Fanfic en colaboración con Yvori Gevura, a quien pertenece, por cierto, nuestro OC principal, Christopher Abyss. Yo solo escribí la historia, él es algo así como mi editor, y entre los dos hemos obtenido esto.
Disclaimer: Queens Blade y todos sus personajes no nos pertenecen ni a él, ni a mí.
Summary: Las puertas del infierno ahora han dejado entrar a los demonios, que vagan por el mundo causando desastres. Nanael parte en misión para encontrar al culpable, buscando a un sospechoso en particular. Pero este último no resulta ser tan culpable como creíamos…
Pairing principal: Nanael x OC… y alguno que otro desliz por ahí.
Mas adelante: OC (mío, de tono muuuy distinto) x Claudette.
Advertencias: Lemmon (Contribución espinosa de Yvori), separado en omakes. Y menciones de yuri casi por doquier (Contribución viciosamente mía).
Capitulo 1:
Hace miles de años, el torneo Queen`s blade fue creado por los ángeles (Y según ellos también por dios, pero mejor no debatir ello) para escoger a una soberana que mantuviera el orden en el mundo humano.
Después de la final del último torneo, había ocurrido algo así como un percance, cuando la ganadora Leina Vance había decidido ceder el poder ante su hermana mayor, declarando que prefería dejar el trono a su hermana, segura de que haría un gran trabajo como reina.
Así, el cambio de reina se dio entre la aprobación general de la población, y un emotivo abrazo de despedida entre las hermanas Vance.
Pero ahí es cuando nuestra historia cambia radicalmente. Nadie, ni siquiera los ángeles, estarían preparados para el ser que cambiará las reglas de este sagrado ritual: ésta es la historia de cómo el más singular de los caracteres se convertirá en una leyenda.
Nuestra historia comenzó un día común, con una escena a primera vista común: un joven aparentemente normal (al menos exceptuando el ala negra en su espalda) que dormitaba bajo un árbol, en un prado apacible.
Las mariposas volaban, los pájaros cantaban, el árbol brindaba sombra, el clima era agradablemente cálido y el sol alumbraba generosamente sin causar quemaduras a cualquier loco tomando el sol, mientras algunos roedores rodeaban al cuerpo recostado, mirándolo con curiosidad.
Hasta ahí todo bien, todo normal, todo apacible, y casi color de Walt Disney para el tipo anónimo cuyo nombre, como ya dije, desconocemos, junto con su origen.
Pero aquí fue cuando nuestra historia comienza a dejar su normalidad y cobra sentido.
Exactamente cuando el joven despertó; al principio con tranquilidad, y segundos después con verdadera confusión justo cuando se dio cuenta de dónde estaba.
Tenía cabello oscuro con mechones blanquecinos, un ojo rojizo (uno de ellos estaba tapado con vendajes con marcas extrañas en ellos) vestido con una armadura de un platinado oscuro que le cubría completamente un brazo, una pierna y parte del pecho; una capa negra que le cubría la otra pierna llegaba desde la cintura hasta el tobillo, todo acompañado con una enorme ala vampiresca en su espalda.
Liberó un quejido doloroso mientras retraía y escondía su ala, y mientras se cercioraba de que a su alrededor el panorama fuera real, exclamó:
―¡¿Qué demonios…?―
El chico se frotó las sienes alejándose a pisotones de la generosa y fresca sombra del árbol, pero se detuvo a pocos metros de distancia y volvió a observar el panorama con cara de estar desubicado.
Un momento…
―¿…no se suponía que…?―
Recordaba una gran batalla que acababa de sostener en los portones del infierno, y que definitivamente tenían un panorama muy distinto.
Se había abierto paso entre los demás matando sin ton ni son… y sin embargo cuando creía haber matado a todos y que cuando estuvo a punto de salir por el otro lado, uno de los moribundos usando su ultimo aliento causó inestabilidad en la puerta que terminó explotándole en la cara.
Esto debería haberle causado la muerte ¿no?... y aun así estaba vivo, por lo visto.
De golpe se le vino un echo a la cara ―¿Dónde esta mi espada?― y girando frenéticamente encontró su fiel compañera clavada en el gran árbol tras de él. La retiró, la examinó y la colocó de nuevo en su espalda donde mágicamente se quedo pegada.
Pero aun quedaba la duda ¿Cómo había acabado ahí?
Y ya de paso ¿Qué lugar era ese?
Se tranquilizó interiormente (generalmente lo lograba sin batallar mucho) y razonó lógicamente su situación: Por lo visto y juzgando por el paisaje debía estar en el mundo humano; eso era bueno, después de todo era donde debía llegar al cruzar la puerta, pero el problema era que no tenía ni idea de cómo rayos había llegado a este lugar en especifico.
Y justo cuando comenzaba a sacar alguna otra conclusión, una simple visión lo hizo salir de sus pensamientos bruscamente.
Una chica joven caminando por el prado pequeño, sosteniendo una jarra de agua… con un bikini y una tela medio deshecha sobre el muslo como únicas prendas, y meneando las caderas mientras caminaba, como si lo hiciera a propósito.
Christopher se quedó con los ojos abiertos como platos, desconcertado ante la imagen que parecía sacada de una fantasía pervertida de algún borracho, mientras veía la naturalidad con que la chica se paseaba semi desnuda.
Mientras sostenía con discreción su nariz ocultando la leve hemorragia nasal causada por tal espectáculo, se preguntó si no estaba soñando.
¿O los humanos habían enloquecido, tal vez?
Haciendo caso omiso de este comentario mental se acerco a la muchacha, que al darse cuenta de la persona que se acercaba rápidamente giró y casi tiró la jarra al ver a un sujeto que parecía sacado de algún manga Josei.
Después de todo era sumamente guapo a sus ojos (La escasez de hombres buenos era tema discutido muy comúnmente entre las mujeres jóvenes) e ignorando el deseo de babear por tan buen espécimen de hombre preguntó lo mas inocentemente posible.
―¿Puedo ayudarlo? Parece que usted es un viajero… ¿Cuál es su nombre?―
―Estem…― Al "joven" no le parecía demasiado cómodo hablar con una chica de la podía ver casi todo el pecho izquierdo, pero tenia suficiente autocontrol como para responder. ―…Si, mi nombre es Christopher, y le agradecería si me respondiera algunas preguntas…―
――
Al mismo instante y a kilómetros de distancia sobre la tierra, una angelita que no se preocupaba por su ropa interior descaradamente exhibida, con un ala mucho mas pequeña que la otra, sentada sobre una nube en forma de sillón y con un vaso de limonada en su mano derecha se entretenía leyendo un libro que marcaba: "Queens Blade: Participantes", husmeando en la vida privada de las ya conocidas heroínas mientras le daba sorbos breves a su bebida.
―¡Wow, Echidna estuvo reclusa por violación! ¡Nunca creí que esto vendría con todo y antecedentes penales!― Nanael elevó un poco la mirada y puso cara de nauseas al recordar los episodios de su vida donde se había encontrado con la individua. –Aunque no me sorprende… me pregunto si habrá violado a una mujer o a un hombre.―
Presa en sus claudicaciones importantes para el resto de la humanidad y que definirían el rumbo del Queens Blade, no se dio cuenta de cuando su otra compañera, Hachi, entraba a su ehm… nube, por lo que cuando escucho su voz se sobresaltó de sobre manera, casi tirando el contendido del vaso sobre su ropa.
…y justo cuando estaba por leer ese enoooorme secreto de cómo el marido de Cattleya no murió en la luna de miel asfixiado. Bueno, sería para otro día.
―El Serafín te busca, Nanael, creo que tiene una misión para ti.― le comunicó la angelita de pelo rosa, preocupada porque estaba segura de que Nanael volvería a meter la pata sin importar qué le pidiera la gobernante de los ángeles.
Nanael se precipitó volando hacia allá, con la otra angelita siguiéndole el vuelo. La angelita de cabello azul iba feliz de la vida segura de que le darían una nueva oportunidad que no rechazaría para no seguir siendo amenazada con la idea de ser exiliada al infierno, por lo que iba con su enorme e hipócrita sonrisa lista para ser usada con el serafín.
Pero unos minutos mas tarde su felicidad cayó a tierra cuando la patrona de todos los ángeles le comunicó que su nueva misión no era tan sencilla como cuidar que la leche divina no cayera al piso, o vigilar a Leina sin hacer nada.
―¿Buscar al culpable, yo?―
Nanael de inmediato comenzó a buscar en su mente algún plan inteligente e "infalible" de cómo no tener que seguir esa misión que seguro pondría en peligro su vida.
Desde el gran trono, el ángel mayor la miró con resignación:
–Veras, Nanael desde hace algunos días, tenemos la sospecha de que la puerta hacia el infierno de la bruja del pantano se abrió más. Y lo mas grave es que al parecer, ahora los demonios están saliendo como locos: están causando bastantes dolores de cabeza a lo humanos y por lo tanto, a nosotros. Es decir: están creando el desorden en este mundo ya de por si exaltado por el Queens Blade que apenas acaba de decidirse.―
―Ooooooh…― exclamó Nanael, con cara de en realidad no haber estado escuchando.
―Necesito saber quién es el culpable de haber favorecido esta situación.―
―Aham…―
El serafín hizo una mueca de fastidio, y suspiró con resignación. –Nanael, escúchame bien al menos en esta ocasión: los demás ángeles y arcángeles están por el mundo arreglando los desastres de los demonios que huyeron del infierno. Por eso es de vital importancia que logres esta misión…―
Miro la cara del ángel, que parecía estar planeando ya algo vicioso para no tener que hacer nada.
―…y no logres un desastre como en los otros casos.―
―¿Yo? ¡Desastre, pero vaaamos, yo NUNCA he hecho un desastre!― exclamó Nanael, golpeándose el pecho con orgullo. – ¡Tal vez he traído resultados algo dudosos, pero un desastre, JAMÁS!―
El serafín la miró otra vez con exasperación, segura de que se arrepentiría de darle una misión así más tarde. Se sobó las sienes y volvió a su mirada de tranquilidad.
―Nanael, te encomiendo que vayas y busques al culpable.―
―¡Sí señor…a!― grito Nanael dándose aires de obediencia.
―Tenemos dos sospechosos…― "Rayos enserio voy a arrepentirme de hacer esto" –la primera es, como de costumbre, la bruja del pantano, que es la que en un principio la abrió. Y el segundo es un demonio muy poderoso que fue detectado hace algunos momentos; si bien todavía no ha causado disturbios, no es posible confiar en que no lo haga después: su poder, su rango e incluso esta aparente inactividad son muy sospechosos. La bruja del pantano ya será investigada por otros ángeles más cautelosos…―
―¡Pero si YO soy muy capaz de eso!―
―…o al menos que no entren en sus dominios para bañarse en las aguas del pantano y meter en peligro a una concursante del Queens Blade como tú hiciste, Nanael.―
―Bueeno, pero eso…―
―Y por si fuera poco ¿Debo recordarte que esa vez regresaste con información que ya teníamos?―
―Ahm… bueno… estem…―
―Por eso tú te ocuparás de seguir al demonio.―
―¿Pero cómo voy a saber quien es? ¿No tiene una foto que darme?―
―Hachi te dará sus datos para que lo busques, ahora ve a cumplir tu misión…― Ya veía que la angelita comenzaba a irse cuando recordó un último consejo. –Nanael, te otorgo completo uso de tus poderes.―
―…E…¡¿Enserio?―
―Si… ese demonio, no, ese archidemonio es muy poderoso: no te descuides o podrías morir.―
Nanael asintió con la cabeza, la sonrisa hipócrita en sus labios obviamente ignorando todo lo que el arcángel le dijo (excepto lo de los poderes) y salió volando exhibiendo otra vez sus bragas con puntos azules, bajo la mirada desaprobativa del ángel.
El Serafín suspiró una vez más y se jaló el cuello de su túnica para darse aire. Cada vez que veía esa en apariencia inocente angelita, la exasperaba más. Y si algo le fastidiaba a la señora de los ángeles era perder la compostura frente a un personaje tan latoso.
"¿Cómo es que tengo entre mis ángeles semejante chiquilla? Ojaláno haga un desastre esta vez también… y también espero que no le suceda nada malo en la misión, sería el colmo."
――
Un largo rato después, otra vez saltando a un lugar a miles de kilómetros de distancia, una chica rubia de ojos azules y el cabello peinado en dos trenzas despertaba medio adormilada de una siesta tal vez demasiado larga.
Afuera de su habitación, el panorama que llegaba desde su ventana parecía ser de un lindo y agradable día. Seguramente ese día tendría una simpática jornada de descanso, sin pelear con otra compañera, o sin ocuparse de todo un reino.
Dejar a Claudette al mando había sido una buena descición.
Se estiró perezosamente y se asomó un poco por la ventana, para observar el pintoresco paisaje que le ofrecía la urbe en que había quedado desde la ultima pelea. Afuera no parecía haber nada nuevo, ni nadie conocido.
Tal vez aun no despertaban las demás. O tal vez estaban en otra parte. Un momento ¿Por qué esperaba encontrar a alguna conocida justo bajo su ventana? Es decir… Gainos era grande. Tal vez lo único que pasaba es que estaba aburrida.
Hasta hubiese preferido la extraña compañía de Echidna diciéndole (o haciéndole) cosas de doble sentido que ella no captada, a estar tan sola y sin nada que hacer.
Un momento…
Leina bajo la mirada para verificar si su camisón rosa seguía puesto y no le hubiese pasado como la otra noche sospechosa en casa de Cattleya, que le había enseñado que dormir en la misma habitación de Echidna no era buena idea. Y sí, seguía puesto. Menos mal.
De pronto el exterior y la paz del clima le parecieron especialmente monótonos y aburridos. Sí, eso era, estaba aburrida. ¿Y si salía a buscar a alguien?
Ok, reflexionándolo bien, tal vez no le hubiese parecido demasiado agradable despertar en la misma habitación que Echidna. Mejor estaría encontrar alguien menos extraño con quien curar el aburrimiento. No sonaba mala idea ir a visitar a Elina, o a Claudette.
Después de todo, las tardes en familia eran agradables… claro, si no fuera porque Elina se le pegaba como chicle, la trataba como juguete… y Claudette era demasiado seria a veces (y como reina ahora lo debía ser aun más).
Tomoe era buena opción pero seguramente estaría entrenando con esas manías raras de sacerdotisa, como esa de meditar bajo cascadas de agua helada, o entrenar con la espada cargando pesas en las muñecas y los pies.
Se tomaba el entrenamiento diario (aunque no hubiera más enfrentamientos necesarios) muy enserio, y Leina tenía ganas más bien de tener una platica amena que no se relacionara forzosamente con ello.
¿Y Cattleya? Estaría ocupada cuidando a Ymil y a Rana a la vez. O le contaría alguna historia de cuando ella y su marido eran jóvenes asesinos de dragones, o le quitaría su espada y comenzaría a hacerle miles de mejoras frenéticamente…
¿Y Risty? Esa era buena idea, Risty era como una maestra y un modelo a seguir, siempre le enseñaba alguna lección de vida. Pero para volver a encontrarla estaría en chino mandarín.
Seguramente estaba escondida en alguna posada de muchas en la ciudad y le diría algo del estilo: ―No soy tu niñera, déjame descansar―.
Oh bien… no había nadie que buscar. Estaba condenada a la aburricion por horas.
O eso creía.
―¡LEINA-SAAAAAAN!―
El estallido de la puerta contra la pared la hizo pensar en que un asesino, ladrón o violador acababa de entrar con malas intenciones al cuarto por lo que de inmediato sacó su espada y la blandió en dirección a la entrada…
…donde Nanael le sonreía con una gota de sudor sobre la cabeza.
――
Al mismo tiempo, Christopher observaba la imponente entrada de Gainos preguntándose cual opción era mejor idea: entrar a la ciudad y buscar alojamiento, o quedarse en las afueras. Después de todo no le molestaba dormir a la intemperie. El mundo humano no era tan extremo como el infierno respecto al clima exterior.
Luego de hablar con la chica del bikini (Quien por cierto había sido muy difícil de evitar que se le echara encima), esta le había dicho que:
La ciudad más cercana era Gainos. En Gainos se acababa de celebraba algo llamado Queens Blade, de donde habían sacado a la nueva reina. También le indico por donde se encontraba dicha ciudad,
Christopher había decidido dirigirse hacia allí, con la leve impresión de que encontraría algún tipo de respuestas a su situación.
Luego de unos minutos de reflexionar acerca de ello, decidió que lo mejor era entrar a la ciudad y buscar alojamiento adentro, después de todo un descanso no venia mal ¿no?
Cuando llegó a la entrada, además de ser recibido por dos guardias femeninas en una especie de bikini todavía mas revelador ("Chale…" pensó), se fijo en ese letrero de "Costo de aduana 5 monedas de oro".
Mientras observaba extrañado el letrero y a las dos guardias, no se dio cuenta de cómo otra mujer, con ropa todavía mas extravagante (pues lo único que cubría sus caderas era una serpiente) pasaba a su lado, dejando cinco monedas a las guardias y seguía como si nada pese a que nada le tapaba el trasero.
Medio atontado por semejante espectáculo el demonio sacudió la cabeza y, recuperando la cordura, busco con su mano la bolsita de monedas que siempre cargaba con él… cayendo en cuenta de que ya no había nada.
―…Anda, eso es nuev…― Y al ver a la chica, que ya estaba muchos metros mas lejos, se dio cuenta de lo que había sucedido.
A la vez que sonreía a ambas guardias mientras, resignado, daba la vuelta hacia las afueras, se dijo interiormente que cuando encontrara otra vez a la mujer le iba a dar su merecido.
Mas adelante, dentro de la ciudad, Echidna observaba su nuevo botín con una sonrisa de pervertida que daba miedo. ―Por eso amo a los recién llegados…―
Fin Del Primer Capitulo
