A pesar de ser un día claro y luminoso, para mi punto de vista es oscuro y gris.

Mis días son así desde hace siete años; desde que no estás aquí; desde que Mavis, decidió que tu vida debía de terminar en ese preciso momento.

Me sigo acordando de aquel día; de ese maravilloso lugar que en pocos minutos se convirtió en una pesadilla; pero sobretodo, recuerdo al maldito que te alejó de mi.

Lagrimas caen de mis ojos al recordar cómo te posicionaste frente a mi protegiéndome de aquel mago oscuro; como una chorro de sangre ensuciaba tu ropa junto con el suelo, y como lentamente y con la poca fuerza que te quedaba te giraste hacia mí y me dabas una de esas brillantes sonrisas que siempre hacía que mi corazón latiera fuertemente y me sonrojara a más no poder. Después de eso te desplomaste en el suelo mientras lo único que podía hacer yo era gritar tu nombre varias veces en un intento de que reaccionaras, pero fue en vano, tú ya te habías ido.

Oigo a alguien detrás de mí mientras suavemente me estira de la mano, haciendo así que vuelva al presente.

-Mama, tengo hambre. ¿Nos vamos ya? -me pregunta con una dulce voz.

Me la quedo mirando y busco todos los rasgos que hacen que cada día al despertar te recuerde. Sus brillantes ojos verdes, su risa, su torpeza, el amor que le tiene a mí comida…

No puedo evitar entrar en llanto de nuevo al recordar aquella noche en la que me diste todo tu amor, haciendo así que en mi vientre empezara a nacer una nueva vida; una vida que hizo que mereciera la pena seguir viviendo desde que moriste.

Nuestra hija.

De repente noto como soy rodeada por lo que parece ser un cálido y pequeño abrazo.

-No llores mama, por favor. -le oigo decir, y en ese momento te puedo ver brillando con una blanca luz frente a mí.

Veo como me miras dulcemente y me hablas diciéndome que no me hunda, que no deje que la oscuridad y la tristeza hagan que me rinda, que cuide a nuestra pequeña y… que me quieres…

Te quiero, y sé que aunque realmente no estés, mi corazón lo creerá y mi mente te recordara no olvidándote jamás.

Todo lo malo que había en mi interior y que hace siete años apareció, poco a poco se desvanece dejando ver un reluciente y lleno sendero de felicidad, donde al final del camino estas tu esperándome para volver a estar juntos de nuevo, y esta vez por siempre jamás.