Deberían agradecerme por no tardar tanto en actualizar esta vez y deleitarlos(?) con una historia nueva... Ok, va. Exagero u.u
Quizá muchos se pregunten "¿Y esta quién rayos es? Nunca la había visto por aquí", pero la verdad ya he publicado historias antes y alguno que otro fanfictionista me conoce. Para aquellos que ya me conocían ¡Los reto! ¡Adivinen quién soy! Mandenme un review haciendo sus supocisiones y a los que acierten les mandaré un video exclusivo del súper regalo que Rukia le dio a Ichigo. Un regalo que incluye armario, caricias, calor, amor, lujuria, deseo y cercanía, ¡mucha cercanía!. ¡Y todo esto en un video exclusivo! Si quieren conseguirlo sólo tienen que adivinar mi nick anterior(?)
Ok, ya. Es broma. Todos los IchiRuki´s estamos seguros que Rukia le dio un regalo semejante *mueve las cejas* pero nadie tiene pruebas =.=. ¿Quién se apunta a un viaje a Japón para ir a sacarle las pruebas a Tite? =D
Ya, hablando en serio:
¡Happy birthday to me! =D Bueno, es que ya es noche y no sé si la historia salga publicada antes del 15...
¡Muchisímas felicidades, Ichigo! ¡Sé que la pasaras genial con Rukia! *levanta el pulgar* No puedo creerlo, ya 25, y tu cuerpo realmente parece de 25 *¬*, pero se supone que aún tienes 15, ¡Qué bah! ¡La edad perfecta para perder la virginidad junto con Rukia!(?) Haz feliz a tu padre y a nosotros también. ¡Que disfrutes de tu sagrado día! Te loveo demasiado *kiss kiss*
Vale, este fic es especialmente para ti, mi fresita adorada. Está muy friky(?), bien rarito, hecho en momentos de delirio y alucinaciones; con mi creatividad media drogada y mi imaginación toda enferma (lo digo literalmente. Hice este fic estando completamente enferma! Dx) pero con cariño y aprecio (También deseo *¬*) Disfrutenlo! (?)
Bleach no me pretenece, es propiedad de Tite Kubo. Pero bah!, todos sabemos que Tite es IchiRukista =D, sólo que lo quiere ocultar...
The death and the Strawberry
...
Estoicismo anunciado
¡¿Por qué? ¡¿Por qué precisamente hoy? Esos pensamientos ruedan por mi cabeza mientras mis piernas siguen un camino indefinido a través de la penumbra total, corriendo con extrema velocidad hacia un destino incierto. No veo nada, todo está oscuro, sólo puedo vagamente percibir la presencia de algunas paredes, pilares o esquinas; he tropezado en muchas ocasiones, ni siquiera he contado el número de veces, eso es lo que menos interesa ahora. Y aunque no pueda ni verme a mí mismo estoy seguro que mi cara expresa preocupación mientras escucho a mi espalda el sonido de objetos de vidrio al caer, no, no al caer porque no se caen y lo sé bien, mejor dicho al ser lanzados al suelo con demasiada potencia.
Siento de repente como mi mano es apretada con más fuerza y sé que ella tampoco se la está pasando de lo mejor. Y eso es lo peor de todo. Nos van a alcanzar, quizás nos acorralen y cuando no tengamos salida y nos encontremos atrapados sin ninguna escapatoria posible… La verdad, no sé qué nos vaya a pasar, dudo de lo que pueda ocurrir. Sólo una cosa es segura y es que no volveremos a ver la luz del sol.
¿Nos darán a elegir cómo queremos morir? ¡No! ¡¿Cómo me atrevo a pensar en esas tonterías? ¡No quiero que ella muera! Ella lo es todo para mí. Ya lo tengo decidido, que me maten, que me torturen, que me despellejen, que hagan conmigo lo que quieran, pero que a ella la suelten, que la dejen libre y ni siquiera la toquen. No sé qué voy a hacer, ni cómo lo voy a hacer pero no permitiré que hoy sea el día en que muera Rukia.
Aprieto el agarre entre nuestras manos mientras seguimos corriendo a través de un laberinto de ladrillos y cemento. No hay escapatoria, pero no me rediré. A ella no la mataran.
¡Qué ironía! ¿Quién iba a decir que esto iba acabar justo así? ¿De esta manera? ¡Nunca me lo imagine! De verdad que nunca llegué a suponer, ni siquiera a pensar que el mismo día de mi nacimiento estaría también marcado como el día de mi muerte. Yo moriré, ya no veo otra opción, pero no me iré en paz hasta saber que ella está a salvo y totalmente fuera de peligros.
Es tan irónicamente absurdo el tan sólo recordar cómo comenzó todo esto. Como un día normal, pero especial. Con una felicitación. Con una bonita sorpresa de parte de mi esposa, como siempre. Con un hermoso día de campo. Como un 15 de julio normal y corriente en el que se suponía todo debía de ser felicidad ¡Estúpido destino! Te encanta jugar con mi suerte ¿No es así? Es increíble como una sola cosa, tan sólo una acción, una simple decisión puede cambiar tu vida por completo definiendo tu muerte al instante.
Esta misma mañana creí que todo sería perfecto. Qué equivocado estaba.
…..
Mis parpados aún se encontraban cerrados pero mi cuerpo ya era capaz de percibir lo que ocurría a mí alrededor. Sentí una sensación acogedora, cálida. Verdaderamente satisfactoria. Lentamente abrí mis ojos dejando que éstos se acostumbraran a la luz del día, mientras los hilos de luz se abrían paso entre mis pestañas viendo cómo las figuras borrosas y poco comprensibles que se presentaban ante mis pupilas poco a poco se iban aclarando hasta volverse totalmente nítidas y rebosantes de color. Noté cómo la sensación aún seguía presente en mí. Mi rostro bajó un poco sólo para encontrarme con la encantadora imagen de mi esposa acurrucada sobre mi pecho, abrazándome con ternura ¡Vaya! Ni siquiera me había dado cuenta a qué hora ella tomó lugar encima de mí, pero no me quejaba, sentir eso era algo maravilloso.
Posé una mano sobre su cabello y lo acaricié con cautela al tiempo que sobre mi rostro se formaba una sonrisa. Sorpresivamente ella alzó la cabeza y me sonrió pícaramente.
–Veo que ya despertaste. Ya era hora. – ¡Ja! La muy pilla ya estaba despierta y yo creyéndola dormida. Era de suponerse– Felicidades –mencionó muy quedamente mientras acercó y juntó sus labios a los míos con lentitud.
Fue un roce. Ella lo convirtió en un beso cargado de amor, con cariño. Pero yo quería más, así que la agarré de la cabeza con una mano tratando de acercarla más a mí para poder profundizar el beso y tratar de llevarlo a otro nivel; a uno que me encantaba.
Rápidamente sus pequeñas manos se situaron en mi pecho, pero para mi sorpresa ella empezó a empujarme tratando de alejarme de su cuerpo y cortar el beso que ella misma había empezado, pero que yo traté de modificar. La muy maldita lo logró
–No –empezó a hablar nuevamente– No vas a arruinar mis planes para hoy –sentenció mientras se alejaba de mí bajando de la cama
– ¡¿Qué? –exclamé totalmente confundido
–Tal como lo oíste. Tengo planes y no dejaré que me los arruines –sonrió con malicia mientras salía del cuarto y jalaba una toalla– Me daré un baño, cuando salga, tú te darás uno y te alistaras para irnos ¿de acuerdo?
– ¿Irnos? ¿A dónde? –No tenía idea de lo que tenía planeado esta vez, pero si era una sorpresa como la anterior no tenía por qué quejarme.
–Ya lo veras. Es una sorpresa –mencionó seductoramente mientras la toalla pasaba rozando lentamente contra su cuerpo y ella se meneaba de un lado a otro hasta desaparecer por la puerta.
Suspiré. No podía ni imaginar qué cosas estarían pasando por esa cabecita suya. Me levanté por fin de la cama haciendo las sábanas a un lado y me senté en una orilla del colchón. Bostecé y alcé mis brazos por encima de mi cabeza perezosamente para tratar de despertarme por completo. Pasé una mano por mi cabello y lo acaricié mientras mis ojos miraban al frente sin tener un punto de concentración definida; me levanté por fin de la cama y la arreglé, después me dirigí al pasillo caminando con lentitud; estaba a punto de bajar por las escaleras cuando mis oídos alcanzaron a percibir el débil sonido de las gotas de agua al caer de la regadera y chocar suavemente contra el cuerpo de Rukia. Ella se estaba duchando… Era algo tan tentador…
Me dirigí sigilosamente hacia la puerta del baño y me posicioné justo en frente de ésta. Vamos, Rukia no se enfadaría sólo porque yo quisiera tomar una ducha junto con ella, ya lo habíamos hecho varias veces y nunca se había quejado, hasta podría asegurar que lo había disfrutado tanto como yo. Coloqué mi mano encima del picaporte listo para girarlo sin que ella se diera cuenta para así poder tomarla de la espalda por sorpresa, sin embargo el sorprendido fui yo al momento en que quise girarlo y vi que éste no cedía. ¡Joder! ¡¿Desde cuándo Rukia cerraba con llave la puerta mientras se bañaba? Desde adentro se empezaron a oír pequeñas risitas burlonas dirigidas a mí
– ¿Creíste que te dejaría arruinar mis planes así? Pues no, Ichigo. Ya te lo había dicho, primero me baño yo, luego tú y después nos vamos… –sentenció para después dejar salir una sonora carcajada
¡Diablos! ¿Se estaba burlando de mí? ¡Maldita!
Bufé. Mi boca no soltó ninguna palabra y bajé las escaleras con pesadez ¡Estúpida! Hizo que me emocionara en vano; no puede tener piedad de mí ni siquiera en el día de mi cumpleaños. Más bien parecía que este día era el favorito para fastidiarme. Pequeña pilla, ya me las cobraría.
Aburrido me senté en el sofá y encendí la televisión para distraerme un poco; la pantalla se iluminó mientras las imágenes y sonidos comenzaban a formarse hasta volverse totalmente claros. Miré la pantalla con pesadumbre mientras un noticiero transmitía los pronósticos del clima ¡Bah! Me erguí y busqué el control remoto por todos lados hasta hallarlo encima de una mesilla, al lado de un pequeño jarrón de cristal adornado con diversos y coloridos vitrales con aromáticas flores de cerezo en su interior. Me quedé, por un breve instante, observando esas florecillas recordando que eran uno de los tantos obsequios que Byakuya había entregado a Rukia.
Sentí cómo en mi rostro se formó una sonrisa irónica, siniestra hasta cierto punto mientras recordaba al querido hermano de Rukia. No es que lo odiara, pero tampoco podía decir que le tuviera un afecto especial. Es algo complicado tratar de explicar el tipo de trato que existe entre Byakuya y yo.
A pesar de eso, Rukia siente gran admiración y respeto por él, y eso algo contra lo que no puedo luchar por más que lo quiera. Sí, lo admito: la quiero sólo para mí; soy un egoísta ¿Y qué?
Tomé el aparato y me volteé nuevamente mientras veía cómo, a través de la pantalla, un hombre de mediana edad señalaba diversos lugares en un mapa del país informando sobre el caprichoso clima parte de la rebelde naturaleza.
Miré fijamente al televisor y lo apunté con el control remoto como si éste fuera un arma mortal capaz de destruirlo con un solo movimiento de mi mano, posteriormente oprimí uno de los botones del control y el canal cambió instantáneamente. Me dirigí nuevamente hacia el sofá para tumbarme sobre el él y pasar canal tras canal distraídamente tratando de encontrar uno que fuera de mi interés.
No había transcurrido ni un minuto cuando sentí sobre mi rostro algo que me caía encima, me cegó por completo para sumirme en la oscuridad y por un segundo sentí como si me faltara el aire. Solté el control y alcé mis manos rápidamente para sacar lo que sea que fuera sobre mí. Mis manos sintieron un tacto algo suave y fácilmente manipulable pero frío y húmedo hasta cierto grado.
Inmediatamente impuse un agarre sobre eso y lo aparté de mi rostro como si quemara. Fijé mi vista sobre el objeto que ahora reposaba en mis manos y mi rostro mostró admiración para tiempo después fruncir el entrecejo.
Era una maldita toalla. Y por cómo se sentía, podía percibir que estaba húmeda.
Giré mi rostro y ahí estaba ella, sonriéndome con burla. Ya me lo imaginaba. Le sonreí de vuelta inconscientemente mientras me levantaba del sofá y empezaba a caminar hacia ella.
Rukia se dio la vuelta tratando de ignorarme y se alejó de mí
–Es tu turno. No te demores demasiado –me dijo antes de perderse por el umbral de la puerta.
Refunfuñé. Sí, a ella le encanta hacerme sufrir.
….
No podía ni figurarme qué sorpresa me tendría preparada esta vez. Es tan difícil deducir qué ideas pasan a través de esa cabecita suya, que no podía ni imaginarme lo que pensaba hacer. Mientras me duchaba no podía pensar en nada más que eso. Esa mujer me vuelve loco, siempre se las ingenia para que me pase todo el tiempo pensando en ella.
Mi ducha no duró mucho, no quería hacerla esperar y me moría de ansiedad por saber cuál era su sorpresa y a dónde me llevaría. Salí cubierto únicamente por la toalla dejando mi pecho al descubierto y me dirigí a nuestra habitación con la esperanza de encontrarla dentro, sin embargo no hallé ni el menor rastro de ella.
Busqué una ropa cómoda y me cambié sin mucha prisa, posteriormente bajé las escaleras para encontrarme con Rukia al pie de ellas, esperándome, mientras sus manos mecían sutilmente unas llaves que yo reconocí como las del auto. Eso sólo significaba una cosa: Rukia quería manejar y no existía fuerza en el mundo que la hicieran cambiar de parecer.
Nos dirigimos al carro y en efecto, ella se subió del lado del conductor por lo cual yo me vi obligado a sentarme del lado del copiloto sin siquiera rechistar.
–Bien Rukia, habla ¿A dónde vamos esta vez? –pregunté ya sin aguantar las ansias
– ¿Por qué quieres arruinar la sorpresa, Ichigo? Se supone que es sorpresa –comentó al tiempo que encendía el automóvil y lo ponía en marcha
–Rukia, sabes que la paciencia no es una de mis más notables cualidades, así que dime de una vez qué es lo que planeas –lo sé, soy un maldito desesperado
– ¿Tenemos que tener esta charla todos los años en tu cumpleaños? –Me preguntó de forma amenazante mientras fijaba su vista al frente– ¿Acaso ya no confías en mí, Ichigo?
Eso me dolió. Por supuesto que confío en ella, es sólo que…
–No lo malinterpretes. Sólo estoy ansioso… Al menos dime a dónde nos dirigimos –sabía que no podía sacarle mucha información pero haría que soltara lo que pudiera
–Sólo te diré que será un viaje largo… Muy largo. Así que ¿Por qué no mejor te duermes y así dejas de pensar en todo esto? –sugirió. Una buena sugerencia a mi parecer, así podría dejar descansar a mi mente de tratar de idealizarse lo que Rukia estaría tramando –y así también dejas de molestarme mientras conduzco –agregó
–Maldita –fue lo último que exclamé antes de acomodarme en el asiento y cerrar mis parpados, relajar a mi cuerpo y poco a poco irme sumiendo en la inconsciencia para adentrarme al surrealista mundo de los sueños.
….
El astro rey se elevaba majestuosamente sobre sus dominios ofreciendo su cálido resplandor a todas las criaturas terrestres. Me dedicaba a observarlo con fervor admirando la belleza que desprendía en cada uno de sus rayos.
Me encontraba parado sobre una gigantesca piedra la cual se encontraba un poco resbalosa por el musgo que se encontraba adherido a ella. Caminé cautelosamente unos cuantos pasos para poder tener una perspectiva del lugar que me rodeaba ya que desde donde me encontraba me era imposible ver algo más que no fuese el cielo con su luminoso rey y la roca en donde estaba situado.
A pesar de lo cuidadoso que traté de ser fue inevitable que resbalara a causa de un mal paso y cayera del peñasco dirigiéndome a un lugar del cual ignoraba el aspecto y simplemente reaccioné cerrando mis ojos. Sentí cómo mi cuerpo caía con lentitud, como si la gravedad de un momento a otro hubiera perdido parte de su fuerza de atracción y mi cuerpo cayera más ligeramente.
De un momento a otro el frío caló mis huesos y heló mi sangre, pude sentir un estremecimiento recorrerme el cuerpo erizándome la piel. Mi alrededor dejó de estar cubierto por el aire siendo remplazado éste por algo más denso; lo sentía, era agua. Por algún motivo desconocido me era imposible mover alguna parte de mi cuerpo, estaba petrificado. No podía nadar y el aire se me estaba acabando. No soportaría mucho tiempo y estaba consciente de ello; tenía que hacer algo y tenía que hacerlo ya, de lo contrario esa sería mi tumba.
Ejercí fuerza sobre mis brazos y éstos se movieron lentamente, siendo un poco torpes al responder a mis exigencias, posteriormente proseguí a mover un poco mis piernas las cuales tuvieron el mismo resultado que mis brazos, sentía que empezaba a avanzar y que vislumbraba la luz de la salvación. Todo marchaba bien hasta que cometí la estupidez de abrir la boca, ante tal acción el agua ingresó a mi cavidad bucal violentamente lo que provocó que me desconcertara y perdiera el buen ritmo que estaba llevando.
Sentí que me hundía nuevamente y en un acto desesperado por salir vivo abrí mis ojos de golpe y levanté mi torso para escupir vigorosamente el agua.
Unas risas se escuchaban cerca de mí.
– ¡Rukia! –Reclamé con enfado– ¡¿Por qué demonios me despiertas así? –seguí alegando mientras veía cómo ella se reía al tiempo que su mano derecha sostenía un balde vacío. La estúpida me había mojado para despertarme.
– ¡Oh, vamos! Agradece que te desperté con el agua de un hermoso lago –se defendió cuando pudo hablar correctamente
– ¡No me interesa si es agua de un manantial, de la llave o del lago Ness! ¡Es agua fría! ¡Y la arrojaste sobre mí mientras dormitaba! –grité mientras pasaba mi mano por mi cabello tratando se secarlo despeinándolo en el acto
–Ya, no te lo tomes tan personal –exclamó una vez hubo recobrado la compostura, restándole importancia a lo ocurrido– Mejor observa a tu alrededor –sugirió
Así lo hice. Y por un momento me cuestioné si en verdad ya estaba despierto. El paisaje que se desplegaba ante mí era increíble, no creo que existan palabras para poder describir la belleza que se plasmaba alrededor. Abrí mis ojos lo más que pude tratando de imitar la ágil y sagaz visión de un águila queriendo tener una vista panorámica de todo el esplendor del que era testigo.
Frente a mí se extendía un terreno en donde el verde gobernaba con majestuosidad abarcando el suelo completamente, a su alrededor brotaban toda clase de árboles seductores y gratos a la vista con sublimes frutos y delicadas flores creciendo sobre ellos. El trino de los pájaros se escuchaba como la más dulce melodía que contrastaba a la perfección con la belleza del lugar mientras a lo lejos se alcanzaba a percibir el sereno sonido de las aguas al chocar contra las piedras suponiendo que en algún lugar cercano una cascada dejaba caer su cristalino manto sobre un afrodisiaco lago, tal como Rukia había asegurado.
Puse mis pies sobre el suelo y salí del carro aturdido todavía por la esplendida vista que presenciaban mis ojos. Aún no podía creerlo. Di unos cuantos pasos hacia adelante y miré al suelo para darme cuenta de los pétalos recién caídos que se desperdigaban por diversos puntos de la zona, adornando todo con bellos y radiantes colores; el céfiro acarició suavemente mi rostro dándome una sensación de frescura y liberación que jamás creí poder sentir.
Extendí mi vista al cielo para notar cómo éste era tapado por algunas nubes densas, ocultando parcialmente el resplandor del sol pero propinando un refrescante clima templado; más allá se podía distinguir escasos residuos de bruma lo que permitía ver claramente una serie de montañas unidas, como si de una gran familia se tratará.
Era todo claramente hermoso. Volteé a ver a Rukia sólo para notar que su fina y sublime mirada se encontraba pérdida entre el horizonte admirando también la belleza del paisaje mientras una sutil y sincera sonrisa se dibujaba graciosamente sobre su elegante rostro. No sé exactamente cuánto tiempo me quedé admirándola; el paisaje era indescriptible y hermoso, pero nunca igualaría en hermosura a Rukia porque ella claramente superaba su belleza con facilidad. Por eso es mi esposa.
Sonreí para mí mismo ante tal pensamiento.
Aunque el silencio del lugar era realmente confortable, quería decir algo; quería agradecerle el haberme llevado a aquél lugar de ensueño sin embargo no encontraba las palabras correctas para demostrar mi agradecimiento. Nunca he sido un hombre de palabras; el habla era considerada como otro de mis dones que no se esforzaban en destacar.
– ¿Cuánto tiempo nos tomó llegar hasta aquí? –pronuncié sin que se me ocurriera algo más para hablar
– ¡¿Es todo lo que tienes que decir? ¡Es increíble! –vociferó, claramente molesta por mi aparente falta de interés
–No, no lo malinterpretes. El lugar es hermoso, pero… es que… no… Yo no… ¡Ah! –Me agarré la cabeza con ambas manos al no saber cómo responder adecuadamente
–Te traigo a un lugar afrodisiaco, el que casi nunca ha sido pisado ni modificado por alguna fuerza humana y lo único que se te ocurre es preguntar cuánto tiempo tardamos en llegar ¡No puedo creerlo! ¡Cretino! –sí, la hice enojar. No era una sorpresa –Ni siquiera mostraste una pizca de agradecimiento en tus palabras.
– ¡Cállate! Y no me digas cretino, pequeña enana –espeté – ¿Quieres que te demuestre agradecimiento? ¡Entiende que las palabras no son mi fuerte!
Abrió la boca para poder reclamar pero no dejé que lo hiciera; con unos cuantos pasos acabé la distancia que había entre ella y yo, y con elegancia la ceñí contra mi cuerpo para después levantar delicadamente su mentón y bajar mi cabeza para rozar con sutileza sus tersos labios.
–Gracias… –pronuncié quedamente, a un nivel tan bajo que incluso dudé si en verdad me había escuchado, sin embargo por el brillo que irradiaba su mirada y el desconcierto que se trazaba por su faz supe de inmediato que me había oído.
Una sonrisa se formó en mi rostro mientras tomaba completa posesión de sus labios. La besé con verdadera desesperación, me sentía realmente necesitado de su esencia; con un poco de torpeza avancé unos cuantos pasos hacia adelante haciéndola retroceder hasta sentir cómo la espalda de Rukia topaba contra el metal del auto quedando ella prisionera entre el carro y mi cuerpo; Aproveché ese momento para hacer más notorio el rozamiento entre nuestros cuerpos apegándome más a su figura e introduciendo mi lengua entre sus labios, que se encontraban entre abiertos, mezclando nuestros alientos con premura; ella no tardó en reaccionar respondiendo con el mismo ímpetu con el que yo la besaba mientras sus delicadas manos rodearon mi cuello, acariciando mi cabello al momento, para incrementar aún más el contacto.
El aroma embriagante que desprendía sólo me ayudaba a perder más la consciencia y mis manos empezaron a recorrer su cuerpo con lentitud queriendo sentir la suavidad de su piel que se ocultaba entre las ropas.
Me estaba quedando sin aire, sentía que el oxígeno que tenía no sería suficiente para satisfacer a mis pulmones, sin embargo no quería detenerme, quería seguir disfrutando del enloquecedor sabor de los labios de Rukia por un largo tiempo indefinido. Pero no pude más y con gran pesar separé mis labios de los suyos, solamente unos milímetros para después pegar con delicadeza mi frente contra la de ella para, al instante siguiente, rozar sus belfos suavemente
– ¿Mejor? –pronuncié con una pizca de humor, haciendo referencia al agradecimiento hecho previamente
Me miró divertida y sonrió con un poco de malicia–Imbécil –me nombró para después apartar delicadamente mi cuerpo del suyo y caminar unos cuantos pasos al frente
Se estaba alejando de mí y lo único que hice fue quedarme parado en mi lugar observando con desconcierto cómo se distanciaba y avanzaba hacia el frente. De pronto paró en seco y giró medio cuerpo
– ¿No vienes?
Esa fue una clara invitación que yo no pude rechazar. Sin decir palabra avancé corriendo hacia donde ella se encontraba para darle alcance. No sé a dónde me planeaba llevar ahora, pero de lo que yo estaba seguro es que iría con ella a donde fuera, más allá de los límites de la razón o hasta de la locura si eso era necesario.
….
– ¿Cómo rayos encontraste este lugar? –exclamé lleno de asombro al verme frente a una cascada que despedía finos hilos cristalinos que se desprendían desde su nacimiento y morían al chocar contra las rocas que marcaban su fin, pero en donde se originaba el comienzo de un lago de estética sin igual.
Aprecié cómo unas manzanas de un color rojo apetecible navegaban sin rumbo entre la corriente que generaba el salpiqueteo del agua en la catarata. Confundido, volteé a los alrededores sólo para posar mi vista sobre un manzano que crecía a orillas de la laguna y dejaba caer su jugoso fruto una vez que éste se encontraba maduro.
Unos delicados narcisos crecían a la orilla jugueteando con el agua lo que me hizo recordar la mitológica historia de Narciso, un joven que disfrutaba de hacer viajes al estanque sólo para admirar su belleza que era reflejada a través de las cristalinas aguas.
Con un poco de inseguridad me aproximé al lago hasta estar lo suficientemente cerca de él para observar mi rostro reflejado en sus aguas.
–No fue fácil –habló de pronto Rukia– ¿Me creerías si te digo que lo encontré por accidente?
–Los mejores descubrimientos son accidentes –comenté divertido– ¿Cómo sucedió?
– ¿Te acuerdas que hace poco tuve que ir a Kyoto a grabar una escena?
–Cuando me convenciste que no pidiera permiso en el trabajo para acompañarte porque tú te podías cuidar bien sola –mencioné haciendo memoria del acontecimiento– Sí, lo recuerdo
–Pues ese día cometí un pequeño descuido: se me olvidó llenar el tanque de combustible –fruncí el entrecejo y la miré fijamente; quería protestar por su descuido ¡Quedarse varada en medio del camino! ¡Quién sabe qué cosas le pudieron haber pasado! – No digas nada –comentó adivinando mis intenciones–Ya sé que me lo advertiste. Sólo se me olvidó ¿de acuerdo?
–Continua… –la alenté tratando de olvidar mi frustración
–Bueno, ese día no tenía crédito en el celular así que no pude llamar a nadie. Entonces decidí valérmelas por mí misma. Tracé un plan: iría a la gasolinera más cercana y compraría combustible para llenar el tanque, después avanzaría hasta la ciudad más próxima en donde podría reabastecerme. Sin embargo no podía dejar el automóvil parado a media carretera así que lo empuje hacia la orilla
– ¡¿Cómo? –Exclamé pasmado– ¡¿Lo hiciste tú sola?
– ¿Acaso me crees una debilucha? –Demandó con enfado– como decía, empujé el carro hasta la orilla y lo oculté detrás de unos arbustos de gran tamaño, después caminé a lo largo de la carretera para tratar de encontrar mi objetivo, pero un movimiento entre los árboles captó mi atención, me dirigí hacia el lugar llevada por la curiosidad –fruncí el entrecejo; ella nunca cambiaría. Su maldita curiosidad siempre nos metía en líos– avancé hasta que vi a un pequeño pichón atrapado entre las ramas de un árbol, agitando sus alas para liberarse. Sin dudarlo me trepé con agilidad sobre el árbol aprovechando la destreza que tengo para subirme en ellos
–Sí, eso es algo que tengo presente –comenté
– ¡No me interrumpas! –Reclamó– el punto es que escalé hasta la cima del árbol, que por cierto era enorme. –Exclamó tratando de hacer gráfica su explicación a través de sus manos las cuales se extendieron creando una separación realmente notable– Y ahí fue sólo cuestión de liberar a la pequeña cría. Una vez que éste hubo alzado vuelo me quedé observando su curso viendo cómo se alejaba volando con gracia; y entonces lo vi: el nacimiento de una cascada, apenas se notaba entre la tupida vegetación pero se alcanzaba a vislumbrar claramente cómo los rayos del sol creaban un espectro de reflejo sobre el agua.
–Déjame adivinar. –Interrumpí su relato adelantando los hechos– Llevada por tu curiosidad te internaste hasta encontrar este lugar
– ¡Ichigo! –Alegó– ¡Te dije que no interrumpieras! Arruinaste mi final, planeaba contarlo con mucha emoción
–Como sea; al menos ya sé cómo encontraste este sitio –dije mientras volvía a posar mi vista sobre las aguas para ver nuevamente mi reflejo
–Desde que lo vi quise que lo conocieras, pero la vida citadina no me había dado tiempo para traerte aquí
Sonreí ente ese comentario.
– Espera, si este lugar está internado entre la vegetación a varios pasos de la carretera –reflexioné creándome un mapa imaginario a través de lo que había oído– ¿Cómo metiste el auto hasta acá? –cuestioné mientras volteaba la vista para tratar de localizar la máquina mencionada
–Eso no te lo contestaré –sonrió con picardía
–Como quieras –contesté tratando de ocultar mi curiosidad
Miré nuevamente el lago observando pequeños peces nadar contra la corriente cuando a mi detrás escuché sigilosos pasos que se acercaban
–Ni se te ocurra empujarme al agua porque si lo haces te llevaré conmigo y caeremos juntos –dije de forma retadora mientras la encaraba
–Idiota. Lo arruinas todo –reclamó con infantil enfado
Dio media vuelta y se alejó de mí aparentemente enojada. Giré nuevamente el rostro volviendo a concentrar mi mirada sobre el agua; no caería en sus caprichos de niña esta vez.
No sé cuánto tiempo me quedé absorto observando el lago y la naturaleza que lo acompañaba, pero de pronto sentí cómo una fuerte ráfaga de aire me pasaba rozando el brazo. Aturdido dirigí mi vista hacia dicho lugar, sin embargo no vi nada.
Un sonido escandaloso se escuchó en el lago, como si un cuerpo cayera al agua y me alarmé; rápidamente roté mi vista hacia el lugar de donde provenía aquél sonido sólo para alcanzar a ver una inmensa cantidad de agua que se destinaba a mí.
Cerré los ojos y esperé lo inevitable. Me empapó por completo.
Escuché unas pequeñas carcajadas y molesto abrí los ojos.
– ¡Rukia! ¿Pero qué demo…? ¿Qué…?
– ¡Ah! –Suspiró ella– siempre supuse que el agua de aquí sería refrescante
– ¿Estás… desnuda? –pregunté incrédulo mientras veía que el agua le cubría hasta el cuello, pero dejaba ver el cremoso color de su figura que se distorsionaba por el movimiento de la corriente
–Sí. Dudo mucho que alguien vaya a venir por acá, así que no hay problema –comentó con despreocupación– ¡Tengo que saber cómo se siente esa cascada! –exclamó emocionada mientras dejaba ver su espalda descubierta al empezar a nadar
– ¡Rukia! ¡Espera! –Le grité, pero me ignoró por completo– ¡Rukia! –Volví a intentar– ¡Ah! –Bramé desesperado al ver que no me escuchaba– ¡Espérame! –grité por último mientras me quitaba la ropa lo más rápido que pude y me aventaba al agua
Nadé velozmente hasta darle alcance justo antes de llegar a la cascada y la tomé por la cintura acercando su espalda a mi pecho.
– ¡Ichigo! ¡Suéltame! –Se resistió– quiero llegar a esa cascada –empezó a menearse de un lado a otro tratando de soltarse de mi agarre, pero yo la asía con más fuerza y no le permitía escapar.
Sus constantes meneos no eran buenos para mi bienestar mental que se estaba poblando de ideas malsanas. Y mi cuerpo tampoco era muy prudente.
–Deja de moverte –le dije con un hilo de voz, mordiéndome los labios
–No, hasta que me liberes
– ¿Quieres ir a esa maldita cascada? ¡Bien! –contesté mientras aferraba un brazo a su cintura y con el otro trataba de nadar, moviéndonos a ambos entre el agua
Al llegar a la caída de agua lo primero que hice fue posar con delicadeza su espalda contra las rocas y lanzarme contra sus labios. Sentía cómo el agua caía sobre mi rostro, escurría por mi cabello y golpeaba con vigor sobre mis hombros dándome un masaje confortable.
Rukia tardó muy poco en posar una mano sobre mi nuca y la otra sobre mi espalda proporcionándome caricias placenteras mientras yo posé mis manos en sus finas caderas y las rodeé con delicadeza.
No hace falta dar detalles de lo que pasó en ese lugar…
….
–Lo tenías todo planeado ¿No es así?
–Más o menos –admitió al tiempo en que me pasaba una toalla para que me secara el cuerpo
–Incluso trajiste otro cambio de ropa para mí –comenté cuando la vi alzar una mochila y del interior de ésta sacaba prendas mías
–Claro, no soy tan desconsiderada
Ella ya se encontraba vestida, sólo faltaba yo que aún me encontraba sin ropa.
– ¡Ay, no! Ya está comenzando a llover –comentó mientras miraba al cielo y unas gotas caían y se deslizaban por su rostro –además, el sol está por ocultarse –habló señalando el oeste en donde el astro ya casi no se notaba. Estaba oscureciendo.
–Ya lo noté –exclamé con pesadumbre sintiendo las gotas caer sobre mi piel
– ¡Es tu culpa que nos diera aquí la noche!–me señaló acusadoramente– Si no hubieras tardado tanto comiendo…
– ¡¿Qué? –la interrumpí – ¿Quién era la que no encontraba la comida en primer lugar?
– ¿Pero quién fue el que empezó a jugar con los alimentos y terminó tirándose sobre mí? –Atacó. Y un muy buen ataque a su favor
– ¡Cállate! ¡Pudiste haber puesto resistencia! –protesté avergonzado
– ¡Sí, claro! Si hago eso lo más probable es que me violes
–Mira… tú… enana… ¡Ah! –me agarré los cabellos con ambas manos, al no saber cómo contestar
–Peleando no llegaremos a ningún lado –dijo de pronto–termínate de cambiar rápido porque la lluvia está aumentando –señaló por último antes de meterse al carro, adentrándose en el lugar del conductor.
Terminé de ponerme el pantalón y me metí al carro, al lado de Rukia, justo en el preciso momento en que la lluvia se desataba con potencia.
–Déjame conducir –sugerí– la lluvia es muy fuerte y el camino será peligroso
–Ni siquiera sabes cómo salir de aquí –recalcó
–Tú puedes ir indicándome el camino y…
– ¡Yo conduciré! ¡Demonios! –explotó la pequeña fierecilla
– ¡Bah! Como quieras. –Traté de aparentar indiferencia– Sólo ten cuidado
No sé cuántas vueltas dio Rukia hasta que consiguió salir a la carretera y adentrarse en ella, rumbo a Karakura. Para esto, la noche ya se hacía presente y la oscuridad era dueña del paisaje, sólo las luces artificiales del carro alumbraban nuestro lluvioso camino; ni siquiera un automóvil transitaba por ahí. Miré mi reloj y me preocupe un poco por la hora.
– ¿A cuántos kilómetros se encuentra Karakura? –pregunté
– ¿Qué horas son? –maldita sea. No me gusta que conteste con preguntas
–Casi van a dar las ocho de la noche –comenté
–Karakura se encuentra a unas cinco horas de aquí. Llegaremos en seis o siete a la velocidad que vamos –exclamó concentrándose completamente en su camino
– ¡¿Qué? ¿Tan lejos?
–Sí –se resignó a contestar– Ichigo, sinceramente, no creo aguantar todo el viaje. Me encuentro algo… agotada
–Te entiendo –contesté mientras mi mirada se concentraba en los limpiaparabrisas– No te preocupes, yo voy a mane…
– ¡Ichigo! ¡Mira! –exclamó de repente, señalando un lugar que yo trataba de ver entre la oscuridad– Es una casa, podemos pedir alojamiento. –Dijo al momento que mis ojos lograban divisarla– Y ahora que lo recuerdo –siguió hablando– es la casa del viejo Yamamoto
– ¿De quién? –cuestioné intrigado
–Del viejo Yamamoto. Un señor entrado en años que me dio hospedaje la vez anterior… Veras, cuando regresaba de Kyoto a Karakura me sucedió otro pequeño descuido…
–No me digas nada –respondí enojado, no queriendo escuchar los descuidos que había tenido Rukia, de los cuales seguramente yo le había advertido previamente. Eso sólo me enojaría– No te vuelvo a dejar ir sola –susurré para mí
–Como quieras. –Exclamó– Entonces vamos –dictaminó sin preguntarme y dirigiendo el carro hacia la casona.
Primero quiero decir ¡Qué mente tan vaga la mía! El título del fic no puede ser más original *ruela los ojos*, pero yo nunca he sido buena escogiendo títulos, así que perdonen eso.
Espero que les haya gustado el primer capítulo de la historia; está rara, lo sé. Pero poco a poco esto se irá aclarando(?)... eso espero.
Son tres capítulos que ya tengo hechos; quizá agregue un cuarto, todavía tengo que pensarlo... Pero bueno, para que vean que soy mala *saca su tridente* los dejaré con este capítulo hoy y pondré el siguiente hasta dentro de un mes *inserte risa malevola aquí* ¿Por qué? ¡Por que los quiero ver sufrir y suplicar! ¡Bwahahahaha! *ojos rojos y macabros(?)*
No es cierto ^^, bueno, mitad sí y mitad no. No es que los quiera hacer sufrir(?) pero mañana no podré subir el siguiente capítulo porque justo mañana salgo de viaje y volveré como dentro de un mes. Así que mientras yo disfruto de mis vacaciones, ustedes se aguantan(?) Vale, no. Quisiera subir mañana el siguiente, trataré de hacer lo posible pero no les garantizo nada. (Por cierto, que ni he arreglado mi maleta =/, mañana andaré corriendo xD)
Este fic lo hice para un concurso, el cual no creo ganar (tá súper rarito el fic o.O(?)), pero si no me hubiera inscrito y hubiera tenido una fecha límite les aseguro que no tendría nada que publicar ni regalar. Aún así, este fic lo elaboré por el cumpleaños de Ichigo, porque lo que cuenta es la intención, y no tanto por ganar. Te quiero, Ichigo; y Rukia te ama. Y aquí te demostraremos cuánto te adoramos las dos(?) [Trío *¬*]
Nos vemos quizá dentro de un mes. ¿Me esperarán?
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