Hetalia y sus personajes no me pertenecen.

Este fic es un AU basado en la película "La boda de mi mejor amigo" (My best friend wedding). Les recomiendo que, si no han visto la película, lean mi fic primero y luego la vean para que se den cuenta por qué elegí a Austria, Hungría y Prussia para protagonizar este escrito. Además la película es muy buena.

En este fic los personajes no son países, así que usaré sólo sus nombres humanos.

Hoy tuve una pesadilla.

Soñé que un psicópata intentaba separarlos…

Muy geniales para el mundo.

-Hola Gil. Finalmente te encuentro, necesitaba hablar contigo urgentemente.

-Je je je. ¿Qué pasó ahora preciosa? Si es por ese partido de baseball que ambos morimos por ir a ver, yo ya contacté a alguien que nos puede encontrar buenos lugares.

-Pues…es precisamente sobre eso que quería llamarte. No podré ir al partido.

-¿Ahhh? ¿Tu suspendiendo una noche de deportes conmigo? Eso nunca lo habías hecho Eli ¿Qué pasó? ¿Crisis familiar? ¿Crisis de la mujer soltera? ¿La mestru…

-¡GIL! NO. No es nada de eso.-Respiró profundo al otro lado del teléfono. Gilbert era un experto en sacarla de sus casillas incluso en los momentos más inoportunos.

-Pero estaba contando con verte, no he sabido nada de ti en meses.

-Gilbert …¿Recuerdas aquella promesa que hicimos cuando nos graduamos de la universidad?

-Cómo olvidarlo, ha sido lo más estúpido que me has propuesto y no sé cómo diablos accedí a ello.

-Sí…Ahora que lo dices fue algo tonto ¿Verdad? Je je je. Pues en ese caso estás de suerte.

-¿Cómo dices?

-Se anula la promesa.

El albino levantó una ceja totalmente incrédulo.-¿Ah sí?

-Gilbert…conocí a alguien.

-¿Es en serio? Pues me alegro mucho. Siempre es bueno tener con quien compartir trivialidades, salir de fiesta y esas cosas.

-No. Tú no lo entiendes. Sé que te sorprenderá viniendo de mí, pero nunca había sentido algo como esto antes.

El chico tragó lo que quedaba de su café de un solo golpe. No podía describir con exactitud lo que estaba sintiendo en esos momentos ¿Realmente era Elizabeth al teléfono? ¿No se trataba de Antonio haciendo un cruel adelanto del día de los inocentes? Ojalá fuera eso.

-Ya veo…finalmente te dejaste deslumbrar por un niño bonito. Sabía que pasaría tarde o temprano. Ustedes las mujeres siempre son así.

-No es sólo una cara bonita Gil. Nos conocimos en el concierto de la Orquesta Nacional, luego nos dimos cuenta que trabajaríamos juntos en la facultad de artes y luego volvimos a coincidir en el montaje de La Flauta Mágica. Toca el piano como los dioses…es maravilloso.

-Genial...-Tragó saliva. No había manera de que una cursi confesión de su amiga de la infancia lo perturbara de esa manera. No. No él.

-Hemos salido durante estos últimos seis meses…

-Ohhh…entonces tu trabajo no fue el único culpable de que cada vez saliéramos menos como en la universidad.-Buscó sin mucho esfuerzo la silla de su escritorio. Algo le decía que necesitaba estar sentado para lo que resultara de semejante conversación.

-Me voy a casar.

Cayó de bruces en el frío suelo de madera con todo y silla. El sonido de sus quejidos no pudo esconderse.

-¿Gilbert? ¿Gilbert? ¿Pasó algo?¿Sigues allí?

-No...No ha pasado nada nena. Sólo se me han caído unos papeles encima. Sabes que mi asombrosa persona siempre está ocupada.

-Entonces seré breve. Quiero que estés conmigo en la boda. No podría dar este gran paso sin tu apoyo…Gilbert…estoy muy asustada. Es algo que nunca pensé que haría y tu siempre has estado allí para apoyarme en todas las tonterías que he hecho.

-Pero…¿pero qué estás diciendo? La Eli que conozco no se deja desmoronar por tonterías.

-No es una tontería. Es mi boda. Gilbert…por favor, te necesito. Ser fuerte en todo momento puede ser agotador hasta para alguien como yo. Hoy te envié la invitación pero quería decírtelo personalmente.-Sonaba emocionada y extremadamente dichosa.-Tú eres la persona que más quiero en ese día tan especial.

-Seguro preciosa.-Tratando de fingir alegría para ocultar su sorpresa.-Necesitarás de mi asombrosa y genial presencia para que todo salga a las mil maravillas. Te entiendo perfectamente.

-Tonto. De verdad nunca vas a cambiar. Sigues siendo el pesado ególatra de siempre.

-¿Pero me quieres más así verdad?

-¡Ahhhggggg! ¡Serás idiota! Es increíble que hasta en estas circunstancias me hagas esto. De verdad quiero que estés aquí, pero tienes que controlarte un poco. No hagas que me arrepienta.

Lo había logrado de nuevo. Como lo había logrado desde que eran unos niños. Ella le toleraba todo hasta que su ego acabara con la paciencia de la chica, pero eso siempre formaba parte de sus más tiernos recuerdos de infancia y adolescencia y, aunque nunca lo confesara, Elizabeth y esos recuerdos eran los responsable en gran porcentaje de su propia felicidad.

-Descuida cariño, prometo estar allá el viernes. Compraré los boletos al salir del trabajo.

-Tan genial como siempre je je. Te esperaré en el aeropuerto.

Fin de la llamada.

Se arrojó con pesadez a la silla del escritorio. No esperaba que su elevado ánimo se desmoronara por una simple llamada internacional.

Elizabeth, la mujer que había estado a su lado toda su vida, su compañera de juegos de la infancia, su confidente en la pubertad y su mejor amiga, se iba a casar en una semana.

Estaba en impactado, más no abatido ¡Eso nunca! El asombroso Gilbert no siente debilidades ni deja su brazo a torcer por una falda, un par de pechos, ojos verdes y una larga y suave cabellera. Aquello tenía que ser un error.

Elizabeth siempre fue pasional y de manos tomar, tenía la fuerza de un luchador de sumo y era más que autosuficiente en todos los aspectos. Incluso en la primaria muchos pensaban que era un niño incorregible y violento y no una niña hiperactiva con una fuerza física demasiado anormal para alguien de su edad y género. Y él era el único que podía estar a su lado y correr al mismo paso sin peligro alguno. Se jactaba mucho de eso, incluso hasta hoy en día lo seguía haciendo.

¿En verdad esa chica tan marimacha y cabeza dura iba a casarse? ¿Quién fue el gran estúpido sadomasoquista y retrasado que querría desposar a una mujer como ella? De Seguro se arrepentiría y echaría a correr horas antes de la ceremonia, o ella comprendería en el último momento que ese enclenque fracasado y sin nada de estilo y genialidad no era digno de su compañía.

Porque el único que es digno de tal honor es él y sólo él. Y era lo más lógico al recordad el historial de ambos. Los dos estaban en el mismo equipo de Futbol (siendo ella la única niña) Los dos odiaban en San Valentín con todas sus fuerzas y disfrutaban de cazar insectos los fines de semana y de asustar a los otros niños. Los chicos le temían y por lo tanto, nunca tuvo novios oficiales y el era deseado por muchas mujeres (por su magnetismo animal y su muy genial personalidad según él) pero no le daba alas a ninguna.

Gilbert existía para Elizabeth y ella para él y durante todos esos años, él lo dio por sentado.

Pero su ego y su exceso de confianza con el que siempre ha escondido su gran timidez y su casi extinta pero latente inseguridad, lo habían obligado a ser el chico rudo, fuerte y aguerrido que no reaccionaba ante aquello que denominan "cosas del corazón". Tanto así, que la primera vez que vio a su amiga con un hermoso vestido verde, peinada y sutilmente maquillada cuando ambos tenían doce años, no esperó un segundo para burlase y decirle lo ridícula que se veía.

En ese momento sólo intentaba ocultar el hecho de que había quedado sin palabras. No podía decirle lo bella que estaba con ese traje o con el uniforme de futbol, o toda sucia y llena de tierra cuando terminaba la clase de deportes.

Nunca fue sincero. Porque simplemente, el sentimentalismo y las cursilerías no eran awesome para alguien como Gilbert.

Sin embargo, en la noche de su graduación de la universidad, ella le hizo una propuesta que sólo creía existiría en sus fantasías después de unas cuantas jarras de cerveza y un hipotético consumo de estupefacientes.

-Lo he estado pensando mucho en estos últimos años Gilbert. Ninguno de los dos ha encontrado a alguien con quien estar. Tal vez no estemos hechos para ser parejas de otras personas pero…

¿Pero? Nooo querida mía. No existe nadie en este mundo que esté al nivel de mi asombrosa persona.-Le apunta con el dedo índice en el medio de su blanca frente.-Tú y yo somos demasiado especiales y geniales para el resto del mundo, y eso no debería preocuparte sino enorgullecerte y…

No pudo decir más. Ella se le había quedado mirando todo el tiempo con una sonrisa que no supo definir a qué se debía.

Las luces del salón de fiesta se pusieron tenues, una lenta y cursi canción pop había empezado a sonar. Era como si sólo existieran ellos dos sumidos en la escena cumbre de una película juvenil de los ochenta.

-Tienes razón en ello Gilbo, como siempre. Y por eso quería proponerte algo.

-….

-Prométeme que si seguimos solteros para cuando tengamos veintiocho años, nos casaremos.

-¿AHHH? ¿De dónde has sacado semejante idea? ¿Te has vuelto loca? ¿De cuál película fresa has conseguido esa ridícula idea Eli? Me sorprende de ti…¿Y por qué veintiocho años?

La chica estaba callada, era evidente que trataba de calmar su gran furia. El brillo intenso en sus ojos verdes y sus puños apretados le indicaron al chico de cabello plateado, que había metido la pata con su imprudente e insensible comentario.

Segundos después comprendió que ella hablaba bien enserio.

Si no fuera por la luz de aquél salón, su nerviosismo hubiese sido evidenciado junto con el color en su rostro. Al sentirse acorralado por la situación y por sus propias emociones, sólo atinó a girar el rostro hacia la pista de baile y levantar su mano derecha con el dedo índice arqueado.

-Acepto la oferta. Pero no te emociones mucho.-Dijo tratando de sonar seguro y tranquilo.

Elizabeth soltó una risa audible ante el comportamiento de su mejor amigo. Extendió su mano derecha y cerró la promesa con el dedo chiquito.

En aquél entonces tenían veintiún años.

Técnicamente, aquello había sido una especia de tentativa propuesta de matrimonio.

Y desde ese día siempre esperó a que aquella promesa tan tonta no se borrara de la mente de Elizabeth. Porque él de seguro, no había podido hacerlo.

¡Qué mujer tan descarada! Justo a un año para alcanzar los gloriosos veintiocho. Si tanto quería casarse debió buscarlo a él. ¿Quién podría ser mejor para ese puesto?

Era mejor pensar de esa manera que aceptar el hecho de haberse dormido en los laureles.

Pero nunca es tarde para el asombroso Gilbert, después de todo, había prometido y jurado por su pollito mascota que estaría presente en tal magno evento.

Y el asombroso yo siempre cumple sus promesas.

Rápidamente se levantó de su escritorio y se asomó a la oficina de su hermano menor.

-Ludwin, atiende mi lado del negocio por favor. Necesito comprar unos boletos de avión.

-¿De avión? ¿A dónde vas a ir hermano?

-A una boda.

Continuará.