«Tiene pesadillas. Tiene miedos. Ve cosas u oye cosas, o se limita a sentir cosas. Supongo que aquí todo el mundo está acostumbrado a los ruidos surgidos del nerviosismo»

—John Katzenbach. (La historia del Loco)


Sueños

Primera Parte
Las Pesadillas de una Niña


1

Cons4You

1

Esa noche Lucy subió hasta el tejado de la casa, ya que sentir el viento en su cabello le agradaba, y la luz de la luna le brindaba inspiración para sus poemas.

Era otoño, los árboles se quedaban sin hojas gracias a la brisa fresca, el cielo estaba nublado, anunciando que el invierno llegaría pronto. Le gustaba el frío. La nieve que caía por la ciudad le daba tranquilidad y le fascinaba caminar en ella, como si caminara entre nubes, frías nubes que eran el hogar de los difuntos. Aunque el otoño no era su estación preferida, también tenía cosas buenas que le agradaban. Algo bueno del otoño era Halloween, algo bueno del Halloween eran las golosinas, y algo bueno de las golosinas era compartirlas con Lincoln.

Solían compartir muchas cosas en familia, sin embargo, después del Halloween ellos guardaban celosamente buena parte de sus dulces, luego subían ahí mismo para devorarlos a solas. Platicando, viéndose a los ojos, sintiendo el agradable tacto de su mano con la del otro. Encariñarse tanto con Lincoln volvió su relación algo complicada, difícil de explicar algunas veces —aunque no tuviera que darle explicaciones a nadie— solo tenía celos de Lynn cuando lo sacaba a jugar o ayudarle en sus prácticas, o cuando eran Lana y Lola quienes lo buscaban para conversar sobre cierta inquietud propias de las hermanas menores, o simplemente jugar un poco rudo. Celos y nada más.

—Hola, Lucy —saludó Lincoln.

El chico subió al tejado trepando desde la chimenea, al igual que ella; no les fue muy difícil, pues Lana había hecho unos escalones para poder salir al tejado, como una salida de emergencia. Dado que la chimenea muy pocas veces su usaba para su propósito, estaba limpia casi todo el año hasta llegar el frío. Lucy cerró su cuaderno y esperó que Lincoln se pusiera cómodo sentándose junto a ella; una vez que ambos quedaron viendo el horizonte, ella hizo lo propio y lo tomó de la mano. El fugaz pensamiento de que Lincoln no considerara ese gesto tan agradable como lo consideraba ella pasó por la mente de Lucy, aunque rápidamente pensó en otra cosa. Una más agradable.

—Buenas noches, Lincoln —saludó al cabo de unos segundos.

—Son las tres de la madrugada.

—Suspiro.

Había perdido la noción del tiempo… otra vez. Lincoln sonrió con aquella expresión.

—No es intencional, aunque estamos a buena hora —dijo Lucy sentándose sobre sus rodillas—, si esperamos un poco más, la hora de los difuntos llegará ¿Te gustaría acompañarme? Puede que veamos algo interesante, tal vez una niña fantasmal a la que le parezcas guapo.

—Estaría muy halagado, pero Lucy, ella sería un fantasma, yo estoy vivo. Jamás funcionaría.

Lucy sonrió con aquel chiste, Lincoln también, por el simple hecho de verla sonreír. Durante los años pasados se volvieron muy unidos, todos lo notaron extraño, como los crecientes —aunque muy bien disimulados— celos que Lynn tenía. Sin embargo, todo se volvió normal conforme pasaban los meses, ahora ya nadie veía extraño que anduvieran por ahí contándose secretos, pasando el tiempo juntos y riendo muchas veces. Lucy tenía muy bien guardado lo mucho que le gustaba aquella complicidad, al igual que Lincoln no mirara raro los temas que le fascinaban.

— ¿Cuánto tiempo esperaría por la chica fantasma? —a modo juguetón, Lincoln se arregló el cabello y limpió su camisa—. Espero estar a sus expectativas ¿Cómo me veo?

—Tan elegante como un vampiro antes de salir a cazar —contestó con la misma sonrisa—. Solo hay que esperar quince minutos más.

Las tres con quince llegaron y nada ocurrió, como ambos esperaban.

Lucy vio su mano sujetando la de Lincoln, luego lo vio a él, estaba sonriendo con los ojos cerrados. Aquella sensación empezó poco después de que cumplió los nueve años; para Lynn se volvió una molestia compartir habitación. Para las demás, fue despertarse en la madrugada por todo el escándalo, para sus padres fue un cambio demasiado radical visitar a un psicólogo por primera vez. Lincoln fue el único que la escuchó. En su corta vida, Lucy apenas había tenido amigos. Entre ellos, un chico que calificaba como nerd, llamado Martin. Tenía una terrible condición visual, pero, aun así, compartían varios de sus gustos.

Llegó el verano, Martin la invitó a pasar juntos todo el día, paseando por el arroyo algo lejos de ahí. Lucy se negó porque no quería ir, aunque eso no evitó que él se fuera solo. Al día siguiente acudió a su casa, solo para encontrarse con la noticia de que murió ahogado; Martin se había caído por la ladera y se desmayó, el agua hizo el resto. Lucy se culpó por eso. Las pesadillas donde escuchaba sus gritos, el sonido del agua corriendo, y la sensación de vértigo, se volvieron muy frecuentes. Las peores eran donde podía rescatarlo. Porque despertaba de súbito en su cama, sudando y respirando agitada, sabiendo que él seguía muerto.

Nadie quiso escucharla, solo Lincoln. Ni siquiera el psicólogo alivió su culpa. Lincoln la consoló, y las noches que la pesadilla volvía, caminaba hasta el fondo del pasillo y tocaba la puerta. Él la dejaba pasar, y dormían abrazados el resto de la noche.

—Mañana abren una tienda de vudú en el centro ¿Me acompañarías después de clases?

—Seguro, si después de eso vamos a la tienda de cómics. Te puedo comprar uno, si quieres.

—Dudo que haya algo de mi gusto.

—Eso es porque no me lo has preguntado, Lucy —dijo levantando sus manos juntas—. Debemos hacer algo con este insomnio. Si sigues así parecerás un zombi.

—Genial.

—Olvídalo ¿Quieres venir a dormir? Tampoco es bueno que te desveles tanto. No puedo despertarte todos los días.

Bajaron juntos por la chimenea, la casa estaba en penumbras, silenciosa. Lucy notó de forma muy vaga una sombra detrás de la cortina mientras avanzaban por la sala, pero Lincoln la jalaba para subir pronto las escaleras antes de que alguien despertara, la pared era casi de papel. No le dio importancia, creyendo que se trataba de Cliff volviendo a casa luego de una aventura nocturna, se limitó a seguir a Lincoln. Él la despidió con un beso en la mejilla y luego se fue a su habitación, dejándola con una sonrisa mientras ella se acomodaba en su cama. Muy contrario a lo que pensó, durmió tranquila hasta la mañana. Un buen descanso.

2

Todo el día fue bastante aburrido, incluso para ser viernes, lo cual era una verdadera fortuna pues el día fue tan aburrido que ni siquiera la maestra Mars encargó demasiada tarea, y mientras todos platicaban, usaban sus celulares o se entretenían en cualquier otra cosa, Lucy se entretuvo escribiendo el nuevo poema que presentaría en su club de poesía al que tanto le gustaba asistir. Tener una audiencia que disfrutara oírla se trataba de algo muy grato. Al sonar la campana, ella procuró no demorarse mucho tiempo juntando sus cosas y salió para encontrarse con Lincoln, quien estaba de espaldas platicando con Clyde, como casi siempre.

—Hola, chicos —saludó haciéndolos brincar del susto, como era habitual.

—Hola, Lucy —respondieron al mismo tiempo una vez pasado el susto.

— ¿Listo para irnos, Linc?

— ¡Por supuesto! —exclamó el susodicho con ansias— ¿Quieres venir, Clyde?

—En realidad no puedo, le prometí a papá llegar temprano hoy. Lo ayudaré a acomodar todo para la llegada de mi tía Marlene.

Clyde los acompañó hasta salida, desde ahí se separaron en la puerta. Aunque trataron de ignorarlo, los murmullos —en voz demasiado alta— de que Lincoln saliera con una chica de nuevo ingreso traía a todos demasiado sorprendidos. Sí, a tales alturas del semestre. En ese lapso disminuyeron bastante, ahora pasaban un largo rato sin escuchar alguno; se limitaron a seguir en sus asuntos. Sus hermanas menores estarían en casa de sus vecinas, las mayores llegarían a casa enteradas de sus ubicaciones, así que fueron sin preocupaciones en todo su paseo.

Una vez en el centro, casi se sorprenden de que hubiera tanta gente. Fue más sorpresivo encontrarse con muchos albañiles vestidos con sus cascos y chalecos brillantes en varios puntos de la zona. No prestaron mucha atención, solo avanzaron hasta la tienda que quería conocer Lucy; algo muy placentero de ella, por supuesto, fue el aroma del incienso que estaba por todos lados. Detrás del mostrador había una mujer. Lincoln se sorprendió de que ella no estaba vestida como la típica bruja, sino la forma apropiada de una mujer común que todavía conservaba parte de su juventud. No más de cuarenta y tantos años, de cabello negro.

—Bienvenidos, niños —saludó en cuanto pasaron la entrada—. Siéntanse libres de explorar.

—Gracias —respondieron ambos.

— ¿Buscaban algo en especial?

—En realidad solo queremos ver —contestó Lucy, un poco más familiarizada.

La mujer hizo un ademán, invitándolos a pasar y ver, con el mayor entusiasmo que Lucy no recordaba haber visto en mucho tiempo.

Salvo por la televisión en una esquina, ese lugar podía confundirse con un templo; uno lleno de aparadores con libros de intereses muy diversos, aunque desordenado, de lejos se veía que todavía tenía bastante mercancía por poner a la vista. Lincoln exploraba los títulos de los libros disponibles por el momento con cierto desdén: "Demonología Básica" "Hechizos, pócimas y brujería" "Mandrágoras y Herbolaria", eran solo algunos de los títulos que estaban a la venta.

Por su parte, Lucy se entretuvo mirando los artículos puestos sobre otro estante: aretes con piedras brillantes, collares que parecían de oro puro, y anillos adornados con piedras hermosas y relucientes, uno de ellos se distinguía por tener una calavera con un par de rubíes en los ojos. Colgada más arriba, una pata de mono* también hizo aparición, con sus dedos secos a punto de encorvarse.

—Espero que la busques como adorno —dijo la dependienta detrás de Lucy—. Ese objeto puede ser muy peligroso.

— ¿Por qué lo tiene a la venta?

—Porque nunca falta quién la necesite. Yo estoy siempre para servirles.

La mujer sonrió, guiñándole un ojo de manera juguetona, y una voz con un timbre meramente formal pero serio. Instantes después, Lincoln llegó sosteniendo una especie de cráneo en miniatura, todavía parecía tener piel alrededor.

—Oye, mira esto ¿No es genial?

—Eso es una verdadera cabeza humana, Lincoln.

Lincoln sacudió la mano, horrorizado, luego se percató de la mirada de que le echaba esa mujer, así que la recogió rápido del suelo y le sacudió un poco de polvo. Todo eso con una sonrisa incómoda en los labios. Después de observar otro buen rato, Lucy decidió llevarse el libro "Demonología avanzada" y un broche para el cabello con forma de calavera; la mujer la miró de arriba abajo antes de entregarle sus cosas.

—No pareces una chica común ¿Estás acostumbrada a leer este tipo de cosas?

—Sí, me gusta mucho —respondió tranquila.

—Que disfrutes tu lectura, pequeña.

Le entregó el cambio con una sonrisa más amable, Lincoln le tomó la mano a Lucy y avanzaron a la puerta. Él todavía regresó la vista y la vio guiñándoles el ojo, con una sonrisa más endeble que hace unos segundos.

—¿Cómo te enteras de estos lugares, Lucy? —le preguntó una vez que salieron.

—Vi un anuncio en el periódico de ayer.

—Dime la verdad ¿Esa cosa de verdad era una cabeza humana?

— ¿No sería genial que lo fuera?

Fantástico, había caído en una de las escasas bromas de Lucy.

—Si tú lo dices…

La siguiente parada fue en la tienda de cómics. A Lucy no le gustaba mucho ese lugar porque la mayoría del tiempo estaba llena de niños o "niños creciditos" que se la pasaban haciendo escándalo por cualquier cosa; por fortuna no eran muchos, pero una sola ocasión bastaba para darle esa mala impresión. Se sentó en una banca y decidió echarle una mirada a su nuevo libro; escuchaba de demonios que andaban por ahí, pero ella se interesaba más en el tipo de legiones y su labor sobre la tierra. Escuchó bastante ruido por fuera de la tienda y cuando volteó a la ventana vio que pasaba un camión de carga con un logo que decía "Cons4You". Ahí recordó que, viendo lo de la nueva tienda, había un obituario que decía: "Cons4You" inicia su labor esta semana.

En realidad no le interesaba, siguió leyendo el título de las secciones en su libro y esperó que Lincoln llegara con sus nuevos cómics. La fila no era muy larga, ella seguía en su banca a pocos metros de la puerta y sintió un cambio en el ambiente, volviéndose demasiado frío. Pensó que sería el aire acondicionado, y poco tiempo tuvo para pensarlo, pues Lincoln llegó con tres nuevos materiales de lectura y se fueron de la tienda.

3

En su camino a casa los alcanzaron varios camiones de la misma empresa, pasaban de manera tan rápida y ruidosa que les costaba demasiado poder escuchar sus voces; varias personas de su vecindario decidieron salir y dar un vistazo. Cuando llegaron a casa, vieron a Lori en el jardín, junto a Lynn y Luan. Lincoln no esperó ni siquiera un segundo y jaló a Lucy con él, casi haciendo que tirara sus cosas, para darle un abrazo.

— ¡Lincoln, cálmate! ¡Estaré toda la semana! —le dijo muy alegre, tratando de contener la risa.

— ¡Me da mucho gusto verte!

—Es bueno tenerte de regreso —dijo Lucy también.

— ¡Mírense! Me voy unos meses y todos dan un estirón —les revolvió un poco el cabello y luego dijo con voz más seria—. Sean un poco más alegres con Leni, no la ha pasado muy bien.

Más camiones pasaron por ahí, haciendo un ruido demasiado insoportable; las más pequeñas salieron con una cara de total desagrado, tapándose los oídos.

— ¿Qué es todo este escándalo? No puedo trabajar en mi proyecto de ciencias —dijo Lisa mientras se ajustaba los lentes.

—Eso ya es demasiado ruido para un par de camiones —reclamó Lola—. Esos idiotas no saben lo importante que es tomar un descanso.

— ¿Te preocupa un descanso? ¡Mis pobres mascotas se asustaron con todo ese ruido! —se le unió Lana, y la pequeña Lily no pudo quedarse atrás.

— ¡Ya lárguense! —gritó.

Y como si el aparentemente último camión las quisiera irritar más, sonó el claxon al pasar al interpretar la seña obscena que Lily le estaba haciendo. Las dejó a todas con un gruñido en la boca por la molestia. Seguido de ello, Luna también apareció, mirando hacia el final de la calle y finalmente a sus hermanas.

— ¡Hey, Lori! ¡No sabía que andabas por aquí, hermana! —saludó efusiva.

— ¡Luna! —fue Lori quien corrió para recibirla con un abrazo—. Espero que no estén haciendo mucho escándalo esta semana que andaremos por aquí.

— ¿Cómo que "andaremos"? ¿Leni también viene?

—Así es, solo parece que alguien compró el terreno abandonado de más adelante.

Todas se fijaron mejor en el lugar a donde iba la maquinaria. Justo al final de la calle, unas cinco cuadras más allá, en el fragmento de las casas que llevaban abandonadas demasiado tiempo. Fue una corta caminata la que echaron para ver mejor todo lo que estaba pasando, además no eran los únicos, muchos vecinos también fueron a observar. Ese fraccionamiento llevaba abandonado demasiado tiempo, y durante todos esos años fue víctima de vandalismo y allanamiento, en los cuales ni siquiera los invasores duraban tanto, ni siquiera hasta que la policía llegara a echarlos fuera. Uno de los tantos trabajadores que cercaban la cuadra con cinta amarilla, puso un letrero en una fracción de los jardines abandonados.

Cons4You abre su nueva obra de reconstrucción

"Rainbow River" abrirá las puertas a sus residentes en 2 meses

¡Disculpe las molestias!

—Ojalá no sean tantas las dichosas molestias —expresó Lisa con cierta pizca de mal humor.

De regreso a casa, Lucy se detuvo para recoger uno de los juguetes de Lily que estorbaba en la pasada, el tiempo suficiente para ver pasar un lujoso coche; según creyó, era un Ferrari color Negro-mate. La ausencia de brillo en color a ella le parecía muy elegante. Solo alcanzó a ver una cabellera rubia y alguien más como conductor. Se detuvo a pensar que tal vez las dichosas construcciones tendrían lugar en horario nocturno. Esa idea le desagradaba demasiado, porque con todo el escándalo que harían, le costaría trabajo hacer su tarea o escribir un poco. Entró deseando que fuera todo lo contrario.

—Dulce hogar —escuchó decir a Lori.

—Lamento que te hayan fastidiado tus primeros minutos de visita —le dijo.

Después del susto por su repentina aparición, Lori sonrió, porque le gustaban esas pequeñas sorpresas que solo podía encontrar en casa.

—Lo importante es que ya estamos aquí con ustedes ¿Cómo te va en la escuela?

—Normal, aburrida, tal cual una cosa tan efímera que roba años a una vida ya de por sí muy corta, suspiro —respondió como si nada— ¿Qué pasa con Leni?

—Oh, eso —dijo sentándose junto a ella en el sofá—. El baboso de Brad la engañó con otra antes de venir para acá, eso la dejó literalmente destrozada. Ahora mismo está en el centro comercial, tiene la idea que una tarde de compras en sus tiendas favoritas la anime un poco.

—Se llevará una amarga decepción cuando vea que las cerraron.

— ¿Qué? ¿Cuándo?

— ¡Hace un mes!

El portazo y el grito de Leni las hizo voltear. La simpática rubia tenía los ojos llorosos y el labio tembloroso, se echó dramáticamente sobre la alfombra frente a ellas, llorando a mares.

— ¡No es justo! ¡Todo lo que me gusta me cambia por otra cosa!

—Esto es demasiado triste —dijo Lucy.

—Y que lo digas —contestó Lori.

Ambas se sonrieron mientras dejaban que su hermana se tranquilizara llorando en la alfombra. Una vez que se acercaron a consolarla, pidieron dos pizzas familiares para comer, y entre las conversaciones de la comida supieron por qué ellas dos volvían una semana de visita. Tal parecía que un accidente en el laboratorio fue suficiente motivo para una semana libre, pues varias aulas habían quedado devastadas por un incendio. Luna contó que tampoco iba mal, pues su carrera como guitarrista despegaba bien, porque dentro de poco tiempo serían los teloneros de una banda famosa que venía a Royal Woods, y según decía, era una muy buena oportunidad para que alguien los considerara. Ya era justo luego de un par de presentaciones pagadas. Con muy buenas pagas, cabe resaltar.

4

Su abuelo estaba enfermo, demasiado grave. Y sus padres llamaron para decir que llegarían el sábado por la mañana, porque se quedarían al pendiente en el hospital. Así que, volviendo a las viejas costumbres, Lori asumió su antiguo cargo y administró las habitaciones. Ella y Leni se quedarían en su vieja habitación, ahora propiedad de Luan y Luna; Lincoln se quedó en el cuarto de las gemelas y su habitación pasaría a ser de Lily. Todos se juntaron en la habitación de las mayores para platicar un rato, las risas no faltaron. Pero entre más minutos pasaban, el cansancio iba envolviendo a Lucy.

Estaba sentada junto a Lincoln, así que buscó acomodar la cabeza en su hombro y reposar un rato, todo bajo la atenta mirada de Luan, que sonrió al verlos tan juntos como era habitual. Fue una escena enternecedora que puso a Lucy más incómoda de lo que imaginaba, así que se salió de la habitación sin decir nada más, interrumpiendo la historia de Lily y dejándolas a todas sorprendidas. Aquello no era nada habitual de ella.

— ¿Qué le pasa? —preguntó Leni.

— ¿Debo preocuparme de esto, Lincoln? —le cuestionó Lori.

—No, no —respondió—. Yo estoy para eso.

Al salir no la vio por el corredor, y todo estaba apagado. Tampoco había luz en el baño. Decidió bajar, pensando que no sería muy difícil, solo debía encontrar el lugar más oscuro en la casa. No estaba en los ductos de ventilación —ya no cabía en ellos— ni en la sala (demasiada iluminación) pero sí en el comedor, estaba sentada en la oscuridad. Tenía las manos sobre la mesa, cabizbaja. Él estiró la mano hacia el interruptor.

—No la enciendas, es mejor así.

—¿Te pasa algo? —le preguntó sentándose frente a ella en otra silla.

La escasa luz del alumbrado exterior le permitió distinguir en él una preocupada sonrisa. No pudo contestar, así que negó moviendo la cabeza.

—Lucy ¿Qué te pasa? Te comportas muy extraño —ella levantó la cabeza con desdén—. Bueno, más de lo usual.

—No es intencional, solo quería un momento sin tanto ruido.

— ¿Segura?

Asintió con cortesía y seguridad. De todos modos, Lincoln, haciendo gala de su gran confianza, acercó la mano y acarició su cabello, moviendo hacia atrás su flequillo. Su cabello era muy suave, casi siempre olía a uva, y ella no pudo evitar esbozar una sonrisa ante el tacto de su hermano. Descubrió su frente y por unos segundos se vieron a los ojos. Ahí fue cuando Lincoln se apartó una distancia que ni siquiera sintió recorrer hacia el rostro de su pequeña hermana.

— ¿Todavía quieres que te alcance en el tejado? —susurró tímido.

—No, creo que esta noche no estoy de humor para recitar ¿Te parece mañana?

—Por supuesto.

Se sonrieron y, todavía no muy seguro, Lincoln se marchó, dejándola sola en la oscuridad.

5

Tal como algunas noches —muy pocas, en verdad— le mintió a Lincoln. En cierto modo fue honesta, no tenía humor de escribir ni de recitarle nada. Subió al tejado en pijama para ver las estrellas un rato antes de dormir. En alguna parte de su recién despierta adolescencia, una pequeña chispa se encendió en su interior. Una chispa que se avivó cuando Ronnie Anne y Lincoln terminaron su relación unos meses atrás.

Esa noche en particular su mente no quería dejarla dormir, porque el pensamiento de creerse mala persona volvió. El día que sucedió su ruptura, Lincoln se encerró en su habitación sin hablar con nadie, y todas sus hermanas desistieron en el intento de hacerlo sentir mejor. Exceptuándola a ella. Lucy vio una buena oportunidad de brindarle a Lincoln un poco del consuelo que él le dio unos años atrás. Mientras parloteaba acerca del "buen compañero de vida" que Ronnie dejaba ir, Lincoln la escuchó sin bajarle la mirada. Sus intentos no fueron ni la mitad de buenos que los de todas sus hermanas, aun así, Lincoln la abrazó a ella.

A sus trece años, casi catorce, Lucy no comprendía qué quería decir.

Malestar para su oscuro interior. No debía sentirse bien, Lincoln era su hermano. Pensar así era malagradecido y egoísta, pero no podía evitar sentirse bien viéndolo lejos de Ronnie. Se abrazó para reconfortarse y se mordió un labio hasta sentir un ligero sabor a sangre. Luego de unos segundos en completo silencio, el viento trajo el sonido de unas risillas que le erizaron la piel. Buscó la fuente del sonido y descubrió a un niño que jugaba abajo frente a su casa, vio su reloj y supo que eran casi las cuatro de la madrugada.

Estuvo por llamarle la atención, pero supuso que una palabra demasiado alta le pondría fin a su noche tranquila. La llenarían de preguntas, empezando por la típica "¿Qué estás haciendo despierta a estas horas?". Significaba dar una mala excusa, y aquello significaba todavía más preguntas. Calculando cómo Lana bajaba de un salto hacia el árbol, ella hizo lo mismo. Al bajar, el niño la vio y luego echó a correr. Lucy trataba de seguirle el paso, pero sus pantuflas le estorbaban demasiado.

Casi lo vio como un caso perdido hasta que lo vio dirigiéndose hacia la zona de construcción; eso la hizo temer y aumentó la velocidad para poder alcanzarlo. El chiquillo llegó mucho antes, atravesó la zona acordonada, internándose en la oscuridad de aquella construcción. Lucy llegó un par de minutos después, pero no podía ver nada más allá de los primeros metros de la calle.

Regresó a su casa, frustrada. Ahora tenía unas cuantas dudas, como le hecho de no saber quién era ese niño ni lo que estaba haciendo en la calle a tan altas horas de la noche. Más importante que todo, al menos de momento, era cómo se las ingeniaría para subir de nuevo hasta su habitación sin despertar a nadie. Aunque no fue necesario que se rompiera la cabeza en tal asunto, pues Lincoln ya la esperaba en la puerta con una mirada taciturna y enfadada. Por mucha confianza que se tuvieran, él seguía siendo su hermano mayor.

— ¿Dónde estabas?

—Yo…

— ¿Sabes lo peligroso que es salir a estas horas? ¿En qué demonios pensabas?

—Lo siento —dijo agachando la cabeza, apenada.

—Agradece que no haya sido Luna quien se dio cuenta de que no estabas.

Lincoln cerró la puerta y subieron juntos a las habitaciones. Todas seguían dormidas. Antes de separarse, Lucy lo obligó a voltear y le susurró.

—Había un niño afuera —él continuó mirándola con escepticismo—. Lo seguí porque no me pareció normal.

— ¿Un niño? Y de todo lo que pudiste hacer ¿Preferiste correr que despertar a alguno de nosotros? No fuiste nada prudente.

—Era un niño, podría necesitar ayuda.

—No era tu problema, Lucy.

—Pero…

—Se acabó, buenas noches —respondió tajante.

Al darse vuelta, Lincoln se limpió el sudor de la frente por toda la tensión que tuvo por unos cuantos minutos. Todo por el vacío aterrador que sintió cuando no la vio ni en su habitación ni en el tejado. Ni siquiera pudo pensar con claridad. Decidió regañarla por seguir a un chiquillo en medio de la noche, cuando él mismo iba a salir a buscarla en lugar de avisarle a Luna. Se sintió mal por regañarla, no era muy habitual, y si hubiera sucedido durante el día, le hubiera gritado peor. Ya en su cama, se quiso levantar para disculparse, aunque al final no se atrevió a hacerlo, solamente se forzó a tratar de dormir. Estaba a punto de quedarse dormido cuando tocaron a su puerta. Era Lucy otra vez.

— ¿Qué pasa? —le preguntó irritado.

— ¿Puedo dormir aquí? Lynn está roncando más que otras noches.

Se hizo a un lado para dejarla pasar, ella se acomodó en el rincón y Lincoln a un lado; más que el desvelo, la situación por sí misma no lo dejaría dormir. Todo estaba pasando justo como no quería que sucediera. No fue necesario echar leña al fuego. La chispa se avivaba por sí misma.


Hechizos, Pócimas y Brujería: Nombre de un álbum de la banda «Mago de Oz»

Pata de mono: Referencia al cuento corto escrito por W.W. Jacobs.

¡Muy buenas! Antes de que continúes, querido lector, debo decirte que no esperes encontrarte con incesto y pensamientos impuros tan propios de muchos fanfics por aquí apenas empezando la historia. Me gusta tomarme las cosas con calma para entregarte una historia aceptable, interesante, con personajes y situaciones armados de formas óptimas para tu disfrute. En todo caso, mi advertencia es que no esperes sexo explícito en los primeros capítulos, ni incesto (aunque venga augurando desde la premisa) pues el error que muchos cometen por estos lares, es tratar un tema tan complejo como el incesto como si se tratara de una relación aceptable, lo cual está muy lejos de ser. Admito que todos tenemos nuestro estilo, tanto de lectura como de escritura, por ende, si no eres fanático de las historias largas, sean del contenido que sean, quizás no debas seguir leyendo. Si por el contrario decides tomar el riesgo ¡Bienvenido seas! En todo caso, muchas gracias por haber leído este primer capítulo, espero que los demás te gusten y, por supuesto, me gustaría contar con tu review. Hasta la próxima.

Slash.