Ninguno de estos personajes me pertenece. Todos son obra de JK Rowling.

Esta historia es de Ana Scully solo la he traducido al español.

Capítulo 1

La dama de rojo

El viejo espejo se encontraba empañado, impidiendo el reflejo de la imagen borrosa del cuerpo acurrucado en un rincón del cuarto de baño. El agua caliente caía golpeando la piel blanca dejándola roja. Los cabellos castaños caían por su cuello, deshaciendo los rizos y cubriendo los pechos. Las manos estaban arrugadas por el tiempo que llevaba en el baño se cubría el rostro cuyos ojos se deshacían en un río cristalino que descendía juntándose con el agua que describía las curvas perfectas de su cuerpo pequeño.

Hermione aún permanecía sentada en el suelo helado intentando sentir como el agua le quitaba todo el peso que se instaló sobre su espalda. La voz de él aún sonaba en su mente como si se lo estuviera diciendo en este momento en voz baja y suave en su oído haciendo que sus pelos se ericen mientras sus lágrimas salían de sus ojos.

"Tanta inteligencia, tanto vigor y empeño para ser siempre la mejor y entrar en el Ministerio. Ay! Hermione entiende de una vez que ningún hombre quiere tu mente y sí no algo más caliente, más real y tangible"

Recordaba su mano apretando la cintura acercándola y subiendo por su vientre haciéndola sentir asco de sí misma, enfadada por haber pensado que un día Robert Laine sería su eterno amor, su caballero blanco.

Suspirando y sintiendo que no podía permanecer mas tiempo allí sin que su cuerpo quedara todo arrugado y más aún la sensación de que aquel no sería el método donde conseguiría alejar aquellas imágenes de su mente, ella se levantó lentamente y cerró la ducha. Antes de pisar la alfombra seca escurrió los cabellos castaños retirando el exceso de agua, su pequeña mano blanca se estiró para coger la toalla con la que se secó con movimientos mecánicos como si no supiese lo que estaba haciendo. Si alguien preguntara en aquel momento lo que ella estaba haciendo, Hermione, que siempre había sido la primera en levantar la mano en clase cuando hacían una pregunta, tardaría mucho tiempo en responder.

Cogió su ropa y se cubrió saliendo del cuarto de baño sin mirar ni siquiera su propio reflejo en el espejo. Sus pies descalzos, antes calientes por la ducha, ahora estaban congelados debido al suelo de madera de su habitación. Después de cerrar la puerta Hermione miró a la muchacha que usaba su cepillo tratando de hacer un moño en el pelo hermoso de color rojo intenso. Ginny no parecía haberse dado cuenta de que su amiga acababa de salir del baño, tan concentrada estaba, que solo la vio cuando por fin puso el pelo en su lugar.

-Por Merlín Hermione, pensé que te habías ahogado en el baño.

-No puedo decirte que esa idea no pasó por mi cabeza – Dije Hermione sentada en la cama y mirando para su amiga que ahora tenia un poco de maquillaje en su rostro perfecto.

-¿Qué te pasa Hermione?, ya han pasado dos semanas. Robert no merece que gastes tus lágrimas por él.

-Tal vez.

-Tal vez no. No se lo merece– Dijo Ginny colocándose los pendientes y ajustándose el vestido negro – ¿Estoy guapa? – Preguntó levantándose y dando una vuelta frente a los ojos de Hermione.

Hermione tardó un poco en concentrarse en su mejor amiga y darse cuenta en todos los detalles de la ropa de Ginny.

-Estás preciosa. A Harry le va a encantar

-Harry no lo va ni a notar. ¿Pero tú qué estás esperando para arreglarte? La fiesta ya comenzó, los invitados ya están abajo.

La imagen de varios magos desconocidos esperando para hacerle entrevistas y fotos no le gustó ni un poco a Hermione, en aquel momento ella quería sólo quedarse acostada en su cama sin nada que hacer que no sea dormir o mirar el techo mientras su mente la maltrataba con imágenes de él.

-Creo que no voy – Dijo por fin

-Sí que vas– Ordenó Ginny colocando sus manos en la cintura, de manera muy parecida a la Sra. Weasley - Hermione todos cuentan con tu presencia. Olvídate de Robert, basta de acordarte de él. Vive un poco, dale este placer a tu vida.

Hermione le dio una pequeña sonrisa que pronto se convirtió en una mas grande. Era difícil estar triste junto a Ginny. Su amiga estaba en lo cierto. Realmente necesitaba olvidarse de Robert y vivir un poco más..

-Está bien lo haré.

-Tengo un vestido perfecto para ti.

Dicho eso, Ginny abrió el armario y miró entre los diversos vestidos que seguramente su madre había colocado allí, después de mucho regañar a la chica por tener tirada la ropa por todo el lugar. Después de abrir la tercera puerta del armario Ginny exclamó con alegría y sacó un hermoso vestido que entregó a su amiga.

-Vas arrasar.

Hermione cogió el vestido y lo miró pasando la mano por el tejido. Ginny hizo un gesto hacia el espejo y Hermione se puso de pie en frente del mismo. Se puso el vestido por delante del cuerpo y examinó los resultados. Sobre su hombro se podía ver a Ginny mirando con entusiasmo. Tal vez, por una parte, una fiesta no era tan mala idea. Quien sabe, tal vez hoy podría divertirse un poco. Lo necesitaba tanto.

-Esperaré abajo – Dijo Ginny cuando vio la sonrisa brotar en la boca de su amiga.

Hermione colocó el vestido en la cama y lo miró un poco mas torciendo un poco la boca como cuando pensaba seriamente en alguna cosa. "Si que voy .Sí" dijo antes de quitarse la ropa y mirarse nuevamente en el espejo. Su cuerpo no tenía nada de especial, era un cuerpo normal como de cualquier otra joven de su edad, ella no era delgada, pero tampoco tenía grasa localizada. Pero a Hermione no le importaba nada su cuerpo. Por supuesto cuidaba su salud, pero prefería dedicarse a su mente.

-Yo no soy solamente inteligencia – dijo diciéndoselo a su reflejo en el espejo - Soy mucho más que eso.

La fiesta de la planta baja de Grimmauld place ya había empezado hacía un rato para cuando Hermione, finalmente, apareció en la parte superior de la escalera. Ella se escondió un poco de todo el mundo y fue mirando a los invitados. No conocía a casi nadie allí. Periodistas, magos y brujas de diversos países. La sala de Grimmauld estaba llena de personas y por un momento quería renunciar y volver a la habitación que compartía con Ginny, pero al ver a su amiga al pie de la escalera sonriendo y dándole fuerzas para descender tomó coraje y puso el pie sobre el primer escalón.

Casi automáticamente toda la atención dada a Harry Potter El – niño- que – sobrevivió – una -vez- mas -y–derrotó – al – señor– oscuro fue puesta a la bellísima bruja que descendía las escaleras con elegancia.

Hermione llevaba un magnifico y sexy vestido sin tirantes de color rojo, que llegaba hasta las rodillas, dejando a la vista las piernas. Zapatos negros de tacón alto le hizo quedar con una postura extremadamente recta y definiendo sus piernas. Se le ajustaba en la cintura y marcaba el cuerpo de modelo que ella había escondido debajo de sus túnicas escolares. El cuello sólo llevaba un collar hermoso que brillaba iluminando sus ojos resaltados por el maquillaje bien hecho. El pelo le caía en rizos ordenados finalizando la obra perfecta que quería revelar.

Ella descendió las escaleras sintiendo todos los ojos vueltos a ella. La observaban, como si jamás la hubieran visto.

-Buenas noches – Dijo a todos antes de descender el último escalón.

Casi todos los presentes hicieron una reverencia a la alumna que ayudó a derrotar Lord Voldemort mostrando valentía y coraje. Después de saludar agradeciendo a todos, fue a donde Ginny se había sentado con Harry y Ron, que se levantó en ese mismo instante para alejar la silla y ayudar a sentara.

-Gracias – Agradeció sonriendo a su amigo que se puso colorado.

-Mione, estas realmente muy bonita– Dijo Harry.

-Es Hermione y está bonita, nada mas – Dijo Ginny dando un golpe débil en el brazo de Harry

-Yo no hice nada – Dije Harry riendo y abrazando la novia.

Todos se rieron y pidieron una bebida que Kreacher trajo enseguida, con una bandeja llena de aperitivos, cuatro vasos y una botella de vino tinto que les servio a todos.

-¿Bailamos Harry?- Preguntó Ginny cuando una canción animada empezó a sonar en la pista que estaba en medio de la sala en ese momento Hermione se dio cuenta que fue extendida para meter a todas las personas que estaban allí.

-¿Quieres bailar Hermione? - Preguntó Ron sentado al otro lado de la mesa poniéndose automáticamente colorado.

-Oh Ron! – Dijo Hermione mirándolo gentilmente– Muchas gracias, pero creo que me quedaré sentada de momento, no te molestes – Ella se apresuró a decir cuando vio su rostro entristecerse – Te prometo un baile solo para ti, pero mas tarde.

Ron sonrió de nuevo y fue en busca de los gemelos y sus bromas. Hermione continuó bebiendo vino que dejaban sus labios rojos. Miró a su alrededor. Todo el mundo parecía feliz y alegre. Muchos miembros de la orden se esparcieron por toda la casa, hablando entre sí, otros se reían con las bromas de los gemelos que mostraban sus nuevos inventos a varios asistentes que estaban asombrados y hacían pedidos a Fred y George, que sonreían pensando en los galeones que ganarían con esos pedidos.

Hermione sonreía por dentro al ver como ellos estaban consiguiendo tener éxito y mirando a Fred, ella no pudo mas que acordarse de la tensión que pasaron cuando él casi muere sepultado por los escombros de Hogwarts. Alejando la imagen de la batalla que tanto sufrimiento trajo a su corazón, volvió a mirar a la gente de su alrededor. Algunos Aurores bailaban, mientras que otros fingían que bailaban y los mas valientes movían su cuerpo al ritmo que solo provenía de sus mentes

Pero no eran los excéntricos bailarines ni los productos de los gemelos lo que llamó mas su atención, si no el hombre sentado en una mesa pequeña en una esquina, casi escondido en la oscuridad en un lugar mas lejano.

Severus Snape no sonreía y parecía no participar de la fiesta. Era sólo un fantasma en medio de los vivos, alguien olvidado y temeroso. La llave de toda la trama del mundo mágico, el hombre mas leal y valiente que cualquiera haya conocido. ¿Será que solo ella percibía eso, solamente ella lo miraba como una persona distinta del profesor de pociones, injusto y ex mortifago?

Él continuaba allí, sentado, sin moverse, tenía en la mano una copa de vino tinto, pero parecía no beber. Su rostro inexpresivo era débilmente iluminado por la luz que venía de la puerta que los elfos abrían para entrar a la sala para reponer las bebidas, pero inmediatamente que la puerta se cerraba él volvía a quedar escondido. En esos pequeños momentos en que la luz alcanzaba su cuerpo Hermione pudo ver los cabellos negros brillante, con los brazos cruzados sobre el pecho y su mirada dura mirando a la nada pensando en cualquier cosa menos en la fiesta que seguía animada y que a él era obligado a participar.

Hermione había estado tanto tiempo mirándolo, que no observó al joven muchacho que se acercó lentamente por su espalda.

-Con permiso – Dijo una voz sacando Hermione de su ensoñación.

Era Victor Krum, tan guapo con ese estilo fuerte y dominador como ella recordaba en la boda de Fleur y Bill. La chica se levantó para dar fuerte abrazo a su amigo y le sonrió cuando se soltaron. Los dos se sentaron y conversaron animadamente, bebieron un poco mas de vino hasta que Krum la invitó a bailar y ella aceptó.

Fueron para el centro del salón al sonido de la música agitada de Las brujas de Macbeth que tocaban en un altavoz amplificado, recordando cuando bailaron juntos en el baile de navidad en el cuarto año de Hermione en Hogwarts. Pero inmediatamente la música cambió a una lenta donde las parejas se acercaron para bailar su ritmo. Krum sostenía a Hermione por la cintura delicadamente y la atrajo mas cerca de él, sin embargo una mano le impidió tal aproximación.

-Con permiso – Hermione se quedo helada al oír aquella voz que tanto conocía – ¿Puede la señorita bailar una canción conmigo?.

La voz suave y baja invadió todo su cuerpo como un rayo cayendo del cielo. Robert Laine estaba de pie con la mano extendida a Hermione. Su hermoso rostro angelical la paralizó sin saber qué hacer. Su sonrisa llamó la atención de todas las chicas que estaban alrededor que ahora riendo y cuchicheando entre sí sin dejar de mirar al muchacho que estaba con la mano extendida y sonriendo al famoso Viktor Krum, el jugador de Quidditch de Bulgaria que tenia una expresión no muy feliz.

Cansado de esperar una respuesta que no venia de la boca de Krum, Robert de forma rápida tiró suavemente de la mano de Hermione poniéndola en el hombro y sosteniendo la cintura tirando de ella a otra esquina de la pista cuando la música empezó a tocar. Hermione no tenía palabras en ese momento, miró y vio que Viktor había dado la espalda y estaba hablando con Bill y Fleur, cerca de la cocina. Su corazón empezó a palpitar dentro de su pecho, estaba tan cerca de él que le era difícil reaccionar sobre qué hacer.

Por supuesto que sabía lo que tenia que hacer, pero era difícil hacerlo estando tan cerca de él. Aquel olor tan característico que emanaba de su piel le daba ganas de estar todo el día con el rostro enterrado en su cuello.

La mano de él la agarró por la cintura con la delicadeza digna de un caballero. Su rostro estaba pegado a su oído y le susurró para que solo ella lo oyera.

-Estás muy bonita Hermione.

-Interesante que te des cuenta de eso, para ti solo soy apenas una mente-respondió haciéndole soltar una carcajada.

-Ahora, no vamos a discutir sobre cosas del pasado.

Hermione sintió la mano de él apretar su cintura un poco más haciendo que se pegara más a él. La música la hacia sentirse en los brazos correctos por mas que se estuviera equivocando. No podía negar que amaba a este muchacho. El hijo de un miembro de la orden, asistía a la misma sede hace un tiempo atrás donde los dos se conocieron y después de un tiempo se comenzaron a enamorar. Él era perfecto, pero ella quería algo mas que apenas una relación de complicidad como la que tenía con él.

-Hermione, no sabes la falta que me haces-le susurró bailando al ritmo de la música.

-Imagino la falta que te hago-Dijo con ironía.

-Siempre la misma Hermione. Te echaba de menos – Él frotó la punta de su nariz en la mejilla de ella y apretó la mano delicada entrelazando los dedos con los de ella - Necesito aún hablar contigo, pero no puede ser aquí. Ven conmigo.

Robert se alejó de todo el mundo y se fueron por la misma puerta que los elfos salían cargados con botellas, listos para servir a los asistentes que pensaban que estaban aun realmente borrachos. Tampoco, se dieron cuenta de la mirada de su antiguo profesor de pociones de seguirlos hasta salir por una puerta que daba directamente al jardín.

Hermione se dejaba llevar por él como si nada del que hubiera acontecido fuera importante. Robert Laine era una figura hipnotizante. Pasaron por la cocina donde algunas personas los saludaban los dos estuvieron rápidamente en el jardín.