Cuando llegó, se encontró un panorama desolador: las llamas devoraban vorazmente la vegetación y las esperanzas de los familiares de los que viajaban en el avión. El viento se entremezclaba con el graznido de algunos cuervos y el ulular de los búhos, que huían de aquel fuego que se hacía fuerte con cada corazón roto que dejaba tras de sí.
Rachel no sabía qué hacer. Estaba pero no estaba. Pensaba en él y en lo que le podía haber pasado y le entraban más ganas de llorar, pero no le quedaban lágrimas. Sus sollozos apenas audibles se perdían entre el ruido de las sirenas de las ambulancias y los gritos de los bomberos, que iban y venían. A uno de ellos lo paró:
-¿Han encontrado a un hombre de uno noventa de estatura, con pelo corto y castaño?
-No lo sé, yo no me ocupo de eso.
-Pero… -y antes de que pudiera acabar, el chaleco reflectante del bombero ya se había perdido entre las llamas.
Rachel vagaba sin saber hacia dónde iba. Era un cuerpo sin alma. Se acercó a una de las enfermeras que había en la zona de primeros auxilios. Le preguntó lo mismo que hacía unos minutos al bombero.
-No, lo siento. No he visto a nadie así -contestó con cara de circunstancias.
Rachel asintió, apesadumbrada. Nadie iba a poder consolarla esa noche. Sólo había una persona en el mundo capaz de conseguirlo pero no estaba. Ni siquiera sabía si volvería a verla.
Lo necesitaba. Necesitaba su presencia allí, con ella, diciéndole que todo iba a ir bien. Pero no todo iba bien. Esta vez él era lo que iba mal. Él no estaba. "Ven", deseó a la noche, pensando en él. "Ven".
No podía más. Se rindió. Buscó un banco en el que no molestara y se tumbó. Miró arriba. Dos estrellas parecían haberse combinado con la luna en cuarto menguante, formando una cara triste. Como la de Rachel. Lloró lo poco que le quedaba por llorar y, sin darse cuenta, se quedó dormida.
Cuando se despertó, estaba amaneciendo y el incendio había sido apagado. El banco estaba en el mismo sitio de antes, pero alguien le había cubierto con una manta y había encendido una pequeña hoguera para darle calor. Levantó la vista para darle las gracias. Creyó estar soñando.
-¿Finn?
¿Qué creéis? ¿Será un sueño? ¿Será verdad? Como he dicho antes, este capítulo ha sido bastante corto, pero lo compensaré publicando el siguiente dentro de poco. Ah, y he pensado que, siempre que pueda, titularé el capítulo con el nombre de alguna canción. Podéis decirme si os gusta la idea, si la detestáis o si queréis que deje de escribir el fanfic (espero que no). Gracias por leer :)
