Suspire y me senté en mi cama, exhausta luego de todo un día de una maratónica jornada… Lo único que quería hacer era leer un poco de Amanecer y quedarme profundamente dormida.

Eva, me dijo una voz extraña en mi cabeza, extraña porque nunca antes la había escuchado, pero quizás no tan extraña como yo lo suponía.

-¿Hay alguien allí?-Me aferre a la colcha de mi cama, y yo que creía que mi cama era segura.

Tranquila, no era mi intención molestarte.

-¿Quién eres?.-pregunte una octava mas alto de lo normal, presa del pánico, allí, convertida en un ovillo encima de mi cama no parecía haber nadie, ¿Acaso me estaba volviendo loca?

Soy tus sueños y tus esperanzas. Tus amores y desamores, soy lo que sueñas y nunca obtendrás, soy la razón por la que odias a Isabella.

¿Isabella?, ¿Qué Isabella? Tan solo conocía a una chica con aquel nombre y no estaba segura del todo que fuera una chica, más bien era un personaje…

Al parecer, entiendes rápido, dijo aquella voz masculina aterciopelada, tragué saliva y contuve el aliento, ¿Acaso era lo que yo creía?

Loca. Estaba un cien por cien loca, de remate, de las que ya no hay vuelta atrás y que su única opción es encerrarlas en una habitación blanca con camisas de fuerza, al estilo de las películas…

-Aléjate.-le dije a aquella voz, la intente sacar de mi cabeza, callarla, cualquier acto que impidiera que yo la escuchara.

¿De veras quieres que me vaya?

Supe a lo que se refería aquella voz, no quería que se fuera, querría ser Bella, por un solo instante, poder mirar a los ojos a mi querido vampiro y poder fundirme con aquellos ojos topacio que tanto amaba pese a no haberlos visto, sabia que Robert Pattinson no se le parecía ni en lo más mínimo y pese a todo, que no existía, que yo era una princesa enamorada de un libro y que debería abrir los ojos. ¿A que punto podía llegar mi desesperación por encontrar a mi Edward Cullen?

-No.-susurre con un sonido estrangulado, lleno de dolor, no quería que se fuera, pero tampoco quería volverme loca, quizás no en aquel modo, ¿Y si empezaba con citas por Internet?

Ni lo sueñes, dijo aquella voz con un deje autoritario, sonreí, ese era mi Edward, ¿A saber que loco vagabundea por allí?

Suspire, ¿Cómo lo iba a hacer para unirme con Edward?

Muy sencillo, salta.

Mire con terror mi ventana, me encontraba en un octavo piso de un edificio en medio de la ciudad, ¿Estaba acaso mas loca de lo normal?

Confía en mi.

Como autómata me pare y me dirigí a la ventana, si tenia que estar muerta para juntarme con Edward lo haría.

-Te amo.-susurre antes de tirarme al vació.