Otra día más para tachar del calendario. Los estudios para medimago estaban consumiendo a Scorpius. Nunca había sido un chico aplicado y mucho menos bien estudiante, pero una vez tuvo la oportunidad para hacerlo, sabe dios cómo, entonces empezó a esforzarse mucho más en los estudios.
Lo intentaba, para ser sinceros únicamente intentaba hacerlo porque su maldito compañero de piso llamado Albus gastaba su tiempo en joderle. No literalmente, claro está. Eso no le iba a Scorpius. Pero le fastidiba hasta límites insospechados. La otra mañana gritó que saliera del armario y eso fue una estupidez para Scor, porque era obvio que tenía clara su sexualidad: le gustaban las tías. El cuerpo de Albus desnudo después de haber salido de la ducha no le había producido aquella erección. Eso había sido por algún motivo ajeno.
La vida podía tratarle peor, justo por eso no se quejaba ni un poco. Pero que Albus pasará la línea cada vez con más regularidad le molestaba ¿Tan difícil es no pasearse desnudo por la casa?
El rubio grita por toda la casa en busca de su compañero. De ninguna forma era posible que este se escondiera, el piso no era tan amplio. Ojalá lo fuera, así evitaría escuchar los gemidos de Potter mientras se masturba minutos antes.Y ahora, sin más, había desaparecido. Que suerte la suya.
—Potter, prometo que como te localice no tendré perdón contigo, jodido calenturiento. —grita a todo pulmón alrededor de la estancia. Parecía un demente, pero casi lo era. Su cordura estaba desvaneciendo por segundos. —Albus Severus— de nuevo grita.
Después de cansarse haciendo ese numerito del escondite Albus sale de su paradero logrando enfadar más a Malfoy. Ambos hombres gritan por una media hora incansable.
—No te aguanto. No puedo hacerlo si vas desnudo por ahí. No me gusta tu cuerpo. —guarda silencio por uno segundos, buscando una palabra adecuada para continuar hablado. —Me da asco.
Eso fué la gota que colmó la paciencia de Albus. Podía ser calmado, respetuoso e incluso intentar simpatizar con ese chico, pero ese insulto no lo permitía. No cuándo Scorpius era más gay que él. Por muy mujeriego que intentara ser. Le daba pena esa actitud del chico. No sabía ni de sus propios sentimientos, por eso los intentaba justificar manifestando odio.
—¿Te doy asco? Oh claro, el pobre Scorpius Malfoy sólo quiere ser follado por mujeres guapas. —suelta con odio mientras tira de su camiseta, fuera de su cuerpo. Exponiendo su bien formado torno.
El rubio casi babea ahí mismo observando las abdominales de su compañero. Jodido Albus Potter y su anatomía perfecta, esa que desea secretamente admirar con más detenimiento. Sus deseos son concedidos cuándo él chico desabrocha también sus pantalones. La vista del rubio se fija rápidamente en la entrepierna. Desde que le vió desnudo saliendo de la ducha siempre intentaba no mirar hacia esa parte. Para él estaba prohibido mirar más allá de la cintura de Potter.
—¿Te doy asco?— Albus sonríe ante la mirada lasciva de otro chico.
—Mucho.
El chico de ojos verdes suspira cansado y se quita totalmente los pantalones, que hasta ahora descansaban en sus tobillos.
—Buenas noches Scor.
