"Te ves hermosa" dijo Harry al encontrar a Luna mirándose al espejo una y otra vez. Se ha notado la preocupación por el vestido que lucía, por el contrario, si ella nunca lo diría. No estaba acostumbrado a lucir tan formal, menos sin toques ni peculiares que ella solía darle a sus atuendos, pero desde la última reunión a la que había asistido junto con su esposo, no puedo seguir ignorando su singularidad afectaba a poco la imagen de Harry ante los medios.

―Gracias, siempre eres tan gentil― respondió. El niño de los ojos verdes tenía sus brazos cruzados, pero en la misma dirección, el rostro de la luna entre sus manos y acariciarla.

"No tienes que hacerlo. Sé que esta clase de eventos te incomodan, además de que no te permites ser tu mismo― le susurro, no quiero que te sientas mal, ni tampoco él.

Lentamente llevo una de sus manos hasta el momento gran bulto que se asomaba frente a Luna, una hermosa barrera que demostraba sus ocho meses de gestación, era adornada por el color rojo del vestido. Harry paso en su mano una vez más (como siempre lo hizo). No importa en qué circunstancia fue concebido, para Harry y para Luna él, era su hijo, y eso no cambia, se muestra feliz y se encuentran los padres de los padres, aunque no haya sido tal como lo había imaginado un tiempo atrás.

Frente al mundo, ellos eran una gran pareja, pis a todo el mundo que envolvió su arrepentimiento unión y la reacción del menor Weasley que para muchos fue demasiado extraña, Harry y Luna se mantienen firmes firmes. Ahora podríamos decir que hemos alcanzado algo de felicidad, y también hemos apoyado mutuamente. Nunca había sido tan feliz como nunca. No tenía un evento social que Harry no quisiera asistir con su esposa, ahora trabajamos para el ministerio y se prepararon para el auror, asistimos a muchos eventos sociales, a los cuales estaba arrastrado al igual que a sus dos amigos, pero el núcleo debe dejarlo una luna de lado, ni siquiera la vez en que deberías viajar junto a sus dos mejores amigos a parís, un un entrenamiento especial. No

Poco faltaba para el nacimiento de su primogénito, una vez en la casa del ministro, en el que asistieron varias personalidades del mundo mágico, que ni Harry, ni mucho menos. Kingsley debían asistir.

Luna sonrió, pero esta vez de manera algo triste, con sus pequeñas manos trato de acomodar la corbata que Harry lucia en su cuello, pero después de intentarlo una y otra vez, prefiero deshacerse de ella.

―Creo que te miras mejor así― él también sonrió, y noto la tristeza que había tenido en su esposa, pero esta vez no ―creo que soy una pésima esposa, no puedo hacer algo tan sencillo como arreglar tu corbata

Harry tomo las manos de Luna entre las suyas y la observo fijamente a los ojos. Sabía que lo que en verdad la hacía sentir mal, no era un acto tan sencillo como aquel. La tristeza que la embargaba era gracias a aquella carta que había recibido hacia dos semanas y que parcia golpear el corazón de Luna con cada palabra. No sabía el contenido de aquella carta, pero sabía que su remitente era un Slytherin del cual no sabían nada hasta entonces.

―Hable con el señor Weasley, quiere que cenemos con ellos mañana―

―Bueno…no creo que sea buena idea, los padres de Ron son muy amables, pero…

―Pero no quieres encontrarte con Ginny― Luna simplemente asentó girándose nuevamente ―no te preocupes, según me dijo Ron, ella no piensa venir a pasar las fiestas con su familia, es algo con su trabajo, creo― agrego Harry arrugando su frente ―además Molly me dijo que no aceptaría un no como respuesta, incluso creo que ya le ha hablado a tu padre.

Luna suspiro. Su padre, Harry sabía que aquel era un tema complicado, aunque en un principio el señor Lovegood no comprendía muy bien la decisión tan apresurada de su hija, en casarse y menos con Harry Potter, con el pasar del tiempo entendió la situación. Como a cualquier padre no le había agradado las circunstancias en las que los dos jóvenes se unían, pero aunque no sabía cómo es que su hija había entregado su amor (como lo dijo el, en algún momento) a Harry, la apoyo incondicionalmente, pero no apoyo su decisión de abandonar su hogar para vivir con su esposo en el número 12 de Grimmauld place. Por eso cada vez que se encontraban o se reunían, terminaban con la petición del señor Lovegood a su hija de que regresara a su hogar.

―Entonces creo mañana cenaremos en la madriguera― comento Luna con normalidad.

Llevaban apenas seis meses viviendo juntos, pero fueron suficientes para que Harry empezara a ver algo especial en Luna. A veces creía entender por qué Theo seguía tan enamorado de ella e incluso llegaba a sentir algo de celos hacia él, no sin después sentir remordimiento por el sentimiento, acompañado de una cabellera roja y unos ojos marrones. A su cabeza podían llegar miles de pensamientos, de los cuales la mitad pertenecían a Luna y a Ginny. Pensaba en como su vida se había transformado en tampoco tiempo, en que pasaría por la mente de Ginny cada que se la encontraba en la madriguera o el ministerio, por eso había tomado la decisión de vivir algo apartados de aquel mundo, de que Luna no fuera siempre el punto señalado y de que Ginny no tuviera que verlos siempre juntos, pero sabía que en algún momento tendría que suceder, y que ese momento seria cuando su hijo por fin viera la luz.

― ¿Estás listo?― pregunto la dulce voz de Luna, observándolo fijamente a través del espejo.

―Sí, creo que si―

Harry ayudo a su esposa con el abrigo, para después ponerse el suyo y ajustarlo hasta el cuello. Vaya que hacia frio. Luna termino de ponerse su bufanda y unos guantes, para finalmente aceptar la mano que Harry le ofrecía y juntos se dirigieron hacia la chimenea en donde utilizaron los polvos flu.

En cuanto Luna llego a su lugar de destino, Harry se encontraba ya esperándola con su brazo extendido. Juntos caminaron hacia el gran salón en el que se encontraban varios invitados. Por el asentó de algunas personas que le saludaban, Harry supo que gran parte de los invitados eran extranjeros, pero no sabía muy bien de qué lugar provenían, seguramente Hermione si lo sabría.

― ¡Harry, Luna!― la pareja se alegró al ver por fin a alguien conocido de entre tantas personas, y es que ni siquiera habían visto a Kingsley lo que les había llevado a pensar que se encontraban en el lugar equivocado.

― ¡Tonks!― saludo Harry ―En verdad me da gusto verte.

―Igualmente― respondió la chica ―Luna, estas hermosa.

―Gracias, tú también luces bella. Te sienta bien el azul.

―Ni me lo recuerdes, fue mi madre quien escogió este vestido, pero bueno, al parecer a todos les ha agradado― comento la auror, observándose ella misma ―en cambio ustedes…mírate como estas Harry, en verdad que te vez guapo y tu Luna, creo que la maternidad te ha sentado muy bien.

La pareja sonrió modestamente, junto a la auror.

― ¿En dónde está el ministro? Llevamos un rato aquí y no lo hemos visto―dijo Harry.

―Creo que esta con el embajador de Rusia, es un asunto de política mágica, supongo― respondió Tonks elevando sus hombros ―desde lo sucedido en Hogwarts a tratado de mantener buenas relaciones con los demás países, además de que la prensa tiene la lupa sobre él.

―Aún me es difícil de creer lo que sucedió en Hogwarts― dijo Luna ―no puedo creer cuántas vidas se perdieron sin que pudiéramos hacer nada.

―Lo intentamos Luna, pero…a él no le convenía―

―Sera mejor que dejen ese tema de lado, sin Kingsley les llega a escuchar, no dudara en correrlos, no sin antes dar otra de sus explicaciones.

Tonks tenía razón, lo mejor era dejar de lado aquella conversación. Ya después tendrían tiempo para hablar sobre el comportamiento del ministro, sobre como McGonagall fue quien cargo con la culpa de sus errores, mientras Kingsley seguía dando explicaciones poco lógicas a su comportamiento de hacía unos meses.

―Mañana cenaremos en la madriguera, la señora Weasley me pidió que te invitara si corría con la suerte de verte― comento Harry.

―Dile que lo lamento, no ha sido por voluntad el alejarme, pero es que el trabajo me ha consumido. Ya casi no tengo tiempo ni para Teddy― se lamentó Tonks tomando una copa de vino de las que ofrecía un camarero y vaciándola de un solo trago―me encantara cenar con ustedes mañana, pero ya tengo una invitación y no podía rechazarla.

―Oh, es una lástima― dijo Luna.

―Y ¿podemos saber, por quien nos rechazas?― pregunto Harry.

―Sí, mañana iremos a la mansión Malfoy. Draco nos invitó a cenar.

Un silencio incomodo los invadió. Luna miro hacia el suelo, mientras Tonks tomaba otra copa de vino, las dos evitando la mirada verde de Harry. Draco Malfoy era un tema demasiado espinoso para el trio de amigos, y desde hace un tiempo lo era más para Harry. La muerte de Lucius Malfoy había marcado a todos, algunos decían que era lo que merecía, otros simplemente lo tomaban como la manera en la que Harry quiso demostrar su poder en el ministerio, al salir impune de aquel acto; pero lo cierto era que ni el mismo Potter lograba explicarlo. Recordaba perfectamente ese día, y también el del juicio, recordaba como un par de ojos grises lo miraban con más desprecio del que acostumbraba, incluso creyó sentir algo de indiferencia por parte de su mejor amiga durante un tiempo. Él mismo llego a dudar de su inocencia, pero era algo que nadie debía saber, ni tampoco el motivo que llevo a la muerte a Lucius Malfoy.

Desde ese día no sabía nada de Draco Malfoy, ni siquiera había oído hablar de él, aquellos rumores que siempre rodeaban al mundo, que se trasportaban de los labios de una persona a otra, jamás llegaron a oídos de Harry con alguna señal del ultimo Malfoy. Por eso no pudo evitar que su mente se concentrara en aquel nombre y apellido tan único que había pronunciado Tonks.

―Creo que no somos los únicos que se sienten fuera de lugar― comento Tonks sacando a Harry de sus pensamientos ―miren.

Luna y su esposo observaron hacía el sitio señalado por su amiga y se alegraron al ver a un desorientado Ronald Weasley observando para todas partes, seguramente él también sentía que desencajaba en aquel lugar, por eso Luna no dudo en elevar su mano y hacerle una modesta seña.

―Wou, creí que era el único invitado que no hablaba otro idioma―

―Bienvenido al club― agrego Harry alegre de ver a su amigo ― ¿cuándo llegaste? Creí que volverían hasta mañana.

―se supone que así seria, pero Kingsley nos ordenó regresar hoy mismo. Llegamos al medio día, dijo que debíamos estar presentes por alguna razón.

― ¿Quieres decir que Hermione también está aquí?― se emocionó Luna.

―Sí. Llegamos hace un momento, pero ha tenido que ir al baño, no debe tardar en regresar.

Ron al igual que Tonks tomo una copa de vino, pero la vaciaba lentamente. Se miraba algo diferente, Harry lo noto un poco más relajado que de costumbre, su mano libre se guardaba en el bolsillo de su pantalón corriendo un poco su saco. Parecía haberse vestido con prisa… ¿Acaso no tuvo tiempo de arreglarse? ¿Sería posible que él y Hermione…? No, no podía ser.

― ¡Harry!― un saludo desde el otro lado del salón llamo su atención. Desde allí, Shacklebolt se encontraba con un hombre junto a él del cual se despidió amablemente para ir hasta el grupo de amigos.

―Señor ministro― saludo la auror de manera acida.

―Nymphadora, que gusto el poder verte―

La mujer ignoro el saludo bebiendo de su copa, acto que todos muy bien notaron.

―Tonks, ¿podrías acompañarme por una bebida? ― pidió Luna.

―Claro, creo que me hace falta un poco de espacio―

Las mujeres se alejaron después de que Luna se disculpara con Kingsley. Harry no apartaba la vista de su esposa, pero si escuchaba la conversación que inicio su amigo con el ministro.

― ¿Y qué tal Paris?― pregunto el hombre, como queriendo examinar a Ron.

―Bien, ha sido un gran entrenamiento― respondió el pelirrojo sin dejarse intimidar por la mirada fija de Kingsley. Por alguna razón a Harry le parecía que aquel viaje tuvo más que un entrenamiento.

―Espero que Hermione también lo haya tomado tan bien―

―Seguramente sí. Pero debo admitir que ninguno de los dos tenía pensado regresar hasta mañana― Ron bebió el contenido de su copa y después de hacer un sonido con su boca, como si saboreara el vino, se atrevió a preguntar ―¿Por qué tanto interés en que viniéramos?

Kingsley sonrió ante la pregunta, lo cual le hizo dudar a Harry sobre la sinceridad de la respuesta. Él también sentía curiosidad, ¿Qué era tan importante que sus amigos no podían esperar a saber el día siguiente? Pero no solamente aquella pregunta invadía su cabeza, gracias a la actitud de Ron y a la sonrisa del ministro también se preguntaba ¿Qué fue lo que sucedió en Paris?

―Hoy presentaremos un gran avance para nuestro mundo y necesito que ustedes tres estén presentes. No puedo adelantarles nada, pero…créeme cuando les digo que es de su interés.

― ¿Acaso es de nuestro interés porque tiene que ver con los…Muggles?

Kingsley no se inmuto, parecía como si ya estuviera preparado para aquella pregunta, Ron solamente sonrió y tomo una copa más de las que había por allí, mientras Harry no pudo evitar mostrarse sorprendido al escuchar la voz de su mejor amiga irrumpir llegando junto a él.

―Hermione, que gusto verte― saludo el ministro, mientras Harry simplemente la observaba algo sorprendido ―permíteme decir, que te ve hermosa esta noche.

―Gracias. Pero ahorrémonos la formalidad, quiere. La invitación de esta noche es porque usted piensa que somos sus mejores piezas en cuanto se trata de Muggles, ¿no es así?

― ¿Qué te hace pensar eso? Lo único que quiero es que ustedes estén al tanto de lo que se firmara hoy. Que mejor que la presencia de los héroes del mundo mágico para sellar nuestro acuerdo.

― ¿De qué clase de acuerdo habla?― cuestiono Harry cuando pudo dejar de lado la sorpresiva parecencia de su amiga.

―Ten paciencia, Harry. En unos minutos lo sabrán, por ahora les pido que me disculpen, debo atender a otras personas.

Kingsley se retiró dejando a cada uno con sus propias conclusiones. Ron solamente negaba con su cabeza terminando de su vino, mientras Hermione seguía al ministro con su mirada hasta que este se perdió en medio de las personas. Por un momento, Harry pensó que estaba junto a un par de desconocidos y no con sus dos mejores amigos, pero la sonrisa sorpresiva que le brindó Hermione hizo desaparecer tal pensamiento.

―Que guapo te vez―comento su amiga acercándose y observando a su alrededor― ¿En dónde está Luna?

―Allí― señalo Ron con su copa.

Luna y Tonks ya se acercaban, esta vez las dos bebían al de agua. Harry no dudo en tomar a su esposa de la cintura y quedarse junto a ella, mientras Hermione se acercaba a Ron y le quitaba la copa de vino de sus manos, forma disimulada de decirle "Ya es suficiente" a lo que el pelirrojo asentó.

―Wou, Luna. En verdad te vez muy hermosa. No puedo creer que pronto estará aquí con nosotros― comento Hermione acercándose a la rubia y agachando su cabeza hasta la barriga de ella.

―Sí, y necesitara de sus padrinos―

― ¡Tonks!―regaño Luna algo colorada.

― ¿Qué? Ellos deben saberlo o de que otra manera cuidaran de su futuro ahijado.

Hermione se enderezo hasta encontrar su rostro con el de la rubia, mientras Ron parpadeo un par de veces.

― ¿Padrinos?― pregunto Hermione.

Luna enmudeció sin saber cómo responder ante aquello y aunque también había tomado por sorpresa a Harry el comentario de Tonks, el no dudo en ayudar a su esposa con las palabras.

―Bueno, Luna y yo lo estuvimos hablando y…nos gustaría que ustedes fueran los padrinos de nuestro hijo.

Hermione abrió su boca y su expresión de sorpresa cambio rápidamente por una de alegría, mientras Ron rascaba su cabeza algo pensativo, pero finalmente dijo:

―Gracias, en verdad no lo esperaba, pero…será un orgullo.

Los chicos sonrieron, mientras Hermione abrazaba suavemente a Luna agradecida por aquel gesto. Tonks se unió a la celebración, pero poco les duro. Harry no es la expresión de la felicidad de su amigo. Sus respuestas se basan en los cambios en los ojos en el mismo punto en el que la tenia. Ron, en la conclusión de que se trata en el tema. Draco Malfoy, pero eso no es lo único que le preocupa, sino también la presencia de Theodore Nott junto a él.