Una bella muchacha de cabellos rubios, piel completamente blanca y ojos amatistas (un tono poco común pero realmente hermoso) cumplía su rol como camarera en una pequeña cafetería en la ciudad de Londres, junto con un amigable grupo de muchachas, una húngara llamada Elizabeta, una belga llamada Emma, una francesa llamada Marianne y una alemana llamada Julchen, estas últimas eran sus mejores amigas en la cafetería.
Un día de lluvia, llegó un muchacho rubio, de cejas algo gruesas y ojos verdes a la cafetería, lucía realmente deprimido y devastado, se sentó en una mesa mientras la de ojos violáceos anotada cosas en el Menú, las muchachas le hicieron un gesto para que fuese a atenderlo, quizás su sonrisa alegre lo animaba.
-Hola, buenas –saludó animada-. ¿Qué se va a servir?
-Oh, hello –dijo-. Quiero una taza de té y… Ehm, ¿qué dulce tiene?
-Hoy el especial es pie de limón –sonrió animada.-
-Ok, un trozo de pie de limón y una taza de té, con azúcar por favor –dijo.-
-Le traeré la azúcar para que usted vea la cantidad necesaria, espéreme un momento.
Ella era bastante dulce, pudo notar que el muchacho era verdaderamente oriundo de Inglaterra por su acento y cuando le llevó lo que había pedido la alemana le gritó algo:
-¡Oye, terminó tu turno, te puedes ir si quieres!
-Está bien, Julchen, gracias –musitó la dulce muchacha-. Si usted me espera un momento podemos conversar si así lo quiere.
El inglés asintió y tomó un sorbo de su té. Rato después apareció la muchacha con un vestido parecido al color de sus ojos y un suéter delgado de color negro.
-¿Cuál es la razón de su tristeza? –la rusa, (sí, esta era su nacionalidad) preguntó con serenidad y preocupación.-
-Bueno, tuve una discusión con mi novia –se veía preocupado-. A veces estamos muy bien y otras no tanto, eso me perturba un poco y no sé… I'm worried…
-Si esta persona realmente está interesada en ti –dijo ella con alegría-, no dejará que una pelea tonta los separe, ¿no es verdad?
-Dijo que no quería verme de nuevo, y no sé, por eso estoy aquí, está lloviendo con fuerza, tengo frío y todo ha salido mal –realmente estaba sumido en la depresión-. But, shouldn't talk about this…
-A mí no me molesta que me lo cuentes, como verás ya no tengo nada que hacer, la lluvia está cesando, no tenía idea que iba a llover así que ni siquiera traje un paraguas o algo, aunque este frío no es tan terrible para mí, no se compara al frío que hay en mí país –rió.-
-Si quieres cuando acabe de llover salimos juntos, ¿no te parece?
-No es mala idea –rió.-
-Bueno, la lluvia ya ha parado, ¿te parece si nos vamos? –vaciló-. ¿Debo pagarle a una de tus compañeras?
-Yo me encargo –sonrió.-
La pálida muchacha fue a dejar el dinero a la caja y sacó las cosas de la mesa, luego le dijo que se fueran.
-Oye, yo tengo un paraguas –dijo el inglés-, así que realmente es mejor que te lleve a casa, por si llueve de nuevo, ¿aceptas?
-Claro –sonrió.-
Iban llegando cuando frente a ellos estaba una calle bastante difícil de cruzar, que estaba justamente al frente de su casa, la rusa se había despedido y estaba a punto de cruzar pero un camión muy rápido apareció de repente, con rapidez el muchacho agarró a la rusa, salvándole la vida.
-G-Gracias –dijo, nerviosa-, perdona, debí mirar mejor…
-No te preocupes –dijo más tranquilo-, cruzaré contigo y te dejaré en la puerta de tu casa, ¿está bien?
-Está bien –dijo, aliviada.-
-Mi nombre es Arthur Kirkland –comentó, repentinamente.-
-El mío es Anya, Anya Braginkaya –sonrió.-
