Anime: Prince of tennis
Clasificacion: K+
Pareja: Ryoma y Sakuno
Advertencia: Pues... ¿Ninguna? o.o
¡Hola a todos! Aquí de nuevo yo con una nueva historia. Mi primer fic de "Prince of tenis" largo. ¡Que emoción! OoO
Espero que les guste la idea tanto como a mí… n.n
Sin nada mas que decir, les dejo con la historia.
Prince of tennis no es mio... Pero¡Quiero de regalo de cumpleaños a Ryoma! OoO
Era la hora de las prácticas de tenis, las clases ya habían terminado. Había un hermoso sol resplandeciente que brillaba en lo alto. Pero así como hermoso estaba, así de calurosos eran los rayos que de el se desprendían. Tanto que la mayoría de las personas que se encontraban afuera, sin ninguna sombra que los cubriera y por lógica sin aire acondicionado, sudaban a cantaros. En incluso hasta podían decir que el sol estaba tirando fuego sin ninguna piedad. O decir que el calor del piso se traspasaba hasta llegar a la plantilla de los pies, provocando así un horrible malestar. Y todo esto siempre llegaban al mismo resultado: Ponerte de mal humor.
Y mas cuando se entrenaba tenis bajo tan desesperante y horrible clima…
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Ella solo se dedicaba a observar, cada saque, cada movimiento, cada pelota que el regresaba con su raqueta. Todo, ella observaba todo con detenimiento y no perdiéndose de nada.
Así era ella, así era Sakuno Ryuzaki…
Ya habían pasado algunos años y todo parecía ser exactamente igual. Si, el había cambiado físicamente, de eso no había duda. Pero por dentro, seguía siendo igual de distante, igual de frió… O quizás hasta mas…
El seguía jugando su tan amado juego, mientras ella lo apoyaba en silencio… siempre en silencio.
Había hecho y tratado de todo para que siquiera la mirara. No pedía mucho, solo quería eso una simple mirada o algunas palabras de amigos.
Pero tal pareciera que Sakuno Ryuzaki, no pasaba ni por un segundo por la mente de Ryoma Echizen.
Lo sabía… Eso era o mas doloroso.
- Hey Sakuno-chan… ¿Por qué no me ayudas a animar a Ryoma-sama? – Pregunto algo desanimada su mejor amiga, haciendo un visible puchero infantil.
- Eh… prefiero ayudarte a sostener el cartel Tomo-chan… No he estado muy bien de mi garganta. – Mintió Sakuno, tocándose el cuello. Aun sentada en las bancas bajo aquella sombra. Que aunque no fuera mucho la mantenía algo menos acalorada.
Tenia que aceptarlo, últimamente le había estado mintiendo en muchas cosas a Tomoka. Le dolía en cierta parte de ella. Nunca había acostumbrado a ocultarle nada a su amiga. Pero por más que quisiera contarle la verdad, no podía. Siempre que lo intentaba, las palabras se quedaban atascadas en su garganta. Teniendo que inventar algo a un último instante.
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El partido había concluido. Como siempre, Ryoma había ganado. Y con mucha puntuación a favor. Su cara toda roja a causa de los rayos del sol, solo demostraba aburrimiento… Era de esperarse, tantos días haciendo exactamente lo mismo, y lo peor era que no había un contrincante capaz de siquiera hacerlo fatigar un poco. Aunque esta vez el que logro agobiarlo fue el terrible clima…
De vez en cuando, los ex-titulares venían a visitar a Seigaku. Y era ahí cuando ella veia si acaso alguna que otra sonrisa triunfante y a la vez burlona.
- ¡Jugaste sorprendente Ryoma-sama! – Le grito la chica de coletas.
Ryoma paso muy cerca de ella, y solo la miro de reojo. Con aquellos ojos tan penetrantes y su rostro algo rojo por el calor, sus cabellos desordenados, y por ultimo aquellas gotas cristalinas de sudor que bajaban por todo lo largo de su cara hasta llegar a desembocar en la punta de su barbilla, y de ahí ir a dar al suelo…
Sakuno con sus mejillas teñidas de carmesí, solo lo miraba… Sorprendida... Como si Ryoma fuera una gran obra de arte que pocas veces vez en tu vida. Y en cierta parte, lo era…
Era imposible dejar de observarlo… era tan… se veia tan… sexy… (N/A: Bueno, compréndala… Nadie se aguantaría de ver tan bella "obra de arte" XD)
- Valla, Ryoma-sama se ve muy atractivo cuando esta acalorado… ¿No lo crees Sakuno-chan? – Pregunto Tomoka sin perderle el rastro a Ryoma que ya hacia caminando hacia los bebederos.
Al parecer no era la única que pensaba eso.
- Si… - Respondió susurrando, como intentando que no la escuchara su hiperactiva amiga de coletas.
- ¡Oh¡Lo olvidaba! Tengo que irme Saku-chan, hoy quede de ayudarle a mi mama a cuidar a mis hermanos… Oh, a veces es tan desesperante tenerlos…- Suspiro – Bueno ¡Nos vemos! – Termino despidiéndose con la mano, y corriendo apresuradamente hacia la puerta principal de la escuela.
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Busco a Ryoma con la mirada, aun no llegaba a los bebederos… Así que se apresuro para ir a hablar un poco con el… Como siempre, después de cada partido, ella nunca se olvidaba de felicitarlo al terminar. Y como todos los días, hizo lo mismo. Después de todo… ¿Qué había de diferente hoy?
El horrible clima que hacia que tu día pareciese un gran viernes trece.
- Jugaste bien... Ryoma-kun... – Le dijo atravesándose por enfrente impidiéndole así a el, seguir su camino hacia el bebedero, que de no ser por ella, el estuviera utilizando ya.
Se sentía muy acalorado, el sol lo ponía de malas, estaba aburrido y no entendía por que todos se le atravesaban… ¿¡Que no podía nisiquiera llegar al bebedero sin interrupciones!?
-Ah… Era mucho pedir que no me fastidiaras hoy… ¿Verdad Ryuzaki? –
Y esa fue como una horrible bofetada… junto con un bote de grandes brasas ardiendo.
Así que, todas las veces que ella había ido a felicitarlo por su gran juego. Todas las veces que ella se había quedado hasta muy tarde solo para hacerle compañía, todas las veces que ella lo había apoyado en silencio… Todo eso... ¿No era nada¿Solo molestias?
Se sentía estupida, boba. Quería llorar e irse corriendo de ahí, pero sus piernas no reaccionaban en lo más mínimo. Su cabeza estaba en un shock total. Estaba bloqueada…
Las lagrimas que amenizaban con salir, mas ella hizo un esfuerzo sobre-humano y las retuvo un momento, pero todo se vino abajo cuando volvió a hablar…
- Ahora, si no vas a utilizar el bebedero… ¿Podrías apartarte? – Soltó Ryoma, intentando sonar educado. Todo esto lo ponía de malas, lo que quería era llegar a su casa y darse una ducha y prender urgentemente el aire acondicionado.
- Idiota… - Susurro, soltando un par de lagrimas cristalinas y a su vez comenzando a caminar lento. Dándole la espalda. Primero pasos torpes, lentos e inseguros, que después los apresuro para al final terminar corriendo desesperadamente.
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Caminaba por las largas y anchas calles que ella tenia que seguir siempre para poder llegar a su casa.
Ya se había cansado de correr, había decidido caminar y no derramar una sola lagrima más. Al fin y al cabo el sol no estaba del todo bien como para estar desperdiciando liquido, por medio de lágrimas. Aunque en estos momentos lo que menos le importaba era el clima...
Entre pasos cortos y lentos y con la mirada un poco baja, se encontró con un sobre amarillento tirado en el suelo. Alzó la mirada para ver al posible dueño de aquel sobre. Pero estaba la calle estaba completamente vacía. Solo logro visualizar como la puerta de cristal de uno de los negocios a unos cuantos metros de ahí, se cerraba lentamente. Quizás… el dueño o la dueña del sobre habían entrado a aquel lugar.
Camino apresurada antes de que la puerta cerrara completamente. Entro, y fue entonces que se dio cuenta de que aquel negocio, era una tienda de antigüedades. Y de antigüedades muy bonitas. Miro con curiosidad cada uno de los objetos más cercanos a su vista. Así como los que se encontraban sobre las repisas casi tocando el techo.
Algunos eran muy viejos, podía notarlo en sus materiales gastados, aunque debía admitir que pese a su antigüedad seguían estando en muy buenas condiciones. Relojes, muñecas, libros, plumas, cubiertos, algunos platos… Un sinnúmero de cosas y todas muy bonitas, interesantes y… costosas.
Quiso tomar uno de los libros del estante, no lograba ver bien el titulo, ya que una espesa capa de polvo lo cubría. Al parecer la dueña o dueño de la tienda se había olvidado de la existencia de ese libro…
Cuando estaba apunto de tomarlo una voz femenina la detuvo.
- ¿Qué buscaba señorita? – Pregunto de manera amable, una mujer joven. De cabellos negros azulados. Quien por su apariencia parecía ser la dueña de la tienda.
- Eh, nomás estaba observando…- Pausa - ¿Usted es la dueña de la tienda?- Pregunto alejándose un poco de aquel estante de libros.
- Si, aunque no lo parezca lo soy... n.nU –
- Tiene unos objetos muy bonitos… - Le dijo dedicándole un tierna sonrisa.
- Si, toda mi vida viajando para recolectarlos… ¿Tenían que ser especiales y bonitos no? – Rió levemente.
- Tienes razón. n.n – Termino Sakuno sonriéndole, cuando en ese instante recordó el porque había entrado a aquel lugar. Ya hasta se le había olvidado el propósito principal de su visita.
- Disculpa… ¿No es tuyo este sobre? – Le pregunto Sakuno tendiéndole el sobre a la joven dueña de la tienda.
- ¿Ah? O.O ¿¡De donde lo sacaste!? –Pregunto algo sorprendido mirando el pedazo de papel amarillento.
- Estaba tirado en el suelo allá afuera… -
- Muchas gracias… que bueno que fuiste tu la que lo rejunto, si no me hubiera quedado un mes sin comer n.nU –
- O.OU De nada... n.n-
- Me llamo Minako Li, gusto en conocerte Sakuno – Le dijo la joven mujer haciendo una reverencia como forma de saludo.
- Yo me lla… ¿C-como supiste mi nombre? O.o – Pregunto notablemente muy confundida. ¿Como había sabido su nombre sin siquiera haberlo mencionado antes? Era algo muy sorprendente, intrigante y sospechoso.
- Eh... Pues… in... intuición... n.nU – Le contesto tartamudeando, seña de que estaba nerviosa.
- Ah... Claro – Le dijo como no tragándose lo que le decía.
- Por cierto, Sakuno. Eres una persona muy honesta y humilde. En verdad gracias por regresarme mi sobre. Por eso… Me gustaría darte algo a cambio. Puede escoger algo de la tienda o pues… pedirme lo que quieras… n.n – Le dijo Minako sonriendo.
Bueno, había muchísimas cosas de las cuales escoger. Muñecas… no, las muñecas de porcelana le daban miedo en la noche. En especial las que tenían bonitos ojos de colores. Las hacia ver mas tenebrosas, cuando todo estaba oscuro. Relojes… no necesitaba. Lápices… no quería útiles escolares. Platos… su madre tenía grandes cantidades de platos.
No había nada que ella necesitara. Aunque… Ella había mencionado que le podía pedir cualquier cosa.
"Ryoma-kun"
Pensó instantáneamente, nisiquiera pa darle tiempo de acordarse lo que había pasado minutos antes cerca de los bebederos.
- ¿Con que es un chico? – Termino dedicándole una sonrisa con leve seña de picardía.
Ella, se ruborizo ante tal pregunta. ¿Era tan obvia? Por Dios, ya hasta cualquier persona se daba cuenta de que estaba tontamente… enamorada.
- Eh... pues... si. – Le contesto escondiendo sus manos por detrás de su espalda y bajando un poco su cabeza, estaba avergonzada.
-No te preocupes, yo también pase por lo mismo. Cuando tenía tu edad me gustaba un chico quien nisiquiera se molestaba en mirarme. – Soltó un soplido haciendo que su flequillo se elevara un poco en el aire. Y recargando su barbilla en una de sus manos. – Era desesperante. u.ú
- Lo se... – Se sintió internamente comprendida.
- Pero ¿Sabes? Yo podría ayudarte. – Dijo sonriéndole ampliamente. Una sonrisa un tanto maliciosa.
- ¿De verdad¿Como? o.o – Levanto la vista con esperanza.
- Pues… veras... – Suspiro – Bien, te lo diré, por que se que eres un persona de corazón noble, Sakuno. Soy algo así como una... hechicera.
- ¿Qué? O.O –
- No se por que. Solo se que puedo hacer cosas que las demás personas no. Por eso... Si necesitas ayuda en el amor, yo podría hacer una pócima que... –
- No Minako-san… Yo no quiero que Ryoma se enamore de mí por ese tipo de métodos… Yo solo quiero… que me mire, que sepa que yo estoy a su lado. Que me muestre su interior…-
- Entiendo. En ese caso, solo te puedo decir que tengas fe. Mucha fe, para que tu vida se haga… "Como en un cuento de hadas". – Le dijo haciendo una actuación teatral al final.
Sakuno le sonrió. Después volvió su vista hacia los cuentos que se encontraba en el estante. Todos parecían ser de aquello que solía leer de pequeña. Se acerco un poco para verlos mejor.
Agarro el libro que minutos antes estuvo a punto de tomar, lo soplo un poco y descubrió algunas letras muy bien trazadas en la pasta, así como algunos adornos en las orillas. Y en el centro un hermoso dibujo de unas hadas y una joven.
Leyó el titulo detenidamente…
"La pulgarcita"
Con que ese libro era…
- ¿Te gusta? Puedes llevarlo si quieres… - Con que así quiere que sea… nee... –
- Muchas gracias Minako-san n.n – Vio su muñeca – Oh, ya se me hizo tarde, muchas gracias de nuevo. Es un libro muy hermoso, lo cuidare bien. –
- Suerte Sakuno… -
Sakuno camino hacia la puerta para salir otra vez hacia el "infierno". Mientras Minako tomaba un vaso con jugo de naranja y le depositaba tres pequeñas gotas de un color rojo vino. Que al caer al jugo, provocaron que un extraño brillo se desprendiera de el. Solo por algunos segundos…
-¡Sakuno espera! – Le grito.
- ¿Ah? – Volteo cerrando de nuevo la puerta.
- ¿Afuera esta haciendo un calor infernal no?-
Sakuno asintió.
- ¿Pues que mejor que un fresco juego de naranja, antes de volver al calor, nee?-
- Eres muy amable Minako-san – Dicho esto Sakuno tomo el vaso y bebió todo el juego de naranja de un solo jalón. Ni 10 segundos tardos en ingerir aquella bebida, que de no ser por las gotas, hubiera sido lo más normal del mundo. Toda… hasta la última gota.
Minako solo miraba con impaciencia por ver los tan esperados resultados…
- Esta muy… muy… deli…cio… Ah... me sien...to –
¡PAZ!
Y Sakuno no termino de hablar, ya que había caído inconsciente al suelo.
- ¡Funciono! – Dijo para después ponerse a dar brinquitos de alegría. Después de todo, no era tan mala con las pociones. – Aunque… creo que debí ponerle algo abajo… Eso le dolerá mucho mañana. u.ù –
Ahora para tener completado su plan. Solo le faltaba encontrar al chico. Al chico del cual Sakuno estaba enamorada. Solo sabía que se llamaba Ryoma. No sabía ni su apellido ni su edad. Aunque lo mas seguro es que fuese de la misma edad que Sakuno. Pero… ¿Como cuantos Ryomas habría en todo Japón¿O al menos… en la ciudad?
Quien sabe… Esto seria más difícil de lo que pensó.
Pero todos sabemos que como Ryoma Echizen, solo hay uno. (N/A: Díganme si no XD)
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Se sentía mal. Ya no por el calor. Sentía una horrible culpabilidad. Y no sabia porque. Sentía que había metido la pata y que había hecho una de las cosas de las que se podría arrepentir toda su vida. Lo sentía… lo sabia.
Y lo mas extraño aun. Era que todo esto de la estupida culpabilidad, estaban relacionado con… la chica de las trenzas largas. Con Sakuno Ryuzaki…
Ahora para quitarse eso de encima, por que de seguro no iba a dormir toda la noche o al menos dormir incomodo, lo mejor y mas coherente que podría hacer en estos momentos era buscar a Ryuzaki y hacerle saber que… lo que sea que haya dicho o hecho, que lo olvidara. Esperaba que entendiera que no había estado de humor todo el día.
Primero decidió encaminarse hacia la ofician de la entrenadora. Al fin y al cabo ella era la abuela de Sakuno, lo mas seguro era que supiera donde estaba, o quizás… si era su día de suerte, podría encofrarse a Sakuno ahí.
Toco la puerta un par de veces. Después la mujer de ya avanzada edad, aunque en buenas condiciones, abrió la puerta quedamente.
- ¿Se te ofrece algo Ryoma? – Pregunto abriendo con totalidad la puerta dejando salir aire fresco de aquella pequeña oficina. Tenían el aire acondicionado encendido.
- Si¿Esta aquí Ryuzaki? – Pregunto cerrando los ojos para poder sentir el aire helado.
- No Ryoma, mi nieta se fue, dijo que se sentía mal…- Respondió con un leve tono de preocupación.
- Gracias. – Finalizo
Y se fue directo a la casa de Sakuno.
No había tenido suerte…
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Iba caminado por las anchas calles. Con dirección a la casa de Sakuno. Tenía tanto calor. Que por unos momentos deseo tener hielos para ponérselos en la espalda. O… despojarse de toda su ropa. Aunque eso ultimo no lo haría aunque le pagasen dinero. Pero… si el clima seguía así y no encontraba algo frío a tiempo. Incluso sin dinero, podría hacerlo.
Sudaba, estaba rojo, cansado y tenía sed… mucha sed. Quería una Ponta. Deseaba a una Ponta. Pero ni rastro de alguna maquina de sodas. Nada…
En medio de su desesperación, vio algunas tiendas y negocios.
"Ponta"
Pensó esperanzado. Camino apresurado hacia aquellas tiendas. Se acerco a una, intento abrir la puerta y se dio cuenta de que tenía un gran letrero que decía "Cerrado". Apretó los puños y su mandíbula. "Hay mas tiendas" pensó. Y si, había mas tiendas… cerradas.
Esto si que era el colmo. Solo quería una Ponta. ¿Era mucho pedir? Ya con resignación. Movió la perilla de otro lugar. "Seguramente, cerrado" pensó. Pero fue su gran sorpresa al sentir como la perilla cedía. Logrando así abrir la puerta.
Al entrar se sintió en la gloria. Casi podía escuchar a los Ángeles cantar con sus trompetas y a algunos otros con sus hermosas voces. Se acerco hasta la barra de recepción. Donde se encontraba la caja registradora y una flor. Una extraña y hermosa flor. La observo por algunos segundos. Era tan bella, sus colores brillantes. Sus verdes hojas. Y ni se diga de su aroma, le recordaba a una perona en particular…
- ¿Te gusta? –
Una voz lo saco de sus pensamientos, giro su rostro para ver el dueño o dueña de esa voz. Y se encontró con una mujer joven. Que le sonreía plenamente.
- Si… ¿Cuánto cuesta? - Tenia que admitirlo, quería esa flor. Y por muy raro que suene. La Ponta había pasado a segundo plano.
- Ah… no esta a la venta. Pero… si me dices tu nombre podría reconsiderarlo. – Le propuso sonriendo.
Valla, sabia que tenia un club de fans y todo eso. Sabia que toda población estudiantil femenina andaba detrás de el. ¿Pero esto? Ya era mucho… Ya hasta las mujeres mayores andaban preguntaban su nombre.
- Ryoma Echizen – Frío y directo, así había hablado. Aunque con algo de orgullo y superioridad. ¿Era un Echizen no?
La joven dueña de aquel lugar abrió los ojos, sorprendida. Era de esperarse, todos se ponían igual cuando escuchaban su apellido.
- Esta bien, mes has convencido. Te la daré a… ¿Sabes que¡Te la regalo! Me ha dado la corazonada de que esta flor nació para ti… -
Ryoma miro raro a la joven. Primero le decía que no estaba a la venta y después le decía que se la regalaba. Era muy extraño. Con solo con escuchar su nombre cambio drásticamente de opinión. Valla, nunca pensó que el apellido "Echizen" hiciera tanto efecto en la gente.
- ¿No esta defectuosa? o.ô – Pregunto al mismo tiempo que inspeccionaba la flor minuciosamente.
- Claro que no u.ú –
- Esta bien… Gracias. –
- Gracias a ti, cuida a esa flor… Por cierto, gusto en conocerte Ryoma, me llamo Minako. –
Ryoma solo movió su mano como un gesto de saludo y de ahí, salio a toda prisa.
"Se la daré a Ryuzaki"
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Llego hasta la casa de Sakuno. Se sentía completamente… estupido. No sabía por que rayos había tenido que andar caminando en aquel infrahumano clima, y sin ningún tipo de sombra. No lo sabía. A veces, hasta el mismo se reprochaba por los actos tan patéticos que realizaba. Y encima, con una flor en la mano que iba destinada a Sakuno.
Pero ya estaba ahí, no iba a echarse para atrás, ya que si no resolvía esto de una vez por todas. Mañana tendría unas ojeras muy visibles. Iba a parecer mapache. Por eso, era ahí y ahora.
Sea lo que sea, lo resolvería en ese momento.
Pero… pareciera que le mundo se había empeñado en hacer que ese día fuera un pesadilla.
Sakuno Ryuzaki… no estaba en su casa.
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Llego a su casa, muy frustrado. Todo en este día le había salido mal. Fatal, mejor dicho…
Cuando entro, se extraño al no escuchar el saludo de su madre o las bromas tontas de su padre. Nisiquiera escuchaba la música que su prima acostumbraba poner en su habitación.
Estaba solo.
Vio una pequeña nota sobre la mesa. Confirmado, no había nadie en la casa. Subió a su recamara. Al entrar estuvo a punto de echar la flor en el cesto de basura. Pero algo, no sabía muy bien que, le decía que no lo hiciera. Y dado a las circunstancias en las que se encontraba no tenia ganas de pensar mucho las cosas. Así que la dejo sobre el buró de noche, junto a su fastidioso-odiado-deforme-despertador. Se puso ropa más cómoda y prendió el aire acondicionado y se dejó caer en la cama. Aun sentía esa sensación de culpabilidad. Después de 1 hora aproximadamente cayó en los brazos de Morfeo.
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Biiiiip Biiiiip
Lo que parecía ser un despertador, sonaba fuertemente sin parar.
- ¡Kyaa¡Pero que ruidoso! – Dijo una voz femenina.
Ryoma entre bostezo y bostezos. Movió su mano con pereza en el buró de noche. Buscaba el despertador. Pero aun no sacaba la cabeza entre las sabanas. Y cuando por fin lo encontró le dio un golpe y el aparato dejo de sonar instantáneamente.
Se levanto de su cama, con los ojos adormilados. Se frotó un poco el cabello. Y cuando se dirigía al baño. Escuchó unos extraños sonidos.
Eran como bostezos...
Agudizo el oído para escuchar mejor. Y guiándose por el volumen y la intensidad de aquel sonido. Fue a dar hasta la flor sobre el buró.
Se quedo estático, no podía creer lo que sus ojos veían en esos mementos…
- ¿Ryuzaki? –
Su compañera de clase, Sakuno Ryuzaki, estaba sobre la flor. Y media lo largo de un dedo pulgar…
CONTINUARA………………………
¿A que se quedaron con la duda? XD
Bueno, esta idea salió cuando veia la película de "La pulgarcita" al mismo tiempo que veia unas imágenes de Ryoma y Sakuno. Y pues. Pensé "Como seria si Sakuno estuviera de ese tamaño…" Y ¡Puf! Se hizo el fic… n.n
Pero que quede claro que tampoco la película de "La pulgarcita" me pertenece. n.n
Ojala no este repitiendo este tema o idea… u.ù
Espero que me dejen algún comentario. Me alegraría saber su opinión. n.n
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