Disclaimer: Si Avatar me perteneciera, no hubiera terminado como terminó...

Espero les haga un poco de gracia... no soy muy buena que digamos en comedia.

De cómo inició la gran civilización de Ba Sing Se.

El sol era cálido y el cielo azul, con las nubes moviéndose modorramente en ese espacio infinito… o eso parecía, hasta que una de ellas se hizo más y más grande, moviéndose a una velocidad impresionante.

Jet sintió que aquellas… ¿cosas? querían abalanzarse justo encima de él… y mordió frenéticamente la paja como de tres centímetros de grosor, que tenía en su boca. No iba a huir sólo porque una extraña nube se acercara a él… aunque sí que tenía ganas de hacerlo…

No era que Jet no estuviera acostumbrado a las cosas grandes. El haber nacido en un lugar donde la megafauna apenas empezaba a decrecer, y se podían acurrucar cómodamente en ciertas flores, lo había acostumbrado a ver todo inmenso… o como lo verían en la actualidad los roedores.

Sin embargo, dentro de su cabeza de eslabón perdido (es decir… esa especie entre neandertal y homo sapiens) se acababa de dar cuenta de algo que nunca había pensado: ¡Todos los animales que volaban no tenían cabello!

Entonces, ¿por qué esos enormes animales blancuzcos, muy peludos, con una muy grande y extraña mancha, estaban en el aire…? ¿Por qué es que movían sus seis grandes patas casi como si corrieran, mientras movían pausadamente esa gigante y gruesa cola… en el aire?

No, eso no podía ser algo bueno, los animales voladores tenían esas cosas en la espalda, como las grandes aves y los temibles dragones…

Dragones… Jet abrió mucho los ojos y la boca.

Dragones… palideció y empezó a sudar frío a cántaros…

¡DRAGONES!

Los dragones eran las cosas más terroríficas del mundo, porque podían lanzar fuego por la boca…

¡Y ahora sucede que aparecen unas cosas más enormes y… rechonchas y pesadas que podían volar sin tener alas en la espalda!

¡Eso no podía ser bueno…!

Recordando que podía mover su cuerpo, Jet se tiró de la rama en donde estaba, para resbalar sentado en varias hojas verdes, haciendo maromas al pasar de una a otra.

Con una última voltereta cayó al suelo… de trasero, pero no le importó y se puso en pie, corriendo lo más rápido que pudo, mientras sus pies descalzos dejaban una estela de humo detrás de él.

Cuando por fin llegó a la tribu, que estaba en una gran llanura, alrededor de una cueva; empezó gritar, mientras brincaba frenéticamente y movía sus manos enseñando la enorme "nube de animales aterradoramente voladores".

Su gente, unas 100 personas morenas, de diferentes edades y algo encorvadas, vestidas con pieles café; se acercaron y lo vieron poner cara medio aburrida, mientras movía lentamente las manos, haciéndose pasar por los recién llegados animales… cuando tuvo la atención de todos, les enseñó la paja que tenía en la boca, indicó a uno de los niños y la paja repetidamente y luego, la puso en el suelo, se hizo pasar de nuevo por el bisonte pero cambió su expresión rápidamente a una endemoniada y se tiró pesadamente al suelo, aplastando la paja que representaba al niño y luego trató de comérsela con una avidez mortífera.

Mientras en el horizonte ya se perfilaba que eran cinco los enormes bisontes que se acercaban, todos los de la tribu salieron corriendo a refugiarse en la cueva… el niño que simbólicamente había sido aplastado y comido por el Jet-bisonte no dejaba de llorar.

Sin embargo, Jet empezó a gritar de nuevo, furioso, y luego decidió recoger todas las piedras que consiguió y apenas pudiendo mantenerse en pie de lo tanto que temblaban sus piernas, pálido y sudando a chorros, se quedó al frente de la cueva a defender, como podía, a su tribu.

Los cinco bisontes, tan enormes que parecía increíble que cupieran en esa explanada, cayeron al suelo, haciendo volar a unos cinco metros atrás, con sólo el viento, a nuestro héroe…

Pero este se levantó en seguida… y allá, a una peluda pata, fue a dar una pequeña piedra… que el bisonte más cercano y alto ni sintió, ya que simplemente bostezó, haciendo volar de nuevo a nuestro intrépido héroe, pero esta vez contra la pared… y casi asfixiado por el fétido aliento…

Jet empezó a gritar hacia la cueva, tirando piedra tras piedra al bisonte más cercano, mientras este se echaba, como todos los demás, a dormir… con cada caída de bisonte, un pequeño temblor sacudía la tierra.

Jet, furioso, empezó a recoger las piedras ya tiradas y a acercarse a tirárselas a un lugar sin pelo: la nariz… pero el bisonte sólo zarandeó la cabeza un poco y se acomodó el rostro debajo de una pata… empezó a roncar…

Nuestro héroe se sonrojó de la furia…

Pero justo cuando iba a tirarle otra piedra al ojo, una mano le agarró el brazo: Era Sokka, uno de los mejores cazadores, como él mismo lo era, y le enseñaba un arma que hace poco había inventando: la lanza… Luego, con un movimiento de la mano, le presentó que todas las personas, hasta el niño que no dejaba de llorar, tenían una y venían a ayudarlo.

Los dos se sonrieron, imaginando el festín que tendrían con la carne de esos animales que, al estar dormidos, eran presa fácil si lo coordinaban bien.

Sokka y Jet empezaron a dividir los grupos que iban a atacar a los diferentes animales en el cuello, cuando unas pera-manzana chocaron con cada uno de ellos… Jet miró hacia arriba, pero no había ningún gran árbol de donde pudiera caer ese fruto hacia su cabeza.

Cuando bajó la mirada, vio que toda su gente, comiendo de la fruta y sonriente, se acercaba a otra tribu, que había salido desde atrás de cada bisonte, vestían más ligero y… ¡No tenía pelo! Caminaban con la espalda recta y… ¡Casi no tenían pelo!

Además, mientras comían de las frutas, con alguna magia, unos de ellos movían las manos, y manzanas-peras restantes iban a dar a las personas de su aldea, que comían, felices… muchos de ellos, acariciaban a los enormemente peludos animales…

Él también mordió su fruta, pero no se acercó. Aún así, un niño de la otra aldea, sonriente y sin pelo en la cabeza, con una mancha en ella parecida a la de los animales enormes, lo saludó y pareció darle las gracias por algo.

Y así fue como Jet presentó a ambas tribus, iniciando así la buena relación entre ellas…

-o-

Pero Jet no confiaba en ellos… eran raros, además de no tener pelo y llevarse bien con animales tan peligrosos: trabajaban mucho en la tierra, cortando con cuchillos de caza la hierba, haciendo huecos con la mano y enterrando los desperdicios de varias frutas.

¡Qué gente más inútil era! ¡Ponerse a jugar cosas extrañas, cuando el cazar a esos enormes animales podía dar la comida para varios días de su gente!

Pero, lo peor de todo es que toda su tribu estaba como embobada por los nuevos: las mujeres querían un cortejo con los hombres de los Sin Pelo, los niños jugaban con los niños de los Sin Pelo… ¡Hasta habían retrasado la migración porque los Sin Pelo habían insistido en eso!

¡Jet no lo soportaba!

Además, Jet estaba seguro de otra cosa: él tenía que dar de comer a su tribu, ya los ñu-ciervo empezaban a emigrar y necesitaban más reserva para el viaje detrás de ellos… sino muchos niños y ancianos morirían en el camino.

Por eso es que él se había amarrado con enredaderas mucho pelo que esos animales aterradoramente voladores dejaban por todo lado y, haciendo uso de la forma de cazar del tigre-pantera, se acercaba y se acercaba cada vez más al más grande de esos animales para darle caza… solo, porque ni Sokka lo quería ayudar en eso… ¡Los cazadores no se querían acercarse, porque les caía bien los Sin Pelo!

Jet ahogó un gruñido para no ser detectado…

Lo que no sabía es que unos ojos atentos en una cabeza calva miraban, sorprendidos, como una mota de pelo se movía de cuando en cuando hacia una de sus bisontes…

Justo cuando iba a ponerse en cuatro patas de nuevo, para acercarse más, un pie apoyado en su espalda lo hizo caer al suelo. Por un instante de pánico, Jet movió frenéticamente sus manos y piernas, hasta que se logró controlar e iba a levantarse de nuevo, cuando vio, justo al frente de él, la mirada de aquel niño sonriente… ¡Lo habían atrapado!

¡Estuvo a punto de empuñar su lanza y…!

Pero el niño le sonrió y le quitó el camuflaje de pelo, muy interesado…

Jet, sin entender qué pasaba, se puso en pie y dado que, como había visto, ese niño era el único guardián del pequeño rebaño de esos animales… con una sonrisa escalofriante, levantó la lanza para matarlo y…

Unos mocos lo llenaron de arriba abajo mientras iba a dar a unos metros, volando… la bisonte había estornudado…

El niño levantó la mano, sonriendo y le agradeció por lo del camuflaje…

Y así fue como Jet le enseñó a los Sin Pelo que se podía usar el pelaje que los animales tiraban para confeccionar ropa…

-o-

Ya los ñu-ciervo se habían ido y Jet estaba más que furioso porque sólo cazaba pequeñas rata-muzaraña y diferentes tipos de bichos y peces…

¡No se habían ido detrás de los ñu-ciervo por culpa de esos tipos raros de los Sin Pelo! Jet estuvo tentado a irse solo, pero no podía dejar a su tribu -esa ingrata tribu- sin su mejor cazador… aunque, desde que en la tierra en la que los Sin Pelo habían estado jugando empezaron a crecer plantas, ya no era tan acuciantemente necesario… pues ambas tribus comían un poco de esos frutos.

¡Por eso se ponía aún más enojado y se empedernía en no comer nada que tuviera que ver con los Sin Pelo!

Hasta que los miró… y su sonrisa, que pedía sangre, se vio de nuevo en su rostro: el más grande de esos animales había procreado tres crías, tres mini-animales escalofriantemente voladores, casi sin pelo y sin abrir los ojos…

¡Qué fáciles de cazar!

Jet sintió que por fin habría una forma en que se le quitara ese mal humor que tenía al ver esos enormes animales, que todo el mundo trataba como si fueran una cría de su especie.

Una noche, se acercó al lugar con su lanza, aprovechando que los otros bisontes habían salido volando quién sabe a qué y que la madre estaba durmiendo… Jet sabía que cuando dormía, sólo despertaba hasta que ella quisiera (sí, los había estado vigilando a todos en busca de esa oportunidad) y ahí estaban, a unos 20 pasos de él, dormidos, acurrucados entre sí…

Sintió un fuerte golpe en la cabeza, que lo tiró a la ubre de la bisonte, en medio de un grito…y al chocar con algo esponjoso, sintió como tragaba algo blanco, que sabía muy bien.

Pero eso no era lo importante…

Volvió a ver, colérico, hacia atrás… era el niño de siempre, el único con la mancha extraña en la cabeza, que lo veía extrañado… y luego agarró algo con su mano que volaba hacia él: un palo que se había doblado un poco, por el impacto en su cabeza…

El niño se sonrió, tiró de nuevo el palo hacia Jet… nuestro héroe se protegió con los brazos y un pie. Pero sólo sintió el aire pasar cerca de él.

Cuando vio al frente, se dio cuenta de que el niño recibía de nuevo el palo algo doblado… y este empezó a brincar de la emoción y a gritar en su extraño idioma hacia los adultos de su tribu, que salieron del bosque, bajando de los árboles en donde habían subido por frutas… todos vestían con tejidos de pelos de bisonte, ya que el tiempo era cada vez más frío.

Jet se escabulló rápidamente, mordiendo el palo de su lanza, de pura frustración…

Y así fue como Jet, indirectamente, inventó el boomerang y descubrió que la leche de bisonte era comestible…

-o-

Jet estaba cada vez más, más y más… resfriado… y tras de todo, la corriente de viento amenazaba con apagarle lo poco que le quedaba de fuego. Por eso, empezó a estrellar piedra contra piedra, mientras se acordaba de su situación (y las piedras tronaban cada vez más duro)…

¡Qué frío!

¡Pero no se iba a poner esa maldita ropa de pelo de bisonte…! Aunque se viera tan calentita y abrigadora… ¡Ni tampoco iba a tomar de ese… líquido blanco de la bisonte que todos tomaban! Aunque fuera lo suficientemente calentita, y muy deliciosa…

¿Por qué no se fueron detrás de los ñu-ciervos? ¿¡Por qué!?

Ahora el invierno los había dejado ahí, en esas cavernas, hasta que terminaran.

A ellos y a los Sin Pelo…

¡Como odiaba a los Sin Pelo! Con su ropa de bisonte y su líquido de bisonte, jugando con ese palo mágico que volvía a dónde uno, que los niños de las dos tribus tanto les gustaba… y sus plantas que daban fruta en invierno… ¡Arg!

Afuera estaba lloviendo agua-nieve… pero el no sentir el viento en su cara, lo hizo darse cuenta de que algo obstruía la entrada a su pequeña subcueva, su hogar…

Era el niño, ese extraño niño, frente a él.

En seguida se puso en pie, con una lanza al frente… y empezó a toser sin tiempo casi ni de respirar. Cayó de nuevo en una piel de oso que le servía de alfombra…

Fue cuando sintió que algo lo calentaba y luego algo mojado recorría su rostro.

Abrió los ojos: justo al frente de él estaba, como una presencia que subía la temperatura del lugar, uno de esos mini-enormes animales aterradoramente voladores, ya con más pelo, sus ojos fijos en él y la lengua salida. Lo había chupado.

Sin tener idea de qué pensar, volvió a ver al niño.

Este le sonreía, e indicó al bisonte y a él repetidamente…

De repente, Jet se dio cuenta de que esos animales no eran aterradores… ¡Algo que fuera suyo, y por un regalo de paz de un adversario, no podía ser aterrador!

Y así fue como Jet, por medio de unir más la alianza entre estas dos tribus, llevó a su tribu a la Agricultura y la Ganadería, iniciando así la cultura del Reino Tierra.