Capitulo 1: Compañera de pociones
Por Merlín, sacaré un insuficiente – chilló Hermione, por lo bajo, para que Snape no la escuchara.
Trabajarán en parejas, les he dejado las instrucciones en el pizarrón, así que no me podrán preguntar nada.. –
Hermione agitó su mano en al aire, Snape ni siquiera la miró, pero ella no se pudo quedar callada y dijo, angustiada: – Profesor, podría decirnos al menos en nombre de la poción, o para qué sirve –
– No recuerdo haberle cedido la palabra, Granger. Diez puntos menos para Gryffindor –
Hermiona se puso cono un tomate, y bajo sus ojos a su libro. – Perdone, profesor –
Malfoy río unas sillas más allá, viendo a Hermione con una mueca en sus labios. – Sí sangre sucia, regresa tus ojos al libro –
Harry se volteó, molesto, Hermione se había quedado callada, y con la mirada fija en el libro.
– Cierra la boca Malfoy, ella es mucho mejor que tú y toda la porquería de Slytherins –
Malfoy iba a replicar algo pero Snape lo miró significativamente. – ¿Quieren un castigo al terminar la clase? Peeves ha hecho bastantes destrozos en mi despacho últimamente – Y dejó caer estruendosamente el gran libro de posiciones, entre Dean y Ron, que compartían mesa.
– ¡No quiero comer arañas!¡No por favor! –
Todos rieron intentando se discretos, la cara de Snape se contorsionó solo por un momento.
– Deje de dormir en mi clase Weasel, otros diez puntos menos para Gryffindor–
Otra serie de quejas recorrió todo el salón, discretas y disimuladas. Se escucharon risas, de Malfoy y los de su casa.
– Miren ¡Weasel tiene baba en la cara! - Draco Malfoy se hundió más en su asiento, sus amigos también rieron.
Snape, que ya no parecía a punto de estallar se volvió hacia él, con la cien palpitándole fuertemente – Malfoy, siéntese ahí, junto a la molesta Granger. Y tú Potter junto a Parkinson -
Malfoy se levantó muy molesto y cuando se cruzó con Harry le dio un empujón bastante fuerte.
– Estúpido Potter – susurró Malfoy.
– Hurón mal nacido –
Pobre Hermione, pensó mientras se sentaba junto a la chica de pelo negro y ojos grandes.
Tenía el mismo aire de aquella Pansy Parkinson que vio por primera vez en tercer año, siempre siguiendo a Malfoy como un perro faldero.
No era tan hermosa. Poseía el cabello color negro noche y suelto, cayéndole en la espalda, debajo de los hombros, éste no tenía gracia, no era lacio ni tampoco rizado. Enmarcaba los rasgos finos de su cara.
Sus ojos eran tan negros como su pelo, y eran más bonito que tenían, pues destellaban un brillo innatural. Su boca era el signo palparte de un Slytherin, una mueca burlesca y torcida.
– ¿Qué te quedas mirando Potter? – la chica lo miraba interrogante, parpadeó, burlesca.
Harry se sonrojó levemente, lo había pillado viéndola como un tarado. - No, no es nada - Se volvió hacia al pizarrón aún con el sonrojo visible en sus mejillas.
– Comiencen – señaló el profesor desde la pizarra.
No pasaron ni cinco minutos y Neville ya tenía muchos problemas, Snape lo regañó tantas veces que el chico salió corriendo hacia el baño, para vomitar del susto.
Pansy apretó los ojos hacia el pizarrón, estudiando la poción luego el empezó a dar instrucciones a diestra y siniestra.
– Potter, toma esa bolsa de baba y ponla dentro, pásame esa botella..
Harry no respondía, y seguía todas sus instrucciones, pero de pronto, algo ocurrió, tal vez aquel movimiento de sus labios cada que decía su nombre..
– ¡Potter los pelos de unicornio van dentro del caldero.. ¡No así no! ¡Qué te estoy diciendo!.. No olvídalo, sí es así.. ¡Potter en-qué-coño-estás-pensando! –
Se topó con sus ojos, que se abrían paso hasta su corazón, como llagas. Parecía tener fuego, noche y fuego, cubriéndolos sus largas y torrenciales pestañas en forma de cuchillos de estrella. Unas arruguitas le cubrían los ojos, de molestia como su boca apretada. Sus mejillas infladas.
Y sin saber por qué Harry rió ante su expresión y cejas fruncidas.
– ¿¡Te parece gracioso Potter? - tomó un bote lleno de gusanos cornudos, agarró un puño de aquellos extraños seres, y se los aventó en la cara –
– ¡Potter venció al señor tenebroso y no puede contra unos estúpidos gusanos! – gritaba Pansy, divertida.
Harry se limpió con el dorso de la túnica, asqueado. Estaba apunto de tomar una botella de púas de erizo cuando una mano sonó golpeando la mesa.
– ¿¡Qué está pasando aquí! - gritó Snape, no parecía muy contento. – ¿Jugando, eh? ¡Recoge los gusanos Potter, ahora mismo! ¡Veinte puntos menos para Gryffindor!. ¿Siempre queriendo llamar la atención, no Potter? Igual de petulante que su padre, y estúpido también. – dijo.
Harry apretó los puños por debajo de la mesa, hasta que se le marcaron los nudillos.
– ¿Acaso ya acabaron la poción?–
Para su sorpresa Pansy respondió. – En realidad sí profesor -
– Eso espero – parecía muy molesto, no se había salido con la suya. Sin ver a Harry, Snape se volvió y se alejó hasta el pizarrón, frente al grupo.
No le pienso dar las gracias a la serpiente, se dijo.
Pero parecía que otros también habían sufrido aquella clase, Malfoy y Hermione parecían enfrascados en una pelea, mientras Snape decía algo, algo que ellos no alcanzaron a escuchar.
– ¿Qué dijo? – dijo Parkinson.
– No sé. Dijo algo de "probar para comprobar", y lo siguiente no lo escuché –
– Bueno, entonces hay que hacerlo –
Pansy lo miró, desconfiada. Sirvió la poción en dos botellas, el color había cambiado de verde hasta un azul muy extraño. Parecido al azul acuoso de las estrellas del cielo bailando en la noche.
Los dos se miraron, inseguros. Levantaron sus vasos al aire, sin brindar y dieron un pequeño trago. El estómago les dio un tirón hacia abajo, en la legua sentían encajárseles espinas de un rosal. Y en la garganta sentían pelos que picaban todas sus paredes bucales.
- ¡Qué asco! - chilló Pansy, dejando la botella en la mesa. Parecía que iba a vomitar, la piel se le había hecho amarillenta aunque solo había tomado un poco menos que una cucharada.
Harry no dijo nada, sacó la lengua. Aún sentía espinas que le abrían los tejidos, y ese olor pegajoso que se le pegaba a la nariz.
- Pues, creo que no pasó nada - susurró Harry, después de un ratito. Ya se les había pasado un poco el efecto.
Pansy golpeó la mesa con los puños, no tan fuerte para que el profesor no la escuchara. – Maldita sea Potter te mataré por esto -
– Pero, ¿Yo qué? No es mi culpa que no funcione..
– ¡Claro que si! Yo te dije que.. –
– Potter y Parkinson dejen de pelearse como novios. ¿Ya dejaron su poción en la mesa donde están las de sus compañeros? – era Snape que parecía singularmente divertido al ver sus caras de repulsión.
Pansy se levantó en un pestañeo y dejó la poción en la mesa, regresó sin verle a los ojos.
– Muy bien, ahora pueden irse. Mañana os diré de qué trataba la poción –
Harry quiso preguntar qué tenía que pasar al tomarla, pero entonces todos habían recogido sus cosas, Parkinson se levantó silenciosamente, y caminó hacia Draco.
– ¡Granger es una molestia! ¡Espero que no se le ocurra la misma estupidez a Snape mañana –
Hermione parecía a punto de estallar, y con muy mal genio. Pasó por su lado con la boca bien apretada y le dijo: – Vámonos Harry –
Al salir del salón Ron se encontró con ellos, parecía aburrido. – Vaya clase, eh. ¿Cómo les fue? –
– Pues mi poción no funcionó – dijo Harry, siendo sincero.
– ¿Cómo lo sabes? – le interrogó Ron.
– No ocurrió nada cuando la probamos –
Hermione lo cortó, dejando de caminar: – ¡Harry! ¡Snape nunca dijo que la tomáramos! ¡Por Merlín! ¡Debes decirle a Snape! ¡No! ¡A Dumbledore! –
– Vámos Hermione, no es para tanto. Si no ocurrió nada ya, no creo que haya funcionado siquiera – contestó Harry.
– Es cierto Hermione, ya hubiera pasado algo. ¿No crees? – le ayudó Ron.
– No, no lo creo. Hay pociones que tardan incluso meses en efectuarse, y los daños pueden ser irreversibles. Oh Harry ¡Prométeme que si ocurre algo fuera de lo normal irás con Dumbledore!–
– De acuerdo – suspiró él. – Por Merlín, qué día. Más vale que la cena esté exquisita.
Ron soltó una suave risita a su lado, mientras se internaban al Gran Comedor.
