Título: Giros en el tiempo
Resumen: Dime, Potter, si supieras todo lo que pasaría, ¿tus decisiones serían las mismas? ¿Estarías a gusto con lo que eres ahora?
Ten presente que la primera decisión en tu vida crearán consecuencias difíciles de evadir.
Personajes: Lord Voldemort; Severus Snape; Draco Malfoy; Harry Potter.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sin embargo, los nuevos son y serán siempre de mi autoría.
Y abrió los ojos, y, aunque era consciente de que se estaba engañando, por unos segundos se sintió como si fuese la primera vez.
Estaba en su antigua alacena, y aunque esta estaba completamente oscura sabía que ya era de mañana, y los gritos de tía Petunia no hacían más que confirmarlo. Aún a pesar de saber de que ahora tendría que soportar una vez más a su despreciable familia, sonrió, porque aunque ya no se hacía ilusiones tenía la certeza de que esta vez si podría tener una vida feliz, o lo más feliz que se puede ser con un lunático intentado matarte por culpa de otro mago, el cual se auto llamaba mago de la "luz".
Haciéndole caso a su tía, emprendió camino a la cocina para así poderles hacer el desayuno a sus familiares. Si se ponía a pensar un poco las cosas comprendía el temor que su tío Vernon y su primo Dudley exteriorizaba a través de insultos y golpes, más no los justificaba. Porque a pesar de sentir orgullo de lo que era, y saber que gracias a sus padres (quienes fueron un mago y bruja excepcionales) poseía un gran linaje, el no pidió ser un mago, e incluso, había veces en que deseaba no haberlo sido, porque sin este factor, muchas cosas malas no hubiesen sucedido.
La que si no terminaba de soportar era a su tía Petunia. Ella no sólo se movía por el odio y repulsión que sentía porque Harry fuese diferente, sino que la envidia era un factor importante en su carácter. Su sobrino representaba todo lo que ella no pudo ser; una bruja que pudiese ir a Hogwarts y sorprender a sus padres con los trucos nuevos trucos que sabía. Sí, Harry comprendía muy bien que Petunia era una mujer que envidiaba bastante, y que no pudo ver que sus padres sí la amaban, y mucho, y prefirió volcar todas sus emociones negativas en su hermana, culpándola de todo para así no sentir que era injustificado su odio.
Ya sentado en la mesa comenzó a comer con rapidez la poca comida que sus tíos le permitían servirse, y fue justo cuando terminó que Vernon exigió que fuese a buscar las cartas. No dijo nada, como anteriormente lo hubiese hecho, y aún sabiendo los motivos por el cual sus familiares eran así con él, Harry no pudo evitar pensar que había preguntado para saber que no era tan despreciado como pensaba. Se levantó de la mesa con una tranquilidad que hubiese puesto alerta a sus tíos si le prestaran atención, pero ese no era el caso.
Sonrió cuando tuvo las cartas en sus manos, y aún en la puerta busco con rapidez, y no tardo en ver las letras color verde en una pulcra caligrafía. Su sonrisa se hizo más grande, y aprovechando que estaba solo escondió la carta entre su enorme ropa para así volver a la cocina.
Miró con fingido interés como su tío miraba por encima las cartas para ver quien las mandaba, hasta que comenzó con la que le envió su hermana. Harry, al ver que ya no le prestaban atención ni que sería necesitado se escabulló hacia su alacena. Sabía que ninguno le estaba prestando atención, pero era una costumbre que había agarrado después de los sucesos catastróficos... Negó con la cabeza, no era momento de pensar en eso.
Miró con emoción la carta por unos segundos, y sintió como sus ojos picaban, como si fuese a llorar. Harry se frotó los ojos y una vez más negó con la cabeza. Fue su sentimentalismo el que hizo que fuese tan manipulable, y no cometería el mismo error dos veces.
Abrió la carta, sintiendo su corazón latir con una fuerza alarmante, y leyó en voz baja:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore
Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora.
Ojeó los materiales que necesitaría para su primer curso, lo cual no le preocupaba mucho, ya que se los sabía de memoria, a lo que sí le presto atención fue al boleto dorado, y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Por un momento llegó a pensar que los actos que realizó para que enviaran los boletos con la carta de aceptación hubiese funcionado, pero al parecer no se había equivocado.
Ahora lo que faltaba era encontrar una forma para ir al Callejón Diagon para comprar lo que necesitaba, y no le preocupó, después de todo era el niño que vivió. Su sonrisa torcida no hizo más que crecer con el último pensamiento.
Sólo fue cuestión de unos días para comprender que se había preocupado por nada, ya que sólo fue cuestión de utilizar un pequeño hechizo para que sus familiares hiciesen lo que él quería. No un hechizo demasiado oscuro, ya que Harry no quería que lo tacharan de mago oscuro, o al menos no tan pronto.
Aprovechando su nueva libertad decidió desayunar el el Caldero Chorreante, después de todo, ya era primero de septiembre y después tendría que ir a la estación. De cierta forma también quería estar solo, porque pensaba en todo lo que tendría que hacer, y aun cuando no quería ser un sentimental dolía, porque saber que todas las personas en las que confiaste no fueron más que marionetas de un hombre que los compró con vienes materiales y fama. Pero eso no lo iba a detener, todo lo que aprendió, lo que sufrió y perdió no sería en vano, y esta vez, intentaría que ese dolor tan intenso que a veces llegaba, que le impedía respirar, fuese lo más mínimo posible.
Después de pagar emprendió camino a King's Cross. Sintió las miradas que muchos adultos le dirigían, lo cual hizo que se sintiera irritable. No reacciono, no obstante, porque sólo formaría un alboroto por unas personas que lo más probable no volvería a ver en su vida. Respirando profundamente repasó todo lo que estudió en su tiempo libre. Harry se admitía a si mismo que uno de sus mayores errores fue el no haberse investigado por su cuenta y conformarse con lo que le daban los profesores y amigos. Y es que si se ponía a pensar, los slytherins tenían razón al despreciar de esa forma a los nacidos de muggles, ya que gracias a ellos no sólo quitaban gran parte de su cultura, con la cual vivieron por años, sino también que muy pocas veces intentaba estudiar la cultura de los magos (además sin profundizar en la caza de brujas).
Cuando estuvo ya cerca de la pared por la cual entraría a la andén 9¾ escuchó la voz potente de la señora Weasley quejarse de los muggles, para segundos después preguntarle a su hija menor que cuál era el andén. Por unos segundos Harry quiso golpearse contra la pared por lo estúpido que había sido, porque sólo era cuestión de ver alrededor de la mujer para percatarse de que ya sabía la respuesta. Aunque Harry no negaba su culpa, también comprendía que Dumbledore hizo un excelente trabajo en hacerlo un ignorante en todo lo que tuviera que ver con la magia.
Sin molestarse a ver a la familia que una vez considero ser parte, traspasó la pared y se relajó como hace tiempo no hacía. Sonrió al ver el tren escarlata junto a los padres que se despedían de sus hijos. No importaba cuantas veces lo viese, siempre le rodeaba esa magia que lo hacía sorprenderse. Tampoco se sintió mal al ver esas familias felices, porque esta vez si sabía que sus padres lo habían amado lo suficiente como para dar su vida por él, y que si estuviesen ahí también harían lo mismo. No había motivos para sentir tristeza.
Dando una ultima mirada a los niños entró al tren, para así buscar un vagón vacío.
Esta vez, todo saldrá bien.
