Nota de Autor:

¡Bienvenidos sean todos amantes de este fandom!

Antes que nada muchas gracias por darle oportunidad a este fic, el cual he disfrutado al escribirlo y espero te pase lo mismo al leerlo.

De forma muy especial me gustaría agradecer a Nyu-enaiviV, Romina963, Maruka15, SayoriSakura y todos aquellos que leyeron mi anterior fic. Es un gran honor el recibir tan lindos reviews de su parte y que le hayan dedicado un poco de su tiempo para leerla.

Disclaimer: Los personajes descritos le pertenecen a Yoshiki Tanaka-sensei y en cuestión de diseño para este fic a la grandiosa Arakawa Hiromu.

Estrella naciente

Capítulo 1: Oscuridad

Al llegar a la orilla del lago dejó caer con gran estruendo la cubeta vacía, tratando con ello y sin ningún resultado de desprenderse de su enfado y frustración sobre su actual situación; que si bien no tenía ninguna repercusión para sus queridos camaradas, para su persona se había vuelto intolerable por mucho que esto le costara trabajo admitir. Es por ello que rápidamente se ofreció a venir por agua con la esperanza de que un tiempo a solas le ayudarían a desenmarañar sus sentimientos y a darle luz a la razón de sus reacciones.

–Sencillamente no lo comprendo- Dijo casi gritando la joven con rostro enojado. – No ha pasado ni tres lunas y el niño mimado ni siquiera se ha dignado a mandar a alguno de sus súbditos a buscarme y darme algún recado suyo. Aunque claramente eso no me importa, ya que por lo menos ha mantenido su promesa y no nos ha faltado nada.-Se dijo para sí, mas sin embargo en el fondo de su ser sentía que algo le hacía falta, o mejor dicho alguien.

Después de todo, una vez creada una costumbre era difícil de romperla y por más extraño que pareciera el joven albino y el soldado lusitano habían formado una rutina. Cada noche que el príncipe salía de alguna junta con sus generales, llegaba directamente a su parte del campamento a buscarle para preguntarle si ella o su gente necesitaban de algo con lo que él pudiera proveerlos.

Al inicio este tipo de actitudes de su parte le habían molestado y extrañado, puesto que no creía que ningún pagano, y menos el príncipe de ellos, fuera capaz de mostrar tales actos de bondad y humanidad. Así que dejo pasar unos días para ver si abandonaba esa ridícula acción, mas sin embargo esto nunca ocurrió; finalmente con el deseo de probar la verdadera mezquindad y maldad que poseía el príncipe se vio pidiéndole un par de cosas. No obstante el efecto causado fue totalmente diferente al esperado, ya que el príncipe había accedido a concederles todo lo que le había solicitado y además de ello le confirió tal sonrisa llena de dulzura que por un pequeño e insignificante momento sintió que había valido la pena dejar a un lado su orgullo.

Después de ese momento el joven heredero al trono de Pars continúo visitando las tiendas de los creyentes de Yaldabaoth y después de un tiempo no solo el caballero podía expresar libremente sus necesidades, sino que además habían logrado mantener un par de conversaciones sin que saliese molesto. Incluso podía recordar aquella vez en que le pidió que dejara de ir…


Era una noche tranquila en el campamento y todo parecía que eran los únicos que aun seguían despiertos. Lo miro nuevamente y pudo notar, aun con la escasa luz que le confería las antorchas, como por debajo de sus ojos azules empezaban a acentuarse las marcas de ojeras debido las noches en desvelo; aunque pareciera animado por la conversación el cansancio del día empezaba a cobrar cuentas en su joven cuerpo.

-Sabes no es necesario que vengas diario, si mi gente o yo necesitamos de algo ya no dudare en pedírselos.- Le dijo con total seriedad y el impacto de sus palabras no tardaron en mostrarse en el joven albino que lo miro con asombro, para después esbozarle su típica sonrisa.

-Tal vez tienes razón, pero me gusta asegurarme que todo esté bien con ustedes, además que de esta manera podemos platicar un poco. – Un fuerte sonrojo se apodero de sus mejillas, muestra física del efecto de sus palabras, mas internamente su mente estaba como enloquecida.

-Emm… ah… pues, no sé como eso te ayudaría, mírate estas a punto de desfallecer. –Respondió el joven soldado. A este comentario el príncipe soltó una leve risita nerviosa y añadió.

-En eso no puedo mentir después de todo ha sido un día muy pesado, pero ha valido la pena venir ya que extrañamente contigo puedo despejarme y encuentro claridad en ciertas cuestiones.

-¡Maldito! ¡¿Sigues pensando en esa vez, verdad?! ¡Te dije que lo olvidaras! - Respondió acalorado. -¡Pues bien, haz lo que quieras, solo no me eches la culpa si te desmayas del sobre esfuerzo! – Y dicho esto marcho con paso decidido de regreso a su tienda de campaña, sin siquiera mirar atrás.


Un suspiro cansado broto de sus finos labios al recordar como al día siguiente el heredero al trono llegaba puntual a su encuentro con la misma tonta sonrisa y sus grandes y brillantes ojos. Se apoyo en la corteza de un árbol y lentamente se deslizo hasta quedar en el suelo. Sus brazos rodearon su cuerpo y apoyo su cabeza en ellos para que la noche no pudiera leer su expresión. –"Si me viera en estos momentos mí querido conde Barcacion ¿Qué diría en estos momentos?"

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se percato de la figura que se acercaba con paso decidido a donde se encontraba hasta que una voz masculina la saco de sus pensamientos -¿Ha sucedido algo? – Preguntó con cierto deje de preocupación el joven que ya se encontraba al lado suyo. Étoile dio un ligero salto ante la sorpresa de no encontrarse más solo y después de un momento levanto su cabeza para mirar a su nuevo acompañante.

-¿Qué haces tú aquí?- preguntó la rubia al joven de ojos verdes que la miraban con gran intensidad. No era de extrañarse esa actitud, puesto que sus interacciones hasta el momento solo habían sido hostiles y poco amables por parte de ambos.

-Su Alteza sigue en la reunión y me ha pedido expresamente que te buscara para asegurarle que todo estaba bien. -Respondió Elam con un tono de enfado, ya que por mucho que su Majestad fuera amable con todo ser viviente que se le acercara en el camino, sentía que le mostraba demasiadas consideraciones a esa chiquilla que había querido matarlo en más de una ocasión y que además podía afirmar solo le traería problemas en un futuro. Sin embargo todos esos pensamientos se esfumaron de su mente al notar como espesos ríos brotaban de sus ojos dorados.

La joven lusitana trataba en vano de luchar contra sus propias lagrimas puesto que no quería que nadie y menos aquel pagano la viera de tal manera, no obstante en lugar de obtener mayor control sobre sí la corriente de emociones que la embargaban giraban y aumentaban con el paso de los minutos, dejándola con un solo pensamiento; junto todas sus fuerzas restantes en sus piernas para con dificultad levantarse y comenzar a correr para perderse un rato en la oscuridad.

CONTINUARÁ…