Disclaimer: Frozen y sus respectivos personajes no me pertenecen, estos son propiedad de Disney. La historia me pertenece completamente.
Advertencia: Contiene lemmon, así que lees bajo tu responsabilidad.
The forbidden
Era un día como cualquier otro, aburrido en su mayoría, y eso que era fin de semana.
Aún era temprano, o por lo menos para mí, porque mi madre ya me había intentado sacar de la cama en cinco ocasiones. Apenas y eran las once de la mañana de un sábado.
No tenía nada, absolutamente nada, qué hacer. Mis tareas estaban hechas desde el viernes, y mis únicos dos amigos habían salido de viaje, juntos, sin mí. Y aunque tampoco tenía ganas de salir, no quería quedarme en mi casa.
-"¡Elsa, ya baja de tu cuarto de una buena vez!" -vuelve a gritar mi madre desde la cocina. Es entonces que decido levantarme de mi cama por primera vez desde que había abierto los ojos dos horas atrás. Bajo las escaleras y percibo un exquisito olor, es entonces que mi estómago ruge por la falta de comida que tenía y aún no me daba cuenta.
-"¿Qué vamos a comer que huele tan rico?"- le pregunto mientras me siento en la mesa, observando cómo mi madre maniobra su mano izquierda en la estufa y su mano derecha en el lavaplatos.
-"Para los que hacemos algo vamos a comer, para los que no, que les den"- termina por contestarme. Okay, pensé. Me levanté de la mesa y me fui a buscar cereal y leche de la nevera, tomé un tazón y preparé mi manjar de los dioses.
-"¡Elsa, por Dios!"- me regaña de nuevo. -"¿Acaso tengo que explicarte con manzanas que me ayudes?"
-"Si me lo hubieras dicho desde un principio, con gusto te ayudaba. Pero ya me preparé el desayuno, así que..."- le respondo antes de comer una cucharada de cereal. Ella termina por dirigirme una mala mirada y sigue en lo suyo.
Para que no siguiera regañandome el resto del día, intento terminar de comer el cereal lo más rápido que me fuera posible y me pongo a lavar todos los trastos que habían en el lavabo, aunque luego me arrepiento al ver el montón que había, y aún salían más y más. Pero era eso o que estuviera detrás de mí todo el día.
Luego de aproximadamente veinte minutos con una fibra, detergente y una montaña de platos, vasos y ollas, al fin podía ser libre. O al menos hasta que mi madre me ocupara de nuevo.
Para intentar pasar el rato me había ido a la sala a ver la televisión, aunque en realidad no había nada, enserio, nada qué ver. Ni Bob Esponja había pasado en los treinta minutos que ya habían transcurrido desde que encendí la tv.
-"¡Elsa!"- escucho la melodiosa voz de mi madre, gritando otra vez. Apago la televisión y me dirijo al origen de su grito. Mi habitación.
-"¿Ahora qué pasa?"- le pregunto llegando al marco de la puerta. La miro y está parada exactamente en medio del cuarto, con sus manos en la cintura, imponiendo su imagen como la madre firme que es.
-"Quiero que arregles tu habitación, ahora. -dice seria, con sus ojos penetrando mi alma- Tienes una hora para dejarla impecable, tus tíos y tus primos van a venir y no quiero que la casa esté desordenada, comenzando con tu cuarto."- Entonces sale a paso firme, sin antes ponerme la escoba y recogedor en mis manos.
Bueno, ya que.
Pongo música del ordenador, porque sin música sería aún más pesado de lo que ya es, y va en aleatorio, comenzando con Shakedown.
Comienzo recogiendo la ropa que sin querer ha quedado en el piso, siendo solo un par de jeans y unos cuantos suéteres. Los doblo y ordeno en el ropero. Hago mi cama, la que enserio era un desastre, y termino barriendo por todo el área.
No había sudado ni una gota hasta el momento. Ya habían pasado cinco canciones y solamente me faltaba sacar la bolsa del basurero del ordenador, eso quería decir que me quedaba aproximadamente media hora para disfrutar.
O eso pensé hasta que escuché el ruido del auto de mi tío. Era un milagro que esa pobre carcacha aún encendiera.
Bajé las escaleras rápidamente y salí a dejar la bolsa en el basurero, para luego ser apretujada por mi tío en un supuesto abrazo. Luego me saludó mi tía y mis dos primos, quienes solamente saludaron con la mano, mientras que mi prima corrió a abrazarme.
No era habitual que mis tíos fueran a visitarnos, era extraña la vez que lo hacían. Y hoy, ni mi padre, ni mi madre o yo cumplíamos años.
El hermano de mi madre y ella se parecían en algunas cosas, pero mis primos, siendo hermanos, no se parecían en nada, absolutamente. Mientras que Kristoff -el mayor- era rubio, Olaf era pelinegro y la menor de los tres, Anna, era pelirroja. Por lo menos Kristoff y yo teníamos algo en común, ambos éramos rubios y los mayores, con dieciocho años recién cumplidos por parte de ambos.
Entré a la casa después de que Anna me soltara. Ella era la más afectiva de la familia, mientras que todos los demás, pues, lo normal.
-"Hola, tú"- le escucho decir simplemente mi tío a mi madre, mientras que ella finge hacer mala cara al verlo, para que luego ambos se saludaran con un abrazo. Como si no se hubieran visto en décadas.
Luego mis padres pasan al desfile de saludos con mis primos, quienes parecían estar ya fastidiados de haber llegado, con excepción de Anna.
Creo que ya había mucho tiempo de que no los veía, pues podía reconocer fácilmente que Kristoff había crecido, que Olaf estaba más delgado, y que Anna ya era toda una señorita.
Tal vez igual habré cambiado, o no, la verdad no lo sé, y tampoco me importa demasiado.
Luego de unos minutos de estar todos reunidos en la sala platicando pasamos al comedor, donde la comida ya estaba servida. Cuando todos ya estábamos sentados en la mesa, había recordado el regaño que me había dado mi madre en la mañana por la comida y, sin querer, había soltado una pequeña risa, lo que llamó la atención de mi tío.
-"¿Qué pasa Elsi?"- dice sonriendo, -"¿Recordaste un buen chiste? Cuéntanos."- a lo que todos me miraron inmediatamente. Simplemente negué divertida. -"No es eso, sino que recordé lo fácil que fue resolver un problema de álgebra." -también era cierto, mi tarea había sido demasiado fácil.
-"Vaya, tal parece que tenemos otro cerebrito en la familia. Y cuando digo otro, no pienso en ti Kristoff"- dice bromeando y empujando juguetonamente a mi primo, quien solo ríe avergonzado. -"Tal parece que tu y Anna son las inteligentes en la familia" -comenta, ahora abrazando a la chica, quien solamente sonreía apenada.
-"Lo cierto es que Elsa se ha esforzado mucho en sus estudios, y tal parece que podría ser aceptada en una buena universidad." -comenta mi padre. -"A decir verdad, las universidades son las que tendrían suerte de tenerla a ella."
La comida siguió de forma normal, pláticas sobre nuestros estudios por parte de nuestros padres, luego que si mi madre era la que hacía travesuras cuando eran pequeños, y que una vez mi tío se había metido un botón en la nariz de pequeño porque no tenía nada qué hacer.
Al final, por medio de votación, o un complot, terminamos siendo Anna y yo quiénes lavaríamos los platos.
-"¿Secas y yo lavo, o cómo quieres?"- decidí preguntarle, yo podría hacer cualquiera, lo importante era terminar lo más rápido posible.
-"Puedo lavar"- respondió decidida. Okay. Comenzó dividiendo los trastos, todos los platos de un lado, los vasos de otro y los cubiertos. Primero los cubiertos, cuando iba terminando de cinco en cinco me los iba pasando. Yo solo debía secarlos, cosa fácil, y los acomodaba en los cajones mientras ella pasaba con los vasos. -"¿Y cómo te va?"- le escucho decir de repente. Supongo que un poco de plática no hace mal.
-"Pues bien, supongo, no me quejo. ¿A tí cómo te va?"- tampoco es que yo fuera de mucha plática, o sea, ¿de qué puedes hablar con alguien a quien no estás acostumbrado a ver? Exacto.
-"Creo que igual que tú, digo, tampoco me quejo."- se quedó pensativa un momento mientras enjuagaba los últimos platos, -"Y, ¿qué tal en el amor? ¿tienes al chico de tus sueños?"
Uh… aquí vamos con los "chicos".
-"Pues, verás, los chicos no son cosa mía, ¿entiendes?" -ella pareció captar a lo que me refería rápidamente, -"pero aun así, no tengo a nadie, tampoco es que quiera a alguien ahora mismo." -comenté encogiéndome de hombros. Terminó de pasarme los últimos platos, los sequé y los puse en su lugar. -"Bien, parece que eso fue todo." -dije antes de fijarme en que Anna había terminado con media blusa mojada. Tal vez se había pegado mucho al fregadero, algunas veces me pasa igual.
-"Oye, creo que deberías cambiarte la blusa, está muy mojada." -al parecer ella no se había dado cuenta hasta que se lo hice ver, pues miró sorprendida hacia su abdomen. -"Ven, quizá tenga alguna blusa para prestarte." Dejamos la cocina y nos dirigimos a mi habitación. Mientras subíamos las escaleras escuché que provenía música de ahí, entonces de golpe recordé que había dejado el ordenador encendido todo este tiempo.
Ignoré el ordenador cuando entramos y directamente me fui hacia el armario, quizá habría alguna blusa de su talla, no había gran diferencia entre ella y yo por lo menos. Lo malo era que mi armario estaba todo revuelto. Tuve que terminar tirando la mayoría de ropa que no estaba doblada al suelo, ¿tan difícil era buscar una blusa? En mi caso sí, puesto que yo solamente vestía con suéteres o camisas de botones, como la que llevaba puesta. Era rara la vez que buscara una ropa diferente en mi armario.
-"¿Te molesta si es una camisa como la mía?"- le pregunté sin mirar hacia donde quiera que estuviera, aún intentando encontrar alguna maldita blusa debajo de la montaña de ropa que ahora había a un costado de la habitación, -"Es que no encuentro ninguna blusa ahora."
-"Está bien cualquier cosa, la verdad no importa qué sea."-le escucho decir, ahora veo que tenemos en común. Casi nada nos importa. Opté por darle una de cuadros rojos con negro, mi menos favorita. -"Aquí tienes. Puedes cambiarte aquí o en el baño, como quieras." A lo que me di la vuelta para apagar la música que seguía en la habitación. De la nada se había puesto una playlist de " .Relax" y ni idea de cómo.
Apagué el ordenador y dispuse a darme la vuelta para salir, pero al girar, lo primero que veo es a mi prima semi desnuda, con una blusa húmeda a medio camino de salir por su cabeza. Algo en mi cerebro estaba fallando puesto que intentaba voltear hacia otra parte pero no podía, mis ojos automáticamente habían caído en el abdomen tonificado de la chica que estaba frente a mí, que se supone es mi prima. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¡Por Dios! ¡Deja de mirarla, maldita sea!
Pero por más, no podía quitar mi mirada de ahí.
-"¿Elsa?"- le escucho decir, es entonces que al fin puedo quitar mi vista de su abdomen y mirarla a los ojos, aunque un poco avergonzada por lo anterior.
-"Lo… lo siento, ya voy a salir."-dije nerviosa, caminando rápidamente hacia la puerta. Pero algo me detiene. O mejor dicho, alguien. Anna.
-"¿Dónde vas?"- me pregunta ella. ¿Qué demonios?
-"Voy a- a salir para que puedas cambiarte."-intento no volver a mirar hacia ella.
-"¿Pero por qué? ¿Acaso no te gustó lo que viste?"- Siento que trago pesado, ¿qué quiso decir con eso? Por Dios. ¿¡Por qué sigo aquí!?
Me las arreglo para soltarme de su agarre y me dirijo al baño a paso veloz. Al entrar, lo primero que hago es mirarme al espejo, ¿¡Qué demonios acaba de pasar!?
¿En qué estabas pensando al mirar a tu prima de esa forma? ¡Es tu prima!
Abro la llave y dejo salir el agua fría por un momento, luego me tiro un poco en la cara para intentar calmarme. Pero al regresar mi vista al espejo me doy cuenta que ahora no estoy sola en el baño.
-¿¡Qué- qué haces aquí!? ¿¡Y por qué no te has vestido!?"- me doy cuenta de que llevaba encima, sin abotonar, la camisa que le había dado minutos atrás. Podía ver perfectamente su brasier negro, que le encajaba a la perfección. Dios, ¡otra vez!
-"¿Acaso no quieres que esté aquí, contigo?"- a estas alturas ya ni sé qué pensar. Intento rodearla para salir pero ella me detiene otra vez. -"Por favor, déjame pasar."- pero ella se niega, y en cambio, me empuja con una mano hacia la regadera. Trato de esquivarla de nuevo pero es en vano, no me deja salir por ningún lado. -"¿Qué es lo que quieres?"
-"A ti"
Peligrosamente se acerca a mi rostro, entendiendo lo que quería hacer rápidamente volteo mi cara hacia un lado, a lo que termina besando mi mejilla. -"Eres traviesa, ¿eh? Primita"
-"Lo que haces está mal, Anna. Por favor, déjame salir"- pero me toma de ambas manos contra la fría pared de loza, con su rostro cerca del mío. -"No irás a ningún lado, Elsa"-me susurra mientras lentamente va avanzando hacia mi.
Ahora es cuando siento como sus labios terminan conectándose con los míos. Me besa, con pasión, mientras que yo intento alejarme de ella, pero logra tener el control sobre mi boca.
Se aleja, sin antes morderme el labio inferior. -"No intentes nada, que sabes que te gusta, Elsi."-susurra ahora en mi oído con una voz seductora, para luego morder mi lóbulo suavemente.
Por Dios, ¿qué demonios estaba pasando? Si esto es una pesadilla, ¡quiero despertar ya!
Mi cabeza de pronto ya no la siento con la capacidad para poder buscar alguna forma de salir. Mi mente simplemente ya no estaba en donde debía estar.
Débilmente la dejo manipular mi boca a su antojo, rindiéndome ante ella, quien sigue besándome frenéticamente, con hambre. De un momento a otro, intenta profundizar el beso y yo se lo concedo, sintiendo ahora su lengua luchar por el dominio de mi boca, explorando en ella. Luego se aleja por la falta de aire, y me mira hambrienta. Suelta una de mis manos y la dirige para tomar mi rostro.
-"Eres tan hermosa, Elsa. No entiendo cómo es que no tienes a quien quisieras contigo"- da un casto beso, -"pero es mejor que no, así te tengo solo para mí."- y sigue adueñándose de mis labios.
Por un momento suelta una de mis manos y la dirige debajo de mi camisa, tocando mi vientre tentativamente. La freno antes de que hiciera algo más, pero me mira directamente, y puedo ver sus oscurecidos ojos, que me devoran con la mirada. -"Lo deseas, me deseas."- e ignorando mi agarre, dirige su rostro a mi cuello, besándolo.
Chupando. Tocando. Sintiendo.
Ágilmente logra desabotonarme la camisa y me la arranca en un movimiento que no había previsto. Ambas nos encontrábamos en la misma condición. Ella, sin dejar un solo momento mis labios, siento como posiciona su pierna entre las mías, y con su rodilla hace presión en mi entrepierna, lo que me deja escapar un leve gemido. Logro sentir su sonrisa entre mis labios, lo que me hace sentir de forma extraña.
En un arrebato, giro y la dejo en mi antigua posición, ahora siendo yo quién tuviera el control. Hace mucho que había mandado todo al diablo.
Con una mano sujeto su cintura, rozando su ropa interior que sobresalía de sus jeans, y con la otra sujeto su rostro. Pasando mi lengua ahora por su cuello. Siento como es que lo disfruta. –"¿Esto querías, eh?"- mi comentario queda en el aire, pues ella está entretenida jugando con mis jeans, hasta que decide desabotonarlo y bajar el cierre lentamente.
Mis manos ahora se dirigen a sus pechos, masajeando por sobre su sostén negro. Le escucho gemir levemente, lo que me da la pauta de quitárselo. Gime de nuevo, suave, al sentir mi tacto, -"tus manos… están frías"- dice entrecortadamente. Admiro por un momento sus pechos, ansiando el momento de pasar mi lengua en ellos, en sus rosados pezones.
Y lo hago, mi lengua comienza a jugar con su pecho derecho, rodeando con la punta su pezón duro, mientras que mi mano libre continua masajeando su pecho izquierdo. Succiono, lamo, y vuelvo a succionar, escuchando los pequeños gemidos que salían de su boca. No podía resistir un momento más.
Le desabrocho el pantalón mientras ella me besa frenéticamente. Bajo con todo y ropa interior y quedo maravillada al tener frente a mí tan hermosa vista. Relamo mis labios, siento la humedad en mi intimidad. Miro por un instante a la chica pelirroja que está frente a mí, completamente desnuda. Vuelvo a su rostro, dando un casto beso en sus labios, bajando por su cuello, pasando nuevamente por sus pechos, su abdomen marcado y por último, su sexo expuesto a mí.
-"Por favor…"- dice entrecortada, -"te necesito… ya."- Lentamente paso un dedo en su intimidad y veo como ella da un leve brinco. Estaba tan húmeda.
Comienzo a masajear su clítoris, lentamente, y poco a poco subiendo la velocidad, observando cómo va perdiendo el control de sus gemidos. Si no fuera porque estábamos en el baño de arriba, estaríamos realmente perdidas.
Se aferra a mi cuello cuando siente que introduzco un dedo en su entrepierna. Avanzo lentamente, no sabía si era su primera vez o no, pero no quería hacerle daño. –"Tranquila…"- me dice, como si hubiera sido capaz de leer mi mente. Al ver que no le molestaba, decidí introducir un segundo dedo, lentamente, acostumbrándome a lo estrecho que estaba. Poco a poco iba introduciendo y sacando, aumentando la velocidad de poco, hasta que es ella quien me pide más.
Escucharla gemir me ponía cada vez, hasta que decidimos cambiar de posición, recostándonos en la loza de la regadera. Mientras que yo seguía encima de ella, con una mano dentro de su intimidad, la otra dándole la debida atención a sus pechos y reclamando el control sobre su boca. –"Els… me voy- me voy a venir…"- logra decir entre gemidos y respiraciones sin control. Por un momento sigo en lo mío, hasta que siento que es el momento. Bajo a su intimidad, y dirijo mi lengua a su entrada, pasándola en todo lo largo, teniendo como respuesta un profundo gemido acompañado de mi nombre y, acto seguido, sus fluidos pasan a estar en mi boca. La saboreo, a ella, en todo su esplendor.
Subo de nuevo a su boca, donde ella me devora con desesperación, sintiendo también su sabor. Ella pasa sus manos por sobre mi espalda y quita mi sostén, y sin dejar de besarnos comienza su trabajo masajeándolos, para luego pasar a ellos con su lengua. Dejo salir varios gemidos entrecortados, algunos acompañados de su nombre. Anna. Pasa una de sus manos a mi trasero, dándole una nalgada.
Baja mis vaqueros, y recorre mi intimidad con su mano por sobre la tela de mi ropa interior. Logra sentir mi humedad y se lame lo los dedos, para luego pasarlos por mi boca. Introduce su mano derecha dentro de mi entrepierna y suelto un gemido. Ella sonríe malévolamente, y saca su mano de ahí. Me mueve de encima de ella y se sienta, ahora haciéndome recostar, y abriendo las piernas. Se posiciona entre ellas y pasa de nuevo sus dedos por encima. Me retuerzo a causa del placer que me provocaba. Termina por quitar la ropa interior y recorre mi feminidad con su lengua.
Siento una especie de corriente recorrer mi espalda, y un sinfín de cosas más al sentirla en mí. Ella introduce y saca velozmente sus dedos mientras que su lengua se ocupa de mi clítoris, provocándome inmensas sensaciones. Poco a poco siento como estoy cerca, y doy señales de que estoy a punto, a lo que ella introduce un dedo extra y con su mano libre termina de masturbar mi clítoris.
No pasa demasiado hasta el punto en el que me siento viendo estrellas y el universo mismo. Ella sube de nuevo, y nos besamos. Ahora sin prisas. Solamente sintiéndonos. Explorando nuestros cuerpos con las manos, con los sentidos.
Nos quedamos recostadas un momento, para intentar recobrar fuerzas, pues aunque quisiéramos no podríamos quedarnos ahí, tarde o temprano alguien se daría cuenta de nuestra ausencia y subirían a buscarnos. Luego de unos minutos decidimos vestirnos, tomarnos un momento más para saber qué hacer en caso de que nos preguntaran, y actuar normal.
Por lo menos todo había salido bien, nadie había sospechado nada sobre nosotras y el tiempo que no habíamos estado con nuestra familia. Pero había llegado el momento de que se fueran.
-"Bueno hermana, a ver cuándo nos volvemos a ver"-escucho a mi tío dirigirse a mi madre, quienes estaban en el marco de la entrada principal.
-"Espero que sea pronto,"- me dice Anna, mientras me toma de la cintura y me acerca a ella, ambas estando en la cocina. –"no podré soportar tanto tiempo sin ti."- dice con una expresión triste.
La beso por un largo instante, y la miro directamente, sintiendo sus manos tocar levemente mi trasero –"Yo tampoco sabré cómo seguir sin ti."-entonces me corresponde con otro beso, uno suave. Al final, la llaman por mi tía y tiene que marcharse.
Nos despedimos, sabiendo que ahora tendríamos algo qué hacer cuando nos viéramos de nuevo.
