Félix estaba confundido, hasta hace un momento París parecía el pandemonium y en un abrir y cerrar de ojos todo había desaparecido.
Miró a su alrededor alterado. La fresca y nublada tarde otoñal que estaba siendo atacada por un akuma se había transformado en una cálida y húmeda mañana. Frunció el ceño dando una vuelta para comprobar su situación, pero todo parecía tranquilo. La gente gritando y huyendo también habían desaparecido y ahora la poca gente que salía de la biblioteca lo miraban raro al ver su comportamiento.
Intentó repasar los hechos del día para poder averiguar qué había pasado y con la poca dignidad que le quedaba comenzó a caminar para no parecer sospechoso, pero todo estaba muy borroso en su memoria, era como si intentara ver a través de un cristal empañado, sabía que había sido atacado por un akuma pero no tenía ni idea de que le había hecho, volvió a mirar a su alrededor para comprobar si todo seguía en su sitio, notaba algo distinto, algo en fondo de su cabeza le decía que algo estaba mal, pero no lograba identificar qué era exactamente lo que era distinto.
Frunció el ceño frustrado, no le gustaba dejar las cosas al azar. Había algo que no cuadraba pero estaba tan cerca que no podía verlo, estaba seguro que era algo evidente y eso era lo que más le molestaba. Algo chocó contra su pierna, lo que lo hizo reaccionar, sacudió su cabeza para despejarse y poder concentrarse en lo que había chocado contra él.
Un niño se sacudió rápidamente antes de mirarlo, los anteojos de este descansaban en su cuello a pesar de eso intentaba enfocar su mirada en el rubio.
Félix se agachó para ayudar al pequeño con tranquilidad, le colocó los anteojos correctamente y lo ayudó a levantarse.
— Muchas gracias, señor — dijo el niño sonriendo antes de rodearlo para entrar al edificio a su espalda, en el que muchos niños y jóvenes entraban con algo de prisa.
Entornó sus ojos al reconocer el colegio François-Dupont, de nuevo algo estaba mal.
— ¿Félix? — alguien lo llamó a su espalda, sintió familiaridad en esa voz pero parecía distorsionada.
Se dio la vuelta con curiosidad y frunció el ceño ante la mujer frente a él: bajita, ojos azules, pelo corto negro… la respuesta estaba allí pero no lograba verla, ella le dirigió una mirada asustada mal disimulada y alternaba miradas entre él y el edificio a su espalda, antes de tragar y poner una sonrisa en sus labios: — Qué sorpresa, no sabía que volvías a París.
— ¿La conozco? — preguntó directamente, estaba cansado de ver la realidad a medias, quería respuesta, su expresión se quebró con indignación.
— Wow — dijo intentando calmarse — Esta bi… — pero pero fue interrumpida por alguien a su espalda la llamó.
— ¡Bridgette! Por fin te encuentro... — otra mujer se acercó a ellos de manera amistosa hacia la chica, por su parte él abrió los ojos con sorpresa al escuchar el nombre y la volvió a mirar pero esta centró su atención en la otra mujer, no escuchó la conversación le importaba muy poco. Solo se centró en la chica, y de repente el cristal se limpió.
Esa mujer era Bridgette, se dio la vuelta para ver el edificio, la escuela había sido repintada el color era parecido pero no igual, miró a su alrededor, las calles se veían distintas, los anuncios eran de cosas que nunca habían visto, incluso las farolas y los bancos…
De repente se sintió bastante mareado.
— ¿Félix? — preguntó Bridgette, Bridgette. Quién estaba ignorando a la otra mujer al ver su reacción — ¿Estás bien?
— ¿Qué está pasando? — susurró entre dientes perdiendo un poco el equilibrio, la chica reaccionó rápidamente sujetándolo.
— ¿Félix, qué te pasa? ¿Puedo hacer algo? — él ahuecó su cara sorprendiendola, y se acercó observandola.
— Esto no puede estar bien — volvió a murmurar cerca de su cara.
— ¿Qué sucede Félix? ¿Qué no está bien? — volvió a preguntar la chica genuinamente preocupada.
De repente su visión se empezó a emborronar y sintió sus músculos perder la fuerza y antes de poder evitarlo se sintió desvanecer.
Despertó en una sala de hospital con un fuerte olor a productos químicos cuyo objetivo era no dejar olores. Se sentía algo dolorido y un poco entumecido. Por un segundo se permitió pensar que todo había sido un sueño pero su burbuja estalló al verla allí sentada en una posición no muy recomendable.
Se fijó en ella antes de que esta se diera cuenta de eso, hubiera querido negarlo pero era imposible. Aquella era Bridgette, sus ojos eran los mismos, sus facciones habían madurado y ahora su pelo corto estaba atado en moño mal hecho, que por un lado era bastante suelto y por otro lado era incapaz de sujetar los pelos de menor tamaño que se encargaban de encuadrar su rostro. En su cara había muchas marcas, estaban las pecas, pecas que en su Bridgette eran casi imperceptibles, en ella la atracción principal, bajo sus ojos algunas ojeras se mantenían y en su mejilla izquierda había un larga y suave cicatriz que en algún momento había sido un grave corte para dejar una cicatriz tan marcada.
Su atuendo era el mismo de aquella mañana y con una manta, probablemente tomada de la otra cama vacía de la habitación se acurrucaba centrando su mirada en la carpeta en su regazo, parecía cansada pero también había determinación en su mirada, por un segundo se preguntó el por qué de ello.
Ella notó el movimiento y su mirada se encontró con la suya. Félix se preguntó cómo era posible todo aquello, hace unas horas esa chica tenía 15 años, el volver a pensar en eso le dio un poco de dolor de cabeza.
— Félix — lo llamó más para sí misma que para él — estas despierto, llamaré al doctor.
— Espera — dijo con voz ronca, su garganta también se sentía seca. Ella frenó en su camino para mirarlo y se acercó. Y ante su mirada le explicó la situación creyendo que ese era el problema.
— Te desmayaste en medio de la calle, el doctor dijo que es por el jet lag, eso y que al parecer no has estado comiendo ni durmiendo bien estos días — murmuró la última parte — como no tienen tu historial médico necesitabas un tutor a quien pedir permiso para las pruebas… me pidieron que me quedara, pensé en llamar a Sam pero sigue en los Andes con Aly, y la verdad no quería molestar a Claude otra vez así que aquí estoy. Pensé que ambos éramos adultos y podíamos tomarnos esta situación como tal — finalizó el discurso con orgullo, pues probablemente llevaba un rato preparándolo.
Pero toda esa cantidad de información lo dejó aún más confuso.
— ¿huh? — preguntó confuso antes de negar con la cabeza. Después de mucho pensarlo había llegado a una conclusión, solo una persona podría ayudarlo — Bridgette — eso se sentía muy raro — necesito que me hagas un favor — la chica asintió en señal de atención — necesito que localices a Ladybug para mi.
Su expresión cayó y de la mirada orgullosa que tenía al poder sobrellevar la situación también pasó a una mirada de furiosa indignación.
— ¿Es esta tu idea de una broma? — preguntó enfadada — pensé que íbamos a ser maduros con todo esto — volvió a escupir.
— ¿De qué hablas? — preguntó por inercia, pero enseguida de retractó, no necesitaba saber más del futuro o lo que fuera aquello — No, no espera no me lo digas, solo, por favor has lo que te pido. Necesito su ayuda.
Ella frunció el ceño y soltó un bufido antes de volver a girarse hacia la puerta murmurando: — preguntaré al doctor si esos desvaríos son comunes.
— ¡Bridgette espera! — intentó seguirla pero realmente no tenía fuerzas por no hablar de que estaba conectado por vía intravenosa a una máquina, de no ser por los reflejos de la chica este habría besado el suelo por segunda vez en el día.
— ¿Pero es que estás loco? ¿No me escuchaste? Estás débil y necesitas descansar…
— Lo que necesito de verdad es a Ladybug — dijo el rubio mientras ella lo ponía de nuevo en la cama.
— Ladybug ya no existe — dijo agria, volviéndose a sentar en la silla de antes con expresión cansada.
— Eso no puede ser — murmuró entre dientes entrando en pánico — si ella no está cómo demonios volveré a casa — volvió a preguntarse en voz alta.
— Se llama avión, en un medio de transporte bastante usado, tiene alas, de metal… lo usaste para llegar aquí — dijo simplemente ella.
— ¡Tu no lo entiendes! — gruñó Félix — Ladybug y Chat Noir, son un equipo, nunca dejarán de serlo, no pueden simplemente desaparecer.
Ella se sorprendió ante sus palabras, por cómo había dicho aquello. Desaparecer. Eso es lo que había dicho. Frunció el ceño, e intentó hacerle entrar en razón.
— Félix, vives en Nueva York — le recordó con más paciencia de la que sabía que tenía, esta vez curiosa por cómo reaccionaría el chico.
Este tardó un momento, pero cuando finalmente entendió la intención de esa frase no pudo más que mirarla casi horrorizado. Él vivía en Nueva York. Es decir Chat Noir estaba en Nueva York, no podía haber equipo si uno de ellos vivía al otro lado del mundo. Sin embargo esa no era la razón de su horror, si sus sospechas eran ciertas… : — ¿Qué quieres decir? — dijo intentando disimular.
— ¿Realmente no te acuerdas? — la curiosidad en su voz era cada vez mayor.
— ¿De qué debería acordarme?
— Vaya — murmuró sorprendida — casi lloras cuando tuviste que entregar el anillo y ahora ni te acuerdas — río la chica para si misma.
Solo entonces se dio cuenta de la falta de anillo en su dedo, volvió a mirarla aterrorizado: — ¿Cómo sabes tú…?
— ¿Es por eso que necesitas a Ladybug?¿Por tu anillo?¿O a lo mejor por tu memoria? Creo que para eso es mejor un médico la verdad, no creo que ella pudiera hacer nada — murmuró Bridgette de repente encontrando esta conversación extrañamente entretenida.
— ¿Puedes parar de hacer eso?
— ¿El qué? — colocó su mano derecha bajo su barbilla con interés.
— Hablarme como si supieras a qué te refieres, como si tuviera alguna idea de lo que estás hablando, porque lo único que haces en confundirme, yo… realmente solo quiero volver a casa en este momento.
— Casa — susurró curiosa — ¿A qué te refieres con casa? — Félix tomó su propia cabeza entre sus manos, respuestas claras, eso era lo único que pedía, ¿era quizá demasiado? Miró a la chica. Si era cierto que Ladybug ya no existía, todo estaba perdido — sé que para ti, mi ayuda no es mucho, pero es lo mejor que tienes ahora mismo — volvió a hablar la chica llamando su atención.
— Esto no está bien, yo no pertenezco a este lugar — dijo palabras estranguladas entre el orgullo — No recuerdo las cosas con exactitud, sólo sé que había un ataque de un akuma y… — la miró y soltó aire antes de continuar — me pilló, antes de transformarme — soltó gesticulando para ocultar su vergüenza.
— ¿Te pilló? — volvió a preguntar.
— Si, bueno, no sé muy bien lo que hacía, me atacó por la espalda, lo único que sé que hace unas horas, tenías 15 años y estabas insistiendo en que fuera contigo a alguna clase de prueba de valor o algo por el estilo y ahora tienes, yo que sé, ¿23? Y estás aquí, la chica más inmadura que conozco, dándome sermones de actitud — escupió enfurruñado. No sabía cómo actuar con esa persona, esa era un persona completamente diferente a la que él estaba acostumbrado.
— ¿15? — frunció el ceño haciendo cálculos mentales antes de mirarle de nuevo — ¿vienes del pasado? — Félix sintió severas ganas de burlarse de su descubrimiento, pero las contuvo — de hace 13 años — concluyó la chica sorprendiéndolo.
— ¡¿13 años?! — soltó más alto de lo que pretendía. 13 años era demasiado tiempo.
— Vienes del pasado por el efecto de un akuma, ¿no es cierto? — el chico lo confirmó asintiendo. Ella frunció el ceño — ¿Timebraker? — sugirió ante el único akuma con efecto sobre el tiempo que recordaba.
— No, no fue Timebraker, ella solo podía hacer retroceder un par de minutos en el tiempo, además si no recuerdo mal, París parecía el fin del mundo, el cielo estaba completamente negro y… — intentó recordar algo más, ser lo más largo posible en esta situación era crucial, si había alguna mínima posibilidad de que aquella chica le ayudase necesitaba proporcionarle las herramientas adecuadas. Pero era inútil, no recordaba casi nada.
— ¿No recuerdas nada más? — dijo la chica repentinamente interesada en el tema.
Félix se limitó a negar con la cabeza en un gesto de rendición.
Pasaron algunos segundo en silencio hasta que ella se levantó de la silla y se dirigió a la salida.
— Bridgette… — volvió a llamarla una vez más, preocupado.
— Intentaré ayudarte, si es cierto que vienes del pasado… — la chica tragó saliva y siguió su discurso sin mirarlo — mi vida no es un camino de rosas ahora mismo pero realmente no deseo cambiarla. No puedo dejar que tu presencia aquí altere los hechos que han conformado mi vida. Eso es simplemente injusto. — habló con determinación — de todas maneras avisaré al doctor para que te revise, siempre es mejor prevenir que curar.
Y sin esperar respuesta salió de la habitación.
