TITULO: Realidad

Capítulo: 1/2

Fandom: Star Trek (Reboot)

Pairing: Spirk (Spock/Kirk)

Category: Clasificándose como Fluffy, Angs, Drama, Hurt y quizá Confort.

Raiting/Warning: PG-13, Slash. Menciones de M-Preg. Clichés (bastantes y obvios)

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Star Trek (TOS y Reboot), pertenecen a sus Creadores y respectivos socios comerciales. Ésta solo es una historia escrita de fan para fans sin fines lucrativos. Lo único mío son la historia, las ideas y OCC (Personajes originales). De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.

CAMPAÑA LE FAY : No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.

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Nota:Esta historia, por ser lo que es contiene OCC en los personajes (creo que eso está claro desde el momento en que se llama: FanFiction),M-Preg (Masculine Pregnant =Embarazo Masculino) y Slash (Relación Hombre-Hombre) Si no te gusta entonces no leas y así te evitarás un enfado que vaya en contra de tus creencias, gustos o cualquier cosa. Recuerda que yo no me hago responsable de nada ya que es tu decisión leer esto. Así que evítate los insultos hacia una servidora porque no voy a cambiar de forma de pensar y como dicen por ahí: "Sobre aviso no hay engaño". Gracias


Esta historia está dedicada a Heva por su infinita paciencia conmigo, su cariño incondicional, por soportarme más de lo que debería (sobre todo cuando me encuentro mal) y por contarme: Historias Marcianas, la cual tiene un final que me encantó pero que no pude usar aquí por obvias razones. Por todo esto y más: Gracias, cariño ^^


Sobre la historia: En primera instancia puede parecer un gran AU pero créanme, no lo es, todo pertenece al Universo ST XI. Simplemente decidí empezar de esta manera porqué como menciono arriba, hay tanto cliché en esto que es inevitable no acudir a él. Espero lo entiendan y lo disfruten.


La luz del sol lo despertó. Abrió los ojos con dificultad, posando el brazo derecho sobre su rostro, parpadeando antes de poder enfocar algo.

Trató de levantarse pero un peso cayendo en su pecho se lo impidió.

-Aun no.-Murmuraron.-Un ratito más.

Sonrió

-Es precisamente en este momento.-Pronunció despacio, acariciando el cuerpo cálido que se acurrucó en su contra.-Que deseo quedarme todo el día en la cama contigo, porque es cuando más confortable estamos.

-Si.-Pronunció la otra voz, besando su cuello y llegando hasta su oreja que mordisqueó.-Porque acabamos de despertar y todo parece tan real y al mismo tiempo no lo es.

-Limbo.-Susurró, buscándole los labios a quien perezosamente dejó su oreja para corresponder al lánguido beso matutino.

-Buenos días.-Sus manos se buscaron y también se besaron.- ¿Dormiste bien?

-Casi ni noté cuando me quedé dormido.-Respondió tras bostezar, levantándose por fin y estirándose un poco.

El que quedó en la cama sonrió, recostándose sobre su mano izquierda.

-Me gusta esa marca.

Los ojos oscuros parpadearos, mirando al que sonreía con picardía.

-¿Cuál marca?

-Esa.-Señaló con una risita y él buscó tras su espalda, específicamente en su cintura en dónde encontró un cardenal grande y que pronto sería verde.

-Gracioso.-Bufó, fingiéndose ofendido, caminando hasta el cuarto de baño desde donde escuchó al ojiazul gritar.

-¡No dijiste eso anoche cuando te lo hice y me pediste más!

Sonrió. No le desagradaba, mucho menos el acto por el cual esa marca en particular había sido hecha, pero precisamente y debido a su raza, cualquier marca indebida tardaba siglos en desaparecer y adquiría ciertas tonalidades desagradables que prefería evitar. Aunque por ver la sonrisa del hombre que entró en el baño, bien valía soportar el color por un buen tiempo.

-¿Te apetece compañía?-Inquirió, en ese tono sugerente que provocaba a todas las moléculas de su cuerpo.

-Puede ser.-Respondió, introduciéndose lentamente en la bañera.-Aunque…

-Prometo cero marcas.-Señaló el ojiazul, elevando la mano derecha y haciendo una cruz en su pecho que le extrajo una sonrisa al que se sumergió por completo en el agua tibia.

-Jim…

-¿Por favor?-Imploró, juntando las manos.

-No lo sé.-Negó, enarcando una ceja y mirando fijamente al hombre frente a él.-Es algo que merece una profunda meditación por mi parte.

-Por favor Spock. Por favor, por favor, por favor.-Siguió implorando y esta vez incluyó un rápido aleteo de pestañas que logró extraer una pequeña risa del que por fin cedió.

-De acuerdo.

Jim sonrió, avanzando un paso.

-Pero.-Detuvo Spock con una mano.-Esto te costará una cuota.

Los ojos azules de Jim fulguraron y su boca se curvó en una sonrisa que finalizó en su labio inferior siendo aprisionado por sus dientes.

-De acuerdo.-Dijo.-Acepto el pago. Aunque solo tenga una prenda.

-Me parece justo.-Señaló Spock, recargándose cómodamente en la tina.

Después sus ojos se desviaron a Jim sonriendo, Jim guiñando un ojo con sensualidad, a Jim tomando el elástico de sus calzoncillos y bajándolos con una parsimonia ilícita en toda la galaxia. En Jim mostrándose ante él tal y como era después de dar un par de lentas vueltas para entrar en la bañera, sumergirse en el agua y acercarse hasta él.

-¿Eso estuvo bien?-Le preguntó Jim, juntando sus labios y abrazándose a su cuello mientras lo miraba sensualmente a los ojos.

-Para empezar.-Respondió Spock, tomándolo por la cintura y empujándolo un poco más hacia él, mientras sus lenguas se encargaban de encontrarse finalmente.

El resto de la hora, el baño se llenó de jabón y estimulantes sonidos mañaneros.

Después de eso, el desayuno.

-¿Piensas hacer algo en el almuerzo?-Indagó Jim, sirviéndose un poco de café mientras Spock leía su agenda holográfica.

-Tengo reunión con el consejo estelar, ¿por qué?

-Solo quería almorzar contigo y quizá…repetir lo de hace un rato.-Guiñó, cuando la mirada oscura se posó sobre él.

El Vulcano sonrió.

-Veré que puedo hacer al respeto.-Señaló, regresando su atención a su agenda.-Pero no te garantizo mucho, ¿de acuerdo?

-Cuando decidí casarme con un embajador Vulcano, sabía que no tenía muchas opciones a cuanto el tiempo libre se refiere, Spokie.-Indicó Jim, mostrándole la lengua cuando el aludido lo miró con el entrecejo fruncido.

-Te he dicho que no me llames así. Eso suena a nombre de perro.

James rió.

-Me gusta hacerte enojar.

El Vulcano solo giró los ojos.

-Lamento que no pasemos juntos tanto tiempo como lo deseas.-Señaló el Vulcano, depositando su agenda en la mesa y mirando a su esposo.-Pero mientras los acuerdos con los Klingon no lleguen a su finalización, no puedo estar tranquilo.

-No te preocupes, yo creo que podrán solucionarlo de manera pacífica sin la necesidad de llegar a la guerra.

-Hablas tan filosófico que no te reconozco.-Bromeo el vulcano, mirando la molestia en el rostro de su consorte.

-Soy tú esposo, se supone que debo saber de estas cosas.-Dijo Jim.-Además mis alumnos han hecho apuestas.

-¡Ahhh! Ahora entiendo.-Sonrió Spock.-Ya decía que tanta preocupación por la paz tenía que tener un trasfondo.

James se levantó de la mesa y depositó los utensilios en la máquina lavavajillas, evitando ver al que lo siguió con la mirada.

-¿Cuánto apostaste, Jim?

-…

-¿Jim?

-…

-¿James Tiberius Kirk?

-¡Odio cuando me llamas así!-Gruñó, mirando por fin al que seguía sentado.-Suena como si me estuvieras riñendo.

-¿Entonces?

-No tiene importancia.-Dijo, saliendo de la cocina.

-¡Jim!-Gritó Spock siguiendo a su pareja.- ¡Ya habíamos hablado de que no apostarías con tus alumnos!

-¡Lo sé!-Bufó el aludido, mirando atentamente al Vulcano.-Pero esos malditos seres del mal saben cómo convencerme.

-Jim, son Universitarios, se supone que sepan cómo rayos convencerte.

-Pues…yo en su lugar le habría ofrecido sexo al profesor con tal de…

-Jim.

-Está bien, está bien.-Resopló, sentándose en el respaldo de uno de los sofás de la sala.-Es la última vez que lo hago.

Spock entrecerró los ojos y lo miró fijamente.

-No te creo.

-En verdad, lo prometo.

Spock sabía que la debilidad de su esposo radicaba en las apuestas con sus estudiantes. Tontas al fin y al cabo pero preocupantes si el consejo escolar se enteraba.

Solo pudo suspirar y asentir. Esa misma charla la habían tenido ya veintitrés veces.

-De acuerdo, pero espero que sea la última vez.

-¡Lo será!-Señaló Jim con entusiasmo.

Spock no pudo evitar sonreír y besar a su consorte quien se aferró a él con fuerza.

-¿Vas a quedarte?

-No puedo. Reunión con el consejo en media hora.

-Hum, malditas reuniones.-Murmuró, lamiendo los labios de su esposo.-Entonces, y como sé que no vas a librarte hoy de ellas, te veré en la noche en casa de tú madre.

Cuando se separaron, la ceja enarcada del Vulcano le dijo todo a James.

-Lo olvidaste, ¿verdad?

Spock parpadeó y pensó por un momento pero el bufido frustrado de su esposo habló por él.

-¡Es el cumpleaños de tu madre! En verdad, Spock, puedes ser un brillante embajador e intermediario de planetas vulnerables, pero eres pésimo cuando se trata de recordar cumpleaños.

El Vulcano tomó la mano de su consorte y la entrelazó con la suya.

-Llega temprano, ¿quieres?, yo me encargo de los obsequios.

Spock asintió, despidiéndose y saliendo de casa.

En pocos minutos llegó a las instalaciones de StarFleet, le pareció que el ajetreo de ese día era más del usual pero lo atribuyó a la ansiedad por las complicaciones suscitadas en torno a las conversaciones sostenidas con los Klingon. A pesar de que todos deseaban minimizar el problema, iniciar una guerra con ellos complicaría muchas cosas, empezando con el comercio entre los planetas colindantes, la piratería, el caos, las migraciones innecesarias y el miedo a que los planetas latentes pudieran ponerse en contra o a favor de la Federación.

Por eso era imperativo llegar a algún tipo de acuerdo con ellos lo más pronto posible o de lo contrario se generaría un caos de grandes magnitudes.

-Embajador Spock.-Lo saludó su asistente.-La reunión está por comenzar.

Asintió, entregándole su abrigo y su agenda holográfica para dirigirse a la sala de reuniones.

-Recuérdame que debo irme…

-A las seis.-Sonrió la muchacha.-El cumpleaños de su madre. Su esposo amablemente me informó dos veces la semana pasada y el día de ayer.

El Vulcano sonrió. Su eficiente y amado esposo. La realidad era que no sabía lo que haría sin él.

-¡SPOCK!-

Se detuvo y giró.

-¿Sucede algo, embajador?

Spock miró a su alrededor. Le había parecido escuchar a Jim llamándolo, pero lo descartó de inmediato, debía ser su imaginación.

-Nada, solo recuérdame lo de mi madre.

-Con gusto, señor.

Sin más entró al salón. Le esperaba un largo día.

OoOoO

Amanda sonrió a los invitados. A pesar de que habría preferido una celebración más íntima que solo incluyera únicamente a su familia, se recordó que ser la esposa de un ex embajador Vulcano tenía sus consecuencias.

Miró en rededor, aproximadamente quince personas se encontraban conversando sobre temas burocráticos y uno que otro chisme sin interés. Agradecía las atenciones de su esposo quien amablemente le había organizado esa pequeña velada con los que consideraba amigos íntimos, sin embargo el esfuerzo de ser una anfitriona cuando lo único que deseaba era soplar las velas de un pastel de zarzamora y cenar apaciblemente, era exhaustivo.

-¿Quieres que te ayude con algo?

Negó amablemente al hombre quien amorosamente tomó su mano y la apretó cálidamente.

-Gracias Jim, estoy bien.-Agregó, palmeando la mano que no dejó la suya.

-No sé porqué no te creo.-Sonrió el ojiazul.-Luces cansada, quizá un té pueda ayudarte un poco.

Ella asintió, mirando la sonrisa kilométrica del muchacho que besó amablemente su mejilla y se introdujo en la cocina, no sin antes saludar a un par de personas que exigían sus atenciones.

Sonrió, tenían surte de tener a Jim Kirk en su familia. Un rayo de luz andante, carismático, atento, amable, intuitivo y atractivo.

-El yerno soñado.-Susurró para sí, sonriendo con alegría. Su hijo tenía tanta suerte de haberlo encontrado.

-¿Y Spock?

La voz de Sarek, quien tomó delicadamente su mano y la entrelazó con la suya la llenó de sensaciones maravillosas. En ocasiones ese tacto la hacía sentir como adolescente.

-Aun no ha llegado.-Respondió, sintiéndose feliz por tener la atención de su esposo.

Sarek frunció el entrecejo.

-Es el cumpleaños de su madre. Debería de anteponer eso a cualquier cosa.

-Vamos, vamos.-Rió ella con entusiasmo.-Como si tú no hubieras llegado tarde a citas importantes cuando eras embajador.

-Pero nunca llegué tarde para ti.-Anunció el Vulcano, moviendo la boca en una señal que Amanda conocía muy bien.

Desde que su esposo había abdicado a su puesto de embajador y lo había traspasado a su hijo, que vivían relativamente con más quietud. Aunque eso no abstenía a su esposo de reunirse con viejas amistades y discutir temas de interés y relevancia para la vida.

Ser esposa de un embajador había sido complicado, por eso comprendía el ritmo de trabajo de su hijo y admiraba la paciencia que Jim tenía con eso. Ella muchas veces había llegado a flaquear en ese aspecto.

-Lo lamento, madre.

La voz de su hijo la sacó de sus cavilaciones.

-La reunión con StarFleet se ha extendido y me fue imposible salir antes. Padre.-Saludó al hombre que movió la cabeza en entendimiento.

-No te preocupes.-Sonrió ella, recibiendo un cálido beso en su mejilla.-Yo comprendo.

Spock asintió, mirando los obsequios a su lado.

-No te preocupes por eso, ya le he dado a tú madre el nuestro.

Una voz lo hizo sonreír y girar inmediatamente hacia el hombre que le entregaba a su madre una taza blanca.

No pudo evitar buscar su contacto y besar su frente a modo de saludo.

-Lo lamento.-Susurró, entrelazando su mano con la del ojiazul.

-Al menos llegaste antes de que la fiesta terminara. Eso es un record.-Rió Jim, besando la mejilla de su consorte.

Spock repentinamente pareció avergonzado, muestra de ello sus orejas levemente teñidas de verde.

Jim no pudo evitar sonreír y palmear el antebrazo de su cónyuge.

-Eres una monada.

-No pretendo ser pariente de los simios, Jim.

Tanto el ojiazul como Amanda sonrieron, mientras que los Vulcanos solo se miraron entre sí.

-Creo que es momento de cenar.-Advirtió Amanda después de tomar un poco de té y agradecer a su yerno.-Vamos al comedor.

Sarek tomó la mano de su esposa y la enredó en su brazo, quien sonrientemente conversó con él sobre trivialidades mientras anunciaba la cena.

Spock se volvió al hombre que sonreía a su lado.

-Te ves hermoso.

-¿Si? Me alegra que te guste. Fue tú obsequio de aniversario.-Añadió el humano, mirándose el conjunto casual en negro y blanco.

El tinte verde en las orejas del Vulcano pasó a sus mejillas.

-Lo lamento, amor, los obsequios y ese tipo de fechas son algo que…

-Ya, ya.-Negó Jim, aferrándose al contacto con su esposo.-Si yo te conozco lo suficientemente bien para saber tus fortalezas y debilidades. Y que me dejes saberlas es algo que siempre agradeceré y amaré.

Spock no pudo evitar halar a su consorte hasta que sus labios encontraron los que ansiosamente habían esperado el contacto húmedo, lento y erótico.

-Te amo.-Murmuró el Vulcano sobre los labios del que sonrió.

-Como yo a ti.

Ambos permanecieron un momento mirándose hasta que la voz de Amanda los distrajo.

-La cena, enamorados.

Jim rió y se separó un poco de su consorte quien disimuladamente miró nuevamente cada uno de los obsequios hasta asegurarse de que el suyo fuera el más grande y elegante. Como siempre el gusto refinado de su esposo podía observarse.

-¡SPOCK!-

Su cabeza se irguió de inmediato, buscando a su esposo quien sonriente lo esperaba unos pasos más adelante.

-Estamos a corta distancia, ¿por qué gritas?-Indagó, llegando a su encuentro.

-¿Yo?-Parpadeó Jim.-No he gritado.

Spock enarcó una ceja. Estaba perfectamente seguro de haber escuchado la voz de su esposo gritando su nombre.

-Creo que esa larga reunión ha afectado tu perfecto cerebro, amor. Será mejor que vayamos a cenar antes de que empieces a escuchar a los mosquitos hablar.

-Eso es ilógico.

Jim rió y Spock lo siguió, sin embargo la sensación de ansiedad por ese grito no lo dejó hasta después de un rato.

Spock buscó a su esposo quien se había retirado al balcón.

Ciertamente los invitados habían ido disminuyendo después del postre, sin embargo los que aun permanecían en casa de sus padres eran, quizá, los miembros más importantes de diversas organizaciones que deseaban conversar con él sobre las negociaciones Klingon. El tema de actualidad y que más consternaba a los Terranos. Él comprendía perfectamente. Terra era un planeta cuya importancia en todos los sistemas solares era abrumadora. Tener una guerra con los Klingon afectaría en desmedida al planeta que era su segundo hogar.

Sin embargo en ese momento lo único que le importaba era encontrar a su bondmate y estar a su lado. El enlace telepático que mantenía con su consorte le advertía de una gama de sensaciones que no eran comunes en el usualmente brillante James Kirk.

Hábilmente se escabulló hasta el balcón en donde Jim se había sentado. Súbitamente su humor cambió.

-Hey.-Saludó, cuando su bondmate lo miró sonriente.

-Hey. Pensé que estabas hablando con el hijo del embajador de…

-No importa.-Negó el Vulcano, sentándose tras el que de inmediato se recargó en su pecho.-Quisiera ir a casa para hacerte el amor.

Jim rió.

-Eso suena maravilloso.-Asintió el ojiazul, acariciando los muslos de su esposo.-Pero es el cumpleaños de tú madre y no podemos hacerle esa descortesía.

Spock lo sabía, aun así sus deseos no se desvanecieron.

Amaba, de forma intensa y misteriosa para alguien de su raza, al humano que entrelazó sus manos y comenzó a acariciar sus dedos. Estaba completamente seguro de que su bondmate lo amaba con la misma intensidad y por tal no concebía la vida sin él.

Había sido, según su madre, amor a primera vista y aunque él no creía en esas cosas cursi, sí podía decir que la atracción había sido instantánea.

-¿Sabes qué me enamoró de ti?-Indagó, besando el cuello de su esposo, quien tembló ante su toque y se acercó un poco más a él.

-¿Qué?

Spock sonrió, acariciando con la nariz la nuca del que volvió a estremecerse.

-Tú mañana de panqueques.

Jim rió, girándose para quedar frente a frente con su esposo.

-¡Estás loco!

-Soy muchas cosas pero puedo asegurarte que loco no es una de ellas.

El ojiazul siguió riendo pero en un segundo guardó silencio y sosteniéndose del cuello de su consorte, lo besó.

Spock regresó la caricia con la misma intensidad, depositando en el toque más de lo que las simples palabras podían explicar.

Se habían conocido en la USF (Universidad de San Francisco). Él había sido invitado para una charla con los alumnos de último curso de Ingeniería aeroespacial para compartir puntos de visa sobre las nuevas tecnologías que permitían no solo a StarFleet obtener mejores naves, sino a todos los planetas y organizaciones.

Después de la charla y mientras trataba de deshacerse de los insistentes acosos del profesorado, se introdujo en un aula aparentemente vacía donde al fondo de la misma estaba una persona. Había elevado la vista ante la repentina intrusión y fue, en ese preciso instante, que el azul más poderoso del universo lo congeló.

-¿Juegas?-Indagó el único ocupante del aula, mostrándole un tablero de ajedrez.

Spock jamás podría explicar la misteriosa energía que lo llevó a acercarse al humano para tomar asiento frente a él. Sus sentidos aun embotados por la intensidad de las emociones que ese humano le hacía experimentar.

Y sin algo que decirse simplemente comenzaron a jugar.

Ciento veinte minutos más tarde y cuando el humano dio el Jaque Mate, el Vulcano pudo regresar a la realidad. Nunca, hasta ese momento, alguien había logrado vencerlo en ese juego que desde niño había perfeccionado.

-Eso fue divertido.-Sonrió el humano, mirándolo nuevamente con sus ojos azules.-Tiendo a jugar solo porque nadie me sigue el paso. Había olvidado lo divertido que es jugar contra alguien más.

Spock ni siquiera podía aceptar o negar la afirmación.

-Por cierto-Señaló el muchacho tras estirarse como felino.-Soy Jim Kirk.-Y extendió la mano que de inmediato y sin pensarlo, el Vulcano tomó.

-Spock.

Lo que experimentaron fue más allá de la intensidad conocida hasta el momento. Se miraron fijamente y a la vez una energía cruzó por sus cuerpos.

-Lo lamento. Olvidé que eres Vulcano .-Fue la excusa del humano que a pesar de eso no rompió el contacto sino que pareció intensificarse ante la sola afirmación de Spock.

Lo siguiente que ambos recordaban, tras la nébula de la pasión y de haber llegado al departamento del humano, fue la sensación de complemento.

Los Vulcanos jamás tenían encuentros casuales y a pesar de que Jim había tenido su registro personal de ellos…aquello fue totalmente diferente. Por eso la mañana siguiente y cuando Spock se levantó de la cama y apareció en la cocina, supo que había encontrado a su compañero destinado. Ese que había estado buscando desde su nacimiento.

-Hice panqueques. Me pareció que era un día "panqueque"…espero que te gusten.

La visión del humano sonrojado, despeinado y el brillo de sus ojos lo llevaron simplemente a acercarse a él, tomarlo por la cintura y besarlo con desenfreno. Algo que culminó en mayor pasión que el día anterior.

Después de eso no hizo falta acceder a algo que ambos sentían. El amor, la atracción, el cariño era mutuo y solo fue cuestión de tiempo para que lo inevitable sucediera.

Cuando el beso terminó, Jim se abrazó a su esposo quien podía jurar, pese a que la palabra de un Vulcano era legítima, que amaba a su bondmate aun más que el día en que lo conoció. Simplemente todo, su relación, su familia, su vida era perfecta y no podía pedir nada más.

-¡SPOCK!-

Parpadeó, mirando al que se alejó un poco de él.

-¿Acabas de…?

-Decía que en realidad yo no suelo hacer panqueques para nadie…así que indirectamente fue mi manera de decirte Te quiero.

Spock sonrió. Algo dentro de él siempre lo había sabido.

-¡SPOCK!-

El aludido miró nuevamente a su consorte quien permanecía atento frente a él.

-¿Dijiste algo?

-Que tengo una sorpresa para ti.

El Vulcano olvidó la voz de su esposo gritando su nombre y se centró en el hombre que había llevado una de sus manos al bolsillo derecho de su pantalón.

-Cierra los ojos.-Pidió despacio y él simplemente obedeció.

Segundos después sintió que algo era depositado cuidadosamente en su mano, la cual fue cerrada con un profundo amor y un beso sobre ella.

Abrió los ojos y todo lo que pudo ver fue una inmensa sonrisa y los ojos luminosos de Jim.

-¿Qué…?

-Abre.-Asintió el humano, guiñándole un ojo.

Spock enarcó una ceja pero de inmediato abrió la mano que había sido cerrada con tanto cuidado. El pequeño dije que encontró fue el inicio de su dicha.

-Jim.-Murmuró, casi un suspiro. Elevando la mirada para toparse con el asentimiento del aludido.

-Aja. Tú madre me dijo que este dije es como una tradición sagrada en su familia, que se lo dio a Sarek el día en que se enteró de que estaba embarazada.-Sonrió, permitiendo que sus mejillas adquirieran un delicioso tono rojo.-También me dijo que el dije simboliza una nueva vida y yo creo que el carrito de bebé en forma de colgante, dice mucho.

A Spock le tomó aproximadamente cinco punto tres segundos para aferrarse con fuerza a su bondmate, besarle el rostro, los labios, el cuello y después posar sus manos sobre su vientre.

-¿Cuánto tiempo?-Indagó, sintiendo por vez primera en su vida la garganta cerrada.

-Un mes y unos días. El doctor acaba de confirmármelo esta mañana.

Continuó acariciando, sintiendo que podía explotar por tanta felicidad. La misma que su bondmate estaba experimentando en ese momento.

-Bones dice que cuando llegue a los dos meses, comenzará a notarse.

-¿Bones?-Gruñó, mirando la sonrisita de su esposo.

-Es mi amigo y también mi médico.

A Spock no le agradaba mucho el médico que trabajaba en StarFleet. Su esposo y él se habían conocido en las instalaciones de la Flota pero después de un repentino cambio de pensamiento, Jim la había abandonado para entrar en la USF. Había conocido al doctor Leonard McCoy, alias Bones para Jim, a los pocos días de iniciado el breve noviazgo con su ahora esposo. El doctor era un excelente profesional, no lo dudaba, pero ese algo que desprendía en dirección a su bondmate no le gustaba.

-Celoso.-Susurró Jim, besando su mejilla.-Ni aun enterándote de que seremos padres podrás dejar de serlo.

Por supuesto que no. Celarlo era parte irrefutable de su esencia, así como también la posesividad. Pero nunca diría nada, tampoco estaba en su naturaleza hacerlo.

Por ello simplemente se abrazó a su esposo y volvió a besarlo. Iban a ser padres.

No era necesario explicar el acontecimiento. Siendo Jim consorte de un Vulcano y por ende, compartir un vínculo único y especial, era natural que aquello sucediera. Para Jim quizá era novedoso, pero para los Vulcanos no. Era algo natural y un Mecanismo Defensivo natural de una raza que podía preservar su existencia ante algún suceso inesperado.

-No tengo ni idea de cómo voy a verme o qué voy a sentir pero…es maravilloso, ¿verdad? ¡Vamos a ser padres!

La euforia de su consorte hizo sonreír al Vulcano quien solo asintió y se aferró aun más a él. Estaba seguro de que su posesividad aumentaría.

-¿Ya se lo dijiste?

La voz de su madre los tomó por sorpresa.

-Acabo de hacerlo.-Asintió Jim por lo que Amanda lanzó un gritito emocionado y se acercó a ambos para abrazarlos.

-¡Esto es tan hermoso! ¡Voy a ser abuela!

Spock solo enarcó la ceja pero no tuvo que cuestionar para saber a quién había acudido su bondmate cuando comenzó a experimentar los cambios.

-SPOCK-SPOCK-¡SPOCK!-

Miró a su esposo, quien se había levantado para ser abrazado por su madre.

De nuevo su voz llamándole.

-…y seré una abuela tan joven. Sarek se pondrá eufórico al saberlo.

-Eso tengo que verlo.-Rió Jim pues a pesar de todo, el padre de su bondmate era sumamente serio.

Spock siguió atentamente la conversación y sin embargo.

-¡SPOCK, REGRESA!-

-¿A dónde?-Indagó de inmediato, levantándose de su posición.

-Al centro comercial, claro. Debemos comenzar a comprar todas las cosas para el bebé.

La voz de su madre lo desconcertó.

-Amor, ¿te sientes bien?-Indagó Jim acercándose a él quien lo miró fijamente por un momento hasta que asintió.

-Es solo que durante todo el día…

-Tú padre sintió lo mismo cuando me embaracé. Es normal ser perceptivo, cariño.-Amanda sonrió, abrazándolo cálidamente.

La caricia lo hizo sonreír y olvidar aquella locura. Su esposo estaba embarazado, iba a ser padre y su madre alegaba sobre cosas de bebé. ¿Qué importancia tenía aquel grito proveniente de ningún lugar?

Como su madre decía, debía ser una manifestación de su futura paternidad.

OoOoOo

Nunca había estado en su naturaleza correr, siempre había enfrentado los problemas pero la voz de Jim, ordenando…pidiéndole que se alejara y regresara era todo lo que pudo escuchar mientras sus piernas se movían lejos de aquellas extrañas criaturas mitad humanoide, mitad langosta.

Sus sensores psíquicos se habían alterado desde el primer momento en que puso un pie en el planeta, ahora tenía que volver a…Jim…Jim pidiendo que regresara…Jim pidiéndole que respondiera…Jim.

-¡SPOCK!-

-¡SPOCK!, ¡REGRESA AHORA!-

-¡SPOCK!, ¡RESPONDEME!-

Sus piernas jamás se habían sentido tan cansadas, la gravedad del planeta era muy diferente a lo que inicialmente las investigaciones habían arrojado. Se alejó demasiado y el aire repentinamente enralecido no ayudaba.

Jim continuaba gritando.

-¡CON UN CARAJO…! ¡SPOCK, RESPONDE!-

Habría querido hacerlo, habría deseado romper la nota de impaciencia y miedo en la voz de Jim pero algo se lo impedía y no era precisamente su cuerpo trastabillando y cayendo de bruces mientras las criaturas se acercaban a él…rodeándolo.

-¡SPOCK!-

Abrió la boca, debía responder a Jim pero la negrura, la falta de oxígeno y de libre movimiento de su cuerpo lo dejó paralizado.

La voz de Jim sonando, gritando, preocupado era mucho peor que lo que aquellos seres pudieran hacerle.

De repente solo percibió soledad y una gran ansiedad como jamás había experimentado en su vida.

Quizá así se sentía morir.

-Spock.

-…

-Spock.

-…

-¡Por Dios santo Spock!, ¡RESPONDE!

Abrió los ojos, exaltado, respirando agitadamente, inhalando todo el oxígeno que era capaz de capturar en ese momento mientras trataba de enfocar algo.

-¿Te encuentras bien?

Miró al hombre a su lado quien le tendía un vaso de agua que le fue complicado tomar. Sus manos temblaban.

-Déjame ayudarte.

Lentamente su garganta reseca obtuvo el tan anhelado líquido, el cual tragó con desesperación.

-Tranquilo…tranquilo…todo está bien ahora, amor.

Jim retiró el vaso y el Vulcano se aferró a él, quien acarició su espalda con movimientos tranquilizantes.

-Dios, por un momento pensé… ¿qué estabas soñando?

Spock se apartó, mirando de forma desconcertada a su esposo.

-Sue… ¿sueño?-Indagó, parpadeando mientras los ojos azules externaban su preocupación.

-Pesadilla, mejor dicho.-Aseguró Jim.-Jamás te había visto así. Traté de despertarte pero no respondías…me asusté.

Jim volvió a enredar sus brazos en el torso de su bondmate, el cual pudo sentir las ondas pasivas que el ojiazul trataba de transmitirle.

-Los Vulcanos no soñamos...mucho menos tenemos…

-Corta con el cuento Freudiano de represión, amor. Yo sé bien lo que vi y tú tenías una pesadilla. Casi podría decir que un ataque de pánico también.

Eso si lo sorprendió.

-Los Vulcanos no…

-Shhh.-Silenció el humano, colocando un dedo sobre los labios húmedos de su consorte.-Lo importante es que ya pasó y estas aquí conmigo…nosotros.

La sonrisa de Jim solo alentó al Vulcano para levantar la mano y tocar el rostro sonriente frente a él. Jim siempre había tenido ese efecto tranquilizador, ese algo que solo él podía darle.

Trató de sonreír y después su otra mano se dirigió al vientre levemente redondeado de su bondmate, algo que lo desconcertó un poco.

-Jim, ¿Cuándo ha crecido…?

-Tres meses, amor. Ayer cumplí tres meses, ¿no lo recuerdas?

La sensación de vacío en su memoria lo desconcertó.

-No…yo…

-Tú mismo me acompañaste a donde Bones para el chequeo mensual y se han peleado peor que nunca. Creo que la próxima vez deberé llevar un réferi.

La risa de Jim lo hizo parpadear.

-El…te… tocó. -Balbuceó y Jim asintió, besándolo.

-Sí, solo por eso comenzó la pelea. Bones ha sido injusto al llamarte duende orejón paranoico, pero tú tampoco te quedas atrás con el incompetente doctor de quinta que le has dicho. Definitivamente tendré que hacer algo con ustedes.-Suspiró, pero su sonrisa dictaba diversión.

Spock cerró los ojos, la cabeza le dolía pero de repente pudo recordar perfectamente todo lo acontecido en esos dos meses.

Podía ver a su madre y esposo comprando cosas para el bebé. A su consorte apostando con sus alumnos sobre el sexo del bebé…a él riñéndole por eso. Las conversaciones con los Klingon siendo extenuantes pero ganando un gran avance…su vida cambiando…siendo aun más posesivo… amando aun más al hombre que lo miraba con absoluta devoción.

Lo abrazó con fuerza, sintiendo su esencia, su aroma, su todo. Necesitaba tranquilizarse después de aquel inusual… ¿sueño?

-Estás tan presionado con las conversaciones de paz…deberías tomar un descanso. No quiero que te enfermes.-Admitió Jim, besando su quijada, mirándolo con absoluta veneración.

Él asintió, no podía negarle nada a su bondmate, mucho menos cuando lo miraba de esa forma asombrosamente adorable.

-Trataré de descansar.

-De acuerdo, entonces regresemos a dormir.

Asintió, recostándose mientras Jim apagaba la lámpara y se apoyaba sobre su pecho. La presencia de su bondmate lo tranquilizaba.

-Yo siempre estaré a tú lado.-Murmuró el humano y mientras sus manos se besaban, él simplemente asintió porque Jim, su Jim, jamás le había mentido.

-…y el Capitán Pike de la Flota ha pedido una entrevista con usted para tratar el tema de su conferencia anual con los cadetes.

-Aja.

-He reservado esto en la lista de Prioridades hasta que usted lo crea pertinente.

-Aja.

Su asistente parpadeó, sentándose frente al Vulcano que miraba fijamente por la ventana.

-Embajador… ¿se encuentra bien?

Spock quiso hablar sobre lo arcaico de las palabras encontrarse bien, pero no pudo.

-Si.

La mujer frunció el entrecejo.

-Con todo respeto, he trabajado con usted desde el primer día de su nombramiento como embajador y puedo asegurarle que aunque ha tenido asuntos delicados y que absorben su atención por completo, jamás lo había visto como ahora. ¿Qué le ocurre?

Spock movió ligeramente la boca y asintió. Nyota Uhura era una mujer decidida y con el coraje suficiente como para hacer lo que quisiera en la vida. Agradecía por tenerla como su asistente ya que formaban un buen equipo de trabajo…quizá podía decir que habían forjado una buena amistad, por lo que se sinceró con ella.

-Dime una cosa, Nyota, ¿Los vulcanos sueñan?

Que el embajador hubiera pronunciado su nombre de pila hablaba de confidencia, por lo que ella le respondió de la misma manera.

-Los Vulcanos no sueñan, Spock. Su psique no se centra en eso…no al menos después de Surak.

Spock asintió. Tener a una colaboradora que supiera lo suficiente de Vulcanos, las enseñanzas de Surak y el nivel de dominio mental que su raza requería, aparte de saber lo suficiente de xenolingüística, era, como los humanos solían decir, una suerte. Aunque eso no tenía que ver con que él mismo hubiera leído su impresionante currículum el primer día como Embajador.

-¿Por qué lo pregunta, señor?

Quiso decirle sobre el extraño sueño que había tenido unas noches atrás y que continuaba molestándole. Quiso confiar en ella y decirle que aquel sueño se había sentido tan real que aun podía experimentar la falta de oxígeno. Pero cuando miró a la mujer que aguardaba sus palabras, la agenda holográfica sobre su escritorio vibró.

-La reunión con el embajador Andoriano, señor.-Indicó Uhura, revisando el recordatorio.

Él asintió, poniéndose de pie.

-Dile al capitán Pike que me comunicaré con él en cuanto me sea posible.

-Se lo diré, señor.

-Y también dile a mi esposo que llegaré un poco tarde…aunque no creo que mi madre le permita irse a casa.

Uhura sonrió.

-Su madre debe estar muy contenta con la noticia.

Spock ni siquiera podía describir la euforia de su madre, mucho menos el comportamiento sumamente amable de su padre. La noticia de que serían abuelos los había vuelto diferentes.

-Señor.-Llamó la mujer antes de que saliera de su despacho.

-¿Si?

Uhura se mordió el labio inferior un momento antes de sonreír y negar con la cabeza.

-Nada, es solo que no lo he felicitado aun por su próxima paternidad. Me alegro por usted y su esposo, sé que esto les traerá mucha felicidad.

El Vulcano solo asintió.

Después de eso se dirigieron a la sala de reuniones, dejando sus absurdas inquietudes de lado.

Continuará…

Katrinna Le Fay

Abril 2011

¿Comentarios? En verdad los agradecería muchísimo ^^