Un new fic de Bleach después de mucho! Espero que sea de su agrado... aunque debería ya que tiene +18 XD

DISCLAIMER: Bleach y sus personajes son propiedad de Tite Kubo

PARTE 1

En la cocina de una mansión gigantesca, una mucama está por acabar de lavar los trastes. Trabaja con una sonrisa y tarareando. Lleva el cabello naranja amarrado en una trenza y sus mechones cortos le rozan las mejillas sonrojadas. Su uniforme de trabajo consiste en medias blancas y un vestido negro, pomposo en la falda, escote circular y sin mangas al ser ya verano.

—¡Por fin!—Celebra llevando sus manos a las caderas y sus ojos grises brillan de orgullo. —Después de dos horas, Inoue Orihime completó su misión con éxito. —Vuelve a tararear por su felicidad. —Ahora sólo debo…

Se interrumpe por unas manos que sujetan su cintura y un cuerpo muy pegado al suyo. Su corazón late y sus mejillas arden por reconocer al instante quien es el osado.

—A-Aizen-sama—Mira por arriba de su hombro al culpable.

—Buen trabajo Orihime. —Le elogia su jefe, un hombre alto que le sonreía con confiada seducción. Su cabello castaño, normalmente peinado hacia atrás, se encuentra alborotado, y sus ojos café delatan sus intensiones. —Mis platos jamás se habían visto tan limpios.

—G-gracias. —Nerviosa y ansiosa al mismo tiempo por lo que está sintiendo pegado a su trasero. —Bi-bienvenido a casa.

—Esos negocios en la India acaban con mi paciencia. —Dice para luego besarle el cuello. —Te eche de menos.

—Lo estoy notando. —Susurra apenas, Aizen se había apropiado de sus senos. —Pero si alguien entra…

—Oh, no te preocupes por eso. —Despreocupado, el hombre casi veinte años mayor que ella, toma una de las manos de su empleada y lo lleva a su pene para que sienta lo duro que está sobre los pantalones y sonríe al oírla gemir. —Dieron la orden de no ocupar esta cocina por una fuga hasta mañana… y ya cerré con llave mientras estabas ocupada.

Ella lo maldice, otra vez anduvo en el lugar en plan ninja. Está bastante segura que es capaz de robar un banco a mediodía y nadie lo notaría.

Aizen baja el cierre del vestido lo necesario para que la parte de arriba quede enrollado en su cintura y luego lanza el sostén gris. Su boca se entretiene en besarle toda la piel expuesta, una mano juguetea con un pezón y la otra ya se perdió bajo la falda. Los gemidos de Orihime delata lo mucho que lo disfruta y eso es todo un premio de victoria para Aizen y su orgullo. Ella se agarra del lavaplatos para mantenerse en pie (sus piernas tiemblan como flan) con una mano ya que la otra la tiene ocupada en amortiguar los gritos.

—Sabes que no me gusta que te calles.

—P-pero…

—Voy a castigarse. —Sus dedos hacen un movimiento en su coño y Orihime ve estrellas al conseguir su orgasmo. —Y ahora…—No espera un segundo a que supere su orgasmo e introduce su miembro tan brusco que su mucama grita y se viene otra vez.

Las embestidas son bruscas y rápidas, apoyándose en uno de los hombros de su mucama. Todavía tiene la otra mano ocupado, ahora con el clítoris, frotándolo sin compasión. Orihime se agarra ahora con las dos manos, incapaz de contener sus gritos o la saliva que le corre por el mentón. A pesar de la poca delicadeza, no se queja, al contrario, pide más.

—A-Aizen-sama… ¡Aizen-sama!

Y se corre otra vez, fuerte, y esta vez no sola. Su interior siente todo el calor del semen de su jefe. Sus piernas están demasiado débiles y, si no fuera porque él la sostenía, se abría caído de bruces.

Y continúa duro.

Se muerde el labio, consciente que no ha terminado… bueno, nunca acaba rápido, muy diferente a su ex novio.

Escucha el sonido de la prenda caer, debió quitarse el saco y la camisa, y su cuerpo se deja arrastrar dócilmente por Aizen, quien la pone de espaldas en el suelo, sobre la ropa de éste. Al segundo siguiente lo tiene encima y su boca sobre la suya en un beso hambriento. Aprovecha el momento para poder tocarlo por fin: su pelo, cuello, increíble espalda y pectorales bien trabajados, gimiendo gustosa del calor y poder que emana esa piel bronceada.

—Aizen-sama. —Susurra moviendo sus caderas ansiosa. Quería más… siempre quería más. —Por favor…

—Vaya, estamos un poco hambrienta hoy, ¿No? —Susurra, dejando un beso en su cuello. Sus manos por fin saca el vestido, dejándola con sus medias hasta los muslos y tacones negros. Recorre el camino de los tobillos hasta los muslos con sus labios. —Bueno, no te culpo… yo también lo estoy.

—Aizen-sama…

—Tener que fingir que ponía atención a la estupidez humana cuando sólo pensaba en ti… desnuda sobre mi regazo… haciendo muchas cosas sucias. —Sonríe al oírla gemir fuerte, por imaginárselo quizás o porque ya anda frustrada. —Dime Orihime… —Sus dedos rozan superficialmente su clítoris. —¿Te pasó lo mismo?

¿Cuál era la pregunta? ¿Cómo espera que se concentre con esos dedos malvados jugando con ella? ¡Y él lo sabe! El muy…

—¡Ah!—Su espalda se arquea de placer por la jugada sucia en su coño.

—Muy grosero, no me estas escuchando Orihime. ¿Me has extrañado?

—Sí… —Una de sus manos viaja a la boca de Aizen y le mete dos dedos. —Me masturbe pensando en usted. —Lo escucha gruñir igual que un animal. —Solo en usted.

—¿Por qué?

—Mi cuerpo y alma pertenecen a Aizen-sama y sus deseos.

Recibe su recompensa, la penetró otra vez con fuerza y a la primera, sin titubear o preocuparse en dañarla, conoce los límites de su criada, no es frágil como la pintan los demás. Su espalda se arquea tanto que sus senos rosan el pecho de su jefe y sus brazos rodean su cuello para no apartarse de él.

—Cerca… estoy cer-… —Chilla enterrando su rostro en el hombro de Aizen, quien no se detiene bajo ningún concepto. —¡Aizen-sama! ¡Ai-…! ¡Oh Dios!

Aizen busca sus labios para besarla otra vez, amortiguando el grito de otro orgasmo. Luego baja a besar y morder los senos mientras las caderas de ambos no paran de buscar placer.

—Mírame a los ojos, Orihime. —Su voz está ronca pero no deja de ser dominante. Su criada obedece. —No vayas a apartar la mirada. —La ve asentir apenas por culpa de la lujuria y las embestidas. —Solo concéntrate en mirar a la única persona capaz de darte tal placer.

Otra vez asiente con la cabeza y pega su frente con la de él, sin dejar de jadear o gemir. De vez en cuando menciona el nombre de su jefe con un tono de ruego.

—Di mi nombre, Orihime.

—Sousuke.

Eso fue suficiente para que ambos colisionen. Orihime tiene que esforzarse en cumplir la orden de observarlo a los ojos mientras su interior es llenado una segunda vez. Busca su boca con desesperación y lo besa en un gemido mientras sus caderas, apenas, sigue por más.

—Esto me va a costar limpiar. —Susurra Orihime apenas recupera la cordura, fijándose en el sudor, semen y líquido vaginal sobre la ropa cara de Aizen.

—Siempre le puedo dar la orden a Lolly de limpiarlo. —Dice mientras acaricia la espalda de su criada. —Aunque sería una lástima, se iría tu olor.

—Tienes diez camisas para recomponer.

—No es suficiente.

—Lo noto. —Esta vez se refería al miembro, eyaculó dos veces ya y sigue como una roca.

—Bueno, no soy un puberto. —Eso fue a una clara insinuación al ex novio de Orihime. —Ahora…

Antes que pudiera reprocharle algo, ya tenía la cabeza de su jefe entre las piernas y se le escapa un grito por culpa de una lengua traviesa. Su coño y clítoris están tan sensibles que no tarda en correrse otra vez. Ya son siete veces y esta tan agotada que ni un dedo puede mover. Maldito sea este hombre embustero.

Ha perdido la noción del tiempo, pudieron haber pasado años y ni enterada. Incluso ha perdido la cuenta de las veces que se ha venido o de la realidad misma. Apenas es consciente de Aizen porque él es la clase de persona que se asegura de no ser olvidados. De seguro debe verse asquerosa con todo el sudor, su pelo pegado a su piel, lágrimas y saliva en su rostro, pero por alguna razón, su jefe sigue viéndola con hambre.

—No puedo… más…

—Y eso que aun falta el plato fuerte. —Roza la cabeza de su pene en el clítoris y su amante gime por ello y se le eriza la piel. —Dime Orihime…—Vuelve a poner su cuerpo sobre el de ella, separándolos por el brazo izquierdo del hombre, apoyado en el suelo, y quedaron frente a frente, gris contra café. —¿Debería detenerme?

Eso es crueldad. Sabe que está agotada pero que se niega echarse atrás en sus retos, especialmente si su miembro está involucrado. Oh, puede acabarlo y dejarlo con las ganas y una ducha fría, es consciente que tiene ese poder.

Pero lo ha echado de menos esta semana.

Como no tiene fuerzas para hablar, su respuesta consiste en rodearle las caderas con sus piernas y se felicita que todavía pueda ocuparlas.

Dios, está segura que no podrá caminar en cinco días… mínimo.

Clava sus uñas en la espalda de Aizen mientras es penetrada y lo escucha gruñir otra vez. Como venganza recorre las uñas por toda la zona, segura que le dejara con pequeños cortes, incluso ocasiona un pequeño corte en que sale sangre.

—Para que… no me eches… de menos está… noche…

Sin soltarla, Aizen se pone de rodillas y en esa posición la embiste con fuerza mientras que Orihime tiene que mantener su cuerpo en posición pendiente. La tiene tan sujeta de las caderas que de seguro tendrá allí unos moretones.

—¡Me vengo! ¡Me vengo Sousuke!

Mierda, ¿Por qué tuvo que decir su nombre justo ahora?

—¡Dios, Sousuke!—Se le escapa al venirse con fuerza que se muerde el labio.

Aizen la sigue y eyacula otra vez, más potente que las dos anteriores. Es tanto ya que parte del líquido blanco va cayendo fuera del coño.

Lo único que se escucha en la cocina son los jadeos, roncos por gritar tanto. Sus cuerpos están agotados pero satisfechos al mismo tiempo. Aizen agarra a su amante de la cintura para levantarla e invertir los papeles, quedando en el suelo con ella encima.

—Te voy a dar el día libre mañana.

—No voy a tomarlo, sé que lo planeas para que me encierre contigo en mi departamento… y eso no va a pasar. —Se ríe al verlo alzar una ceja. —Y no olvides que debes prepararte para la fiesta benéfica que harás el viernes.

—No me estas ayudando a sentirme mejor.