Bueno, pues aquí os traigo la segunda parte del primer fic que terminé de escribir hace un mes o así. Muchas gracias a todos los lectores que os gustó la primera parte y en especial a MeryPelusilla que me comentó todos los capítulos y a ScarletAbadeer, que me ha insistido en que deje de lado otros fics para subir este, :P
Un beso a todos, invocadores.
Los pájaros cantaban contentos entre las hojas de los árboles que rodeaban los dormitorios del Instituto de la Guerra de Valoran. Una vasta extensión de tierra propiedad del Instituto daba cobijo a los campeones procedentes de todo Valoran para competir en la Liga de Leyendas, que era una buena forma de mantener a raya la guerra entre Demacia y Noxus, así como mantener a raya rencillas que pudieran tener las distintas poblaciones del mundo como Piltover y Zaun.
Las instalaciones del Instituto eran muy amplias, todas bien cuidadas, como los baños y el comedor principal, donde campeones e invocadores comían juntos, codo con codo, para estrechar lazos y mejorar sus movimientos cuando combatieran en la Grieta del Invocador o en cualquiera del resto de mapas del Instituto.
Los dormitorios estaban perfectamente divididos entre mujeres, hombres y criaturas de diferentes tipos, y dentro de estas divisiones se encontraba otra división más, aliados de Demacia y aliados de Noxus, aunque algunos de los campeones que dormitaban en ese sitio no tuvieran lealtad hacia ninguna de las dos partes podían elegir el sitio donde querían descansar y las habitaciones que quisieran ocupar.
En general se mantenía una cierta reticencia a compartir los baños entre los Demacianos y los Noxianos, pero después de varios meses combatiendo juntos, algunas de esas reticencias se dejaron pasar y el ambiente se relajó. Por lo menos en el baño comunitario de las mujeres, que, a la hora de bañarse en las instalaciones, muchas de ellas se negaban antes a compartir el mismo agua que otras.
Caitlyn tuvo la suerte de haber nacido en Piltover ya que los Noxianos pasaban de ella y los Demacianos la intentaban conseguir como aliada, sobre todo en las batallas en la Grieta del Invocador, ya que sabían que la joven Sheriff era todo un portento con el rifle.
Nada más llegar a la Liga todo el mundo quería emparejarse con ella y luchar a su lado. Tenía una alta tasa de acierto y victoria en los partidos y desde luego era una de las mejores campeonas que tenía la Liga hasta ahora y los Demacianos no iban a dejar pasar la oportunidad de convertirse en su aliada.
La joven Sheriff no pudo evitar sentirse nostálgica por haber dejado su casa cuando llegó por primera vez al Instituto, aunque volvía de vez en cuando a Piltover para seguir ejerciendo de Sheriff. Pero lo que más echó de menos cuando llegó fue a Vi, algo que le costó bastante olvidar ya que se sentía culpable por haberla metido en la cárcel presionada por Jayce, hombre que todavía seguía insistiendo en que saliera con él. Caitlyn no podría perdonarle en mucho tiempo lo que hizo.
Las cosas en la ciudad iban bien. El nuevo alcalde superaba con creces al y el crimen se mantenía como siempre, no tan alto ni peligroso como antes pero todavía con algunos problemas en la Ciudad del Progreso. Se volcó en su trabajo y en la Liga para olvidar por completo a Vi, cosa que logró después de varios meses de arduo trabajo y de partidos duros en el campeonato de la Liga.
Dentro de la Liga se encontró con varias personas muy amigables. Conoció a fondo a Ezreal, quien la ayudó a moverse por el Instituto las primeras semanas hasta que dominó por completo su horario. Conoció también a Leona, una de las pocas personas que tenía una personalidad fuerte y demostraba que podía sobreponerse a cualquier problema. Otros campeones como Lux, Taric o la misma Miss Fortune ayudaron a que su estancia en la Liga fuera mejor de lo que ella pensaba en un principio.
Aunque al principio le costó, le gustaba estar rodeada de campeones y gente de distintas zonas de Valoran. Como dentro del Instituto no se permitían agresiones, reinaba una calma tensa, pero cuando la tensión crecía significaba que esperaba una gran batalla en la Grieta del Invocador. Además, se hizo un gran hueco entre los campeones más solicitados para competir en casi todos los juegos, así que podía disfrutar más de la estancia en las instalaciones del Instituto.
Oyó el canto de los pájaros de nuevo que la sacaron del sopor en el que se encontraba por la mañana temprano. En unos minutos abrirían el comedor para que los campeones pudieran tomar el desayuno y empezar con sus tareas para el resto del día. Solían competir por la tarde ya que por la mañana la mayoría de campeones entrenaba para mejorar sus habilidades. Otros, sin embargo, preferían dedicarse a sus ociosos quehaceres.
Caitlyn se levantó estirándose para desentumecer los músculos y se vistió, no con la ropa que usaba para los combates si no con la túnica que se les obligaba a llevar para que todos fueran igual al comedor, sin hacer distinción entre los campeones y crear disputas por el vestuario. Caitlyn recordó que un día, uno de los Noxianos quiso entrar en el comedor con una daga en el cinto de la túnica y fue expulsado de la sala y de los combates durante una semana.
La túnica era corta, sin mangas, pero en el Instituto no hacía frío, así que se acostumbró enseguida a llevar esa clase de ropa y las sandalias que le dieron, como si fuera un uniforme. Una vez vestida y aseada, salió de su habitación para encontrarse con Leona, que acababa de salir de su habitación, la cual estaba cerca de la suya. La joven guerrera la saludó y se acercó a ella.
-Buenos días, Caitlyn. – le dijo amigablemente.- ¿Qué tal has dormido?
–Bastante bien, ¿y tú? – le preguntó cortésmente mientras bajaban las escaleras hacia los pisos inferiores, donde se encontraba el comedor.
–He tenido problemas para conciliar el sueño. Anoche estuve vagando entre los jardines y me encontré con Diana, como ya sabes, no tuvimos una charla amigable.
-¿Intentó agredirte anoche? – preguntó saludando a los invocadores que pasaban por su lado mientras miraba a su amiga con cierta preocupación. Diana era conocida por ser violenta en la Grieta del Invocador, pero sobre todo, era conocida por el asesinato de varios congéneres de Leona, a la cual las malas lenguas decían que quería asesinar también.
-No, nunca sería tan descuidada de agredir a alguien dentro de los dominios del Instituto, tendrían que expulsarla.- le dijo ella mirando las puertas del comedor, abiertas de par en par.
Ya se oían murmullos desde dentro, así que entraron y se sentaron en una de las mesas en las que se encontraban Pantheon, Ezreal y Taric. Curiosamente, Pantheon había conseguido convencer a las altas esferas del Instituto para que le dejaran llevar el casco tanto dentro del recinto como fuera de la Grieta del Invocador.
Una vez sentados todos en la mesa, empezaron a comer cuando los sirvientes les trajeron la comida en bandejas. Comenzaron a charlar entre ellos amigablemente, comentado algunas cosas extrañas y anécdotas de los campeones que les rodeaban. Mientras hablaban, se oyó un grito desesperado de una de las mesas. Cuando se giraron para mirarla vieron a Heimerdinger discutir con Corky y Ziggs, seguramente sobre algún tema de mecánica. Los tres Yordles eran el alma de la fiesta y cada vez que discutían, mucha gente se tenía que apartar de ellos para no tener que oírlos discutir.
-¿Os habéis enterado de la nueva noticia? – preguntó Pantheon llevándose un trozo de carne a la boca. Caitlyn dio un sorbo a su taza de té caliente.
-¿De qué trata? – preguntó Ezreal leyendo un pergamino que llevaba en las manos.
-Hoy se presenta un nuevo campeón, así que la asamblea de invocadores nos convocará esta tarde para presentarlo.- les dijo.- Esta vez no han soltado prenda de quién puede ser, así que no sé mucho sobre el tema, pero dicen que es una persona muy peligrosa.
-¿Alguien como Zed? – preguntó Taric jugueteando con una gema que llevaba entre las manos.
-La verdad, no lo sé. – Leona miró a su amigo Pantheon, que seguía comiendo. – Espero que no esté tan loco como Diana.
-Diana era buena persona antes de recibir el Don de la Luna. – le dijo la guerrera con un tono de voz un poco molesto. Nadie se percató de ello.
-Y de asesinar a los Mayores en el Templo del Sol.- añadió él.
Antes de que la conversación pudiera continuar, Jayce se acercó a la mesa donde se encontraban desayunando. Con aire seductor se aproximó a Caitlyn y apoyó uno de sus brazos en el cabecero de la silla inclinándose sobre ella.
-¿Qué tal estáis, queridos? – preguntó con una sonrisa mostrando todos sus dientes.
-Estábamos comentando lo de la asamblea de esta tarde.
-Ah, la presentación del nuevo campeón.- dijo él irguiéndose y pasándose la mano por el pelo peinándoselo hacia atrás. – La verdad, no he oído mucho sobre el nuevo campeón, parece ser que lo están ocultando como si fuera alguien peligroso o algo así. De todas formas no creo que sea nadie importante, nadie puede destrozar mi martillo de mercurio.
-Estás un poco subidito, ¿no? – le dijo Leona con media sonrisa riéndose con Pantheon.
-No parecía eso la última vez que nos encontramos en la Grieta del Invocador, Jayce.- le dijo Pantheon.
-La culpa fue del torpe de mi invocador, si me hubiera invocado otra persona ten por seguro que hubieras muerto más veces. – dijo molesto. – Bueno, nos vemos esta tarde en la asamblea.
Se fue mientras los presentes de la mesa se miraban entre ellos sin saber qué decir ante la estupidez del joven inventor. Caitlyn suspiró cansada.
-No puedo creer que me acostara con alguien tan sumamente tonto. – les dijo ella con una sonrisa llena de arrepentimiento.
-Anda que tú también… - le dijo Ezreal levantando una ceja.
Cuando terminaron de comer varios invocadores empezaron a comentarles lo de la asamblea de la tarde y, una vez todos los campeones estuvieron avisados de que debían de ir al coliseo que había cerca de las instalaciones del Instituto para ver al nuevo campeón luchar contra los bots de entrenamiento, les dejaron con sus tareas habituales.
Al atardecer, todos los campeones caminaron hacia el coliseo de entrenamiento que habían abandonado unas horas antes para poder asearse y prepararse para que los invocadores más mayores presentaran al nuevo campeón de la Liga.
Como casi todas las veces que se presentaba un campeón, todos los demás estaban ansiosos y expectantes de saber quién era y las habilidades que podría demostrar en batalla. Cuando se trataba de alguien muy fuerte, se peleaban para conocer al nuevo campeón y formar alianza con él. Era muy interesante ver discutir a los campeones entre sí como si fueran niños que quieren un nuevo juguete.
Minutos más tarde, cuando estuvieron todos sentados en las gradas del coliseo, esperaron a que empezaran a explicar la importancia de la Liga dentro de Valoran y demás cosas importantes sobre el respeto, la colaboración y demás cosas. Jayce se sentó detrás de Caitlyn y empezó a comentar varias cosas que decían los invocadores mientras se aburría y se ponía a hablar con las demás féminas que se encontraban cerca de él, a ver si alguna le hacía caso ya que Caitlyn pasaba de él bastante.
-Bueno, sin más dilación, aquí llega una nueva campeona para la Liga de Leyendas.- dijo uno de los invocadores haciendo que los campeones se callaran para oírlo mejor. Sonrió y ladeó la cabeza.- Como ya sabréis se ha mantenido su identidad en secreto por las futuras quejas que su persona va a crear dentro del Instituto y muy a vuestro pesar, el caso ha sido discutido por las autoridades pertinentes varias veces.
-El ingreso de esta joven a nuestras filas en los campeones de la Liga ha sido pospuesto varios meses y tras varias discusiones largas y tendidas al final ha sido admitida, así que nadie tiene permitido quejarse sobre este tema.
Caitlyn entrecerró los ojos mirando lo nervioso que estaba el segundo invocador que había hablado, ¿tan peligrosa era la joven que iban a presentar hoy? Ni que fuera un monstruo como Cho'Gath. Jayce, detrás de ella, resopló enfadado.
-Seguro que es algún monstruo como los que vienen de las islas sombrías. – dijo molesto.- ¿Por qué no la presentan ya?
Una persona entró cubierta por una capa desde uno de los laterales del coliseo. Los invocadores le hicieron señas para que se acercara a ellos y subiera al estrado que había en medio de la arena del coliseo. La nueva campeona, cubierta de arriba abajo con la capa, evitando que nadie la viera y con la capucha echada sobre la cabeza, subió junto a ellos.
-¡Dadle una calurosa bienvenida a Vi, Agente de Piltover! – gritó con una sonrisa de oreja a oreja el primer invocador, quitándole la capa y mostrando a la joven que había debajo de ella.
El corazón de Caitlyn dio un vuelco, su pulso se aceleró y empezó a moverse intranquila. Se volvió sorda por unos momentos y sintió cómo el tiempo se paraba a su alrededor al mirar los ojos azules de Vi, esos ojos que la habían enamorado tiempo atrás. Notó cómo su cuerpo se paralizaba y su respiración se volvía agitada al notar que las facciones de la cara de Vi no habían cambiado ni un ápice. Estaba igual de guapa que siempre.
Oyó gritar de indignación a Jayce detrás de ella pero no podía discernir lo que decía porque los ojos azules de Vi la estaban mirando fijamente, completamente fijados en los suyos. No mostraba ninguna emoción y su cara estaba completamente seria. Sintió miedo.
¿Vi la odiaba? Se lo merecía. No había sido más que una estúpida. Una estúpida que se dejó llevar por el qué dirán de la gente y forzó su entrada en la cárcel por culpa de Jayce, el hombre que gritaba improperios contra los invocadores mientras el resto de campeones lo miraban sorprendidos de que el gran y encantador Jayce se estuviera comportando así.
Vi levantó la cabeza altiva sin despegar los ojos de Caitlyn y esbozó media sonrisa amenazante. Caitlyn tembló.
