DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Todos están reservado por Masami Kurumada y TOEI.


HASTA QUE DESPIERTE

Capitulo 1: La parte faltante.

Edén y Koga se alejaban de Palestra con paso firme. Los dos caballeros de bronce habían elegido el rumbo que tomaría sus vidas, lejos de aquel lugar.

Haruto, Ryuho, Yuna y Soma observaban la partida de sus dos amigos, expectantes de su propio destino.

— Ellos ya eligieron… así que ¿Qué es lo que harán? —preguntó Haruto rompiendo el silencio del grupo.

— Yo regresaré con mis padres, quiero estar con ellos una temporada —dijo el dragón—. ¿Y tú, Haruto?

— Haré lo mismo que Koga y Edén, pero por mi propia cuenta —contestó el lobo.

— Yo me quedaré en Palestra, este lugar necesita reconstruirse —anunció Soma, viendo caminar a su amigo Pegaso a lo lejos.

— Yo también voy a quedarme —coincidió Yuna. La rubia quería ayudar a levantar su antigua escuela, además, esperaría a Koga hasta su regreso. No se había dado la oportunidad de que hablara con él sobre algo importante que quería decirle, asi que se prometió que en cuanto el pegaso estuviera de vuelta, se lo diría.

— ¿Están seguros, chicos? —Ryuho miró a sus amigos—, serían bienvenidos en mi casa, a mis padres les encantaría verlos —ofreció.

— Te agradezco la invitación, pero estoy segura que tú y tus padres tienen muchas cosas que platicar y no me gustaría arrebatarles ese tiempo —agradeció la chica.

—Coincido con Yuna —dijo el León—. Tienes que disfrutar a tus padres ahora que todo regresó a la normalidad —al decir aquello, un hueco se le formó en el estómago al bronceado. Él no tenía a donde ir; regresar a México y deprimirse por la muerte de su padre no era una opción y no tenía más familia, por lo que quedarse resultaba el único camino. Al chico le hubiera gustado haber acompañado a su gran amigo el pegaso en nuevas aventuras, pero estaba convencido de que ese no era su destino. De pronto, Soma vio como el paso de sus amigos se interrumpió—. Se detuvieron... —balbuceó, llamándo la tanecion de sua demás amigos.


Edén detuvo el paso.

— ¿Qué pasa? —preguntó Koga deteniendo el paso y volteando a ver a su amigo.

— Se me olvidó decirle algo a Soma… —se preocupó el chico.

— Estará bien, no te preocupes —le aseguró.

Edén dudó un momento.

— Es que es algo importante, se trata de…

— Deja que lo descubra él mismo —le dijo el de cabello vino, guiñándole un ojo. Koga se dio la vuelta y miró a sus amigos—. ¡SOMA! —gritó el pegaso—. ¡CUIDA MUCHO A YUNA! —Soma abrió los ojos como platos, Yuna se sonrojó y Ryuho se echó a reir. El de cabello vino se volvió nuevamente a Edén y le ofreció una sonrisa—: Te aseguro que lo sabrá tarde o temprano, es hora de irnos.

— Si —asintió el hijo de Marte y los dos amigos se echaron a correr.


Soma había pasado parte del día vagando entre lo que quedaba de Palestra; la escuela que alguna vez lo había albergado estaba reducida a escombros por los estragos de la batalla. El chico caminaba sin rumbo fijo, y a decir verdad ya no existía un lugar exacto para ir, todo estaba irreconocible.

Soma suspiró, melancólico. El caballero de león menor, sentía que el camino había sido muy largo para poder llegar a ese momento, para llegar a la paz ansiada. En esa travesía él y sus amigos habían descubierto mucho, aprendido, luchado… crecido. El moreno reconocía su cambio interior por todo lo que vivió y sin embargo en esos momentos, a pesar de que todo estaba mejor, de que había estabilidad y habían obtenido la victoria, el corazón de Soma no se sentía feliz. Había algo que faltaba, algo que no aparecía y que tal vez nunca encontraría. Todo ese tiempo el muchacho lo había estado reprimiendo, no se atrevía siquiera a pensar en aquel sentimiento, pero en su interior sabía con certeza de qué se trataba.

— Ella… ella que me hizo despertar mi séptimo sentido… —tenia grabada el rostro de Sonia, el momento agonizante que no quería recrear pero que lo atormentaba cada noche. A pesar de que se prometió seguir adelante por esa chica y no mirar hacia a tras, a pesar de que se prometió que la muerte se Sonia no sería en vano, el sentimiento de vacío lo habia terminado por carcomer.

Sin darse cuenta, sus propios pasos lo llevaron hasta un lugar de la escuela en donde parecían haber estado las aulas de clase. Ahí se topó con Seiya, Saori y Yuna que recojian escombros y los apilaban en montones. También se encontraban varios estudiantes sobrevivientes y algunos dorados.

— ¡Hey! ¡Soma! —le gritó Seiya y le hizo señas para que se acercara. Así lo hizo el joven—. Es bueno verte, chico —el dorado le dio una plamadita en la cabeza—. Así que te quedas con nosotros ¿no es cierto?

— Claro, no tengo a dónde más ir —Saori que miraba con detenimiento al joven notó la tristeza en sus ojos. Soma se dio centa que la diosa lo observaba así que agregó rápidamente—: Además esta escuela me necesita, estoy pensando seriamente en impartir clases —bromeó ensanchando una sonrisa.

Seiya soltó una gran carcajada — ¿Haz escuchado eso Geki? —gritó Seiya, para que el maestro de Palestra que estaba a distancia considerable, lo escuchara—. Parece que alguien quiere tu puesto.

Todos los presentes se echaron a reír.

— Danos una mano, Soma, haz méritos para volverte profesor —le dijo Yuna a su amigo con diversión.

— Definitivamente ustedes se morirían sin mi —dijo Soma con falsa modestia.

Todos pasaron el día apilando escombros y limpiando la zona hasta que la noche había caido y llegó la hora de cenar. Como eran bastantes los voluntarios, habían avanzado de forma considerable, por lo que programaron para el día siguiente comenzar a contruir las aulas y los recintos.

Listos para la cena, Yuna y Soma se sentaron juntos en una mesa del comedor provisional que tenian en Palestra y decidieron devorar su tan merecidos alimentos.

— Parece que me sigues a todos lados Soma, te lo estas tomando muy enserio ¿verdad? —preguntó la rubia, enarcando las cejas.

— Fue algo que Koga me pidió —contestó sin mucho interés el chico, picando su comida con el tenedor.

— No es como que te lo haya pedido, sólo lo gritó antes de irse, fue algo que se le ocurrió de ultima hora —la chica suspiró.

— Si te confesaras no tendría este tipo de encomiendas —soltó Soma. Yuna se puso completamente roja.

— ¡P-Pero quién te dijo que a mi me…! —nisiquiera habia terminado la frase cuando Soma le lanzó una mirada de aburrimiento.

— Lo sé, Yuna. No soy tonto, me di cuenta hace mucho.

La chica admitió su derrota, sabía que podía confiar en Soma para ese tipo de cosas — ¿Crees que Koga lo haya notado? —Yuna entró en pánico por un momento, tratando de imaginar lo que pensaría Koga acerca de que ella lo amaba en secreto.

— Creo firmemente que es un cobarde —sentenció el león.

Yuna guardó silencio por un momento y observó a su amigo. Había algo que notó en el transcurso del día y creía que era el momento perfecto para atacar:

— ¿Porqué no mejor me dices que es lo que te sucede a ti?

— ¿A mi? ¿Qué va a pasarme a mi? —contestó un poco a la defensiva.

— Vamos, así como tu te das cuenta de que me gusta Koga, yo sé que tienes algo. Sabes que puedes confiar en mi —le ofreció el águila.

— Sólo creo que tú y Koga son unos tontos… —comenzó ante la mirada incrédula de la chica—, no pongas esa cara, no lo tomes a mal… es sólo que, Yuna, deberías decírle a Koga, él es tan tonto que no dará el primer paso pero una vez que tu lo hagas podrán disfrutar el tiempo juntos. No tenemos manera de saber qué sucedera en el futuro, si las guerras resurgirán, si estaremos bien… es mejor que aprovechen su tiempo y es mejor que cuando Koga regrese, le digas lo que sientes —concluyó el chico con aire cansado.

— Soma… —a la chica se le hizo un nudo en la garganta—. Todo esto es por… por So…

— He terminado —anunció con estruendo su amigo y se puso de pie—. Te veré mañana, trata de descansar, nos espera una larga jornada.

Yuna lo siguió con la mirada y se mordió el labio. Sabía que había dado en el clavo y en una nota muy sensible para el chico, por lo que lo dejó ir sin decir mas. Esperaba tener tiempo para poder hablar bien con el una vez que se calmara.


Soma decidió dar un paseo por Palestra antes de irse a dormir. A decir verdad, estaba cansado por el trabajo de todo el día, pero sentía que si se iba a la cama no pegaría para nada el ojo, sobretodo con lo ultimo que Yuna le habia dicho. El chico se reprochó un poco; no era que no confiara en su amiga, sino que ese asunto aún le era dificil de tocar.

Siguió caminando, tratando de mitigar sus pensamientos. El aire estaba un poco fresco, lo que le provocó escalofríos, sin embargo al alzar la vista la hermosa luna le dio una razón mas para seguir su paseo nocturno.

— Hace un poco de frío —la voz de Saori lo sobresaltó.

— A-Athena, no noté su presencia.

— Sólo dime Saori —le pidió la de cabello morado.

— Señorita Saori, es algo tarde para que usted esté aquí —Soma trató de iniciar una conversación con lo primero que se le vino a la mente.

— Yo pensaba lo mismo acerca de ti —ambos rieron ante lo último—. ¿Me acompañas a dar una vuelta? —el chicó asintió y la siguió—. ¿Cómo te has sentido aquí, Soma? ¿Crees que tu elección de quedarte a ayudarnos ha sido la correcta? Tus otros amigos han tomado rumbos diferentes —lo cuestionó Saori.

— Creo que, no tengo a ningún otro lado a dónde ir, no pertenezco a ningun lugar… —bajó la vista.

— ¿Y crees que aquí si perteneces?

— Me siento bien en este lugar, hay personas a las que conozco…

— Noto un poco de tristeza en tus ojos —dijo la diosa, deteniendo su andar y mirándolo a los ojos.

— Ha sido un camino largo de recorrer y sé que aun falta, pero, he perdido varias cosas valiosas.

Saori sonrió — Koga me ha contado un poco acerca de ustedes como para darme una idea de las cosas que les atormentan. Soma, todos perdemos cosas valiosas, personas valiosas, piezas que nos faltan y que nadie reemplazará y que también en cierta forma nadie podrá curarnos la herida, salvo nosotros mismos —el corazón de Soma se aceleró ¿qué tanto le había contado Koga sobre él a la señorita Saori? Ya se vería las caras con el pegaso—. No te sientas sólo, no te cierres. Haz decidido quedarte, así que espero que eso te haga feliz.

Soma guardó silencio. No supo que decir, porque las palabras de la Diosa encajaban perfectamente.

— Y-Yo…

El semblante de Saori se tornó serio y dijo:

— Soma ¿podría pedirte un favor…?


Soma se encontraba sentado afuera de la enfermería de Palestra. Exactamente no sabía que hacía en aquel lugar, sin embargo Saori le había encomendado hacer guardia ahí hasta el día siguiente en la mañana. La diosa le habia dicho que debido a que todos los voluntarios se encontraban ayudando en otras áreas, la enfermería estaba siendo descuidada y los chicos heridos que se encontraban en tratamiento se negaban a permanecer ahí y escapaban para seguir ayudando.

— Tengo un poco de sueño, y aquí a fuera ya hace frío —bostezó el de cabello naranja. No creía que entrar a la enfermería y ocupar una de las camas fuera mala idea. Después de todo, si alguien se levantaba de su lugar e intentaba salir huyendo él lo escucharía. Soma optó por obedecir su idea y abrió la puerta de aquella habitación: todo estaba en silenció y rodeado de penumbras. A lo lejos, distinguía las sombras de algunos compañeros que descansaban en sus camas. El león se abrió paso por el pasillo flaqueado de camas ocupadas tratando de encontrar una en la que pudiera descansar. Caminaba despacio, tratando de hacer el menor ruido posible. De pronto, al final del pasillo distinguió una cama vacía y el alivió llegó a él. Sin embargo al llegar hasta ahí el pitido de un aparato a sus espaldas lo sobresaltó; no lograba ver la cama que tenía enfrente pero al acercarse un poco, pudo ver que era la única que estaba rodeada por una cortina, separando evidentemente a la persona que yacía ahí, del resto de los heridos y enfermos. Soma sintió mucha curiosidad por saber quién era el que se encontraba ahí y el porqué de su distinción con los demás. Armándose de valor e impulsado por el cosquilleo en su pecho, el caballero de bronce echó un vistazo hacia la puerta para comprobar que todos estuvieran en sus lugares. Ninguno de los pacientes de la enfermería se había movido, por lo que el chico prosiguió convencido de que sólo echaría un vistazo y después iría a dormir. Los dedos del muchacho tocaron la cortina y la apartaron lentamente. La oscuridad no lo ayudaba a distinguir el rostro de aquella persona, sin embargo cuando aquel aparato volvió a emitir aquel sonido, una tenue luz parpadeo y fue cuando pudo verlo: Nunca olvidaría ese rostro, lo veía todas las noches… con el cuerpo repleto de cables, la santa de escorpión yacía profundamente dormida en aquella cama de la enfermería.


Tenía esto en mente hace mucho pero nada más no fluía la idea, hasta hoy :3

Espero que les guste, ya veremos como va esta onda xD

Gracias por leer!

Princesa Saiyajin.