Marinette había aceptado cuidar al hermano menor de Nino debido a que él se lo pidió como favor.

Más que pedir fue una especie de suplica.

—¡Por favor, Marinette! ¡quiero salir con Alya y nadie más puede cuidarlo! Es un ángel, te aseguró que no te va a molestar —había poco menos que lloriqueado su amigo.

Ella aceptó.

Y ahí tenía al pequeño Chris dando vueltas por toda su habitación de un lado para el otro. Observaba todo. No dejaba de saltar y de querer jugar con todo, era muy inquieto el pequeño.

—Deberías jugar con los muñecos, seguramente te diviertes creando historias nuevas para los héroes —propuso Marinette.

—¡Esos muñecos son para niñas! —se quejó Chris.

—¿Acaso no te gustan Ladybug y Chat Noir? —preguntó Marinette un poco extrañada.

Ciertamente los niños pequeños se emocionaban mucho con la mención de los héroes de Paris. Muchos de ellos los admiraban al punto de disfrazarse como ellos, eran muy populares.

—Me gustan, pero no jugaré con esos muñecos —y sin nada más que agregar los arrojó al suelo con brusquedad.

Marinette los levantó, los revisó los guardó donde se supone deberían estar desde el principio. Estaba bastante claro que sería una tarde complicada.

Nino había definido a Chris como un pequeño angelito, pero resultaba ser todo lo contrario. Era inquieto y gritaba bastante. Resultaba incómodo estar con él.

—¡Mejor juguemos videojuegos! —Chris iba a tomar el control del juego, pero la azabache fue más rápida y se lo arrebató de las manos. Le dijo que era muy pequeño para esos juegos violentos.

En ese momento Chris quiso abrir su cofre secreto, ella no lo permitió y dijo la mentira más grande y creativa de su vida entera.

Fue al baño durante un momento.

—Chris me desespera más que Manon —se quejó Marinette —. No sé qué hacer con él —admitió dando un suspiro.

Tikki se lamentó un poco, entendía que algunos niños podían ser bastante estresantes.

—Encontrarás algo que hacer con él.

—Desearía que nos llevaríamos bien... —susurró la azabache.

Y en ese momento Tikki notó como el Kwagatama de Marinette comenzaba a brillar y como una luz repentinamente las envolvió a ambas.

Marinette había pedido un deseo desde el fondo de su corazón. Marinette había activado el poder de su regalo.

Repentinamente Marinette y Chris se encontraban en las calles de París. Y en ellas había soldados de juguete gigantes y de pieles verdes marchando.

—¡Mis soldados! —Chris corrió hacia ellos sintiéndose emocionado, quería ser el coronel.

Los parisinos observaban aquello con la boca abierta, era lo más extraño que alguna vez pudieron haber visto.

Marinette se sorprendió aún más al ver peces con forma de gato volando.

—¿Esto es un sueño? —preguntó Marinette repentinamente a su kwami.

—Digamos que los sueños de Chris se están convirtiendo en realidad —Tikki no quería confesarle a Marinette el poder sagrado del Kwagatama. Aún era demasiado pronto.

—¿Es como una akumatización?

—No.

Marinette se relajó y decidió pensar que todo eso se debía simplemente a a algún poder secreto que Tikki poseía. Así que decidió simplemente seguir a Chris en esa alocada aventura.

—¡Queremos chocolates! —pidieron los soldados a Tom.

—¿Chocolates? —Tom abrió sorprendido sus ojos al ver ese montón de soldados. Pensó que estaba soñando.

—¡O nos da chocolates o rompemos todo! —amenazó un soldado.

Tom se quedó quieto debido a la estupefacción que sintió en ese momento. Cuando vio a los soldados caminando, pensó que realmente se había vuelto loco. Se desmayó de inmediato.

Los soldados sacaron todos los chocolates que encontraron.

—Chico, hay peces gato volando por el cielo.

—Plagg, tengo que tocar piano, no hay tiempo para bromas —regañó Adrien a su kwami.

Plagg utilizó parte de sus poderes y consiguió abrir la ventana un poco. Uno de esos peces entró volando y Adrien pegó un grito ante la visita de esa criatura tan extraña.

—¡Es horrendo!

—No todos los gatos son tan hermosos como yo.

—¡O como yo! —y en ese preciso momento se transformó en Chat Noir.

Chris había encontrado un muñeco de un perrito que también cobró vida. El perro hablaba y trataba de modo tierno al niño. Entonces, él se subió a su lomo. Marinette se subió a un dinosaurio de juguete gigante.

—¿Adónde iremos? —preguntó Marinette.

—Hablaremos con él —respondió Chris.

Llegaron a la pista de patinaje y ahí estaba Chat Noir. Chat se extrañó al no toparse con Ladybug, pensó que ella estaría ahí.

Marinette se sorprendió al ver a Chat Noir ahí, se supone que no estaban con ningún akuma. Todo eso era demasiado extraño.

Chat vio a Chris y se sorprendió al verlo sobre un perro. ¿Acaso estaba soñando despierto? Pero al ver a Marinette sobre un dinosaurio se sorprendió aún más y se apresuró hacia ella.

—¡Nunca te subas a un dinosaurio! —la tomó entre sus brazos y la bajó de ese dinosaurio con suma delicadeza.

Tenía malos recuerdos gracias a los dinosaurios. Jamás olvidaría cuando pensó que su amada Lady había muerto devorada por uno de ellos.

—¿Qué sucede, Chat Noir? —preguntó confundida la azabache.

—Eso quisiera saber. Todo es extraño y no veo ningún villano contra el cual pelear —se extrañó Chat Noir.

—¡El villano es Santa Claus! —exclamó Chris —bajo del perro y se dirigió rápidamente hacia los demás —. ¡Se supone que debería estar aquí, pero no está! —se cruzó de brazos sintiéndose enojado.

—Este es tu sueño, Chris —las palabras de la azabache confundieron a todos los presentes.

Chat Noir no entendía cómo es que se encontraba supuestamente dentro de un sueño. Tikki sintió deseos de golpear a su portadora y Plagg por dentro reía al percibir todos los pensamientos confusos de Adrien.

—¿Mi sueño?

Y en ese momento todo el ambiente cambio.

—¿Un dinosaurio? —Phillipe también se extrañó bastante al descubrir un dinosaurio en su pista de patinaje.

El dinosaurio al verlo quiso atacarlo, por lo que el famoso patinador no tuvo más opciones que ¡patinar por su vida!

Mientras tanto nuestros queridos protagonistas terminaron en el cielo, en lo más alto. Estaban en un mundo de lego.

—Lego... —pensó Chat Noir con algo de asco.

Marinette se sintió sobre un gran arcoíris. Todo eso era demasiado colorido y podía marear un poco, o quizás bastante.

Era todo un mundo de lego.

—¡Solo falta algo para que todo sea perfecto!

Y así fue como aparecieron muñecos gigantescos de Ladybug y Chat Noir.

Chat Noir se posicionó frente a Marinette. Por alguna razón esos muñecos le dieron mala espina.

Apareció un avión, un trono y muchas pelotas por doquier.

Chris estaba muy feliz.

—¡Todo es increíble! —canturreó Chris.

Chat Noir frunció el ceño, no le gustaba para nada esa famosa película de los Legos.

—¿Qué sucede aquí? —susurró Chat Noir.

—Chris juega a ser el Rey del mundo —respondió Marinette de modo obvio.

Chat rodó sus ojos.

—¿Tiene sentido para ti?

Chat se acercó a la figura que se parecía a él y en ese momento, el juguete al sentirse amenazado activó su poder. Chat Noir comenzó a correr porque no quería saber si el poder era real o no.

Cuando Marinette se dio la vuelta, Chris estaba jugando con un robot gigantesco. Marinette sintió deseos de que todo eso acabará, pero nada cambiaba.

—Chris, creo que es hora de volver.

—¿Volver? —él niño rió —, ¡jamás!

Marinette estaba en problemas. Chat Noir también.

Chris estaba sumamente feliz.

Pero... Marinette tenía un plan.

—¡Si regresamos te dejaré jugar!

El Kwagatama brilló nuevamente. Tikki suspiró aliviada.

La luz envolvió a los tres presentes. Y finalmente Tikki pudo respirar con tranquilidad. Aunque Plagg se sintió decepcionado de que la diversión haya acabado.

Marinette y Chris abrieron los ojos al mismo tiempo y se observaron con sorpresa. Ninguno de ellos supo si hablar o si permanecer en silencio. Simplemente se miraban y gracias a sus miradas comprendían que pensaban en lo mismo, en lo que acababa de ocurrir.

La puerta se abrió de modo precipitado y repentinamente Tom entró.

—¿Alguien podría decirme si vinieron soldados verdes o no? —preguntó completamente sudado y nervioso.

Chris empezó a reír a carcajada limpia.

Marinette observó a su padre con sorpresa y Tom al percibir esa mirada se molestó.

—¡Ustedes me jugaron una broma! —reclamó el adulto enojado.

—¿Una broma? —Marinette también se enojó.

—¿De dónde sacaron a esos soldados?

Así fue como padre e hija se enfrascaron en una discusión un tanto extraña, pero divertida para Chris.

Mientras Adrien no dejaba de hablar con Plagg, le estaba contando su raro y loco sueño. Era algo bastante extraño.

—Niño, es demasiado obvio lo que sucede aquí… —pausa para agregar tensión —... te estás volviendo loco.

—¡Plagg! —reclamó Adrien de inmediato —. ¡No estoy bromeando! Te aseguro que todo lo que te cuento fue un sueño, fue tan real que...

Y Adrien comenzó a hablar sin parar.