Atención: Querido lector, este capítulo contiene yuri explícito. Por favor, si no está de acuerdo con ello o le resulta violento le pido amablente que se marche de este fic y no lo lea.
Disclaimer: Los personajes de Hora de Aventura no me pertenecen, únicamente la idea.
N/A: Aunque esta historia sea inventada y por ello tenga elementos no reales, me basaré en toda la información disponible de la serie, como también de los cómics de Hora de Aventuras y los de Marceline y las Reinas del Grito. Intentaré que sea lo más verídica y cercana a la serie que me sea posible, con algunas variaciones para darle más consistencia a la historia. Enjoy :3
...
Chapter 1 - Aún duele.
Noté como los labios de esa incorregible y odiosa vampira chocaban contra los míos en un acto de rebeldía. Aquello estaba mal... ¿verdad? Le correspondí con ganas, liberando lo que por tanto tiempo había callado. Lo nuestro no formaba parte del canon de relaciones por excelencia, pero no me importaba lo más mínimo porque se sentía realmente bien el saborear esos labios que llevaban muertos hace siglos.
Sin esperármelo, Marceline deslizó su mano hasta mi cintura, apoderándose de ella y con gran maestría fue recostándose a horcajadas sobre mí. Mi corazón en esos momentos latía como no lo había hecho nunca antes, y si no fuera porque moriría, juraría que iba a estallar. Dejando la timidez a un lado, llevé mis manos hasta el cabello azabache de mi acompañante nocturna y mis dedos se enredaron con este. Tiré suavemente para separarla de mi boca, que ella no necesitara respirar no implicaba que yo tampoco. Ella pareció entenderlo y para dejarme tomar un poco de aire fue hasta mi cuello, proporcionándome ciertas caricias con su lengua viperina que iban aumentando mi temperatura corporal. Adentré mis manos bajo su camiseta, rozando con la yema de los dedos su pálida y suave piel mientras ella continuaba, solo que ahora tenía sus colmillos posicionados sobre mi yugular. Arrugué la nariz, pensé por un momento que drenaría toda la sangre de mi cuerpo ya que después de todo seguía siendo un vampiro, pero por el contrario solo los hundió mínimamente para poder absorber el rosa que allí había. Gemí inaudiblemente para cualquier persona normal, pero de entre sus habilidades también se encontraba la de tener un oído muy desarrollado, tonta de mí por no suponerlo.
-¿Te encuentras bien, Bonnie?- Sonrió burlonamente mientras me miraba de manera lasciva, o por lo menos eso me parecía a mí.
-Cállate, idiota.- Torcí la comisura de los labios tras aquellas palabras, Marceline solo soltó una pequeña risita y juntó nuevamente nuestras bocas.
A partir de esa sutíl bromita por su parte, todo se volvió más fogoso. Sus manos recorrían todo mi cuerpo, buscando cada recoveco escondido para poder acariciarlo; y las mías la despojaban de su ropa, ansiando expandir la superficie por donde moverse sin ningún impedimento. Y sin darme cuenta cómo, una de sus manos llegó a mi intimidad. Parecía tener experiencia, o eso supuse cuando esos largos y finos dedos jugaban de manera tan alegre sobre ella, haciendo que me excitara de una manera inimaginable. A pesar de la fina tela que nos separaba, su frío contacto contra mi calidez provocaba pequeños escalofríos que se dirigían a todo mi cuerpo; le encantaba tenerme en aquella situación donde ella lo controlaba todo, incluso mis reacciones.
Bajó sin reparo alguno aquello que le estaba molestando de hace rato: mi ropa interior; y en ese momento sentí como un golpe de calor se alojaba en mis mejillas en forma de sonrojo. Soy tan inexperta en el campo de las emociones... Mordió su labio, creo que esperaba que le diera permiso o algo, así que se lo concedí con un ligero asentir de cabeza. Acarició con suavidad mi bajo vientre, luego la parte interior de mis muslos y poco a poco fue llegando a mi entrepierna. Solté un pequeño jadeo cuando la sentí moverse a lo largo de esta, cuando paseaba sus dedos tranquilamente, cuando se detenía a la altura de mi clítoris y le daba una atención especial; me encantaba. En ese momento la miré, pude ver el deseo reflejado en sus ojos carmesí, brillaban tenuemente al tiempo que se acomodaba sobre las sábanas y los entrecerraba para concentrarse en la acción que estaba por venir. Cuando su lengua acarició la parte más íntima de mi ser, todo pareció desvanecerse por un momento. Aquella sensación era demasiado para mí, y como por acto reflejo dejé caer mi mano en su nuca... Era tan placentero... De mis labios solo salían pesados jadeos que alentaban a la Reina de los Vampiros a continuar con su trabajo, y yo se lo agradecía con torpes caricias en la nuca.
-Uhm... Bonnie...- Susurraba contra mi entrepierna. Sentir su aliento al hablar me producía un cosquilleo inevitable.
-Bonnie... ¡Bonnie! ¡Bonnibel!
Desperté de golpe, con el corazón acelerado y sudando ¿había sido todo producto de mi imaginación? Levanté la mirada y la ví allí, flotando frente a mí, la misma persona con la que estaba soñando segundos antes.
-Sí que duermes profundo, ¿eh Bonnie?- Afirmó la pelinegra, con sorna y su típica actitud chulesca.
-¿Qué haces aquí, Marceline? No recuerdo haberte...- Fui interrumpida, por esa voz ronca y sexy que me volvía loca.
-Tranquila Peebs, solo quería agradecerte que me ayudaras hoy con el asunto de Maja... ¿Qué hiciste para que esa chiflada te diera a Hambo?- Preguntó curiosa, sosteniéndome la mirada.
-Nada... Solo lo tomé a la fuerza. -Saqué pecho sonriente fingiendo orgullo, pero me sentía mal por mentirle, aunque fuese en una tontería como aquella.
-Vaya- Sonrió con amplitud, mostrando sus afilados colmillos al tiempo que se acercaba a la cama, junto a mi lado- Parece que la ratita de laboratorio sabe hacer más cosas que mezclar químicos si la situación lo requiere... Nunca te hubiera imaginado con tantas agallas Bonnie, gracias.
-N..no es nada...- Es lo único que pude articular. Aquello me había paralizado, Marceline no es precisamente de las personas que dan las gracias.
A pesar de que estaba oscuro, creí haberla visto sonreír cual niña pequeña. Se notaba que tenía mucho aprecio por Hambo y mereció la pena cambiarlo por la camiseta que ella me regaló. Puedo soportar el no poder inhalar más su olor por las noches, si me lo compensa con esa sonrisa que tanto me enamora. Sí, he de admitir que me gusta Marceline aunque ella no lo sepa jamás.
Nunca entenderé como es que me atreví a hacer eso, pero la cogí de la mano y me eché a un lado, dejándole un sitio para ella. Dejó de flotar y se sentó, aunque no soliera hacerlo. Poco a poco mi corazón se fue calmando, al igual que mi respiración. Yo me quedé callada, mirando a mi regazo y sonriendo para mis adentros por tenerla tan cerca, ella únicamente me miraba como tratando de descifrar si me pasaba algo. Finalmente se dió por vencida.
-¿Te ocurre algo, Bonnie?- Preguntó con una voz suave, la cual me encantó.
-Que va... S..solo echaba de menos estar así contigo, desde que pasó aquello...- Me sonrojé levemente, sonriendo aún y me tumbé, girando la cabeza hacia ella.
-Cierto... Yo también echaba de menos pasar tiempo de calidad contigo Bon-bon. Hoy me has demostrado que puedes ser una chica fuerte y valiente.- Sonrió aún más, pasando su mano por mi mejilla con el anverso de esta. Algo que me hizo sonrojar aún más.
-Por supuesto, ya no soy aquella niña que lloraba con cualquier cosa, Marceline...- Fingí indignamiento, al tiempo que cubría mi cara con la sábana, tratando de que no se diera cuenta de mi color, que pasaba de ser rosa natural a un rosa fuerte, rozando lo fucsia.
Ella solo se limitó a sonreír y a acomodarse sobre la cama, a mi lado. Podía sentir su mirada clavada en mí aunque la oscuridad reinara en la habitación. A pesar de su aparente estado de muerte, su cuerpo emanaba un tenue calor que el mío reclamaba aun sin tener frío, solo por estar junto a ella. Habían pasado ya unos minutos y ninguna de las dos hablaba, imagino que porque no hacía falta. Me acerqué un poco más a ella, fingiendo estar temblando para que me abrazara y así fue. Sus brazos cubrieron mi cuerpo, y yo me pegué al suyo; entonces noté como se tensó, algo no iba bien. Levanté la cabeza para mirarla y, llamadme loca si queréis, pero creí haber visto sus mejillas algo sonrojadas por la situación, aunque algo no iba del todo bien.
-¿Qué pasa...?- Toqué su mejilla, pero movió la cara lentamente, evitando mis rosadas manos. Un profundo sentimiento de tristeza me invadió, era como un déjà vu de hace unos años. -¿Aún sigues odiándome por aquello que pasó...?-
Su rostro cambió súbitamente, mostrándose fría y sin expresión alguna. Seguro que abrí la herida otra vez. Si es que no aprendes, Bonnibel...
-Mejor me voy, ¿no crees?- Señaló el ventanal abierto con su pulgar, por encima del hombro. Empezó a flotar tras levantarse de la cama, pero yo sostuve su mano. No quería que se fuera.
-No te vayas, Marcy... Por favor- La miré fijamente, esperando que pudiera entender que no estaba para peleas con ella. Dí un leve apretón a su mano, realmente quería que se quedara.
-¿Para qué? Ya tienes suficiente con tu reino y sus habitantes.- Contestó secamente, aquellas palabras me dolieron directamente en el corazón.
-Sabes que me gusta estar contigo, Marceline, me gusta mucho tu compañía pero ya sabes que la respons...-
-Sí, sí, todo ese rollo de que la responsabilidad demanda sacrificio. Lo dejaste muy claro.- Hizo un ademán con la mano libre, como restándole importancia y eso me molestó un poco.
-Tengo un reino del que cuidar Marceline, no puedes pretender que deje de atender las necesidades reales solo por estar contigo. No dispongo de todo el tiempo que yo quisiera, y como ya sabes mi gente no puede valerse apenas por sí misma, no sería una buena princesa si no me preocupara por mis obligaciones.- Sonreí irónicamente, dolorida por sus palabras. -Lo siento por no ser como tú, que vives la vida loca, siempre haces lo que quieres y no tienes ningún tipo de atadura. Por eso eres tan irresponsable, y por eso no quieres gobernar la nochesefera, porque sabes que te vas a ver sobrepasada con las obligaciones y prefieres huir.
-Ishhhhh... ¿Sabes qué, Peebles? Me largo de aquí. Siempre andas diciendo lo mismo, y no tengo paciencia para seguir con el mismo tema.- Chistó enfadada, soltándose bruscamente de mi mano y observé como se iba a toda prisa por el ventanal.
Me quedé un rato mirando hacia dicha dirección, hasta que unas lágrimas que estaba conteniendo amenazaban con salir de mis ojos.
*FLASHBACK*
Me encontraba frente a Marceline, apuntándola con una pistola mientras ella agonizaba en el suelo. Era mi deber, tenía que acabar con aquello, tenía que eliminar toda amenaza para mi reino. Mis manos empezaron a temblar, dudaba de si dejarla ir o cobrarme su vida allí mismo; lo mismo pasaba con mis ojos, no sabían si dejar caer unas lágrimas o mirarla con odio ante tal traición. Dulces recuerdos pasaron por mi mente: los paseos a su lado, los besos que nos dimos, las caricias que ambas nos dedicamos, el amor que nos profesábamos... Decidí darle la oportunidad de huir.
-Lárgate, Marceline...- Cerré los ojos para no dejar salir las lágrimas, no quería mostrar ningún signo de debilidad. -No vuelvas por aquí, nunca más.-
-B...Bonnie... Déjame explicarte. - Se tomó el hombro con la mano, taponando la herida mientras se incorporaba con lentitud; parecía que su cuerpo pesaba toneladas.
-¡Que te vayas! ¡No quiero volver a verte!- Grité desesperada, me lo estaba empezando a poner difícil. Bajé el arma, intentado controlar los temblores. -Aprovecha y vete...
Al fin pareció entenderlo, pues se puso en pie y con la mano aún en el hombro se elevó un palmo del suelo, dispuesta a marcharse. Volteó hacia mí, clavando sus ojos rojizos en los míos, llenos de dolor y rabia; yo simplemente giré la cabeza para no dañarme más con su mirada. Emprendió el vuelo hacia dios sabe dónde, abatida mientras yo seguía inmersa en mis pensamientos, tratando de comprender el porqué de su traición... Púdrete, Marceline Abadeer.
*FIN DEL FLASH BACK*
Una lágrima solitaria afloró finalmente, la primera de muchas esa noche. Realmente había metido la pata.
...
Espero que les haya gustado este capítulo, aún no sé si dejarlo como one-shot o seguir con la historia a ver como seguiría. Dejen sus reviews, favoritos o lo que quieran con sus opiniones al respecto; también valen tomatazos y amenazas si creen que no debiera seguir escribiendo xD
Decir como dato que me encuentro estudiando en segundo de bachillerato, con la selectividad a la vuelta de la esquina, y que si decido continuar la historia no sé cuando podría actualizar, ruego que me disculpen y sean pacientes. Que viva el Bubbline *u*
