Aquí, con otra historia de Bleach. Un Histushina básicamente, pero en un UA. Quiero aclarar que acá abra muchas mas parejas que se irán desarrollando de a poco, pero aclaro que habrá desde Ichiruki, algo de Ichihime, Ishihime, Renruki, Ginmatsu, Hisamatsu, etc, etc, etc. ¿Por qué? Porque será una historia muy larga y con muchos sucesos interesantes, solo denle una oportunidad porque de verdad es una dulce historia.

También es de carácter general, porque podrán ver situaciones graciosas, angustiosas, de drama, confort, etc. Es una historia muy variada, como todo lo que sucede en una novela o en una historia de vida.

Bueno, espero que sea de su agrado.

Bleach no me pertenece.

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Capitulo I

El sol brillaba en su frente, del mismo modo que la luna se refleja en el río. Los pétalos del ciruelo bailaban a su alrededor al compás de sus sutiles movimientos.

Algunos vecinos que caminaban por la vereda casualmente, observaban graciosos a la joven de estatura pequeña, delgada, cabello castaño oscuro recogido en un rodete, con sus pronunciados ojos marrones, y de piel blanca como el marfil. A sus ojos siempre parecía tímida y tranquila, pero todos tenemos nuestros momentos.

Ella levanto la mirada, acomodo su flequillo y sonrío con complicidad. Ajusto más a sus oídos los audífonos de su Mp4 y levantó el volumen. Aferró sus manos al palo de la escoba y mientras barría el porche de la entrada, cantaba y bailaba al compás.

—Por eso escucha la música y entra en acción… Eléctrica de salsa ¡Pa, pa, pa! Eléctrica de salsa ¡Tu, tu, tu! —movió su cadera en un ademán gracioso—. Eléctrica de salsa ¡Pa, pa, pa! Eléctrica de salsa…

—¡MOMO!

—¡Ahhhaahhhaa! —gritó cayendo de espaldas y revoleando la escoba a un costado—. Renji… ¡Me asustaste, bruto!

—Necesito pasar, Momo-loca —dijo presuroso un muchacho de cabello rojizo atado, con varios tatuajes en su frente y brazos, y con un pañuelo blanco atado sobre el diámetro de su cabeza—. ¡Y estas bailoteando en el medio de la entrada! ¡Los vecinos creen que ya te queda poca cordura!

Ella se levanto masajeándose la cintura.

—¡Eso no es verdad! Estaba limpiando la casa ¡Eso es! Porque si yo no limpio dudo mucho que tú, Izuru, Shuhei o Kisuke ¡Se pongan a fregar el piso! No culpo a Yoruichi porque ella trabaja ¿Sabes lo que es trabajar? Lo dudo, ya que nunca has querido decir donde te empleas, lo que lo hace muy sospechoso —se cruzo de brazos, mientras Renji la miraba con los ojos achinados—. Lo que quiero decir es que ¡Quien sabe si en verdad trabajas! —frenó su sermón, pestañeó, lo miro y le hablo con suma tranquilidad—. Por cierto, Renji ¿En donde estuviste durante toda la mañana?

—Por ahí —dijo encogiéndose de hombros por la cambiante actitud de la joven y caminando hacia la cocina—. ¡Uy, no sabes el hambre que tengo!

—¿Por ahí? Esa no es una respuesta ¡Estuve toda la mañana sola!

—¿Y que con eso? —Renji abrió la heladera—. Uhm, a ver que hay por aquí.

—Como que… ¿Que hay con eso? ¡No es justo! Todos se van y ni siquiera dejan una nota. Me preocupo.

—Oye, Momo —le miro sorprendido—. ¿Aun no has hecho de comer?

—¡QUE!

Puso ambas manos sobre la mesa en forma de reproche y cuando estaba por contestar…

—¡Ya llegamos!

—Bingo —susurró la joven.

—Renji, Momo ¿Qué cuentan el día de hoy?

El que pregunto entro a la cocina. Era un hombre rubio de pelo lacio, piel blanca, ojos grises, unos pocos pelos de barba y su siempre sombrero en la cabeza. El mismo llego junto a dos jóvenes. Uno era rubio, con un gran mechón sobre su cara que tapaba uno de sus ojos que eran de color celestes, su piel era blanca y tenía cierto aspecto fantasmagórico. El otro muchacho era de cabello negro, alto, delgado y con un singular tatuaje en la mejilla izquierda de la cara, que era de una barra violeta horizontal junto al número 69 escrito debajo.

—Pero que cosa… ¡Hoy fue una mañana fantástica! —dijo el rubio del sombrero—. ¿No lo creen?

—Sí, esa es una gran verdad, Kisuke —dijo el otro rubio—. Y lo bueno es que ya es fin de semana —abrió la heladera y saco una jarra de jugo, al girarse vio a la única chica presente y le sonrió amablemente—. Hola Momo ¿Cómo estas?

—¿Y yo que, Izuru? Se mas cortes y también pregúntame que como estoy, si me encuentro bien, que como dormí o ¿Acaso estoy pintado?

—¡Ah, Renji! Eres tú.

—¡Fiiiuuuu! ¡Que agotamiento! —dijo el otro muchacho que poseía el tatuaje en la cara, quien se desplomo encima de una silla—. ¡Uf, que cansado estoy! Esto es demasiado para mí, la vida si que es dura.

La joven que hasta el momento no dijo palabra alguna, miro a este último y arqueo una ceja.

—¿Y me podrías decir de que estás tan cansado, Shuhei Hisagui?

—¿Por qué estoy tan cansado, enana? ¿Y por que me llamas por mi nombre y apellido? ¿Eh?

—Porque no fuiste capaz ni de dar los buenos días, maleducado ¡Y no me llames enana!

—Pero si lo eres.

—Por cierto, Momo ¿Aun no has hecho de comer? —Kisuke se frotó el estomago.

—¡ESO NO ES JUSTO! —dijo señalándolo con el dedo—. ¡La época de la esclavitud ya caduco hace siglos!

—Momo nosotros cocinamos horrible —se justifico Kisuke pausadamente—. Al menos que quieras comer la sopa de pescado quemada de Izuru. Bueno, tú dirás.

—Que chantaje el tuyo, Kisuke —suspiró la joven recordando el sabor horrendo de las sopas de Izuru—. Esto de ser mujer es tan injusto y mas si vives con cuatro incivilizados.

—¡Oye! —se quejo Renji—. Nosotros no somos incivilizados, simplemente somos hombres con mucha, mucha hombría.

—Sí, sí… don bravucón, me voy a comprar para hacer de comer.

La joven tomo su pequeño morral y se retiro de la cocina para hacer las compras.

—Kisuke.

—¿Qué sucede, Izuru?

—¿Tan feas saben mis sopas?

—Bueno —se rasco la nariz y salió de la cocina—. Pregúntale a Hisagui.

—Oye, Hisagui-san.

—¿Eh? —pestañeo este y se levantó rápidamente de la silla—. Uy, uy, uy… me acorde que tengo pendientes ¿Por qué no le preguntas a Renji?

—Oye, Renji.

—No les hagas caso —dijo despreocupadamente el joven mientras escribía un mensaje de texto—. Simplemente son incomibles.

—¡Que sincero!

—Sabes que jamás te mentiría.

La joven de cabello castaño cerró la puerta tras de sí. Contó el dinero que tenia en mano asesorándose que no le faltara para poder comprar lo que necesitaba, cuando…

—Hinamori.

Una voz la llamó y al levantar la mirada pudo distinguir a una joven de contextura pequeña como la de ella, delgada, pelo negro desmechado hasta los hombros y con un mechón entre sus dos ojos que eran grandes y profundos de un color azul oscuro. La joven estaba acompañada de la perra labrador de Momo.

—Rukia-san.

Sonrío ampliamente al nombrarla.

—Vine a verte, como todos los días —dijo Rukia—. Pero me detuve un momento a jugar con Tobiume.

—¡Has visto que grande y linda se ha puesto!

—Sí, súper obediente. Y dime ¿A dónde ibas, Momo?

—A hacer las compras. Ya sabes, sino cocino yo estos hombres son capaces de hacer un estofado con lo que sacan del tacho de basura.

Ambas se miraron y soñaron la más horrorosa y despreciable comida que se podían imaginar y luego echaron a reír.

—¿Me acompañas al mercado, Rukia-san?

—Claro.

Esa es mi vida, dentro de todo. Si no lo entendieron, se las puedo contar.

Mi nombre es Momo Hinamori y tengo diecinueve años. Vivo en un poblado llamado Karakura junto a Renji Abarai, Izuru Kira y Shuhei Hisagui que son los hermanos que me ha dado la vida. Los cuatro estamos desde que tenemos noción, por lo menos yo desde que nací, bajo el cuidado y protección de Kisuke Urahara (el hombre del sombrero, siempre lo lleva… es su marca registrada) y Yoruichi Shihouin, la única mujer que me hace compañía dentro de la casa al lado de tantos hombres. No tengo padres, ellos me abandonaron al nacer. Vaya uno a saber porque razones.

Mi mejor amiga es Rukia Kuchiki, gracias al cielo la tengo a mi lado. Ella si me comprende, ya saben, cosas de chicas. Me defiende de todos y se ha autodenominado a ella misma como mi guarda espalda personal con la excusa de que yo soy muy inocente. Pero a mi entender es más porque le encanta hacerle la vida imposible a Renji.

Vivir entre tantos hombres y de semejantes personalidades, no es tarea fácil ¿Ustedes que creen? Si no es la manía de andar en ropa interior por toda la casa como si estuvieran en un vestuario de fútbol, son las montañas de ropa sucia que dejan fermentar por meses o las competencias de eructos en la mesa que siempre terminan de la peor manera. Además, que poseen un severo problema con el inodoro del baño, se confunden los cepillos de dientes, dejan las cosas en cualquier lado y ni pensar en entrar a la habitación que comparten Izuru, Renji y Shuhei… comparable a una planta de desechos tóxicos. ¿Y que decir de Urahara? Este señor tan despreocupado a simple vista… solo nos deja ser, siempre nos ha dado la libertad necesaria, aunque la mía siempre he estado un poco limitada. Pero que nadie dude de la inteligencia de este hombre a la hora de mantenernos bien vigilados, él junto con Yoruichi nos han protegido siempre.

Somos unidos y nos tenemos los unos a los otros. Si no nos tuviéramos, no sabríamos como seguir. Porque ante cualquier dificultad, ellos a su manera… me supieron sacar adelante.

Por cierto ¿Les dije que tengo una banda de música y una mascota llamada Tobiume? ¿Y que amo la fotografía? ¡No! Pero que despiste de mi parte… Bueno, más adelante lo verán.

/

El ruido de los autos, el gas negro saliendo del escape de los autobuses, las bocinas de un embotellamiento en hora pico, algún que otro peatón no respetando las señales de transito. Un aglomeramiento de gente en cada esquina, van de un lado a otro sin ni siquiera mirar al que camina a su lado. Tienen sus problemas y parecen vivir a mil por hora, como si las veinticuatro horas del día o la vida misma no les alcanzara para hacer todo lo que desean ¿Será el pánico?

"Seguramente es eso… el pánico"

Pensó un muchacho de cabello corto blanco casi en punta y revuelto, de unos impactantes y profundos ojos verde mar, de estatura baja para ser hombre, pero con un porte y semblante serio y firme.

Estaba desde su oficina de un alto rascacielos viendo semejante panorama que mostraba la gran ciudad de Tokio, cuando sintió que alguien entraba.

—Taichoooo…

Una voz cantarina llamo su atención, proveniente de una mujer de cabello rubio pasando a naranja claro, despampanante y de una delantera voluptuosa, coqueta y divertida siempre. Una mujer muy haragana para el trabajo, su jefe aun no entendía porque le seguía pagando un sueldo. Al recordar el apodo con el que le llamo solo se limito a cerrar los ojos con enojo.

—Me crucé con Ukitake y esta muy optimista con la fiesta de esta noche… a lo que me recuerda ¿Cómo se prepara para la noche de hoy, taicho?

—Matsumoto.

—¿Qué? —pestañeo la mujer—. ¿Qué sucede? ¡No me diga que de vuelta esta de mal humor!

—¡No! Solo deja de llamarme taicho ¿Cuándo lo vas a aprender?

—Ah, es eso, pero taicho usted es tan serio y demandante que parece uno ¡Solo tiene veintitrés años! ¡Disfrute más de la vida, joven genio!

—¿Ah, sí? Y que quieres ¿Qué me vaya a beber sake contigo todas las noches a esos bares de mala muerte?

—¡Que cruel es taicho! Yo voy a lugares distinguidos, puede preguntarle a Kyoraku o al mismísimo Gin.

—¡Gin nunca te acompaña a esos lugares!

—¡Pero Kyoraku sí! Además, Gin es mi pareja y mi futuro esposo —dijo con ilusión—. Gin sabe perfectamente que clase de mujer soy y que seria incapaz de ir a lugares de mala muerte como usted los llama.

—Suficiente, cierra la boca —el chico se sentó en su escritorio—. ¿Me trajiste la historia clínica de los pacientes que te pedí?

—Por supuesto —le extendió en mano unas carpetas—. ¿Qué clase de asistente medica cree que soy?

—Una muy ineficiente, por supuesto.

—¡Que malo es taicho! Y yo que siempre me preocupo por su bienestar, lo quiero tanto como a un hermanito pequeño, además de que…

El joven ignoró por completo las palabras de Matsumoto, posando sus ojos en la historia clínica que necesitaba estudiar. Su semblante se volvió serio al comparar cada uno de los casos, suspiró con preocupación.

—¿Qué sucede, doc? ¿Paso algo malo? ¿Qué dicen los documentos de los pacientes que han entrado el día de ayer?

—Síndrome Hollow —dijo sin quitar la mirada de los papeles—. Nuevamente no dan los indicios de cómo se han infectado.

—Tranquilo, con las nuevas conferencias y reuniones que se abrirán a partir de ahora, tengo fe… algún día encontraremos la cura.

—¿Y mientras tanto qué? Seguimos viendo como la gente se muere por nuestra incompetencia, no solo en Japón sino en todo el mundo.

—Pero entienda, peor sería que nos quedáramos de brazos cruzados y eso es algo que usted jamás ha hecho. Se porque siempre mira desde el ventanal a la ciudad de Tokio, se que se pregunta ¿Cuánto tiempo pasara hasta que esta enfermedad nos consuma a todos? ¿Verdad?

El joven suspiró y giró su mirada hacia el cristal de la oficina. Se levanto de su asiento y fue hacia la estantería donde guardaba los demás documentos de sus pacientes, acomodó su delantal blanco, cuando escucho que golpeaban la puerta.

—Doctor Toushiro Hitsugaya, soy Nanao Ise la asistente médica del Doctor Kyoraku Shusui. Se lo necesita con suma urgencia en la planta baja sección consultorios, ha ingresado un paciente que necesita de su inmediata atención.

En un abrir y cerrar de ojos Matsumoto solo escucho el fuerte portazo de la puerta cerrarse, ya su doctor y jefe había desaparecido en el acto.

—Tenga fe. Usted es un joven fuerte tanto mental como emocionalmente. Sino hubiera sido así, ya se habría resignado.

/

La oscuridad del cielo dio paso a la noche, quien escuchaba los reclamos de cierto joven.

—¡Yo sigo insistiendo que deberíamos ir en una camioneta! Sino ¿En donde llevaremos los instrumentos?

—¡Cállate, Renji! Ya dije que no debemos llevarlos, que en ese lugar poseen banda sonora. Además, el autobús nos deja a dos cuadras de la avenida principal de Tokio ¡Piensa, Renji!

—¡No me grites, Rukia!

—¿Y que si te vuelvo a gritar?

Ambos jóvenes se pusieron frente contra frente a la vez que se mostraban los dientes, a punto de empezar una pelea digna de luchadores profesionales.

—Estos dos no van a cambiar jamás —dijo Izuru mirando la pelea—. ¿Tú que piensas, Hisagui-san?

—Pienso que si no dejan de discutir les pateare el trasero a los dos, ya que estoy pasando frío sin necesidad alguna

—¿Y quién te dijo que te vinieras de musculosa? ¡Ponte la campera! No hay ninguna chica linda para que andes mostrando los músculos.

—¡Cállate! —le dio un coscorrón—. Como se nota que eres un niñato en temas de conquista… ¡Quién sabe! Tal vez una bella dama pase pidiendo auxilio por aquí y el fuerte y musculoso Shuhei Hisagui estará ahí para rescatarla.

—Que imaginación —susurró el rubio frotándose la cabeza—. Eso tiene tantas probabilidades de pasar como que un día Urahara se gane la lotería.

—¿Dijiste algo?

—¿Eh? No, no…

Izuru salio de al lado de Shuhei para ir con Momo, quien tenia una mochila en sus espaldas con la ropa para cambiarse antes de salir al escenario. Estaba parada al lado de un poste de luz absorta del escándalo que estaban armando Rukia y Renji, y del que ahora Hisagui había tomado partido para separarlos.

—¿Qué haces, Hinamori-kun? —dijo al ver a su amiga mirando el cielo.

—Miro la luna ¿No crees que es hermosa?

—Bueno, a mí me gusta más el día, la noche es fría y solitaria.

—Entiendo, pero la luna y la noche entienden la soledad de las personas —sonrió y luego escucho un grito de Rukia—. ¿Eh? No me digas que se están peleando de nuevo.

—Para no perder la costumbre.

Momo y Kira vieron de lejos que una luz se aproximaba.

—¡DEJEN DE PELEAR! —gritó Momo—. ¡Ahí viene el autobús!

—Que pulmones —expresó Kira agarrándose el pecho del susto.

Y antes de subirse al colectivo, Momo le dio un último vistazo a la luna.

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Tenía las manos dentro de los bolsillos de su esmoquin negro, miraba la luna que se reflejaba en el brillo de sus ojos verde. Las sensaciones eran interminables, pero siempre las mismas, el frío y la soledad.

A sus espaldas había una fiesta, por así decirlo, era más bien una reunión de relaciones públicas doctorales. Mantener alguna conversación con algún colega, que por cierto, saludaba todos los días. Conocer a un que otro medico prestigioso, recibir halagos sinceros o algún que otro comentario hipócrita de aquellos que no confían en su talento por el hecho de ser aun un jovencito.

Miro su reloj y suspiró, cuando sentía que no encajaba en un lugar, los segundos se hacían eternos. Sintió unos pasos acercarse. No poseía poderes sobrenaturales, pero sabia que era ella… la única persona que nunca respeto sus pequeños momentos de privacidad.

—¿Qué quieres, Matsumoto?

—Taicho ¿Cómo sabía que era yo?

—Los tacos.

—¿Los tacos? —dijo confundida para luego mirar sus zapatos—. ¡Ah, que atento! Usted me sorprende todos los días y eso que lo conozco desde que era un chabalín.

—¿Qué quieres?

—Nuestros colegas están preguntado por usted, algunos amigos y compañeros de Ichigo quieren conocerlo. Al parecer usted es el único que le gusta brillar por su ausencia —sonrió—. Ichigo siempre tan gentil, a pesar de que siempre busca hacerlo enfadar, cuando tiene una oportunidad habla bien de su persona.

—Kurosaki —suspiró negando la cabeza.

—Debo decir que especialmente todas las jovencitas con las que me cruzo me preguntan por usted ¿Por qué será?

—Y yo que voy a saber —se encogió de hombros y Matsumoto lo miro resignada—. Por cierto, ¿ya llego Aizen?

—¿Acaso usted no tiene sentimientos?

—¿A qué te refieres?

—Hermosas y distinguidas muchachas están con su corazón en la mano esperando por usted. Mendigando un simple "hola" o en su defecto una fría y asesina mirada que las mate de amor de un solo tiro —hizo con su mano la seña de clavarse un puñal en el pecho—. Suspiran y respiran de amor por su persona ¿No le importa?

—Yo no hice nada para provocar ese interés en esas jóvenes con ilusiones de princesas. No me interesan en lo más mínimo.

Toshiro se volteo y dejo a la voluptuosa mujer pensando, mientras entraba al lugar en donde se realizaba la reunión.

—Entonces… —dijo pensativa—. No, no puede ser cierto ¡Taicho! —dio un pequeño grito a lo que Hitsugaya se dio la vuelta enfadado—. Taichooo…

—¿Qué cuernos quieres?

—No me diga que usted —le señaló con el dedo temblorosa—. Es… es… es…

—¡QUE! —dijo irritado.

—¡Es gay! —ella se llevo ambas manos a la boca—. ¡Por dios! Taicho no… ¡Con lo guapo que es usted!

—¡Pero qué idea estúpida se te pego ahora en ese cerebro de mosquito, Matsumoto!

—Pero usted acaba de decir...

—¡Que no me interesan esas jovencitas! ¡No que no me gustan las mujeres, pedazo de baka!

—¡Ay, pero que gran susto me ha dado! —dijo suspirando con alivio—. Pero explíqueme ¿Porque no? Son muchachas con clase, finas, lindas y de figuras prominentes, capaces de hacerlo arder ¡Ju, Ju, Ju! Y la gran mayoría son hijas de importantes médicos y colegas del país ¡Son un gran partido para usted!

A Hitsugaya se le hizo un tic en el ojo y hablo severo.

—¿Qué clase de hombre crees que soy, Matsumoto?

—Oh, lo siento

—¡Por eso que ni se te ocurra andar armándome citas con ninguna de ellas! ¿Te quedo claro? Porque te encerrare toda la semana en el consultorio con pilas de historias clínicas para documentar.

—Sí, señor —dijo con una mano en la frente como un soldado—. ¡A sus ordenes!

Suspiro dándose la vuelta y dejando sola a la loca de su asistente medico.

Había un gran banquete ofreciéndose, mesas redondas con una elegante y delicada decoración. Se topo con un mesero que le ofreció una copa que acepto por educación.

—Toshiro.

Una voz lo llamo. Frunció el ceño, al reconocerla. Ese muchacho de pelo naranja.

—¡Es Hitsugaya para ti, Kurosaki!

—No cambias —hablo el joven, pelo color de mandarina, ojos café y estatura alta—. ¿Cómo va el trabajo?

—Bien, lo mismo de siempre ¿Y la clínica familiar?

—Igual. Por cierto hay unos amigos que quiero que conozcas.

Un muchacho flaco de pelo negro azulado y anteojos se acerco a ellos junto a un chico un poco más alto que él, de cabello castaño y ojos marrones.

—El cuatro ojos es Ishida Uryuu, el prometido de Orihime —dijo lo último en un tono incomodo—. Es medico clínico del Hospital Publico Central de Tokio.

—Lo de cuatro ojos estuvo de mas, Kurosaki —dijo enojado Uryuu.

En ese momento, apareció abrazando por detrás a Ishida, una joven de cabello lacio y anaranjado, ojos grises, delgada y de una delantera prominente como la de Matsumoto.

—Toshiro-kun ¿Ya te presentaron a Uryuu? ¿Verdad que mi novio es muy guapo? —expresó sin soltar a su prometido y dándole un beso en la mejilla.

Ichigo giro la cara para otro lado con cierto enojo, cosa que Hitsugaya noto enseguida por lo que se limito a seguir callado.

—Orihime —dijo sonrojado el chico—. ¿Podrías dejarme saludar cordialmente al doctor Hitsugaya?

—¡Oh, claro! —exclamó desasiendo el abrazo y apenada—. Lo siento mucho.

—Mucho gusto, Toshiro Hitsugaya —extendió su mano Ishida—. Es todo un placer conocerlo, Kurosaki me ha hablado muy bien de usted.

—Gracias —correspondió el saludo Toshiro, para luego mirar al otro sujeto.

—Ah, sí —hablo Ichigo nuevamente—. Y él es Keigo Asano, cirujano y mujeriego empedernido.

—¡Oye, Ichigo! Me estas dejando con una muy mala imagen, por favor.

—Es mejor que te conozcan así como eres.

Keigo ignoro ese último comentario y al igual que Ishida le extendió la mano a Toshiro y ambos se saludaron cordialmente. En ese momento, llegó una joven de piel blanca, delgada, estatura pequeña y pelo negro suelto y corto.

—Hola Toshiro, tanto tiempo ¿Cómo estas?

—Bien ¿Y tú, Kurosaki?

—Pues, excelente… y sabes que me debes llamar Karin —sonrió—. ¡Vaya, creo que has crecido, por lo visto ahora pasas los hombros de Ichi-nii!

—¿Es un burla? —dijo él levantando una ceja.

—Un cumplido —respondió sarcásticamente.

—Es cierto, Toshiro —dijo poniéndosele al lado Ichigo mientras comprobaba lo que había dicho su hermana—. ¡Ya me pasas los hombros y un poco mas!

—¡Cierra la boca! Dejen de decir incoherencias, maldita genética Kurosaki.

—Les dije que carece de paciencia y es muy gruñón —comentó Ichigo mirando a los demás—. Igual tiene lo suyo.

—Claro que si —dijo dulcemente Orihime—. Toshiro-kun es muy inteligente y aunque se muestre frío y distante, en el fondo es una buena persona.

Toshiro arqueo una ceja y miro confundido a Inuoe ¿Acaso él tenia la apariencia de un asesino serial o algo así? De repente vio que un hombre de cabello largo y blanco, ojos marrones y un semblante amable que se acerco a ellos.

—Toshiro, al fin te encuentro —miró a los demás—. Buenas noches, jóvenes.

—Buenas noches —respondieron los demás.

—Buenas noches, doctor Juushiro —dijo Ichigo—. ¿Cómo se encuentra de salud?

—Hoy muy bien, siento mi cuerpo fuerte como el de un luchador ¿Ustedes que dicen?

—Que se ve muy guapo y elegante esta noche —dijo Orihime—. ¡Ese traje le sienta muy bien!

—Inoue-san me vas a hacer sonrojar.

—Ukitake —hablo Toshiro—. ¿Qué sucede?

—¡Ah, si… a eso venia! Se los quitaré por un momento. Acompáñeme, colega. Hay alguien que quiero que conozca.

Ambos doctores se dirigieron a una de las mesas centrales del lugar. El joven lo siguió resignado, al parecer esa noche iba a ser muy larga y con demasiada gente por conocer, como siempre cumpliendo con el protocolo. Al llegar a la mesa correspondiente, Ukitake le señalo a Hitsugaya a una señora de semblante pacifico, ojos azules oscuros y con peinado extraño, que constituía en una trenza larga amarrada desde su cuello hacia delante de su pecho.

—Retsu —la mujer al escuchar su nombre se giro.

—Juushiro ¿Lo has traído?

—Así es. Toshiro Hitsugaya, ella es la prestigiosa doctora Retsu Unohana.

El joven muchacho abrió los ojos sorprendido. Muchas veces había oído hablar de ella, de su gran dedicación y aporte medico internacional. Pero que había resignado un alto puesto en una clínica privada de Estados Unidos para tratar a la gente sin obra social en un hospital público de Japón.

—Es un gusto, doctor Hitsugaya —sonrío la mujer—. Seguramente ya muchos se lo han dicho en la noche, pero no voy a mentirle… me han hablado muy bien de su persona. He oído mucho acerca de usted, del joven prodigio que es. Y es bueno saber que jóvenes con el talento que usted posee se interesen en la salud de la gente.

—El placer es mío, doctora Unohana —dijo seguro, pero tímido—. Siempre tuve deseos de conocerla, ya que he estudiado muchos de sus trabajos acerca del Síndrome Hollow y debo decirle que son excelentes.

—Me halaga. De verdad, muchas gracias. Aunque lamentablemente aun seguimos sin grandes resultados con respecto a ese calvario —la mujer lo miro fijamente—. ¿Usted trabaja en la clínica del doctor Aizen? ¿Verdad?

—Así es. Apenas me recibí Aizen me dio un trabajo importante en su clínica.

—¿Sabe? Seria un gran honor para mí que usted pasara a hacer una visita al hospital publico en donde ejerzo ya hace once años. He tomado el cargo de directora y la opinión de una mente como la suya, seria un excelente aporte.

—¿Y en qué hospital trabaja?

—En el hospital público de Karakura. Poblado que queda a hora y media de aquí, de Tokio.

—Está bien. Será un placer para mi y por supuesto iré a Karakura… délo por hecho.

—Muchas gracias.

—Taicho —llegó Matsumoto y al mirar a la mujer que los acompañaba—. ¡Oh, Retsu! Tanto tiempo ¿Cómo ha estado?

—Muy bien, Rangiku. Si que ha pasado el tiempo, cuando te vi por última vez fue hace diez años exactamente ¿Qué es de tu vida?

—Pues, para variar ahora soy la asistente médico de este joven genio.

—Vaya, me alegro por ti.

—¿Tú ya la conocías, Matsumoto?

—Por supuesto, doc. La conozco gracias a Gin que compartió con ella el primer equipo de investigación del Síndrome Hollow, hace veinte años. Cuando la enfermedad se conoció por primera vez a nivel mundial. Bueno, hace diez años que Gin y yo somos pareja y una de las primeras personas que me presento fue a ella ¿Verdad, Retsu?

—Así es, nunca vi tan comprometido a Ichimaru con alguien como ahora lo esta con Rangiku.

—Raro —susurró Hitsugaya.

"Gin tan responsable y sereno, y Matsumoto tan floja e inquieta… se ve que los opuestos se atraen. Lo que habrá sufrido durante esos diez años y lo que le falta todavía ¡Pobre del doctor Ichimaru! Y pobre de mi, que también la aguanto", pensó el joven.

—Bueno, me avisaron que Aizen no podrá llegar, tuvo un asunto que atender —hablo Ukitake—. Van a apagar las luces, tomemos asiento que han contratado una banda para que toque en la reunión. Parece ser que esta vez se jugaron y trajeron algo lindo para ver.

—¡Qué bueno! —expresó Matsumoto—. Bien, seguramente Gin se sentara junto a Tousen y sus colegas en la mesa principal. Así que… ¡A sentarse se ha dicho!

Cada uno de los presentes se fue acomodando en sus lugares mientras eran agasajados con alguna bebida fina y apetitosa. Por su parte, en detrás de escena…

—Bien —sonrió Izuru mirando a sus amigos—. Ya estamos todos cambiados, todos de punta en blanco.

—¿Qué te sucede ahora, Renji? —hablo Rukia mientras se le formaba una vena en la frente—. ¡Deja de rascarte así!

—No me impacientes, enana. ¿Acaso nunca oíste hablar de los nervios escénicos? Pues, mi manera de expresarlo es a través de la comezón.

—¡Ay, por dios! No seas ridículo —le jaló de la camisa—. ¡Se machito!

—¡No metas a mi hombría en este asunto!

Por otro lado…

—Oye, Hisagui —dijo Momo confundida—. ¿Podrías dejar de hacer poses ridículas?

—Tengo que estar preparado por si hay alguna bella dama a quien conquistar.

—Ay, no cambias mas —dijo negando con la cabeza—. ¡Deja de moverte así! Me vas a poner más nerviosa de lo que estoy.

—Esta camisa no me deja mostrar mi buen trabajo de gimnasio —se quejó—. Momo ¿Podré desabrochármela?

—No —suspiró—. Pero que cosas dices, Hisagui-san.

Las luces se apagaron y solo quedo una luz blanca en el centro del salón. En donde apareció un hombre alto de cabello negro, bigote y traje gris. Con micrófono en mano empezó a hablar:

—Buenas noches damas y caballeros. Es un placer tenerlos en esta reunión de relaciones laborales y lazos de confianza. Para empezar con esta velada de relaciones públicas, tengo el agrado de presentarles a cinco jóvenes que son parte de una banda que llenaran sus oídos de música. Ellos son… —con su mano señalo hacia la dirección por donde saldrían los personajes—, Renji Abarai (salió el chico vestido con un pañuelo sobre su frente color negro, zapatos blancos, una camisa blanca y pantalones largos del mismo color), Rukia Kuchiki (la joven salió con unas chatitas blancas, un short blanco ajustado y musculosa del mismo color), Izuru Kira (el rubio se presentó vestido igual que Renji, pero sin ningún pañuelo en la cabeza), Hinamori Momo (la mas chica del grupo salio con unas zapatillas blanquecinas tipo botitas, una minifalda con volados blancos, un strapless del mismo color y el pelo regido hacia el costado con una flor rosa) y Shuhei Hisagui (que vestía igual que los demás muchachos). Ellos cinco son Soul Society… ¡Disfrútenlos!

Los ojos verdes de Toshiro, como un acto inconsciente e involuntario se posaron directamente en la joven Momo, quien tomaba su micrófono en mano. Mientras que por otro lado del salón, Ichigo pensó que Rukia era una pequeñita muy seria.

La música empezó a sonar con un piano de fondo.

Hisagui: ¿Cuántos sueños has tenido?

Y por miedo no has seguido

El camino que te lleva hacer realidad

Solo piensa un instante

Nunca mucho fue bastante

Para ti.

Renji: Ya no se porque razones

Te has quedado en ilusiones

No me digas que no hay tiempo

Y te eches atrás.

Kira: Quiero estar siempre a tu lado

Y olvidarnos del pasado

Tú y yo

Todos: Porque…

No quiero vivir con miedo a perderte

Me quiero morir sino puedo verte

Renji: En mi vida no hay más salida…

Todos: No puedo dormir sino puedo tenerte

No puedo seguir muriendo lentamente

Hisagui: A tu lado… encadenado

Oh, Oh, Oh…

Rukia: Cada noche te he buscado

Y en mis sueños te he encontrado

Me despierto en un instante

Y tú ya no estas

Momo: Yo quiero estar siempre a tu lado

Y olvidarnos del pasado

Tú y yo

Todos: Porque…

No quiero vivir con miedo a perderte

Me quiero morir sino puedo verte

Rukia: En mi vida, no hay mas salida…

Todos: No puedo dormir sino puedo tenerte

No puedo seguir muriendo lentamente

Momo: Ser tu hada… encadenada

Solo los chicos: No quiero vivir con miedo a perderte

Me quiero morir sino puedo verte

No puedo dormir sino puedo tenerte

No puedo seguir muriendo lentamente

Momo y Rukia: Ya no se porque razones

Te has quedado en ilusiones

Todos: Porque…

No quiero vivir con miedo a perderte

Me quiero morir sino puedo verte

Momo: En mi vida, no hay más salida…

Todos: No puedo dormir sino puedo tenerte

No puedo seguir muriendo lentamente

Rukia: Ser tu hada… encadenada

Todos: No quiero vivir con miedo a perder

Me quiero morir sino puedo verte

No quiero dormir sino puedo verte

No puedo seguir muriendo lentamente

Ah, Ah, Ah…

El piano termino en la nota do y re.

Al prenderse las luces nuevamente, los integrantes de Soul Society hicieron una leve reverencia, mientras que los aplausos efusivos no se hicieron esperar.

—¡Ay, pero que lindos son los cinco! ¡Me encantaron! —dijo una fascinada Rangiku—. ¿Usted que piensa, taicho? ¿Taicho me está escuchando?

Matsumoto abrió levemente su boca de la sorpresa, al darse cuenta de que su jefe estaba perdido en la delicada figura de la dulce jovencita de la flor rosa en el cabello.

—Taicho —hablo para comprobar sus sospechas—. ¿Verdad que la chica de la rosa es muy bonita?

—Aja…

Respondió el doctor inconscientemente. Rangiku no lo podía creer, era la primera vez que veía a Hitsugaya Toshiro de ese modo.

Momo en ese preciso momento hizo otra reverencia al público y al levantar la mirada fijo sus profundos ojos castaños en el joven de cabello blanco, se lo quedo mirando detenidamente. Jamás había visto a una persona con el cabello de ese color, era maravillosamente único. Ambos no se dejaban de mirar fijamente como si con eso pudieran entrar hacia el interior del otro, para fundirse en él y conocerlo por completo. Al darse cuenta de lo que estaba pasando, Momo por cortesía y con cierta torpeza le sonrío con dulzura.

—Momo ¿Qué esperas? —le tomo del brazo Rukia—. Ya vámonos.

Ante aquella angelical sonrisa que hacia tiempo en su vida no recibía, Toshiro se sonrojo levemente, pero ella no lo percibió; ya se encontraba de espaldas caminando junto a su amiga hacia atrás de escena. Giro su cara para otro lado disimuladamente y se encontró con la enorme sonrisa de Matsumoto.

—¡Lo atrapé!

—¡Kyyaaa! —exclamó el médico alejándose—. ¿Qué demonios haces tan cerca, Matsumoto?

—¡Jo, Jo, Jo! ¡El taicho se puso colorado! ¡Se puso colorado! —decía cantarina y los que estaban en la mesa observaron a Toshiro—. Y todo porque ese niñita le sonrío ¡El taicho tiene vergüenza! ¿Al doc le gusta esa jovencita?

—¡Cállate! —gritó—. Ya debes estar borracha.

—¡Oiga, no me ofenda! Además, usted mismo dijo que le parecía bonita.

—¿Cuándo rayos dije una cosa así?

—Recién se lo pregunte y usted me dijo —imito la voz del joven—. Aja… Un poco más y se le cae la baba.

Ukitake y Unohana sonrieron graciosos, ya que ellos también habían escuchado esa pregunta de Matsumoto y la posterior reacción y respuesta del joven. Toshiro gruñó y giró su cara hacia el centro del salón, pero ya ninguno de los cinco jóvenes estaba en el lugar. Ella ya se había ido.

"Hinamori Momo", pensó el muchacho.

Detrás de escena, Rukia estaba feliz por la buena presentación que habían tenido, pero Renji, Izuru y Shuhei se habían puesto muy serios. Mientras que Hinamori se encontraba perdida en sus pensamientos.

"Que chico mas extraño… nunca en mi vida vi a alguien con esa mirada tan profunda y con ese color de cabello"

—Hinamori… ¡Hinamori!

—Eh? —pestañeó—. ¿Qué… que pasa Hisagui-san?

—¡Debemos irnos ya! —le jaló de la mano.

—¡Ay, Hisagui-san! ¿Por qué tanta prisa?

—Solo obedece.

Hisagui agarro a la joven, la alzo poniéndola en su hombro como si de un costal de verduras se tratara y salio corriendo de ese lugar.

Continuara…

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Aclaraciones de la autora:

Taicho: Capitán.

Baka: Idiota.

La canción que cantan como grupo los chicos en la fiesta es de Teenangels y se llama Miedo a Perderte.

El próximo capitulo promete (sonrisa)

Espero les haya gustado… gracias por leer.

¡Hasta el próximo capitulo!