-Joder, joder, joder, dieciséis años, ¡joder! -Se frotó la cara desesperada -Aún no he llegado a la cárcel y ya estoy hablando sola, empiezas bien, Clarke, empiezas estupendamente bien -Resopló apoyando la cabeza en la fría chapa del furgón.
Nunca hubiera imaginado terminar en esa clase de lugar. Era una chica normal, con una familia normal, amigos normales, aficiones normales, de esas aficiones que no te enchironan por practicarlas, ¡por el amor de Dios, que le gustaba dibujar! Joder, alguien normal no termina en una cárcel, ¿no? Aunque siendo sincera con ella misma, sabía que su condena era más que justa.
Tenía que empezar a asumir que estaría dieciséis años de su vida compartiendo "casa" con todo tipo de reclusas. Se rió por no llorar desconsoladamente. Dios, estaba aterrorizada con qué tipo de mujeres le tocaría convivir. Estuvo toda la noche anterior mirando series de cárceles con su mejor amiga Nicole, sacando ideas de supervivencia entre reclusas. Menuda gilipollez. O no.
-Clarke, lo tienes claro, ¿no? Cuando te instales, debes buscar a la bollera alfa, te haces su amiga y te haces su esclava, lo que ella te pida, como si tienes que comerle el co... -Clarke se abalanzó sobre ella tapándole la boca con las dos manos.
-Ni se te ocurra terminar esa frase, puta. Me estás poniendo más nerviosa -Se incorporó mordiéndose las uñas -Lo de buscar la bollera alfa si que lo haré, está claro que no puedo ir por libre sin que nadie intente aprovecharse de mi -Se quedó pensativa unos segundos -Sí, necesitaré un grupo para que me proteja -Asintió con la cabeza convenciéndose a si misma.
-Lo de unirte a un grupo es fundamental, Clarke, semejante delantera traerá cola en una cárcel llena de lesbianas -Le cogió los pechos por debajo y se los sacudió un par de veces ganándose un manotazo.
El furgón paró bruscamente haciéndola salir de sus pensamientos devolviéndola a la vida real. Maldito conductor. Las puertas se abrieron de golpe y el guardia que conducía esa enorme chatarra, la cogió de un brazo obligándola a bajar de malas maneras. Menudo gilipollas.
-Soy una persona, señor... -Miró la placa de su pecho -Blake.
-Para mi eres una delincuente más, reclusa.
-Reclusa Griffin, gracias -Le dedicó una sonrisa.
Se miraron desafiantes durante varios segundos. Finalmente, el agente Blake decidió que no merecía la pena continuar con esa pelea absurda de miradas. Era el puto Bellamy Blake, el mejor agente de policía de su promoción.
La condujo por unos estrechos pasillos hasta llegar a una sala bastante acogedora, aquello la calmó un poco. Se sentó en una de las sillas que había mas cercana a la puerta, por si tenía que huir. Menuda tontería. A los pocos segundos, apareció por esa misma puerta una mujer morena de ojos marrones, era de su misma estatura y supuso que de su misma edad. La miró sorprendida. También había agentes guapas como en sus series. Sonrió internamente.
-Buenos días, señorita Griffin, soy la agente Ontari, oficial de la Gobernadora. Seré la encargada de hacer los trámites de su ingreso y el registro corporal.
-Buenos días, Onta.. agente Ontari, estoy un poco nerviosa. -Dijo titubeando.
Ahí estaba, uno de los momentos a los que más temía, el registro corporal ¿Le buscarían droga en la entrepierna? Esperaba que no, aunque sabía a la perfección que sí. Y por ese mismo motivo, la noche anterior, después de ver las series y de que Nicole manoseara sus pechos, practicaron el registro.
-Maldita sabandija repugnante, despréndase de la ropa, ¡AHORA! -Dijo Nicole alzando la voz.
-¿En serio, Nics? ¿Maldita sabandija repugnante es lo único que se te ha ocurrido? -Puso los ojos en blanco y empezó a desnudarse.
-No me conteste, ¡sabandija! -Se cruzó de brazos.
-Lo siento Nics, no puedo -Empezó a vestirse de nuevo -No entiendo por qué practicamos esto, no voy a meterme nada en el cuerpo para entrar en la cárcel.
-¡Joder, Clarke! No me fastidies la sorpresa, te había comprado un móvil y le había descargado Netflix -Dijo con semblante serio sacando el móvil de una bolsa. La muy idiota lo había comprado de verdad.
-¿Pretendías que entrara a Azgeda con un smartphone de 6 pulgadas metido en mi entrepierna? -Le quitó la "sorpresa" de las manos -No tengo el bolsillo mágico de Doraemon entre mis piernas, Nicole.
Recordó el plan poco elaborado de su amiga para que pudiera seguir viendo todas sus series, consiguiendo con ello calmar la sensación de vomitar todo lo que había comido a lo largo de su vida. Maldita Nicole, tenía el don de tranquilizarla con sus gilipolleces hasta en momentos tan difíciles como esos.
Ontari sacó unos papeles del cajón del escritorio en el cual se había sentado. No pudo ver qué había en ellos, pero supuso que sería su ficha y su sentencia. ¿Qué pensaría cuando leyera lo que había hecho? Le entraron los nervios de nuevo. Recordó el porqué lo hizo y volvió al estado de calma. No se arrepentía de sus acciones, lo volvería a hacer sin dudar.
La oficial estuvo leyendo esos papeles durante más de diez minutos. La estuvo observando fijamente buscando cualquier gesto que le revelara algún sentimiento: decepción, rabia, enfado, cualquier cosa. Maldita cara de póker. Ontari terminó de leer, dejó cuidadosamente los papeles en una esquina del escritorio, cogió una libreta y procedió a escribir en ella. Pocos minutos después, se levantó, cogió los papeles y la libreta y se acercó a ella con paso decidido.
-Por aquí, señorita Griffin -La guió hacia la sala contigua -Desnúdese, puede dejar la ropa en esa mesa -Señaló la mesa con la mirada -Se la entregaremos al salir, no se preocupe.
Espero que se lleve la ropa retro, pensó.
Vale, había llegado el momento. Se deshizo de los zapatos, pantalones y camiseta sin ningún percance. Estaba segura que se le engancharía un pié en la pernera del pantalón, caería y tiraría todo lo de su alrededor. Era torpe, lo llevaba en la sangre desde que salió de culo de dentro de su madre. Siempre la maldijo por ello.
-Agente, ¿el sujetador y las braguitas también? -Preguntó con el corazón a punto de estallarle de los nervios que tenía en esos momentos.
-Sí, quíteselo todo, señorita Griffin.
Se acercó a la mesa y dejó toda su ropa perfectamente doblada sobre ella. El orden la acompañaba a todas partes.
La oficial le hizo mostrar la parte trasera de las orejas, sacar la lengua y moverla hacia arriba y hacia los lados. Después le tocó el turno a sus extremidades, levantar los brazos y separar las piernas. Se acercaba su momento más temido. Empezó a sudar.
-Agáchese y sepárese los glúteos, señorita Griffin -Dijo con un tono neutro.
Esa orden la pilló desprevenida, iba preparada para ser registrada, pero no para ser registrada en zonas traseras. Cogió aire e hizo lo que la oficial le pidió.
-Ya se puede vestir, señorita Griffin -Le tendió el uniforme azul oscuro de Azgeda.
-¿Ya está? -Preguntó confundida.
-¿A caso tiene algo que esconder, señorita Griffin? -Levantó una ceja a modo interrogativo.
-No, no, no. Es solo que anoche estuve viendo series con Nicole y hacían otro tipo de registros -Dijo mientras terminaba de vestirse.
-¿Pasó su última noche libre de los próximos dieciséis años mirando series? -Preguntó con tono divertido -Acompáñeme, la llevaré a su bloque, una vez ahí, el agente Jasper le explicará el funcionamiento de la prisión.
No pudo evitar ruborizarse ante la pregunta de Ontari. Se colocó detrás de ella, a pocos centímetros. Encima de guapa, olía bien. Madre mía, Clarke, ¡Basta! Deja de olfatearla, te van a alargar la condena por ser una puta acosadora. Con ese pensamiento en la cabeza, avanzaron por los pasillos azules de Azgeda en dirección a la zona de los bloques. Cuando llegaron a la zona, Ontari empezó a abrir puertas a diestro y siniestro. Un poco exagerado todo. ¡Ni que fuera Guantánamo, por el amor de Dios! Continuaron avanzando por el bloque bajo la atenta mirada de las reclusas. La miraban con deseo -Buscar la bollera alfa, buscar la bollera alfa -Susurró con la mirada puesta en el suelo.
Oficial y reclusa llegaron al bloque A6, su nueva casa. Ontari se detuvo delante de una reja, la cual estaba sorprendentemente abierta de par en par. Le pudo la curiosidad, se asomó por encima del hombro de la oficial y pudo observar una especie de salita, dos sofás colocados a ambos lados de la pared, una pequeña cocina y una mesa central con sus ocho sillas, cuatro a cada lado. No pudo evitar sonreír al ver tanto orden en la sala. En Prison Break no lo tenían tan bien montado. Pobres. También se fijó que había ocho puertas cerradas, supuso que serían las celdas.
Se acercó a ellas otro agente. Era delgaducho y alto, tenía el pelo corto y negro, una cara simpática y una piel mas pálida que la suya. ¿Era eso posible? Se ve que sí.
-Oficial Ontari- La saludó.
-Es la nueva reclusa, la señorita Clarke Griffin -Le tendió la libreta que estuvo escribiendo hacía unos minutos -Su celda está en este bloque. Explíquele el funcionamiento de esta prisión, agente Jasper. Y usted -La miró intensamente -Bienvenida a Azgeda, reclusa Griffin -Dijo mientras se daba la vuelta y desaparecía entre la multitud de puertas.
-Bienvenida Clarke, soy el agente Jasper -Le regaló una sonrisa -Esta zona de aquí es la sala común del bloque A6. Cada bloque está compuesto por ocho reclusas. Cada una tenéis asignada una celda, la tuya es la puerta número tres. Os avisaremos por megafonía para las horas de la comida, trabajos y descansos. A las siete y media de la tarde se hace el recuento de reclusas, tendrás que situarte delante de tu celda hasta que haya terminado el recuento. Si no estáis, aislamiento, si os saltáis las normas, aislamiento, si nos desafiáis, aislamiento, si creáis peleas... - Antes de que terminara la frase, se adelantó.
-Aislamiento -Bufó.
-Veo que lo has entendido -La miró con cara simpática -Si tienes alguna duda o algún problema, estaré por aquí -Se despidió con un guiño de ojos y desapareció por el lado contrario que lo había hecho minutos antes la oficial.
Sola. Así se sentía y así estaba en esa sala. ¿Dónde estaban todas? Se dirigió hacia la puerta número tres. Necesitaba ver donde dormiría los próximos años. Y, ¿por qué no?, le vendría bien ordenar y poner la celda a su gusto. Agarró el mango de la puerta y la abrió.
-¡OH, DIOS! PERDÓN, PERDÓN -Gritó cerrando la puerta y llevándose la mano al pecho.
Miró el número de la puerta -Tres -leyó en alto. Se creó un súbito parón espacio-temporal, no sabía como afrontar lo que acababa de ver. Inhaló todo el aire que sus pulmones le permitieron y se dispuso a entrar de nuevo.
-Hola de nuevo, soy Clarke Griffin, encantada, soy nueva por aquí, menuda tontería, obvio que soy nueva -Se dió una palmada en la frente -Me han dicho que esta era mi celda, y bueno, estáis aquí, juntas... desnudas... sudadas... en mi cama, y, y... -Empezó a tartamudear -Nada, está genial, lo estáis haciendo genial, tenéis un color de piel precioso. Las dos -Giró sobre sus pies y salió de ahí como si fuera perseguida por tres velociraptores en Jurassic Park.
Se tumbó boca arriba en uno de los sofás de la sala común. Deseó quede verdad en esos momentos la devoraran los velociraptores -Menuda presentación, Clarke. Adiós a tu integridad -Dijo en un susurro dejando caer uno de sus brazos de forma dramática al suelo. No se podía sentir más imbécil.
Y hasta aquí el primer capítulo de Azgeda. ¿Qué os ha parecido?
¿Os gusta esta Clarke? A nosotras nos encanta 3
¿Quién quiere saber cómo es el uniforme de Ontari? Que levante la mano. Nosotras levantamos las dos ?
¿Qué habrá hecho Nicole con el smartphone de 6 pulgadas?
Esperamos que os haya gustado. La frecuencia con la que actualizaremos no la tenemos clara aún, de momento iremos improvisando.
Abrazos perezosos para tod s.
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