Al final del día.

¿Hace cuanto que no le ves? No precisas una cifra acertada, pero comprendes que ya ha sido mucho tiempo, lo sabes, por que los dedos de una mano no alcanzan para que cuentes los días y mucho menos las horas, que se te antojan eternas mientras el viento hace bailar la tela de tus ropas. Tu esperas de pie observando el horizonte tragarse al sol, inflas las mejillas dando media vuelta, tus ojos se humedecen inevitablemente pero te escusas mentalmente creyendo que simplemente estas harto de no haber comido bien los últimos días "Todo por culpa de ese bastardo"… lo cierto es que el apetito te falta últimamente. Entras a la casa, grande y sola, el crujir de la madera bajo tus pies te alerta, corres como si la vida te fuera en ello y acabas metido bajo las sabanas de la cama, gimoteando, aunque él te dijo que fueses un niño bueno y eso ronda tu pequeña cabecita mientras te quedas dormido.

El día siguiente sigue el mismo patrón que el anterior. Y tu esperas una vez más, el mentón sobre tus rodillas y gesto serio. Un suspiro se escapa de ti, te propones esperar un rato mas, partirás de ahí a la misma hora que ayer. Estas ansioso, se nota por como comienzas a arrancar el pasto del piso, y te miras hacerlo, completamente hundido en tus pensamientos, estas tan embelesado que no te percatas de nada hasta que la luz de la tarde se bloquea completamente. No es de extrañarse que te alarmes otra vez, y estés más que preparado para salir corriendo para volver adentro, pero te detienes ipso facto. Está ahí, a unos centímetros de tu rostro, sonriéndote como solo él puede, ni un segundo pasa cuando instintivamente le abrazas del cuello y te sujeta entre sus brazos adoloridos, tiemblas entre ellos y no puedes retener mas el llanto que se había acumulado en tu cuerpecito, tus lagrimas enjuagan el hollín que mancha las mejillas del mayor. Quisieras mirarle a los ojos, pero tu llanto, tu orgullo y los parpados apretados no cederán. Preferirías que su aroma fuera aquel a tierra húmeda y hierba fresca, como si terminara una tarde de trabajo en el huerto, muy contrario a ello adviertes un olor a humo, pólvora y metal. Pero qué más da, por fin ha regresado y te dice que no se ira, te abrazas mas solo por si acaso, no obstante, al final del día él está contigo.