Los bosques de Konoha. Un lugar perfecto para entrenar. Llenos de árboles de copas altas, pastos verdes y extensos. Los rayos del sol de mediodía se colaban por las hojas, la suave brisa relajaba el ambiente caluroso de la primavera. Allí, un grupo de chicos estaban luchando como parte de su preparación diaria, mientras su maestro los controlaba.
Uno de ellos era un chico de cabellos dorados, ojos azules, piel perfectamente bronceada y unas marquitas características en sus mejillas. El otro, su opuesto, un chico morocho, de piel extremadamente blanca, ojos negros y profundos y una sonrisa de satisfacción que adornaba su rostro. Al primero se lo veía bastante cansado, algo golpeado y molesto. El otro, en cambio, estaba sin un rasguño, casi burlándose de su oponente.
-¿Eso es todo, Naruto? ¡Ja! Así nunca vas a superarme.
-¡Sasukeeeee!
Diciendo esto, lleno de furia, el rubio saltó de su lugar y, tomando un gran impulso, estaba decidido a golpear al moreno con todas sus fuerzas. Cerró su puño y lo echó hacia atrás, trayéndolo de un jalón hacia el otro, quién lo miraba sin mover un solo músculo. Sin preocuparse demasiado, el de cabellos oscuros extendió su mano en el momento justo, frenando el golpe de su adversario. Éste se quedó totalmente paralizado y sorprendido sin poder hacer nada. La realidad no era que se quedó así debido a la astucia del moreno, sino que, fueron sus ojos negros lo que lo hipnotizaron al clavarse en los suyos. "¿Por qué… me mira de esa manera?".
En un rápido movimiento, el dueño del sharingan tiró al piso a su oponente haciéndolo quedar de espaldas en el piso, aprisionando su brazo. Él había quedado encima, en una posición un tanto comprometedora…
-Bueno, ya basta Sasuke. Dejalo. Nos tomaremos un descanso –dijo un chico de cabellos grises, bastante mayor que ellos.
Ese chico era su sensei, Kakashi, quien se ocupaba de vigilar su entrenamiento para evitar que un día éstos se mataran a golpes. Si bien eran amigos, competían mucho, por eso tenía que interrumpir algunos combates. Sasuke se levantó de encima de Naruto, liberando su brazo de la presión ejercida. Sorpresivamente para el rubio, su rival le tendió una mano para que pudiese levantarse. De mala gana, éste la aceptó y se puso de pié. "Éste dobe nunca cambiará, siempre tan orgulloso… eso es lo que me gusta de él" pensaba Sasuke, mientras lo miraba disimuladamente.
Esa es la verdad, aunque lo ocultara, aunque fingiera odiarlo, eso era solo una pantalla. A Sasuke le gustaba Naruto. Todo lo que hacía era para llamar su atención, para molestarlo, para hacerlo enojar. Si, eso era lo que le gustaba: ver esos ojitos celestes mirarlo fijamente y sus cachetes inflados haciendo puchero. Quería provocar algún sentimiento en él, aunque solo fuera odio o rencor, quería que se acordara de su existencia.
¿Qué hay de Naruto? Nada. Lo único que veía en Sasuke era a un rival o, a lo mejor, un buen amigo, pero nada más que eso. Además, él pensaba que el moreno lo detestaba, por sus actitudes, esa cara de resentido, el hecho de que siempre lo hacía quedar como un idiota. Aun así, hacía un rato los ojos de ese baka lo habían hipnotizado. "Soy un imbécil. No pude haberme quedado viéndolo de ese modo pero… su mirada era distinta, algo en ella me llamó la atención… no lo sé…"
Los tres Ninja, ahora caminaban hacia el lugar en donde tenían sus cosas. Ya era hora de almorzar, todos estaban exhaustos y necesitaban recuperar energías.
-Kakashi-sensei –decía Naruto- ¿Y Sakura-chan?
"Otra vez con esa estúpida" pensaba Sasuke.
-No pudo venir hoy. Me dijo que no se sentía muy bien.
-¡Qué mal! ¡Ojala que se mejore!
-Dejá de pensar en esa, usuratonkachi –estalló Sasuke- ¿Vos te creés que le importaría si te enfermás?
-Callate, dobe. Si que le importaría, ella es nuestra amiga.
-Querrás decir TU amiga.
-¡No ves que sos malo! Sakura-chan siempre se preocupa por vos.
-Y yo la odio y me importa una mierda lo que le pase. Que contradicción…
-¡¡Ah!! ¡Algún día te voy a matar! ¡No tenés sentimientos!
-¡Bueno, basta! –los interrumpió Kakashi- Déjense de pelear. Ustedes se quedan acá, yo tengo cosas que hacer.
Habían llegado al lugar de descanso. El peligris tomó el pequeño bolso que había traído y emprendió su camino a quién sabe donde. Ambos se quedaron mirándolo sorprendido ¿A dónde iría el sensei?
-¡Sensei! –gritó el rubio- ¿Vas a dejarme solo con este baka?
-¡Ey! –protestó el morocho, algo molesto.
-Chicos, no se maten hasta que yo vuelva. Bye bye –agitando la mano, mientras seguía con su camino.
Así los dos genin se quedaron solos en el bosque. Sin más ambos se sentaron en el suelo, uno al lado del otro, apoyando la espalda contra una piedra. De sus bolsitos sacaron sus almuerzos. Sasuke trajo onigiri y Naruto, como era de esperarse, una taza de ramen. Comenzaron a comer, en silencio, sin mirarse. En un momento, el poseedor del Kyubbi volteó su cabeza hacia el lado de su compañero. Con sus ojos fue subiendo por el cuerpo de Sasuke, sin darse cuenta, lo estaba observando persistentemente. "Es un idiota, no tengo que dejar que me venza de esta forma… ya verá".
Cuando vio que el dueño del sharingan esbozó una pequeña sonrisa, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Giró su cabeza hacia el otro lado, ocultando lo rojizo en sus mejillas. Ese chico había logrado hacerlo sonrojar.
-¿Me estabas mirando, Naruto?
-¡Ni en tus sueños! –todavía mirando hacia otro lado, apenado.
Sasuke terminó su almuerzo un poco antes. "Vamos a ver cómo reacciona". Sorpresivamente para su amigo, el chico de cabellos negros se acercó a él sigilosamente. El moreno había notado que un trozo de ramen colgaba de los tentadores labios del de ojos azules. Extendió su mano y con su dedo pulgar limpió el rostro del Uzumaki. Seguido de esto, acercó su mano a su boca y lamió lo que le había quitado. Enseguida, las mejillas bronceadas habían tomado un color carmín, nunca esperó esa reacción de parte del morocho. Al ver esto, el Uchiha rió de forma triunfal.
-Sasuke… ¿Qué hacés? –preguntó extrañado el ojiazul.
Sasuke no respondió, solo acercó su rostro despacio hacia él. Naruto se quedó inmóvil, no podía creer lo que ocurría. "¿Por qué no me contesta?" pensaba el de cabellos rubios mientras veía que el moreno se le acercaba cada vez más. El dueño del sharingan sonreía maléficamente, acercando sus labios lentamente a los de su buen amigo. En ese momento, el Uzumaki abrió la boca como para decir algo, lo que hizo que el otro se frenara un poco.
-S-Sasuke… –con voz trémula- ¿Estás jugando a algún juego?
-¿Un juego? –confundido.
-Sí –risita nerviosa- Juguemos al Twister, el problema es que no tenemos la alfombra de colores.
Sasuke no lo podía creer, era tan inocente… realmente más de lo que él creía. Ambos quedaron mirándose a los ojos, el moreno totalmente serio y el poseedor del Kyubbi con una pequeña sonrisa. "Si será usuratonkachi, en solo un segundo acaba de romper todo el ambiente que había generado".
-No, no tengo ganas –volviendo a su lugar, de brazos cruzados.
-¡Pero si fuiste vos el que empezó!
El Uchiha no contestó. El rubio no lo entendía, esas actitudes, esa mirada… estaba raro ese día. El ojiazul se cruzó de brazos también y giró su cabeza hacia otro lado. "No entiendo cual es su problema, primero sonríe y ahora está de mal humor… cada día está más loco". Ninguno hablaba, los dos son unos tercos y orgullosos chiquillos. Naruto se moría de ganas de decirle algo al ojinegro, burlarse de él o retarlo a otro combate. Por su parte, Sasuke no veía el momento de poder probar esos labios, esa piel trigueña y ese gran… *La autora decidió omitir el pensamiento obsceno de Sasuke*
Ya era la tarde. El sol estaba muy fuerte y la temperatura había aumentado. Un día perfecto de verano. En ese lugar había un río de aguas cristalinas no muy profundo, por el que se veía pasar a los peces danzando en los remolinos acuáticos. Los chicos ya habían terminado de almorzar hacía rato, pero su sensei no llegaba. Ya se habían aburrido de esperarlo pero no tenían ganas de entrenar con ese ambiente tan pesado.
-Nee… Sasuke –abanicándose con una hoja, tirado sobre el pasto.
-¿Hm? –sentado a su lado, siempre de manera muy elegante.
-¿Qué te parece si vamos a bañarnos al río? Me estoy muriendo de calor.
-Olvidate. No quiero.
Pronto el moreno se dio cuenta de que esa podría ser su oportunidad. Aunque a él no le gustaba andar mostrándose así como así, en ese bosque no había nadie… solo estaban su kitsune y él.
-¡Siempre tan mala onda! –inflando los cachetes.
-Etto… quise decir, andá vos que yo te acompaño.
El rubio lo miró algo curioso. Era raro que se arrepintiera de lo que decía. Sin prestarle demasiada atención, decidió emprender su camino. El azabache hizo lo mismo y ambos se dirigieron hacía el río. Al llegar, quedaron anonadados ante la belleza del paisaje. El sol de media tarde reflejado en el agua, flores coloridas alrededor, el relajante ruido de la cascada. Luego de dar un suspiro, el dueño del sharingan se sentó sobre una piedra a disfrutar de la sombra. Mientras, Naruto comenzó a quitarse la ropa que llevaba encima.
-Na-Naruto ¿Qué vas a hacer? –sorprendido.
-Que baka que sos. No me voy a meter al agua con toda la ropa puesta.
Así el Uzumaki se quitó su camperita y pantalones naranjas, quedando con un traje de baño color verde. También sus zapatos y su bincha. Mientras, el moreno no podía apartar sus ojos de él, ese cuerpecito bien formado, sus cabellos dorados revueltos, eso era demasiado. "Si sigo así voy a morir desangrado" pensaba el Uchiha, sacudiendo su cabeza a los lados, como queriendo quitar todos esos pensamientos de su mente.
-¡Sasuke dobe!
Escuchar su voz lo hizo volver al mundo real. Antes de que pudiera reaccionar, su buen amigo le había lanzado todas sus prendas en la cara. Éstas golpearon al de cabellos negros, haciéndolo enojar bastante…
-¡Qué pedazo de usuratonkachi! ¡Te voy a matar, Naruto! –sacando chispitas de los ojos.
-Jeje, no era para que te enojaras así –alejado, por las dudas…
El pelinegro respiró profundo y volvió a la calma que tenía hacía un rato, ya estaba acostumbrado a las bromitas de ese zorrito travieso. Por su parte, Naruto estaba a la orilla del río, donde se preparaba para saltar. Dio un brinco y cayó en el agua, salpicando un poco. Se sentía tan bien, fue genial la idea de ir a nadar allí.
-¡Sasuke! –agitando su mano.
-¿Qué querés?
-¡Vení, no sabés de lo que te estás perdiendo!
-Si, si. Más tarde voy.
El chico de los ojos profundos solo observaba al otro. Lo veía nadar, sonreír, jugar como un niño. Ya no estaba seguro de sus sentimientos. Él creía que solo quería un desliz, algo efímero, sin importancia con él. Pero cada vez que lo miraba no podía apartar sus ojos de él, aunque demostrara lo contrario, lo pasaban muy bien juntos y cada vez que alguien se le acercaba más de la cuenta, unos terribles celos lo invadían. Lo único que no entendía era cómo Naruto podía no darse cuenta de eso, como lo que pasó antes, estuvo a punto de besarlo y él ni lo notó. Estaba empezando a creer que el kitsune sí lo notaba, pero no quería verlo, tal vez por miedo… aunque lo más seguro era que no sintiera lo mismo. "¿Cómo yo, Uchiha Sasuke, puedo estar de esta forma por alguien? Además ese alguien es un hombre y, nada menos que el idiota del siglo, Uzumaki Naruto". Aunque lo intentara, no podía evitarlo.
De pronto, saliendo de lo profundo de sus pensamientos, no logró divisar al rubio por ningún lado. Esto lo preocupó un poco, ya que el ojiazul es bastante despistado y nunca se sabe lo que es capaz de hacer. Se levantó de un salto de la piedra donde estaba sentado y corrió hasta la orilla del río. Allí miró hacia abajo pero no encontró nada. Naruto no estaba. Preocupado, caminó por la orilla buscándolo. No aparecía. De repente vio en el agua unos cabellos rubios que se movían con la corriente. La imagen que vio a continuación lo aterró. Era el poseedor del Kyubbi, quien estaba inconsciente sumergido en el río, al parecer atascado con algo.
Rápidamente, el Uchiha se quitó la remera y se lanzó al agua a rescatar a su compañero. Lo tomó por la cintura y tiró de él pero no funcionó. Efectivamente, se había enganchado el tobillo con un alga que lo aprisionaba y no lo dejaba salir de ahí. Desesperado, Sasuke cortó esa planta y así logró liberar a su amigo. Por fin pudieron salir juntos a la superficie. El azabache lo llevó un poco más allá de la orilla, el de cabellos dorados aun seguía inconsciente.
-Naruto ¡Naruto! ¡Despertá, por favor!
Colocó sus dos manos en su pecho y lo presionó con fuerza, intentando hacer que escupiera el agua que había tragado. No funcionaba. Decidido, abrió su boca y le dio aire de la suya para ver si así reaccionaba. Después de intentarlo varias veces sin obtener resultado, la desesperación invadió al Uchiha. "Esto no puede estar sucediendo… no es verdad". Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos del moreno, nunca se había sentido tan impotente. No podía hacer nada, Naruto estaba ahí, sin respiración, casi sin vida. Sus latidos disminuían cada vez más.
Con el rostro cubierto de llanto, el ojinegro apoyó su cabeza sobre el pecho del Uzumaki, mientras sus lágrimas caían copiosas sobre el cuerpo.
-Naruto… por favor… -casi inaudible.
Quería que eso fuera una pesadilla, quería despertar. No le podía estar pasando esto. ¿Qué pasaría con Naruto? Él es tan importante para Sasuke. "Si no despertás te juro que… moriré yo también".
