Bueno, creo lo primero seria presentarme, mi nombre es M.C. Vázquez, tengo 26 años y desde que tengo uso de razón me ha gustado escribir, mis primera historia escrita fue una trilogía llamada "Has Deseado Morir", la cual posiblemente mas adelante publique en este mismo espacio, sin embargo quise iniciar con "Mi Mundo Inventado" el cual nace a partir de la necesidad de escribir sobre mundos fantásticos y cosas así. Seria importante también mencionar que esta es una historia original y tanto sus personajes como lugares y situaciones son de mi autoría.
Los dejo con los primeros 10 capítulos de esta historia, espero sus reviews los cuales son muy importantes ya que siendo esta mi primera historia de este corte se que aun tengo muchas cosas que pulir así como ciertos detalle los cuales ustedes, lectores creo son mas capaces de hacérmelos saber.
De antemano les agradezco el tiempo que se tomen en leer esta historia la cual espero sea de su agrado.
Prologo:
Desde que tenia memoria Urick había vivido en San Patrick, un Orfanato perdido entre colinas y bosques en las afueras del pueblo, el cual estaba bajo el cuidado de una orden de religiosas que velaban y educaban a poco más de una veintena de chiquillos que habían quedado desamparados. La vida en San Patrick no era del todo mala, las religiosas procuraban darles comida, techo y todo lo necesario para llevar una vida más o menos decente a cada uno de sus huéspedes. Para Urick, San Patrick era su hogar y los niños que ahí habitaban un profuso grupo de hermanos con los cuales jugar y hacer travesuras; a pesar de no haber conocido a sus padres el chico se sentía afortunado pues tenía el cariño de las religiosas y de sus "hermanos".
San Patrick se mantenía gracias al apoyo económico de un emperifollado grupo de mujeres conocido como "El Patronato", un montón de damas ricas dedicadas a la beneficencia quienes cada mes, puntualmente, enviaban una dotación de viandas y montones de ropa para ser repartida entre los niños del lugar, lo cual, según había escuchado Urick en una de las tantas veces que se había escabullido tras la puerta después de recibir un viejo pantalón, un desgastado suéter de lana y algunos pares de agujereados calcetines ― les ganaría uno a uno los escalones rumbo al cielo ― exclamaba la Madre Superiora a la vez que colmaba de bendiciones a sus benefactoras.
― ¡Dios las premiara por sus buenas acciones! ― exclamaban las religiosas una y otra vez agradeciendo la ayuda de de las mujeres del patronato quienes trataban de fingir falsa modestia.
Sin embargo aquello no duro por mucho tiempo, con el paso de los años las cosas fueron cambiando, los arbitrios comenzaron a empequeñecerse y la comida fue haciéndose escasa dando como resultado que la situación del orfanato se tornase delicada ― Son tiempos difíciles ― decía la Madre Superiora con un dejo de preocupación al ver que mes a mes la cantidad de contribuciones continuaba disminuyendo ― tendremos que conformarnos con lo que tenemos y agradecerlo, verán que muy pronto "las cosas mejoraran" ― prometía.
Las religiosas hacian su mejor esfuerzo y a pesar de las carencias y de los problemas que estas implicaban, San Patrick continuó en pie de lucha, al menos hasta donde sus posibilidades lo permitian.
La disciplina era un punto primordial en la vida de san Patrick. Cada mañana los chicos eran despertados por el repicar del campanario y despues de tomar un baño (el cual regularmente era de agua fria pues desde meses atras las viejas calderas habian comenzado a resentir el paso de los años) se encaminaban en formación hacia el comedor para tomar el desayuno, el cual, consistia en pan tostado con mermelada, fruta, huevos revueltos y un gran vaso de leche, claro, eso era en los tiempo buenos, cuando las aportaciones llegaban a raudales, mas con la reducción de recursos el desayuno se fue reduciendo hasta que termino siendo una raquitica porcion de avena que las religiosas se empeñaban en seguir llamando "desayuno".
Un par de horas mas tarde, a las nueve, se comenzaban a impartir las lecciones, durante las cuales mas de uno se quedaba dormido en parte por el hambre, en parte por el aburrimiento. Las Habitaciones del primer piso hacian las veces de aulas donde las madres impartan calses de Aritmética, Hisoria, Ética y Ciencias a los chicos mas grandes.
Al punto de la una se servia la comida, la cual tambien había sufrido las conscunecias de la recesión y ahora solo consistia en sopa de verduras con pollo (Urick pasaba la mayor parte del tiempo buscando algo que se pareciera remotamente a un trozo de pollo en la sopa), pan de centeno y agua lo cual comparado con las comida que se servía en tiempos anteriores era una verdadera desdicha, todos extrañaban las patatas asadas, la ternera, el pescado, el asado, el pure, y los panques que se daban como postre.
Por las tardes los niños eran libres de jugar y divertirse, siempre y cuando hubieran terminado sus deberes, algunos se paseaban por los jardines, otros rondaban por los pasillos atestados de un olor a humedad y a viejo (algunos decían que aquel era el olor del olvido), o permanecian en sus dormitorios. El edificio principal levantaba dos pisos, sin contar el sótano y un altillo de clausura donde vivían las religiosas, en torno a él, se levantaba una capilla en otros tiempos suntuosa e imponente, ahora, a causa de la falta de mantenimiento se postraba tenebrosa, llena de imágenes de santos que sonreían al reflejo de los cirios. En la parte de atrás se encontraba la hortaliza que abastecia de vegetales al orfanato, a un costado de la humilde choza que habitada Johen, el viejo jardinero el cual se encargaba del cuidado de la misma.
Por fuera la monumental fachada sugería más un castillo que otra cosa, una fortaleza inpenetrable rodeada de altos muros que hacian de su angulosa silueta de color arcilloso un rompecabezas de torreones, arcos y alas en tinieblas, todo estaba rodeado por una ciudadela de bosque que se extendian hasta donde la vista alcanzaba a llegar, en los cuales se ocultaban pendientes resquebrajadas, caminos que llebaban a lugares que nadie conocian, estanques cenagosos y pinares perennes.
A las siete el repicar del campanario anunciaba la cena, en la cual se servia una vez mas una raquítica porción de avena en lugar de los biscochos y el chocolate caliente a los cuales todos estaban acostumbrados. Despues, solo restaba decir buenas noches y marcharse a dormir; las habitaciones de los niños estaban situadas en el segundo piso, cada una con un par de literas de colchones duros y rancios cubiertos con raidas sabanas que apenas y protegian del frio que calaba fuerte todas las noches por esos rumbos. Estas interminables galerías yacían apenas alumbradas por la tenue luz de las velas hasta que estas se consumian y dejaban todo en penumbras.
Mas a pesar de las carencias que se sufrian, Urick amaba aquel lugar como a un verdadero hogar, asi era la vida en San Patrick, tan dificill algunas veces pero a pesar de todo la unica vida que todos los que ahi abitaban conocían, la unica vida que Urick, un pobre chico que había sido abandonado una noche de diciembre, tenia.
