Hola a todos. Ante todo, este fic es un homenaje a Gosho Aoyama, a quien pertenecen todos los personajes principales de la trama y por cuya genialidad estoy escribiendo hoy aquí.

Este fin no pretende explicar cómo ni porqué Shinichi consigue finalmente derrotar a la malvada organización "Los hombres de negro". Tan sólo quiero dar mi particular visión sobre cómo se desarrollaría la relación entre Ran y Shinichi una vez este hubiese recuperado su cerpo definitivamente. Mi intención es hacerlo corto, con no más de cinco o seis capítulos, los justos y necesarios para narrar lo que deseo contar. Aparecerán prácticamente todos los personajes de la saga. Es mi primer fic sobre Detective Conan, un manga y anime al que estoy completamente enganchada, y comienzo este nuevo proyecto con ilusión y alegría.

Espero que lo disfrutéis y por favor, dejadme vuestros reviews con opiniones, críticas, consejos... con todo lo que queráis. Prometo responderos y os quedo agradecida de antemano.

Saludos.

Ginevre.

Capítulo 1.- Nunca más.

Veinticuatro años… Veinticuatro años amando a Ran desde que él podía recordar; venerándola, soñando con ella, viviendo por y para ella para que, cuando más cerca estaba de ser feliz a su lado, ella le echase de su vida con un desprecio más cruel y doloroso que su propia muerte. No podía perdonarle, le había dicho airada cuando el día anterior, y ya recuperado su aspecto e identidad de Shinichi Kudo para siempre, él había ido en su busca con toda la ilusión del mundo para convertirla en su esposa. Le aseguró que, desde el día siguiente a la noche en que ella y él, todavía Conan Edogawa, habían hecho el amor hace tan sólo dos meses, se había comprometido en matrimonio con ese maldito, Kia Furutan, quien la había estado pretendiendo durante todo el último año, hasta que la había conseguido. Shinichi giró una copa de whisky en su mano derecha, mirándola sin ver, apretando el frío y duro cristal con tanta fuerza y crueldad, que este estalló en diminutos pedazos y esquirlas. Varias de estas últimas hirieron su mano, clavándose en ella, y la sangre goteó hasta el suelo escandalosamente. Tampoco entonces el joven se dignó a reaccionar y continuó mirando, ahora al vacío, acompañado tan sólo por el dolor de su corazón, en la gran sala de estar de su fastuosa mansión.

Flash back.

Shinichi observaba a Ran con los ojos desorbitados y los puños cerrados, conteniendo dentro de ellos todo el dolor que amenazaba con quitarle la respiración. En cambio Ran lo miraba fríamente, como si no le reconociera o no quisiese hacerlo, y de su boca salían palabras que él jamás creyó escuchar.

- Me engañaste. Me has estado mintiendo durante siete largos años. Día a día has presenciado mi dolor por tu lejanía, mi confusión por tan larga desaparición, la tortura que he vivido al pensar que tú sólo estabas sufriendo un tormento que te negabas a compartir conmigo… Incluso creí a veces que me dabas largas por no querer causarme daño diciéndome que tú no sentías lo mismo que yo por ti. Cuando hubiera sido tan fácil confiar en mí, dejarme compartir tu dolor para aliviar también el mío propio, apoyarnos el uno en el otro en busca de paciencia y esperanza… Y ahora tienes el valor de querer ser mi esposo, la persona que más debe confiar en mí y en quien más debo creer y confiar… No tienes vergüenza, ni la conoces.

- Sabes que al ocultarte mi problema tan sólo pensé en protegerte. Tú has sufrido en tus propias carnes la persecución a muerte de "Los Hombres de Negro" cuando finalmente la policía y yo encontramos pruebas para acorralar su organización y poder exterminarla. – se defendió él, enfriándose su esperanza de recibir su amor a pasos agigantados – Si hubieses sabido que yo me ocultaba tras la apariencia de Conan y ellos hubiesen llegado a sospechar siquiera que yo no había muerto y les burlaba una y otra vez desde el cuerpo de un mocoso, tu vida se habría convertido en un infierno desde entonces. Quizá yo te hubiese podido salvar una vez, o dos, o varias, mientras yo mismo luchaba por mi propia vida y el final de esta pesadilla, pero lo más probable es que, en una de esas veces te hubiese perdido. Y entonces para mí tan sólo habría quedado la muerte. Quería que vivieras y estuvieses a salvo, Ran, con toda mi alma, y tan sólo continué luchando con la esperanza de poder hacerte feliz algún día.

- Hubieras hecho mejor protegiéndome de ti mismo – casi le escupió ella con desprecio – Yo tan sólo quería compartir tu misma suerte, fuese esta cual fuese. Poder decirte que te amaba, como te hubiera respondido hace siete años cuando nos interrumpieron tan desafortunadamente en Tropical Land y tú no pudiste pedirme que fuese tu novia. Quería vivir por y para ti, Shinichi Kudo, pero tú ni siquiera te planteaste la posibilidad de preguntarme qué es lo que yo deseaba ni me dejaste tomar mi propia decisión. Ahora es tarde, demasiado tarde. Vete por donde has venido y no te atrevas a volver jamás.

- Pero sé que todavía me amas, no eres capaz de negármelo. Por eso, porque nos amamos, hicimos el amor hace dos meses. ¿Es que también vas a negar que esa noche nos entregamos nuestras almas el uno al otro para siempre?

- ¡Qué desfachatez la tuya, detective! Yo hice el amor con Conan Edogawa, de catorce años, por su inmenso parecido con Shinichi Kudo, el hombre a quien yo amé. Sintiéndome después una miserable pervertidora de menores que había corrompido a un alma joven e inocente llevada por el deseo, el alcohol y la obsesión. Hasta ahí llegó tu mentira. Cuando al día siguiente te pedí perdón de todas las formas imaginables por el gran error que había cometido, tú, maldito bastardo, en vez de contarme la verdad callaste como un cobarde, permitiendo que me torturasen mis propios demonios.

- ¡Pero estábamos apunto de atrapar a esos malvados! ¡No podía arriesgar toda la operación tan cerca como estábamos de un final tan esperado! ¡Entiéndeme, por lo que más quieras! ¡Para mí esa noche fue mágica, única y maravillosa! ¡Y fue conmigo con quien hiciste el amor! ¡Maldita sea! ¡Yo soy Conan Edogawa y Shinichi Kudo! ¡Y nadie te amará jamás como yo te amo! – trató de tomarla de las manos, mas ella lo apartó de un empujón, impidiendo que se le acercara siquiera.

- No sé quién eres, farsante. Desde hace siete años te has burlado descaradamente de mí y de toda mi familia. Has permitido que mi padre se hiciera famoso atribuyéndole la resolución de casos que ni siquiera era capaz de comprender ni recordar. Te has mofado de él año tras año convirtiéndole en el "Kogoro durmiente", una simple marioneta en tus perversas manos. Sabiendo que, cuando todo esto terminase y tú recuperases tu estatus de inigualable detective y ya no recibiera tu ayuda – esto lo dijo con inmenso odio y rencor – él se convertiría en el hazmerreír de la profesión.

- ¡Yo jamás quise dañar a tu padre! Él era la única vía de poderme mantener en contacto con los casos que llegaban a la policía, a la espera de que alguno de ellos pudiese proporcionarme alguna pista para llegar a atrapar a los malvados que arruinaron mi vida. ¡Además, tú, su propia hija, lo estás subestimando! ¡Él sería un magnífico detective si fuese capaz de abandonar el maldito alcohol que lo esclaviza! – estaba comenzando a enfadarse al sentir la inmensa injusticia que Ran estaba cometiendo con él, tergiversando todas sus buenas intenciones y convirtiéndolas en malvadas manipulaciones.

- Y para colmo de tu desfachatez, hoy vienes a mi hogar para insultar a mi padre, acusándole de borracho.

- Sabes que tengo razón. – la miró con dureza, herido en lo más hondo de su alma.

- Puede que sea cierto, pero él es mi padre y siempre lo será, y tú no eres nada para mí ni lo serás nunca. – le apuñaló donde más le dolía, sin miramiento alguno. – Además, no te esfuerces. Estoy prometida con Kia y nada va a cambiar eso. Y mucho menos un miserable como tú.

De pronto él se abalanzó sobre ella y la tomó entre sus brazos con fuerza, reteniéndola pegada a su pecho contra su propia voluntad mientras ella se debatía con todas sus fuerzas por escapar a su ardiente contacto, a su varonil aroma, a su propio deseo que la arrastraba en contra de la razón… Agotada, Ran dejó de pelear contra Shinichi y le miró a la cara, desafiante, momento que él aprovechó para tomarla de la barbilla y obligarla a recibir un apasionado beso que hizo tambalear toda su determinación. Durante unos breves segundos, ella se dejó llevar y le correspondió con frenesí, entregándose a él por entero. Enloquecido por el beso, él la separó dulcemente de sus labios y la miró con amor y posesión.

- Tú eres mía, sólo mía. Jamás permitiré que ningún otro te toque.

Pero de pronto todo el rencor que ella sentía hacia el comportamiento pasado de él la golpeó sin piedad, haciéndole recordar porqué había decidido alejarlo de su vida de una vez y para siempre. Volvió a besarlo, pero esta vez le mordió el labio inferior, haciéndole sangrar. Rápidamente Shinichi echó un paso atrás, llevándose la mano derecha al labio herido y mirándola con mezcla de sorpresa, interrogación y reproche.

- Vuelve a forzarme y eso es lo único que obtendrás de mí – le amenazó ella con frialdad.

- Si alejarme de ti es lo que deseas, eso tendrás. – le aseguró, furioso.

Dolido hasta la extenuación en lo más hondo de su ser, la miró con ira por última vez y, como un tornado, se fue en busca de la salida.

- Shinichi Kudo. – Lo detuvo ella en el último momento. Él dejó de andar, pero no se giró a mirarla – Recuerda siempre lo que voy a decirte: No soy tuya, nunca lo he sido y nunca lo seré. Por tu culpa.

Él volvió a apretar los puños y se marchó sin mirar atrás.

Cuando se encontró sola de nuevo, Ran estalló en un llanto inconsolable, su respiración cada vez más entrecortada, y se abandonó en el sofá de la sala donde todo había sucedido, sintiéndose morir. Había tenido valor para hacerlo, para humillar y maltratar al único amor de su vida y permitir que se marchase para siempre, llevándose con él su alma y su corazón.

Fin del Flash back.

&&&&&&&

Sonoko miró a su amiga con preocupación. Desde que, aquella tarde, y hacía más de una hora ya, había ido a visitar a Ran a su piso y la había encontrado vomitando una y otra vez en el water, decidió quedarse con ella para cuidarla, hasta poderse asegurar de que, si se marchaba, la salud de la joven no correría ningún peligro. Es cierto que Ran ya había dejado de tener nauseas, pero su semblante permanecía más pálido que la cera y un intenso mareo la tenía postrada en la cama sin poder levantarse a riesgo de vomitar aquello que su cuerpo ya no poseía pero aún se empeñaba en arrojar. Le cogió la mano con dulzura, mirándola a los ojos cariñosamente.

- Sólo a ti se te ha podido ocurrir tratar a Shinichi de esa manera queriéndole como le quieres. – la reprendió con cariño, a la vez que le acariciaba el rostro con ternura.

- Es un maldito farsante – se empeñó en sostener la castaña, dispuesta a no claudicar jamás sobre ese tema.

- Pues yo adoro a ese maldito farsante por haber velado por tu seguridad durante todos estos años y no haber puesto vuestro amor por encima de tu vida – no pudo evitar reprocharle seriamente. – Yo siempre te animé a que te olvidases de él por haberte abandonado de ese modo y en cambio tú, una y otra vez me juraste que siempre le esperarías, pasase lo que pasase.

- Yo me equivoqué – fue la escueta respuesta de la otra.

- Ay, Ran. Desde que ambas sabemos la verdad de su desaparición, no he parado de escuchar una palabra de tus labios: "yo". "Yo" por aquí, "yo" por allá, "yo", "yo", "yo"… Perdona que te diga esto, pero no piensas nada más que en ti misma y en todo lo que has sufrido. Pero, ¿no te has parado a pensar en todo lo que ha sufrido él durante estos siete años? Hizo lo que creyó que sería mejor para ti, siempre pensando en tu bienestar. ¿Qué hay de malo en ello?

- Todo hay de malo en ello. ¿Acaso me preguntó? ¿Contó conmigo si tanto me amaba? ¡No! ¡No lo hizo! – cerró los ojos, presa de fuertes arcadas que la obligaron a callar.

- Está bien, amiga. Siento haber sacado el tema. Descansa, por favor. Voy a cocinarte un caldito caliente para que tu estómago se vaya estabilizando.

- No puedo comer nada. Nada más de pensar en la comida, siento un asco espantoso – le rebatió Ran con cara de fastidio.

- De todos modos, yo te lo preparo y si después no te apetece comerlo, lo dejas. Esta noche voy a hacerte compañía para asegurarme de que te vas reponiendo. Y si mañana a primera hora no has mejorado, yo misma te acompañaré a ver al doctor.

- No necesito ningún doctor. Sólo quiero arrancarme la mente de cuajo para no volver a pensar en ese desgraciado – se lamentó airada.

- Pues si crees que casándote con Kia vas a olvidar a Shinichi, la llevas clara. No vas a conseguir nada más que añadir un nuevo problema al que tú misma acabas de crearte.

Ran la miró, furiosa.

- Ya sé, ya sé. En boca cerrada, no entran moscas. – Hizo como si se sellase los labios, levantándose del lado de la cama donde se había sentado para acompañar a su amiga y yéndose hacia la cocina a la vez que sacudía la cabeza con convicción.

&&&&&&&

Al día siguiente, Shinichi entró en la comisaría de Tokio más serio y circunspecto que de costumbre. Heiji Hattori y él habían sido propuestos para encabezar el nuevo Departamento de Investigación Criminal que el inspector Megure se había empeñado en desarrollar, dados los increíbles buenos resultados que departamentos similares estaban obteniendo por toda Europa y Estados Unidos. Si Heiji y él conseguían los resultados esperados, él dirigiría el Departamento de Tokio y Heiji haría lo propio con el de Kioto, cuyo inspector en jefe había sido deslumbrado por los sueños de gloria de Megure. Pero para ello ambos detectives debían formarse primero como policías, por lo que llevaban ya más de una semana compaginando la puesta en marcha del Departamento con su adiestramiento para pasar el examen del cuerpo policial.

- ¡Ey, tío! – Heiji le palmeó la espalda con fuerza nada más le vio llegar - ¡Quiero saberlo todo! ¿Cuándo te casas con Mouri? ¡Vamos, cuenta!

Shinichi continuó caminando sin bajar el ritmo, por lo que su amigo tuvo que seguirle en silencio hasta que ambos se perdieron tras la puerta del despacho que tenían asignado.

- No vuelvas a hablarme de Mouri – pidió casi en un susurro, como si tratase de masticar y destrozar aquellas palabras, sin conseguirlo – Para mí ella no existe ni volverá a existir jamás. ¿Entendido? – le miró con advertencia.

- Pero, ¿qué ha sucedido? Por favor, dímelo. Sólo deseo ayudarte. – Heiji le miraba sin comprender nada de lo que estaba sucediendo. - ¿Y qué te ha pasado en la mano?

- Lo de la mano ha sido un pequeño accidente doméstico. – Quedó en silencio durante un momento, hasta que se decidió a responder la primera pregunta de su amigo - Para ella soy peor que el maldito demonio. No quiere nada conmigo, ni siquiera puede aguantar verme. Además, va a casarse en breve con ese oportunista compañero suyo de facultad, Kia Furutan. – escupió el nombre, asqueado.

- Pero, ¿por qué? ¡No puedo entenderlo! ¡Infinidad de veces Ran le ha confesado a Toyama su amor por ti! ¡Debe haber algún error!

- No hay ningún error. Y si quieres saber más, ve y pregúntale a ella. Pero que sea la última vez que me la nombras.

- No dudes que lo haré. – afirmó su amigo con convicción. – Esto no puede estar pasando. Además, todos pertenecemos al mismo grupo de amigos y hemos planeado hacer muchísimas cosas juntos…

- No contéis conmigo. Donde ella vaya, jamás habrá sitio para mí.

- ¡Vamos! ¡Eso sí que no! ¡No te lo permitiré! ¿No dices que todo ha terminado entre vosotros? ¡Pues échale morro y que nadie te diga dónde sí o dónde no puedes ir! ¡Ni con quién!

- En eso tienes razón. Lo pensaré. Pero ahora ponte tú en mi lugar, ¿qué harías si Toyama te echase de su vida sin contemplaciones? ¿Qué harías si te odiase como ella me odia a mí? ¿Y si tuvieras que ser testigo de sus devaneos con el hombre que te la ha arrebatado? – le miró con amargura.

- Desde luego, chungo lo tienes. – Heiji le miró, pensativo – Por cierto, Kazuha me ha amenazado con dejarme para siempre si no le pido matrimonio. Y esta vez creo que va en serio. – Shinichi lo observó, comprensivo.

- ¿Y a qué esperas? Tú la quieres, ella te quiere… ¿O acaso no te decidirás hasta que otro te la quite, como me ha pasado a mí?

- No es eso. Cómo decirlo…

- Dilo y punto. No me vengas con tonterías a estas alturas.

- Tengo miedo, Shin. Temo la responsabilidad que conlleva el matrimonio. Yo soy muy independiente, cabezota y espíritu libre. Temo perder mi libertad si me caso con ella.

- ¡Pero si tú siempre has sido su esclavo! ¡Desde que la conociste! ¡Siempre bailas al son que ella toca, por mucho que te empeñes en negarlo! – le sonrió con burla. – Ahora en serio, cásate con ella. Hazla feliz. Nadie lo merece tanto como vosotros.

- Tú lo mereces, amigo. – le apretó el hombro mostrándole su apoyo incondicional. Ven esta noche a cenar con nosotros. Kazuha y yo hemos quedado con Sonoko y su nuevo novio, ese tal Hattori. Nos lo va a presentar. Vamos, únete a la fiesta.

- Para fiestas estoy yo…

- Por eso mismo debes venir. Sé que ella se alegrará de verte, y Kazuha también. No puedes faltar.

- Vale, pesado. Pero tan sólo por no oírte y para dar un abrazo a Sonoko, a quien hace mucho tiempo que no veo.

- ¡Así me gusta! A las nueve, en mi piso. Y todos iremos juntos al restaurante desde allí.

- Bien. Pero vamos a comenzar el trabajo ya, que Megure no para de presionarnos con la fecha de comienzo oficial. ¡Menos mal que acabé mis estudios del instituto y estudié la carrera de criminólogo siendo Conan! ¡Jamás podrás imaginar la inmensa resistencia al Paikaru que he desarrollado durante todos estos años! ¡Aunque podía estudiar a distancia, para examinarme tuve que asistir como Shinichi, yendo cada vez borracho para poder ser yo mismo durante unas pocas horas, primero al instituto y luego a la facultad!¡ Y hacer que no se me notara!

- Si, eso fue una putada. Hasta que Miyano y el profesor Agase desarrollaron el antídoto definitivo, sólo ese alcohol de origen chino podía mantenerte en tu cuerpo el tiempo suficiente como para poder asistir a los exámenes. Y ahora que pienso, ¿cómo está ella?

- ¿Shiho? Supongo que bien. No hablamos muy a menudo desde…

- Ya, ya, bueno – Heiji trató de no añadir más preocupaciones al detective – No te preocupes, todo se arreglará. Dale tiempo y ella misma recuperará tu amistad cuando se sienta preparada.

- Sinceramente, eso espero. Me dolería en el alma perderla como amiga. – la melancolía amenazó con poseerle.

- Vamos, detective Kudo. Tengamos contento a Megure.

Los dos hombres se concentraron por fin en su trabajo.

&&&&&&&

Ran Mouri esperaba los resultados de las pruebas que le habían practicado aquella misma mañana. Sonoko Suzuki había pedido a Kazuha Toyama que las acompañase, temerosa de que la enferma pudiese desplomarse en sus brazos en cualquier momento sin ser ella capaz de poder ayudarla. Las dos amigas se miraban entre ellas y observaban a Ran con gran preocupación. Los vómitos se habían convertido en intermitentes, pero el mareo no había desaparecido en ningún momento desde que comenzase la tarde anterior. Ambas temían la posible deshidratación de su amiga después de tanto vomitar y sin haber ingerido prácticamente nada que pudiese retener en el estómago el tiempo suficiente como para que su cuerpo fuera capaz de asimilarlo.

De pronto, una enfermera entró en la sala de espera y, dirigiéndose hacia Ran, le indicó que la siguiera. Sonoko y Kazuha la acompañaron sin separarse de ella ni por un momento.

- Pase, señorita Mouri – le dijo el doctor con amabilidad, nada más verla aparecer. – Y siéntese. Siéntense todas ustedes, por favor.

Las aludidas hicieron como el amable médico les indicaba y este esperó paciente hasta que se hubieron acomodado frente a él.

- Dígame, doctor. ¿Qué maldito virus he cogido? – le abordó Ran sin más preámbulos, harta ya de la situación.

- Virus… uno que dura nueve meses y que luego la llenará de felicidad.

- ¿Nueve meses? ¿Me está diciendo que voy a pasar nueve meses sintiéndome una piltrafa?

- Nueve meses no, señorita, tan sólo siete, ya que está embarazada de dos. – el médico volvió a sonreírle mientras ella palidecía cadavéricamente. – Felicidades, va a ser madre.

Sus amigas la miraron con la sorpresa e incredulidad pintada en los ojos, abriendo la boca como tontas, sin ser capaces de reaccionar. Pero a Ran el mundo se le vino encima de golpe. Sabiendo perfectamente de quién era el bebé y en qué momento había sido concebido, ya que ella tan sólo había hecho el amor una única vez en su vida, con… Shinichi.

- ¿Va todo bien? – preguntó inmediatamente, preocupada.

- Todo va perfectamente. Desde ahora deberá comenzar a cuidarse, nada más. Le he preparado una dieta blanda que le ayudará a retener la comida en el estómago y voy a recetarle un digestivo muy suave para eliminar parte de las náuseas. Eso sí, evite constiparse, pues no va a poder tomar antibióticos durante su embarazo. La enfermera le dará cita para su primera ecografía y los análisis de sangre.

- Gracias, doctor. ¿Puedo irme ya?

- Por supuesto. Felicidades, y felicite también al señor Kudo de mi parte.

- ¿Co-cómo? – le interrogó ella, tras dar un respingo.

- Él y usted son personajes famosos. Él por sus infalibles dotes detectivescas y porque ha sido capaz de desmantelar una de las más temidas redes mafiosas del país, "los hombres de negro", y usted por ser la hija de otro de los más eminentes detectives del país. Se rumorea en todos lados que ustedes son novios desde la infancia y que no tardarán en casarse.

- Ya… Gracias por todo, doctor.- dijo tan sólo, y salió de la consulta sin esperar siquiera a sus amigas, quienes la siguieron desesperadas.

- ¡Ran! ¡Ran! ¿A dónde vas? – fue Sonoko quien la alcanzó primero.

- A casa. ¿A dónde quieres que vaya?

- ¿No vas a hablar con Shinichi? Yo no sabía que vosotros hubierais…– le interpeló Kazuha cuando llegó a su altura.

- ¡Mi hijo no es de Shinichi! ¿Entendido? ¡Ni de nadie! ¡Es mío y punto! ¡Y os prohíbo que contéis a nadie lo que habéis escuchado hoy aquí! ¡Y a Kia menos todavía!

- Pero, ¿qué es lo que pasa? – Toyama la miró completamente perdida - ¿Quién es Kia?

- Va a casarse con él – le susurró la rubia por lo bajo.

- Entonces, ¿el bebé es de ese tal Kia? – no pudo evitar preguntar.

- ¡He dicho que no es de nadie! ¡Eso es lo único que debéis entender!

Sonoko la miró con tristeza y, tomando del brazo a Kazuha, le indicó que guardase silencio. Ya luego habría tiempo para explicaciones.

- Ran, por favor, vamos a tomar algo caliente a algún lugar. O a tu piso, si lo deseas. Pero debes comer algo, te lo ruego. – tan sólo pidió a su amiga con preocupación.

- ¿Nos da tiempo de ir a una cafetería antes de la cena de esta noche? – Preguntó Kazuha a Sonoko indiscretamente, sin pensar – Recuerda que hemos quedado con Hattori, Heiji y Shinichi para cenar – la rubia le dio un codazo mientras Ran las miraba de reojo, haciéndose la indiferente.

- Por mí no os preocupéis. Ya veis que no me estoy muriendo. Y aunque me hubieseis invitado, jamás me sentaría a la misma mesa con ese par de traidores.

- ¿A quién se refiere? – Toyama seguía sin enterarse de nada.

- Vamos a por ese café – la arrastró Sonoko hacia la salida del hospital, seguida por Ran.