Descargo de responsabilidad: Ni KHR ni sus personajes me pertenecen.
Advertencias: OOC y destrucción del canon.
Este capitulo a sido reescrito.
Disfruten la lectura.
Una joven figura se adentraba al aeropuerto con una mirada extraña, entre entusiasmo e incertidumbre. No parecía realmente querer viajar. Debía regresar a su país natal, en el cual no había estado hacía más de nueve años sin recordar acerca de su familia.
Su altura era considerable, pero no mucho: un metro setenta y cuatro. Una sudadera anaranjada con el logotipo de una cabra con ojos brillantes usando unos auriculares, debajo llevaba puesta una polera negra con la leyenda de "Dat sad Boi", unos pantalones ajustados negros y tenis del mismo color.
Pasando sus manos por su alborotado cabello castaño, casi como si fuera un ritual contra el nerviosismo, y encendió su cámara lentamente, casi sin ganas.
― Viejas, después de un largo tiempo conmigo ya deberán saber que no soy exactamente una persona de emociones ¡Pero! Todos generamos apegos, incluso si intentamos no tenerlos. Sinceramente no me quiero ir de aquí ― comenzó un pequeño monologo, ignorando las miradas de la gente. Decidió cortar un momento para respirar profundamente y empezar a relajarse un poco. No podía hacer una escena en el aeropuerto. Volvió a pasar un mano por su cabello para dar cabida a una sonrisa sincera.
― Nosotros no venimos a esto, si no, es hora de hacer el chequeo ¡Hagamos esto rápido! ― exclamó dejando ver sus maletas y mochila colgando en su espalda, como si no pesasen. ― Bueno, señoritas. Andando.
Con la cámara encendida continúo movilizándose por el recinto grabando lo posible, reía cada vez que un niño se colaba haciendo señas a la cámara y saludaba a uno que otro fan que pasaba. Al cabo de chequear su pasaporte y se encontraba en la zona de embarque, fue a realizar los trámites necesarios a "migraciones" y al terminar con eso se dirigiría a que revisasen su equipaje. Con todo el tramite terminado se dirigió nuevamente a la zona de embarque y esperaría allí un rato hasta que llegase la hora de despegar. Decidió ir a comprar algo a los negocios que había dentro del lugar puesto que no había desayunado para estar temprano y no atrasarse. Con el tiempo escuchó el llamado a su vuelo y se apresuró a abordar, procurando el no equivocarse de asiento. Pasó un tiempo antes que despegase el avión y había mantenido todo ese tiempo su grabación en pausa, en cuanto la maquina se encontró estable en el cielo, él continuó su grabación.
― ¿Why must you hurt me in this way? ― La voz del joven se escuchó totalmente ajena a él, pero sonaba graciosa. La imagen mostraba una película con temática de desastres aéreos. ― Hijos de puta, no vine aquí para que jugasen con mis sentimientos― Bromeaba sacándole risas a su compañero de asiento quien, animado, seguía su cotorreo. ― Viejas, debido a que no deseo quedarme sin baterías tan rápido, y dudo que pase algo interesante, continuaré en cuanto estemos cerca de llegar. ―
El joven adolescente guardó el video, y posteriormente su cámara, para continuar con la amena conversación que mantenía con su compañero de asiento. Tomaba unas pocas fotos con el joven adulto y las subía a sus redes sociales con el permiso de Alejandro. El resto del tiempo se lo pasó durmiendo.
No era que el tiempo hubiese pasado increíblemente rápido mientras dormía, pero cuando despertó solo quedaba una hora para arribar al país asiático. En cuanto la azafata vio a la mayoría de pasajeros despiertos (Los que seguían durmiendo eran niños) decidió entregarles los documentos que debían llenar respectivamente. Después de eso continuó grabando.
― En este momento me siento como en esos días del colegio en los que acabas de almorzar y sabes que el profesor faltó, pero no sabes si te enviaran a casa o te pondrán otro profesor. Incertidumbre le llaman ― El castaño estaba divagando mientras apuntaba despreocupadamente la cámara a su rostro, bostezando y dejando ver su cara adormilada ― Bien, quedan unos treinta minutos para llegar por lo que me dice Alejandro; saluda a la cámara, Alejandro. ― hizo un rápido movimiento para grabar a su sonriente compañero de asiento, quien amablemente sonreía al lente.
La azafata hizo un llamado, anunciando que se encontraban cercanos a aterrizar. El adolescente guardó la grabación y apagó su cámara. Dejando pasar el tiempo.
Tuvieron la suerte de bajar por "Túnel" y no por escalera, juntos fueron a buscar sus respectivos equipajes. Los del adolescente aparecieron rápido, en cambio los de Alejandro, tardaron varios minutos en aparecer. También se acompañaron para hacer los trámites de migraciones y la aduana y ya habiendo terminado con ellos decidieron ir a comer juntos para celebrar una nueva amistad y su llegada a Japón.
― Oye, solamente me dijiste tu apodo, no conozco tu nombre ― fue el pequeño comentario de Alejandro, quien mantenía en sus manos una hamburguesa ― Y ni idea que pudieses hablar japonés, digo, tu español es perfecto. Sin acento. ―
El de sudadera naranja dio un profundo sorbo a su gaseosa antes de responder:
― He vivido en Chile la mayor parte de mi vida, pero soy originario de aquí. Quienes cuidaban de mi hacían su mayor esfuerzo para que no me olvidase de mi lengua natal; no fue mucho, pero me puedo comunicar fácilmente― En su tono de voz se podía escuchar el cariño con el que hablaba de esas personas, sus ojos brillaban ― ¿Y mi nombre? Ese es Tsunayoshi Sawada, llámame Tsuna. ―
El increíble hombre wea.
