EL QUE PERSEVERA ALCANZA SU SUEÑO By Yedra Phoenix
PRESENTACIÓN
Hola otra vez. Aquí estoy con una nueva historia. Al fin me he decido a publicarla, aprovechando el mes de diciembre, como regalito para todos de navidad y año Nuevo. Esto quiere decir que lo subiré todo a lo largo de este mes y principios de enero, cosa no muy difícil de cumplir porque sólo tiene tres capítulos.
Según las declaraciones de J K Rowling, James no consiguió convencer a Lily de sus serias intenciones hasta finales de su séptimo curso.
Aquí está mi idea de cómo pudo haber sido lo que ocurrió entre ellos.
No será un fic largo como "La Herencia de la Sangre" aunque espero que disfrutéis leyéndolo y, si tenéis un momentito, dejad algún comentario con vuestras opiniones, dudas o lo que sea (se agradecen infinitamente).
Un beso: Yedra Phoenix
PRIMER ACTO
— Al fin un poco de paz –se dijo Lily Evans intentando concentrarse en el libro y los pergaminos que tenía situados en la mesa frente a ella–. Aritmancia… a quién se le ocurre elegir semejante asignatura. ¡En qué mal momento se me ocurrió pensar que hacía bien estudiando tanto número!
Lily ya no recordaba cuántas veces había tenido ese mismo monólogo. Había escuchado y aceptado la propuesta que le hicieran tanto el director Dumbledore como la profesora McGonagall de la conveniencia para ella de estudiar Aritmancia. Con tantísimo trabajo que tenía en todas las asignaturas y añadirle las obligaciones como prefecta de Gryffindor había llegado un momento en que la cercanía de los ÉXTASIS la hacían estar en un estado de nervios que creía no poder resistir.
Necesitaba hablar con alguien, esa persona que para ella era tan especial. La que siempre la escuchaba y le daba ánimos y con la cual parecía que los nervios y las dudas desaparecían.
El resto de los alumnos de Gryffindor se había marchado al Gran Comedor pero ella había preferido quedarse allí, en la Sala Común, en un ambiente de paz y tranquilidad para resolver los ejercicios que la profesora Vector les había encomendado durante su última clase.
Debía resolver aquellas actividades que, según ella eran imposibles de entender.
—Y ¿para qué debe servir esto? –se preguntaba decaída–. ¡Pues claro! Para desesperar a los tarados que intenten hacerlo…
No tenía hambre. Tampoco pasaba mucho si se saltaba algunas comidas ¿no? Era para poder aprovechar el tiempo y estudiar. Además allí sola ella se sentía mejor.
Recogió su pelirrojo cabello en una cola de caballo para estar más cómoda y se preparó para abrir su mente para el estudio. Se concentró y reflexionó sobre todo lo que la profesora Vector les había explicado con anterioridad y que ella, hasta el momento, sí había entendido y comenzó a desarrollar el primer ejercicio.
Un buen rato después y habiendo rellenado un pergamino completo con números y signos que no todos podríamos comprender, abrió su libro para comprobar el resultado que ella había obtenido.
—¡Tanto esfuerzo para nada! –comentó con tono desanimado.
Tomó su varita y con un ligero movimiento hizo desaparecer todo lo escrito del pergamino. Se dispuso a volver a empezar cuando el ruido que provenía del retrato de la señora Gorda que daba entrada a la Sala Común de Gryffindor, la hizo levantar la cabeza.
Un grupo de tres alumnos de séptimo acababa de entrar. Ya habían terminado de cenar y volvían a su sala a descansar un rato.
—Lo que me faltaba –se quejó la pelirroja en voz baja–. Ya se acabó la tranquilidad.
Entraron riendo y comentando alguna trastada de las que solían hacer habitualmente mientras se dirigían hacia los sillones que estaban frente al lugar en el que Lily se había sentado a trabajar.
—¿A qué jugamos? –preguntó el más alto de los tres sentándose de espaldas a Lily.
—Podemos jugar al póquer –propuso el moreno de gafas sentándose frente al anterior.
—Yo prefiero leer –comentó el tercero. Un joven tranquilo de cabello castaño y ojos color miel.
—Creo que nos equivocamos al llamarte Moony, más bien deberíamos haberte llamado Bookworm.
—Qué ocurrencias tienes, Padfoot –comentó James colocándose bien las gafas para no perderse detalle de la pelirroja que tenía justo enfrente.
—Es que siempre estás leyendo escondido detrás de algún libro –explicó Sirius Black mientras barajaba los naipes con maestría–. Así nos haces bajar enteros a los merodeadores.
—Sirius tiene razón, Moony, deberías hacer más vida social –propuso James Potter.
—Que graciositos estáis hoy –les contestó Remus Lupin–. Yo también os puedo hacer algunos comentarios sobre vosotros… pero no vale la pena.
Lily sonreía para sus adentros. Ése era su mejor amigo. Nunca se dejaba llevar por los comentarios de sus presumidos compañeros.
El ruido que hacían las cartas al ser barajadas la sacó de sus pensamientos. Black y Potter comenzaron a jugar a las cartas y ella volvió a su trabajo.
Nuevamente el ruido del cuadro de la entrada. Más alumnos ingresaban en la Sala Común.
— Ahora sí que no habrá quién consiga concentrarse – pensó Lily.
Un rato después, cuando volvió a tener el ejercicio acabado, se dispuso a comprobar su resultado. Nuevamente era incorrecto. Revisó todo lo que había escrito en busca del error moviendo la cabeza negativamente. ¿En qué se había equivocado? Y pensar que los ÉXTASIS estaban a la vuelta de la esquina aún la ayudaba menos.
Remus Lupin, repantigado desde su sillón, la observaba con disimulo. No por nada Lily Evans era su mejor amiga. Todo el tiempo que pasaban juntos como prefectos de Gryffindor les había unido muchísimo. Además era la única persona, a excepción de sus amigos los merodeadores, que conocía su gran problema. Cuando vio bajar una lágrima por su mejilla no se lo pensó más. Cerró su libro y, dejándolo sobre el sillón, se fue a sentar junto a ella.
— ¿Qué te pasa, Lily? – le preguntó suavemente aunque de todas formas la sobresaltó. La pelirroja no lo había visto llegar hasta allí.
—No es nada… -se excusó secándose el rostro torpemente–. Este maldito ejercicio que no me sale.
—No puede ser que te rindas por una cosa así.
—Pues ¡ayúdame!
—¡Qué más quisiera yo que poder ayudarte! –exclamó el chico mirando los pergaminos que descansaban sobre la mesa-. Lo que pasa es que yo de Aritmancia no tengo ni la más mínima idea.
—No, si ya lo sabía… esta vez sacaré un Troll… -sollozó la chica– el primero de mi vida… Ahora que es tan importante porqué terminamos nuestros estudios aquí en Hogwarts y es el momento de pensar en el futuro…
—Tranquila, Lily –pretendió Remus reconfortarla.
Lily no pudo evitar el llanto y Remus se acercó a ella y la abrazó intentando infundirle un poco de ánimo que tanto necesitaba ella en esos momentos.
—Qué voy a hacer ahora¿dime? –preguntó ella apoyando su rostro en el pecho de su amigo–. Mientras hemos venido aquí a Hogwarts todo ha sido fácil sin tener que tomar decisiones importantes… pero esto se acaba. Yo ya no encajaré en el mundo muggle. Mi hermana me odia por lo que soy. ¡Ella piensa que soy un monstruo de la naturaleza! Y está claro que debo seguir en el mundo mágico pero ¿si no saco buenas notas?
—Lily, no todo depende de eso. Tienes muchas opciones. Eres una de las mejores brujas de todo Hogwarts y allí incluyo también a las profesoras –dijo Remus intentando hacerla sonreír con su comentario.
—Pero no sé resolver estos ejercicios de Aritmancia…
—Ya, Lily. Por eso no debes llorar. Yo buscaré la forma de que consigas no sólo resolverlos si no lo que es más importante, entenderlos. ¡Confía en mí!
—Remus¿qué haría yo sin ti? –le dijo ella levantando su rostro hacia él y dándole un beso en la mejilla.
—¿Sabes que es lo que vas a hacer? –preguntó Remus– vas a cerrar tus libros, los vas a guardar y me vas a prometer que descansarás hasta mañana –y al ver la cara que ella le ponía de reproche continuó– sin estudiar. Debes desconectar y comer algo. ¡Seguro que ya te has saltado más de una comida!
Mientras tanto, Sirius Black y James Potter:
—¿Y Moony? –preguntó Sirius al darse cuenta que su amigo no estaba leyendo junto a ellos-. ¿Dónde se ha metido?
—Donde no debe -respondió James molesto.
Ante aquella respuesta y siguiendo la iracunda mirada de su amigo, Sirius se giró.
—Venga Prongs, que sólo son amigos –dijo quitándole importancia al asunto–. Lo que pasa es que comparten mucho tiempo y aficiones y se han cogido confianza…
—Así que ahora a eso se le llama confianza ¿no?
Sirius volvió a girarse y vio a su amigo abrazando a la pelirroja. Tenía que pensar en algo que le subiera la moral a James.
—Yo te he visto haciendo cosas peores con muchas chicas. Y no por eso he llegado a pensar que tenías serias pretensiones hacia ellas.
—¡Pero no con la chica de Moony!
—Prongs, siento tener que ser yo quién te lo diga, pero Evans… no es tu chica.
—Mira, Padfoot, Lily es la mujer de mi vida –aseveró James.
—Y tú ¿cómo lo sabes? Si hubieses conseguido aunque fuese una sola cita con ella ya la habrías olvidado, como a tantas otras. Lo que pasa es que al no haberla conseguido la tienes metida dentro de tu cabezota y por eso tienes fijación por ella.
—Que no. Que ella es la única con la que podré ser feliz, lo sé.
—Tonterías. Debes estar bajo de defensas. Estoy seguro que una buena juerga de merodeadores te ayuda a olvidar.
James no le hacía mucho caso a su amigo. Estaba en otra parte del la Sala Común.
—Pero¡míralo! –exclamó incrédulo– si la está acariciando...
—Eso no es nada…
—¡Y ella le ha besado! –James no podía creer lo que veía con sus propios ojos–. No quiero seguir mirando –dijo quitándose las gafas y enterrando la cara en sus propias manos.
Si James no quería mirar tendría que hacerlo él pero que no creyese nadie que lo hacía por ser cotilla, no, lo hacía por ayudar a su mejor amigo.
—¡Toma! –exclamó el moreno sintiéndose obligado a relatar lo que su amigo no quería mirar–. ¡Le está recogiendo los libros!
—Como se nota que eres como mi propio hermano… ¡tortúrame más!... si es que lo estás disfrutando… y seguro que ahora se marchan cogiditos de la mano…
—James, si lo que te gusta es practicar la Adivinación, no entiendo porque no te apuntaste a esas clases. Marcharse, lo que se dice marcharse, se van. Pero ella hacia su habitación y él viene hacia aquí.
Después de esa información, James decidió volver a mirar. Se colocó las gafas en su sitio y cuando vio acercarse a su, según él, supuesto amigo, unas no muy buenas intenciones llenaron su mente.
—Padfoot, sujétame o cometeré Moonycidio…
—¿Ya os habéis cansado de jugar a las cartas? –preguntó Remus en tono casual.
—Y tú ¿ya te has cansado de Evans? Lupin, no veo que te interese lo que nosotros estemos haciendo –contestó James en tono molesto organizando las cartas que tenía en la mano.
—¿Qué le pasa? –preguntó el castaño mirando a Sirius el cual contestó con un gesto de que él no sabía nada del tema–. Si quieres preguntarme algo hazlo abiertamente –comentó Remus sonriendo interiormente ante el comentario celoso de James y continuó explicando–. Sólo estaba hablando con Lily. Es que está un poco desmoralizada…
—¡Vas a hacerme llorar! –exclamó James con sarcasmo soltando de golpe las cartas sobre la mesa.
—No, si la que lloraba era ella –continuó Remus haciendo caso omiso al comentario irónico de su amigo.
—Y ¿por qué lloraba? –preguntó Sirius a sabiendas de que James se moría de ganas por saber la razón pero por orgullo era capaz de no preguntar.
—Está nerviosa por los ÉXTASIS y no se podía concentrar en resolver unos ejercicios.
—¡Qué novedad! Y allí estabas tú para consolarla y aprovechar el poder abrazarla y demostrarle lo bueno que eres – soltó James delirante y bajando la voz concluyó – y que entonces no se llegue a fijar en mí…
Sirius y Remus le miraron con cara de pena enterrar la cara en sus manos totalmente desesperanzado.
—Pero¿qué estoy haciendo¡Acaso me he vuelto loco! No, no quiero enfadarme contigo… ¡Eres mi mejor amigo! –exclamó y se lanzó a abrazar al sorprendido Remus.
—James, por supuesto que somos amigos –contestó intentando no parecer extrañado-. Yo nunca he visto a Lily como otra cosa que no fuese una amiga. Lo que pasa es que la he visto tan abatida que tuve que ir a consolarla…
—No me hagas caso, Moony. Estoy tan colgado por ella que veo cosas que no son. Debería estar feliz porque cuenta con tu apoyo incondicional.
—Pues yo tendré que ver cómo consigo ayudarla en esta ocasión –explicó Remus mirando a sus dos amigos como tantas ocasiones en las que estuvieron planeando alguna de sus memorables bromas–. Necesito a alguien que sea bueno en Aritmancia para que le explique lo que no puede resolver…
Los castaños ojos de James brillaron de esperanza. ¡No todo estaba perdido!
