Como he tenido( hasta ahora, espero que no cambie) un día de trabajo muy livianito, a mi musa se le ha ocurrido aparecer de esa manera sorpresiva que ella tiene con esta pequeña tontería.

Espero que mis quince minutos de inspiración les gusten ;)

Aclaración: ¿Parezco Hart Hanson? Sé que no. Eso es porque no lo soy y Bones no me pertenece.

Un medio para un fin

Lleva más de media hora dando vueltas, chequeando su bandeja de entrada, revisando los datos del último caso, hasta convencerse de que sólo está retrasando lo inevitable. Si quiere lo que ha pedido, tiene que tomar una decisión ahora o luego será demasiado tarde.

Sólo es un medio para un fin, se repite para sí misma.

Aunque no puede evitar pensar que es una buena ocasión para también hacer algo que de alguna manera le apetece hacer y no ha encontrado (hasta el momento) otra excusa para ello.

En el preciso momento en que está por ir a buscar el móvil en el bolsillo de su abrigo, la interrumpe Ángela con una consulta sobre unos marcadores de tejido.

Sigue a la artista hacia su oficina, tratando sin éxito de concentrarse totalmente en lo que ésta le pregunta. En el fondo de su mente siguen estando los interrogantes.

¿Se atreverá realmente? ¿Y si lo toma a mal?

Y la pregunta que no quiere plantearse, pero inevitablemente surge.

¿Y qué sucedería si lo toma bien? ¿Demasiado bien? ¿O si ella lo toma así?

Cinco minutos más tarde, deja a Ángela con la reconstrucción de aquel cráneo que ya ni registra a qué caso pertenece y entra con paso decidido en su oficina.

Se dirige al perchero del rincón y busca su celular en el bolsillo de su saco.

A paso lento, se encamina hacia el sillón y vacila antes de decidir quedarse de pie. Tal vez sentarse es darle más importancia de la que realmente tiene y de la que tendrá. Pero no puede evitar que sus manos tiemblen un poco mientras teclea el mensaje, y borra una y otra vez lo escrito, sin estar segura de cuáles son las palabras correctas.

"De acuerdo con el trato. Nos vemos en mi oficina. Colgaré el muérdago allí".

Sólo es un medio para un fin, se repite nuevamente luego de enviar el mensaje a Caroline.

Pero cuando segundos después recibe la confirmación de envío, el teléfono se desliza de entre sus manos sudadas y cuando se agacha a recogerlo, se le cae nuevamente por un temblor que domina rápidamente.

Sólo es un beso, a fin de cuentas. Y una vez que termine, nada cambiará. Habrá sido como besar a mi hermano.

Pero muy en el fondo, lo sabe, en ese lugar donde también guarda el deseo genuino de que su padre pase una buena Navidad y el deseo de estar con él y su hermano, también tiene la seguridad de que jamás podría ser como besar a su hermano. Que Caroline le dio la excusa, pero con un motivo. Y no sólo la innegable química sexual que hay entre ellos.

Recurriendo a toda su capacidad de compartimentalización, se sienta nuevamente ante el ordenador, para trabajar en su próxima novela. Aparta nuevamente el pensamiento que acude a su mente, rebelde, de que tal vez en unas horas, tenga más material para escribir sobre Andy y Kathy.

Aunque nada puede evitar que hasta que él irrumpe en su oficina, mire el reloj ansiosa e ilusionada como la niña que espera el recreo.


¿Logré aunque más no sea una sonrisa? Cuentenmelo.

Gracias por leer.

Besos

Ana