Vio de reojo el trabajo de su compañerita, y con mucha decepción regresó la mirada a su propio trabajo. Lo tomó entre sus manos con fuerza tal que arrugó un poco sus bordes. Era horrible en eso, definitivamente. En especial si lo comparabas con los dibujos de ambas niñas a sus costados.
Lo único en lo que el pequeño Splendont podía pensar, era que apenas era el tercer día de clases y ya quedaría marcado de por vida como el niño que peor dibujaba ¿Qué tal si todos se reían de su trabajo? ¿Y si el profesor decidía ni siquiera pegarlo a la pared por vergüenza? ¡¿Y si lo cubría con otros dibujos para ocultarlo?! ¡No se lo perdonaría, jamás se lo perdonaría! ¡Por más que tuviese una sonrisa radiante y muy bonita, no se lo perdonaría nunca!
Sí, lo mejor era cambiar su dibujo. Arreglarlo. Hacer las nubes más azules, que los rayos del sol sean más triangulares, igual que el vestido de quien se suponía era su mami, ¡Y poner una montaña con nieve detrás del árbol! Sí, eso seguro que iba a arreglar el dibujo, sólo tenía que ponerse a solucionar todo...
Dejó el papel sobre la mesa, y cuando se estiró para tomar un crayón azul... unos largos dedos tomaron el papel de forma agraciada. Splendont no reaccionó a tiempo para detenerlo, pero sí para abrir de más sus ojos y dirigir su mirada rápidamente al maestro.
Splendid tenía dos de sus dedos frente a sus labios mientras sonreía ante el trabajo del infante. —Ow, ¡pero qué bonito, Dontie! ¿Acaso ya está terminado? —preguntó, dirigiéndose esta vez al niño, quien no contestó. La pequeña boca del menor estaba apenas abierta, pero de ella no salía ningún sonido... Aunque Splendid ni se preocupó por ello. Tomó el silencio como timidez, seguro que quería decirle que sí, que ya estaba—. ¿Qué tal si lo cuelgo en la pizarra? —si bien había sonado como una, ésta no era una pregunta. El maestro no esperaba respuesta.
Él sólo se giró sobre sus talones, y caminó hacia la mencionada pizarra, donde no había ningún dibujo ni nada por el estilo.
«Este tipo...» pensó Splendont en su interior.
Siendo honestos, Splendid no pensaba que esa fuese una obra de arte. Estaba bien para ser de un niño, y era especial por el sólo hecho de que se trataba de uno de sus estudiantes (al que menos había visto jugar, por cierto), pero el único motivo por el que le había dicho a Splendont que el dibujo era lindo... es porque no quería arruinar el posible sueño del niño de ser un pintor. "¡Tú nunca podrás pintar bien!"; "¡Tú nunca serás un superhéroe!" pft. Sociedad y sus integrantes envidiosos.
Sin embargo, cierto pelirrojo pequeño no lo veía tan así...
«Este tipo es un bastardo, ¡quiere ponerme en ridículo frente a todos!»
Y... tal vez, a partir de ahí, aunque Splendid no era capaz de sentir el aura oscura que desprendía su alumno, Splendont odió un poquito a su profesor.
Espero que les haya gustado :) No tiene continuación ─de momento─. Si hay algún error lo lamento, si no les gusta el manejo de los personajes también.
Gracias por la visita:D
