Tragedy.
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Él lo sabía. Sabía que algo no andaba bien con el moreno y sus sospechas no tardaron en ser confirmadas. Un simple "no" fue todo lo que obtuvo como respuesta y supo inmediatamente que la relación había llegado a su límite. Su palabra era verdadera ya que no pretendía ocultar aquel rastro de nostalgia y amargura que tenía al decirlo. El pelinegro todavía lo quería, pero no era suficiente. No había nada que pudiera hacer, nada más que pudiera decir. Los sentimientos que ambos alguna vez habían compartido juntos ahora comenzaban a tomar caminos separados.
A pesar de la dolorosa sinceridad de aquellas frías palabras, el menor no le dio ninguna respuesta ni pensó en reclamarle. ¿Con qué sentido lo haría? Él se había dado cuenta por sí solo de que su corazón ya no le pertenecía y, a su vez, sus propios sentimientos habían cambiado. Ya no era igual que antes, no podía decir que no sentía muy en el fondo algo por aquel hombre pero, ciertamente, era diferente a lo que había sentido hace un tiempo atrás.
Se conocían demasiado, entendían que no había más nada para ellos una vez que decidieran separarse. Pero algo los reconfortaba, esa promesa implícita que siempre los perseguía. Sus vidas formaban parte de una tragedia en la que ninguno de los dos sería feliz sin el otro y, sin embargo, tampoco lo serían si ambos estuvieran juntos. Estaban destinados a no ser pero el tiempo que pasaron uno al lado del otro era eterno, inalterable. Supieron disfrutarlo mientras se acercaba el gran final de la obra, tan lento que parecía querer ver cómo se desvanecía aquel amor que no había muerto aún, pero que ya no florecía.
El mayor apagó su cigarrillo unos minutos después de contestar aquella pregunta y en silencio se acercó con lentitud a quien había sido su pareja por tres años. No necesitaban de más palabras, eran conscientes de que había llegado el momento. Se miraron fijo a los ojos, observándose atentamente el uno al otro. Una fría y afilada hoja se posó sobre el cuello del moreno al mismo tiempo que él apoyaba el reluciente caño de su arma contra la sien del que tenía enfrente. Pudo notar una sutil sonrisa en los labios del albino que logró tranquilizarlo por completo. Lo conocía y sabía que aún lo seguía queriendo de la misma forma que él lo hacía.
Un único estruendo se dejó escuchar en la habitación en el preciso instante en que la sangre empezaba a gotear por aquel corte. Los dos cuerpos cayeron al suelo sin aliento, como si estuvieran sincronizados. De ahora en más, dormirían en un sueño profundo, aún uno al lado del otro y unidos por ese lazo rojo e inquebrantable. Sabían de antemano que tendrían una nueva oportunidad cuando volvieran a despertarse…
"El resto es silencio."
Hola y gracias por leer! ^^ Espero que les haya gustado.
Amo a Makishima y es la primera vez que se me ocurre matarlo, ojalá no me odie por eso D: (?)
Acepto con gusto Rw, críticas, tomates, magdalenas y té. xDD Adieu~
