Disclaimer: Lo personajes no me pertenecen, son de Kishi-sama. Hago esto por diversión y sin ánimo de lucro.
Espero que les guste, será una historia bastante corta.
La Culpa es de los Gatos
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Sasuke besó delicadamente la frente de su hermosa novia, quién se mantenía abrazada a él de forma protectora mientras dormía plácidamente.
Desde que habían decidido vivir juntos en una de las muchas casas del Uchiha ubicada en Fukushima, todas las noches la observaba dormir hasta caer dormido por el cansancio y luego continuaba con su tarea el día siguiente, despertando siempre momentos antes. No podía evitarlo, se veía tan tranquila y despreocupada durmiendo que le daba una sensación de calidez en el pecho y no le importaba estar quieto allí solo observándola hasta que despertara.
Suavemente acarició la mejilla de la chica con la yema de sus dedos, deslizándolos luego hasta su boca, delineando sus sonrosados labios. Apenas haciendo contacto, bajó poco a poco por su barbilla pasando a su cuello, paseándolos por toda el área de la clavícula. Su vista se concentraba en las líneas imaginarias que iba trazando, sin percatarse del instante en el que había llegado a rozar la suave y blanca zona en la que comenzaba a notarse el inicio de su pecho que era cubierto por una pequeña camisa blanca de tiritos.
Un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas cuando notó lo que estaba a punto de tocar. Apartó la mano con rapidez, no la tocaría mientras dormía, y de pronto sintió que la pelirrosa se revolvía un poco y se rascaba ligeramente el lugar donde sus dedos habían estado anteriormente.
Sasuke vio que su chica abría los ojos con algo de pereza y luego dirigía su adormilada mirada hacia él.
- Buenos días…- su voz sonó suave y algo cansada, provocando un pequeño sentimiento de culpa en el Uchiha. La había despertado sin querer.
- Buenos días.- respondió casi en un susurro.- discúlpame por despertarte. Sigue durmiendo.- acarició su mejilla con sutileza provocando una pequeña sonrisa en su rostro.
- Eso es lo que tenía planeado hacer.- una pequeña risita escapó de sus labios.
Se abrazó aún más a su pelinegro cerrando los ojos en el proceso; le dio un leve beso en el cuello y luego reposó la cabeza en el descubierto hombro del chico, quien, como siempre, permanecía sin prenda alguna cubriendo su pecho por el simple hecho de que no le gustaba dormir apresado por la tela de una camiseta.
El silencio reinó nuevamente en la habitación, lo único que Sasuke escuchaba era la tenue respiración de ella.
Paz y tranquilidad los rodeaba, hasta que el sonido seco de un plato rompiéndose se escuchó en el piso de abajo, poniendo al muchacho en alerta.
¿Alguien había entrado en su casa?
Con cuidado se levantó de la cama sin mover mucho a Sakura y puso una almohada en su lugar para que la chica no se percatara de su ausencia.
Fue hacia la puerta y tomó la llave del cuarto que se encontraba sobre el escritorio, guardándola en uno de sus bolsillos. Salió silenciosamente de la habitación poniéndole seguro antes de cerrarla.
Ya en el pasillo, inspeccionó rápidamente con la mirada y todo parecía estar en orden. Caminó con sigilo detallando cada cosa que había en él; mostraba varias puertas cerradas a ambos lados, al parecer nada estaba cambiado. Los retratos, las lámparas, la mesita del lado derecho con un espejo y un teléfono acompañado de una agenda pequeña y un bolígrafo; cada cosa en su lugar en perfecto orden.
Al menos parecía que no habían subido al segundo piso… aún.
Con cautela bajó las escaleras haciendo el menor ruido posible, escalón por escalón. Cuando su pie descalzo tocó las frías cerámicas del piso, se medio apoyó en la pared y fue acercándose a la cocina. A cada paso que daba, los ruidos se hacían más notables. El intruso parecía muy tranquilo haciendo de las suyas sin importarle que estuviesen en la casa.
Cuando estuvo junto a la puerta de la cocina, escuchó claramente como algún objeto metálico caía al piso. Esa fue su señal para entrar velozmente en posición de ataque y encontrarse frente a frente con… ¿un gato?
- ¿Tú de nuevo? - tomó al conocido gato que comía de su basura y cuando abrió la ventana para sacarlo, este le arañó el brazo y corrió tras el refrigerador.- Maldita bola de pelos.
- ¿Sasuke? – su novia entró en la cocina tallándose un ojo para luego bostezar.- ¿Por qué tanto ruido?
- Lo siento, Sakura. Pero escuché ruidos aquí y bajé para encontrarme con el mugriento gato hurgando en la basura.- dijo algo molesto. Ese minino muchas veces le había hecho lo mismo a distintas horas del día.
- ¿Y dónde está ahora?
- Detrás del refrigerador, pero no por mucho tiempo.
Movió el refrigerador como si este no pesara en lo absoluto, logrando despertar los sentidos de Sakura ante tanta fuerza masculina. Se veía muy bien sin camisa.
Unos tiernos y débiles maullidos se hicieron presentes al apartar la nevera, dejando al descubierto a tres pequeños gatitos que estaban siendo protegidos por el odiado gato. Parecían tres bolitas: una blanca, una amarilla y otra negra. A la pelirrosa le brillaron los ojos al ver a semejantes criaturitas peludas que vivían en su cocina sin que ella lo supiera.
- No puede ser. ¿Más gatos? – preguntó hastiado el pelinegro viendo la escena.- Lo siento, pero no me gustan los ladrones de comida así que deberán irse de aquí.- les dijo como si estos le entendieran y se acercó para tomarlos pero el gato más grande, resultando ser una gata, se interpuso mientras bufaba con ahínco.
- No, Sasuke. Espera.- detuvo el brazo de su novio y le sonrió con dulzura por lo que iba a hacer, y era algo que quizá a él no le agradaría mucho.
La chica abrió la despensa y sacó una bolsita con comida para gatos. Tomó un poco y se lo ofreció a la gata protectora. Esta olió el alimento y acarició las piernas de la joven con su pelaje a modo de agradecimiento para después comer con algo de desesperación.
- ¿Lo ves? Sólo tenía hambre.
Mientras la felina se atragantaba gustosa, Sakura se acercó a los mininos más pequeños y los acarició con cuidado. Sasuke observaba estupefacto.
- ¿Comida para gatos? – preguntó el moreno viendo acusadoramente a la pelirrosa.
- Bueno…- rió tontamente ante la pregunta, sabía que algún día Sasuke se enteraría del contrabando para gatos que estaba escondido en la alacena, pero qué más daba.- la compré hace algunos días.
- Comida… para gatos.
- Sí, pero…
- Ya entiendo por qué hay una invasión de gatos aquí, los alimentas a diario. Ahora jamás nos libraremos de ellos.
- Sasuke, ten un poco más de corazón. Sólo son unos pequeños animales, ¿qué daño podrían causar?
Allí Sakura supo que no debió preguntarle eso al moreno. El chico inició una larga lista de motivos por los cuales no deben tenerse gatos en una casa, mientras ella tuvo que comenzar también a repudiar las opiniones de este con los motivos por los que los gatos son buenas mascotas. Sin dejar de debatir en ningún momento, la pelirrosa preparó la comida, desayunó y lavó los platos, y Sasuke a su vez desayunó y leyó el periódico; pero ninguno dejó de hablar de… gatos.
- Además, sólo te quieren si les das comida. Son unas sabandijas.- dijo ya cansado el pelinegro, pero no se rendiría.
- Si se quedan en una casa es porque le tienen aprecio a su dueño, el cual debe alimentarlos.- opinó la muchacha ya harta de todo.
- Es lo mismo, te dan cariño sólo para que les des comida.- habló viendo a los inquilinos con desprecio.
- Te dan cariño porque te aprecian al ser bueno y darles alimento para vivir.- respondió observando con ternura como jugaban entre ellos.
- No me gustan los gatos.- soltó él como último argumento.
- Sí me gustan los gatos.- contraatacó sin más.
- Quiero besarte.- dijo, tomándola de la cintura.
- Y yo quiero que dejes a los gatos donde están porque serán mis mascotas de ahora en adelante.- se soltó del agarre y tomó a uno de los gatitos y lo puso contra su pecho.
- Demonios, no funcionó.- se dijo a sí mismo viendo la escena.
Sakura observaba al pequeño minino de pelaje negro, y grandes ojitos verdes. Una sensación de extrañeza la invadió, y por un segundo creyó ver al gatito como a un bebé de cabellos azabaches y ojos verdosos que le sonreía. Se sorprendió ante eso, y muchos pensamientos llegaron a su cabeza.
- ¿Sakura? ¿Te encuentras bien? – puso una mano en su hombro para llamar su atención.
- ¿Qué? – volteó hacia su moreno y le sonrió de forma rara al volver a la realidad.- Sí, muy bien.
Sasuke no supo qué pensar ante esa sonrisa no propia de la ojijade. Se parecía a la sonrisa materna que le dirigía su madre cuando estaba pequeño, y eso le asustó más.
- ¿No crees que este se parece a ti? - le acercó el gatito a la cara y sólo logró sacarle un gesto de repugnancia.
- Ja, claro.- dijo apartándose del pequeño, cuando de pronto la chica se acercó más y se lo puso en las manos.- No, no, no. Esta cosa está sucia, que asco.- dijo devolviéndoselo.
- Sasuke, juega con Daisuke.- se lo dio otra vez y se agachó para tomar a los otros dos gatitos.
- ¿Qué juegue con quién? – la cara de rareza que puso en ese momento no tenía parangón.
- Y después jugarás con Hikaru.
- Espera un momento. ¿De qué estás hablando?
- Les pongo nombres. ¿Cómo quieres que se llame ella? – preguntó feliz alzando a la bolita blanca frente a la cara de Sasuke.
- No los nombres o te encariñarás con ellos.
- Dime… un nombre… para la gatita.- lo fulminó con la mirada, a lo que el pelinegro tuvo que desistir. Después se las arreglaría para deshacerse de ellos.
- Está bien, está bien. Calma.- dijo aún sintiendo el aura asesina de Sakura.- pues… ¿Ankoku?
- …
- ¿Qué? Me parece que suena bien, y como es de color blanco suena a una de las mías. Sarcasmo por todas partes.- sonrió ansioso por la reacción ante aquello.
- ¡Perfecto! ¡Qué lindo nombre! - tomó a los tres gatitos entre sus brazos y se acercó a su novio.
- No, aleja esas cosas de mí.
- Bésame, Sasuke-kun.
- Cuando sueltes a esas horribles bestitas peludas.
- ¡No le digas así a los niños!
- ¿A los qué? – esa fue la frase más extraña que su novia había dicho alguna vez, cuidado si no la más rara en su vida.- Sakura, esos son… gatos…- trató de no decirlo muy fuerte, por si la chica trataba de aniquilarlo debido a la realidad que estaba confundiendo.
La pelirrosa se quedó observándolo un rato sin emitir palabra. ¿Qué había dicho?, que unos animalitos eran niños. Ya estaba delirando sin motivo aparente, era definitivo. Bajó a los mininos junto a su madre; estos comenzaron a empujarse entre ellos para poder probar la comida que ella aún devoraba hambrienta.
Se levantó nuevamente y giró su cabeza con lentitud hacia su novio, quien expectante, aumentaba su nerviosismo por la expresión que su linda chica mantenía. Ella se acercó a paso calmado y viéndolo directo a los ojos, le sonrió, y después lo besó con dulzura. Posó ambas manos tras el cuello de Sasuke dejando una en su nuca y la otra en sus suaves cabellos negros.
Retiró un poco la cara para terminar pero el pelinegro, sin querer romper el contacto, la tomó de la cintura y la acercó más a él. Duraron unos segundos más y luego se separaron dándose cortos besos. Intercambiaron una mirada cariñosa y la pelirrosa saltó a abrazarlo con fuerza. Sasuke le devolvió el abrazo del mismo modo… y quedó petrificado ante lo que escuchó milisegundos después en su oído.
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- …Y luego ella se fue muy sonriente a hacer otra cosa.- comentó, rememorando lo sucedido. Su acompañante asintió manteniendo la pose pensativa.
- ¿De verdad te dijo eso? – preguntó algunos segundos luego.
- Por quinta vez, sí. Ya recuerdo por qué nunca te pido ayuda, Kakashi, porque no ayudas en nada. Sólo te enfrascas en la misma pregunta.
- Lo siento, Sasuke. Pero la verdad no sabría cómo tomarlo.
- Tú eres el experto aquí, deberías saber qué pasa.- le dijo, poco convencido con la respuesta.- psicólogo bueno para nada.- murmuró entre dientes.
- Escuché eso.
- Esto es serio. Algo malo debe estar pasando con ella, es decir, no puede decir eso así como… si nada.- opinó viendo al vacío con algo de miedo, o quizá espanto, algo realmente extraño en un Uchiha.
- Al menos ella lo dice, otras hacen el juego con trampa y después, ¡sorpresa! – exclamó alzando las manos.
- No seas tonto. Quiero respuestas ahora mismo o no te pagaré.
- Sasuke, tú no me pagas. Ya me debes tu vida en consultas.
- ¿Y a mí qué? Sólo dame conclusiones, por favor.- pidió ya abatido por tantos ruegos y tonterías, actos impropios de él, pero para situaciones desesperadas medidas más desesperadas.
- ¿Has pensado en que podría estar jugándote una broma? El día de los inocentes es en dos meses. Y lo más probable es que sepa que eso te crisparía los nervios y sólo quiere molestarte.
- Sakura jamás haría una broma de ese tipo.
- Mm… ¿sabes si está en "sus días"?
- No lo está.
- ¿Algún trauma de la infancia?
- Es la persona con la infancia más feliz que conozco.- dijo, recordando las grandes historias que le contaba sobre su divertida niñez.
- Podría ser demencia. ¿La has encontrado hablando sola o con objetos inanimados?
- Por supuesto que no está loca, idiota.
- Entonces… puede ser un lapsus mental, o fue poseída por un demonio con sueños frustrados y ahora quiere cumplirlos después de milenios de agonía y desesperación.- trató de poner un ambiente tenebroso, lo cual no logró. El otro sólo alzó una ceja.- está bien, descartemos esa última.
- Has estado viendo mucha televisión, ¿no es cierto?
- Digamos que sí. Y si no es ninguna de las opciones anteriores, tendré que tomar la que obviamente era la acertada desde un principio.
- ¿Y no pudiste decírmela antes de que me dieran ganas de golpearte?
- No quería asustarte, chico. Esto no es algo que se tome a la ligera, y me temo que Sakura iba en serio.
- No… eso no es posible.
- Claro que sí. Habla con ella para que estés más seguro de que se refería a otra cosa y tal vez tú lo entendiste mal. Luego vuelves para otra consulta.
- De acuerdo.
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- Ya llegué.- se sacó los zapatos y entró con temor.
Pasaron los segundos y nadie respondió. No le sorprendía, a esa hora Sakura salía a caminar por ahí, o a casa de los vecinos, o a comprar, o a casa de los vecinos, o a casa de los vecinos… demonios, seguro había ido a casa de los molestos vecinos.
Dio una vuelta rápida por la enorme casa pero evidentemente su pelirrosa no se encontraba allí así que resignado se puso de nuevo los zapatos y salió a casa de sus adorados vecinos. Cómo los odiaba… eran tan escandalosos. Si hubiese pensado un poco más antes de mudarse para vivir sólo con Sakura, y hubiese inspeccionado a fondo la vida y obra de todos los de la cuadra, no tendría que aguantarlos. Tal vez hasta se hubiesen ido a vivir a la casa de campo Uchiha, o a la casa de la playa Uchiha; todas eran enormes y cómodas.
Pero no, tenían que quedarse en Fukushima, donde la gente es ruidosa y molesta.
Cuando estuvo parado en la entrada, pensó dos veces antes de tocar la puerta. Mentalmente repasó las posibilidades: Si Lee abría, no lo dejaría en paz por el resto del día; si Naruto abría, no dejaría de insultarlo por el resto del día; si Gaara abría… bueno, no pasa nada; si Ino abría, tendría que soportarla por el resto de día; si Hinata abría, tendría que esperar el resto del día para pasar mientras ella le tartamudea las buenas tardes; si Tenten abría, no dejaría de pedirle que practicara artes marciales con ella… por el resto del día. Estúpida residencia estudiantil en forma de casa.
A la final, tocó el timbre y esperó a que alguno de los fastidiosos… perdón, de los antes mencionados, le abriera. Tomó aire para calmar sus nervios, y de pronto la voz de su chica llegó hasta sus oídos: estaba en el patio de atrás charlando con sus amigas. Se acercó con cautela para evitar que lo vieran, y en un momento de distracción de estas intentó llamar la atención de Sakura cuando la palabra "bebé" retumbó en su cabeza. Se detuvo y se quedó callado tras el muro, agudizando el oído lo más que podía para escuchar de qué hablaban.
- Yo quiero tener 2.- dijo Ino con la mirada iluminada.
- Yo me conforme con 1.- respondió Tenten.
- Yo… a mi… me gustaría tener… 2 también.- dijo Hinata bastante sonrojada.
- ¿Y tú Sakura? Eres la que tiene más oportunidad de tenerlos pronto. Sasuke podría dártelos con facilidad.- la rubia le guiñó un ojo cómplice y Sakura soltó una pequeña risita nerviosa.
- Estoy esperando el momento justo, no se desesperen.
¡Esas malvadas arpías estaban corrompiendo la mente de su novia! ¡Ya lo sabía todo! No cabía duda, lo que Sakura le había dicho al oído y esa conversación que estaban teniendo lo demostraba todo: quería... ¡¿Hijos?
Y allí está la primera parte xD... ¿Reviews? sí son necesarios, sin ánimo y creyendo que a nadie le gusta, no puedo continuarlo u.u...
Me entra el drama xD... bye!
