de su razonamiento.
E ojiazul entristecio su rostro mirándo hacia el suelo. Nunca se hubo sentido tan avergonzado ni tan culpable.
- Ed, yo... lo siento mucho.
- No pasa nada -sonrió haciendo un guiño- Si cuando tenía diesiseis años me hubiesen contado que al otro de la puerta existía un mundo como este, jamás lo habría creído. Pero ese es nuestro trabajo, Alphonse. Ambos somos científicos.
El más pequeño tomó la mano de Ed y frotó su cara contra ella.
- Sé que te estás preocupando por mi... pero menudo egocéntrico... mi vida iba perfectamente cuando aún no estabas.
- Al... -musitó ciertamente conmovido-.
- Puede que mi vida no siga siendo la misma como hasta antes de conocerte. Pero no me habría perdido la oportunidad de conocer a algien como tú. Ahora, debes marcharte... alchimista de acero.
Ed sonrió ampliamente y tomó a su amigo en un estrecho abrazo que hizó resbalar más de una lágrima. Luego se acercó hasta el halo de luz y volvió a mirar al muchacho.
- No te olvidaré nunca, Al.
- Y yo te prometo que te echaré de menos.
- Eso espero...
- Tendré en mi corazón tu llegada como un sueño... por muy pequeñito que sea... -se bufó, y en vez de lograr un gruñido, consiguió sonsacar una sonrisita de su compañero-.
El momento que tanto tiempo había estado esperando había llegado pro fin. Después de anhelarlo vehemente cada día y cada segundo de su vida, se topaba con él ante sus propias narices. Para terminar con aquello, debía hacer algo que ocultó durante años, y que tan siquiera se atrevió a repetir en ninguna ocasión, pero la mirada de Elisia le otorgó el empujón que le hacía falta.
Por ello, frunció el ceño y miró hacía el frente de forma decidida. Suspiró profundamente y separó sus manos para luego unirlas en una podesora palmada que hizo estremecer las entrañas de la tierra y electrizar, como hacia años, su cuerpo.
Después de aquello, Alphonso solo pudo ver como cuando sus manos se unían a las de la brecha, ésta explotaba en una fulminante luz que acabó por consumirse y dejando la nada en aquel lugar.
El ojiazul apartó su brazo de la cara y acercándose al lugar de la explosión se agachó para acariciar la tierra.
- Tú has dado sentido a mi vida desde el primer día en que te ví. Has logrado que mis sueños puedan cumplirse y a cambio, ahora, debo dejarte marchar... Je... intercambio equivalente -recordándo la expresión del alquimista- Pero aún así, hay algo que nunca permitiré que me arrebaten... Tu recuerdo.
CONTINUARÁ..
¡Saludos!
Vuelvo a la carga con una brevísima historia sobre FullMetal Aclhemist, una serie que personalmente me apasiona. Ya aviso que me he propuesto que conste solo de tres capítulos y de momento, no tengo en mente hacer ninguno más. Esa decisión pienso dejarla en vuestras manos.
Bueno, como siempre, espero que la trama les resulte entretenida y agradable, y si es así, que me lo hagan saber.
¡Muchos besos y hasta pronto!
Sinoa Heike
