Primer fic de InuYasha! Espero lo disfruten y den una oportunidad. Críticas y comentarios siempre bien recibidos!
Disclaimer: Todos los personajes no son de mi propiedad sino que de Rumiko. (excepto Ryu)
Capítulo I
El regreso
Estaba algo agobiada por la atención que le estaban dando los aldeanos, la llenaban de gestos de respeto otorgándole múltiples reverencias y entregándole algunas flores y frutas. Las recibía, ya que se dio cuenta que rechazarlas solo los hacía sentirse ofendidos. Finalmente la anciana Kaede logró que los aldeanos se dispersaran dejando al grupo de amigos tranquilos.
Luego de que saliera del pozo e InuYasha la recibiera junto a sus amigos, fueron hasta la aldea para darle la buena noticia a la anciana Kaedde y en el camino inevitablemente los aldeanos la reconocieron y se acercaron a rendirles sus honores.
Kagome miró a su costado con disimulo y se dio cuenta que InuYasha seguía a su lado, no se había alejado de ella desde que llegó. Sango con la mejor sonrisa que tenía los invitó a su hogar para que estuviesen más cómodos.
- ¡Kagome! ¡Te extrañé mucho!- gritó Shippo desde sus brazos con lágrimas en los ojos.
- Y yo a ti, mi pequeño Shippo- respondió Kagome besándole la frente.- Aunque tan pequeño ya no eres, ¿eh? ¡Haz crecido!
Shippo se sonrojó con orgullo ante este halago y agregó:
- ¡Es que me he estado entrenando para ser un demonio zorro muy poderoso!
Se sentaron junto al fogón junto con el resto. Kagome notó como las hijas de Sango la observaban curiosas, pegadas a su padre mientras se acomodaban frente a ella.
- Cómo lograste atravesar Kagome?- preguntó la anciana Kaede recibiendo el té que le ofrecía Sango.
- Supongo… -pensó Kagome tensándose al notar el cuerpo de InuYasha acomodándose a su lado- que finalmente mi poder espiritual fue lo suficientemente fuerte.
- ¿Qué quiere decir Señorita Kagome?- inquirió Miroku al tiempo que recibía el té que su esposa el ofrecía- Gracias preciosa Sango.
Kagome miró a Shippo intentando serenarse, realmente las emociones la tenían algo exaltada por lo que le costaba ordenar sus pensamientos.
- Desde que el pozo se cerró- comenzó a explicar- decidí que no podía esperar a que se abriese de nuevo por sí solo, debía averiguar cómo abrirlo nuevamente por lo que comencé a entrenarme intentando mejorar mi poder espiritual y canalizarlo.
- ¿Te volviste más fuerte aún Kagome?- interrumpió Shippo emocionado.
- Podría decirse que sí- rio la muchacha ante esa ocurrencia- Logré hacer muchas cosas en mi tiempo, convertirme en una sacerdotisa por decirlo de alguna forma... pero no sé por qué motivo finalmente el pozo se abrió, hasta ayer no había encontrado la solución.
- ¿Entonces como supiste cómo atravesar?- inquirió Sango meciendo a su bebé que se quedaba lentamente dormido.
No pudo evitar sonrojarse antes de responder, sentía la mirada de InuYasha quemándola, esperando impaciente la respuesta y ella, a pesar de que se moría de ganas por decir la verdad, buscó una salida superficial: no quería decir nada hasta estar segura de lo que el mitad demonio pensaba.
- Me acerqué al pozo porqué sentí que debía ir y … sucedió.
- ¿De la nada?- insistió Kaede
- De la nada- mintió Kagome. No le diría como había juntado su energía rogando poder ver a InuYasha nuevamente, rogando poder volver a su lado.
Hubo un momento de silencio donde todos procesaban lo que Kagome había dicho. Shippo solo se dedicó a acomodarse en sus piernas totalmente reconfortado. InuYasha notó esto y sintió una punzada de molestia por tal cercanía con la chica, pero muy en el fondo, no pudo evitar sentirse contento porque finalmente el kitsuke había recuperado a su segunda madre.
- Señorita Kagome, ¿por qué tiene una ropa tan extraña?- preguntó una de las gemelas aún aferrada a su padre.
- ¡Nozomi!- reprendió Sango
- No te preocupes Sango, es normal que tengan curiosidad- rio Kagome logrando relajarse- Es porque vengo de otro lugar y allí es común este tipo de ropa.
- ¿Y puede usar yukatas tan cortas?- preguntó la otra gemela.
- ¡Kazumi!- rió esta vez Miroku- que curiosas están pequeñas. La señorita Kagome siempre ha usado ese tipo de ropa, mostrando sus atributos- respondió por su amiga con picardía, haciéndola sonrojar.
Un fuerte golpe por parte de su esposa hizo callar al monje causando una carcajada en todos los presentes.
Conversaron un buen rato, poniéndose al día de los distintos eventos de sus vidas, pero principalmente Kagome les explicó de sus estudios ya pasados y de su futuro. Les contó que pronto ingresaría a la Universidad a estudiar Medicina, ya que al parecer el cuidar de las personas era lo único que sentía que hacía realmente bien. Todos estaban muy animados, bueno, todos menos InuYasha que seguía callado observando a Kagome. Ya luego de unas horas Sango procedió a preparar la comida con ayuda de Kaede y le pidieron a Kagome que saliera para darle una sorpresa por su llegada.
Así fue como Kagome caminaba por la aldea seguida por InuYasha que, en completo silencio, había salido de la cabaña junto a ella. Finalmente llegaron hasta una pequeña loma algo alejada de las cabañas donde Kagome, siguiendo el ejemplo de su compañero de caminata, se sentó sin decir nada. Pronto InuYasha la imitó sin abrir la boca. La paciencia de la miko comenzaba lentamente a desvanecerse, y es que era verdad que ya era una adulta, pero su carácter no había cambiado mucho en esos 3 años separados.
- Y… - comenzó a decir más nerviosa- ¿te agradó mi regreso?
InuYasha la miró fijamente por unos instantes que parecieron horas y luego volteó la cara algo sonrojado.
- ¡Feh! Claro que sí tonta- respondió sin mirarla.
Ahogó una risa sintiéndose feliz. El silencio volvió a posarse entre ellos. Sengoku seguía igual que siempre, con sus verdes prados y cielos despejados, realmente parecía que el tiempo no había pasado por ese lugar. Soltó un suspiro, ¿cuánto tiempo soñó con volver? Y ahora finalmente estaba allí respirando aire puro en la compañía de InuYasha…
- Y… piensas quedarte o… bueno no sé… solo esto es momentáneo- preguntó InuYasha mirándola de reojo interrumpiendo sus pensamientos.
Kagome se giró sorprendida. ¿Por qué preguntaba aquello? ¿Acaso él quería que ella se fuese? ¿No la quería en esa época? Apretó los labios angustiada. Ella realmente tampoco lo había pensado, puesto que al abrirse el pozo se había lanzado teniéndolo solo a él en la cabeza. Tenía la esperanza de que se mantuviera abierto, pero tanto ella como su madre pensaron que quizás no habría vuelta atrás por lo que tuvieron una silenciosa despedida. Si ni siquiera había recordado que estaba inscrita en la Universidad!
Envuelta en estos pensamientos sintió una fuerte opresión en su estómago haciendo tambalear su seguridad. Miró a InuYasha fijamente durante unos segundos y logró calmarse un poco. No había entrenado todo ese tiempo su poder espiritual por nada, mantendría el pozo abierto para siempre e iría a la Universidad, y esto no provocaría que se separara de InuYasha, no de nuevo. Bueno ese era el plan si él la quería a su lado.
- ¿Qué es lo que quieres tú?- preguntó en respuesta.
- Yo pregunté primero- respondió con prontitud, esta vez mirándole de frente.
- Bueno, eso dependerá de algunas cosas- respondió finalmente mordiendo su labio con aprensión.
- ¿De qué cosas?- insistió el hanyou ansioso.
Realmente estaba nervioso, finalmente tenía a Kagome frente a él luego de 3 largos años. Quería abrazarla y nunca más soltarla, pero desde el pequeño abrazo que se dieron cuando llegó no había podido acercarse más a ella. Había logrado mantener a raya sus impulsos, pero la incertidumbre sobre lo que la chica del futuro quería lo volvería loco. Además el sentir su maravilloso olor tan cerca no hacía las cosas más simples. Y es que en esos breves minutos de conversación sintió como el aroma de Kagome cambiaba bruscamente poniéndose muy tensa por algunos momentos y luego tranquila. La miko dejó de morderse el labio y lo miró con una sonrisa, esa hermosa sonrisa que tanto había extrañado y que después de toda la tarde era finalmente solo para él. Su corazón comenzó a latir con más fuerza, si seguía así pronto se reventaría. Estaba decidido a no alejarse de Kagome, al fin la había recuperado y aquel calor en su corazón decía que sus sentimientos por ella se mantuvieron esperando este momento para salir a flote nuevamente, increíblemente aún más fuertes.
Maldición, esta mujer me tiene en sus manos, gruñó internamente. Sabía que fuera lo que fuera de lo que dependiera que ella se quedara, él lo haría sin cuestionarlo.
Y, de pronto, sin que pudiese preverlo, sintió los labios de Kagome sobre los suyos en un suave y rápido toque.
- Piensa- finalmente respondió la chica sin poder mirarlo a la cara. Totalmente sonrojada se puso de pie y salió disparada en dirección a la cabaña de Sango y Miroku.
InuYasha tenía su mente en blanco y lentamente una sonrisa de autosuficiencia apareció en su rostro. Creía que ya sabía a qué "cosas" Kagome se refería y… se llevaría una sorpresa.
A los pocos minutos Kagome llegó totalmente agitada a la aldea sorprendida por su atrevimiento! Estaba tan perdida en sus pensamientos que chocó con una chica que salía de la cabaña.
- ¡Rin!- identificó Kagome de inmediato.
- ¡Señorita Kagome!- sonrió gustosa la chica.
Ya tenía 14 años y ya no parecía una niña. Usaba el mismo peinado de cuando la conoció, pero tenía el cabello mucho más largo que caía en su figura más madura. La sonrisa de siempre adornaba su rostro.
- ¡Qué gusto verla!
- ¡Vaya! ¡Estás enorme! Y ¿qué haces aquí?, ¿donde está Sesshomaru?
- Estoy quedándome en la aldea desde la pelea con Naraku- respondió sonriente Rin- El señor Sesshomaru así lo quiso, me dijo que sería por un tiempo si así yo lo deseaba. Pronto vendrá a visitarme nuevamente.
Por un momento Kagome creyó creer que los ojos de la chica brillaron.
- ¡Oh! Señor InuYasha- saludó Rin por sobre el hombro de Kagome.- ¡Al fin lo encuentro! ¡Ya lo hice!
InuYasha llegó a los pocos segundos junto a las chicas y había escuchado perfectamente lo que la niña le decía. Rin lo recibió con una alegría desbordante que incomodó un poco a Kagome ¿por qué estaba tan contenta con la aparición del medio demonio?
InuYasha se sonrojó furiosamente y asintió sin dignarse a mirar a Kagome.
- Rin me contaba que estaba viviendo acá- comentó Kagome.
- Sí, Sesshomaru lo hizo a petición de Kaede- respondió InuYasha.- Para que conociera lo que es vivir con humanos y pudiera decidir.
- Aun no sé qué tengo que decidir- se encogió de hombros Rin- Y nadie quiere decírmelo.
Kagome miró curiosa a InuYasha en busca de una explicación, pero nada recibió de su parte. Hace solo unas horas que estaban nuevamente juntos y parecía como que no le importara .¿Acaso el beso y las palabras dichas cuando quedaron atrapados en el pozo valían nada? ¿Y el beso que le acababa de dar? ¿Tampoco era algo?
InuYasha sintió como Kagome cambiaba su aura y un escalofrío recorrió su espalda, pero aun así hizo acopio de su valentía y no se atrevió a mirarla. Sabía que si lo hacía no habría marcha atrás y ella se enteraría de todo.
- ¡Kagome! ¡Ya está todo listo!
Sango había salido de la cabaña con una sonrisa enorme. Había extrañado mucho a su amiga y se encargaría de darle una bienvenida como corresponde.
InuYasha suspiró agradecido de tal interrupción mientras Kagome, luego de enviarle una mirada molesta, ingresó a la cabaña junto a Rin. Él, por su seguridad, esperó unos segundos antes de seguirlas. Esta vez se había salvado.
La cabaña estaba realmente linda. Las gemelas y Shippo se habían encargado de adornarla con flores por lo que una agradable fragancia llenaba el lugar. La comida pasó llena de risas y anécdotas, recordando momentos e informándose de los sucesos de esos 3 años. Así fue como los chicos se enteraron que Kagome había estado entrenándose con un grupo de personas todo este tiempo, los cuales fueron a buscarla a su templo una semana después de su vuelta a esa época diciéndole que sabían de su historia y pedían que entrenara con ellos para sacar a flote su poder.
- Tienen un gran poder espiritual y muy puro- terminó de contar Kagome dejando su sake- Conocían la historia casi por completo, gracias a sus antepasados que recopilaron las distintas anécdotas. Me ayudaron mucho durante este tiempo y sigo entrenándome con ellos.
- ¿Es por eso que lograste mejorar tu poder espiritual?- preguntó Sango.
- Sí, realmente me sorprendió mucho su aparición y debo admitir que desconfié al inicio, pero finalmente les creí- respondió.
- Es realmente maravilloso Señorita Kagome- celebró Miroku- ¿Podría contarnos de esos entrenamientos?
- Son muy duros la verdad… Son principalmente meditación, arquería, uso de espada y equitación- enumeró con los dedos.- Todo eso con acondicionamiento, que algo así como mejorar las habilidades físicas de mi cuerpo.
- Equitación, ¿qué rayos es eso?- preguntó InuYasha
- Montar a caballo- respondió Kagome fijándose en la ventana. Ya había oscurecido, nadie se había percatado en lo rápido que transcurrió el tiempo.
InuYasha se molestó por la poca atención que le estaba prestando la chica, ¡ni siquiera lo había mirado en la cabaña! Metió las manos en los brazos de su haori gruñendo levemente, ya no estaba tan seguro de querer contarle lo que había estado haciendo con Rin, quizás solo la enfadaría más.
Las gemelas se habían ido a dormir junto con el pequeño Yoshito, su hermano recién nacido, y pronto, la anciana Kaede se despidió junto con Rin y se dirigieron a descansar a su cabaña, por lo que el grupo quedó solo, como en los viejos tiempos.
- Y ¿qué planeas hacer Kagome?- se aventuró Shippo nervioso.
- ¿Sobre qué Shippo? –preguntó curiosa.
Shippo miró a los demás rápidamente y respiró hondo antes de preguntar.
- ¿Te quedarás acá?
Un silencio se apoderó del lugar. Sango, Miroku y sobretodo InuYasha esperaban impacientes su respuesta.
- Tengo que asistir a la Universidad Shippo- respondió Kagome con una suave sonrisa- pero vendré todas las semanas eso es un hecho.- le acarició la cabeza con ternura- Si acá hubiera un lugar para estudiar podría pasar más tiempo en esta época. ¡Quizás podrías ayudarme con eso!
- Pero Inuyasha… ¡AY!
InuYasha en un rápido movimiento le había pegado en la cabeza callándolo de inmediato.
- ¡Perro tonto!- gritó Shippo llorando y cobijándose en los brazos de Kagome.
- ¡InuYasha! ¿Me quieres explicar por qué le pegas a Shippo? ¡Él no hizo nada!- gritó molesta la chica.
- Porque es un entrometido- respondió cruzándose de brazos.
- ¡Y tú un violento! ¡¿Acaso olvidas que aún tienes el collar de cuentas?!- amenazó Kagome furiosa.
InuYasha retrocedió unos pasos asustado y Sango y Miroku no pudieron evitar una carcajada. Los tres involucrados en la pelea los miraron desconcertados.
- Extrañábamos esto- susurró Sango intentando calmar su risa- Te extrañábamos Kagome.
- Y así fue como con esa pequeña frase la pelea quedó en el olvido.
Siguieron conversando hasta entrada la noche. Shippo se había quedado dormido acurrucado en las piernas de Kagome hace ya un buen tiempo.
- Hace mucho que no lo veía tan tranquilo-comentó Sango con una sonrisa mirando como el niño dormía plácidamente.- Le has hecho mucha falta.
- Lo sé- susurró Kagome acariciando su cabeza- ya no volveré a dejarlo solo.
¿Y a mi? InuYasha apretó los labios para que esa pregunta no se le escapara.
- Creo que ya es hora de ir a dormir- dijo Miroku poniéndose de pie y tomando a Shippo entre sus brazos- Yo acostaré al pequeño Shippo, Señorita Kagome, lo pondré a dormir con las niñas por hoy.
InuYasha se puso de pie y caminó hacia la salida donde se detuvo.
- ¡Qué esperas Kagome!- dijo sin voltear saliendo de la cabaña.
Kagome se quedó unos segundos con la mirada fija por donde había salido InuYasha sin entender. Se giró hacia sus amigos que estaban sonriendo suavemente.
- Que descanses Kagome- dijo Sango guiándola hacia la salida.
- Bue.. Buenas noches- respondió ella confundida.
Salió al frío de la noche donde InuYasha la esperaba. Estaba unos pasos alejado de la cabaña con la luna a su espalda y al observarlo así sintió como el aire salía de sus pulmones. La suave brisa movía sus cabellos plateados y la luz de la luna dibujaba su perfil más maduro que hace 3 años, dándole una imagen majestuosa y varonil, imagen que ella gravó en su mente a fuego mientras su corazón latía desbocado. Y es que InuYasha estaba aún más guapo de cómo lo recordaba.
- Vamos- indicó el hanyou iniciando su caminata. Kagome pareció despertar de un golpe y corrió para ponerse a su lado.
Un suave sonrojo cruzaba la cara de InuYasha y es que había visto y olido a Kagome cuando lo miraba, una mirada que recorrió todo su cuerpo sin consideraciones y un olor que cambió fuertemente volviéndose más… atractivo para él.
- ¿A dónde vamos?- preguntó Kagome mientras se abrazaba. La temperatura había bajado considerablemente en esos minutos que llevaban caminando y la corta falda que llevaba no la ayudaba mucho a entrar en calor.
- Ya llegaremos- respondió InuYasha mirándola de reojo.
La chica tiritaba suavemente a su lado. ¡Había sido un tonto! ¿Cómo no se había fijado en lo fría que estaba la noche? Se detuvo un momento y se sacó su haori, el que colocó sobre los hombros de la muchacha. Kagome abrazó el haori ajustándolo más a su cuerpo y le sonrió a InuYasha.
- Te vas a enfermar- dijo éste sonrojado retomando el paso- Ya estamos por llegar.
Kagome solo asintió y caminó ahora completamente reconfortada. A los pocos minutos notó una cabaña a pocos metros donde InuYasha se detuvo.
- Aquí es- indicó InuYasha.
- Wow…- exclamó Kagome impresionada. La cabaña distaba mucho de las comunes de las que había en la aldea. Esta era mucho más grande, pero lo que más le llamó la atención es que no tenía una esterilla en la entrada sino que una puerta sólida- ¿quién vive acá InuYasha?
El medio demonio torció un poco la cabeza antes de responder.
- Bueno…- masculló mirando fijamente el piso- tú… si te gusta, claro.
Sintió como su rostro ardía sin poder mirarla a los ojos. Y es que InuYasha había trabajado más de dos años en esa construcción, pensando en tenerle un lugar donde pudiera vivir cuando volviese. Pero, principalmente la construyó para tener qué ofrecerle, porque él no tenía más propiedad que su espada y su traje de rata de fuego, no tenía cómo competir con los machos de su época que estaba seguro que podrían regalarle muchas más cosas. Y con esto esperaba demostrar que si era capaz de cuidarla.
- Es… ¿para mi?- susurró Kagome buscando los ojos de InuYasha. Sentía su corazón latir a mil por hora y sus piernas temblar.- ¿Tú… la hiciste? ¿Para mi?
- ¡Feh! ¡¿A quién más?!- exclamó InuYasha algo exasperado levantando finalmente el rostro.
Vio como las lágrimas de Kagome amenazan por salir de sus ojos y sintió un nudo en la garganta.
- ¿Acaso no te gustó?- preguntó nervioso- Si no te gustó no tienes porqué quedarte- se apresuró en agregar tomándola por los hombros- ¡No llores! ¡No tienes porqué vivir ahí!
Kagome soltó una suave risa que rompió el corazón de InuYasha e hizo soltar su agarre, ¿se estaba burlando de él?. La miko negó con la cabeza aún con la sonrisa en su rostro.
- Es perfecta InuYasha- susurró con lágrimas por su rostro- Gracias, muchas gracias.
Lo abrazó con fuerza dejando al mitad bestia anonadado. Le correspondió lentamente hundiendo su cabeza en el cabello de la chica donde su fragancia floral lo dejó momentáneamente en las nubes ¡cómo había extrañado ese aroma!
- ¿Entremos? Te congelarás- susurró InuYasha separándose un poco.
Kagome asintió y se dejó llevar por InuYasha que la tenía tomada de la mano. Inuyasha movió una palanca que estaba en vez de pomo y la puerta se abrió con suavidad. Si ella creía que la casa por fuera era maravillosa, por dentro era alucinante. Al ingresar estaba el clásico fogón de toda cabaña de la época antigua, pero más atrás una especie de cocina americana hecha de madera y piedra se erguía dando una especie de división a la habitación que era iluminada tenuemente por unas grandes ventanas. Kagome se acercó a una mesa que estaba junto a la "cocina", donde un gran ramillete de flores descansaba en un florero.
- Rin las trajo- señaló InuYasha con el rostro tenso- Le pedí que apenas llegaras viniera a abrir las ventanas para que pudieras quedarte de inmediato y se despejara el aire.
Kagome siguió mirando las flores pensativa. Así que por eso Rin lo estaba buscando! Se sintió terriblemente tonta por haber sentido celos de Rin, ¿Qué le pasaba? ¿Cómo sospechaba de ellos?
- Por acá están las habitaciones- indicó InuYasha con un movimiento de cabeza.
Observó tenso como la chica caminaba hacia las puertas que le indicaba y las abría presurosa, perdiéndose de su vista. Escuchó una exclamación y no pudo evitar tensar más la mandíbula. ¿Eso había sido bueno o malo?
La habitación a la que había ingresado Kagome tenía un gran futón, pero que estaba mucho más alto de lo que se usaba: InuYasha había querido asimilar la cama que tenía en la época actual y lo había logrado con éxito. Pero lo que dejó a Kagome sin palabras fue que un escritorio o bueno, una especie de escritorio estaba frente a una ventana a un costado de la habitación. Este también tenía flores decorándolo y unos pergaminos en un costado. Kagome se acercó lentamente y lo tocó con la punta de sus dedos.
- Son lecciones para sacerdotisa- comentó InuYasha que había vencido su temor y había entrado a la habitación.- Las conseguí en unos templos, los he estado juntando… para ti.- susurró finalmente.
Kagome se giró bruscamente asustándolo. No podía entender lo que la mirada de la chica decía, parecía un mar de emociones que no lograron calmarlo lo más mínimo.
- ¿Sabías que iba a volver?- preguntó de repente la miko.
InuYasha asintió tímidamente y sintió vergüenza ¿A dónde se había ido su valentía? Parecía un niño aterrorizado ante esa mirada.
- ¿Y querías que me quedara acá si volvía?
InuYasha miró aterrado a Kagome dando un paso atrás ¿desde cuándo era tan directa? Sintió sudor recorriendo su espalda ¿ahora qué le diría?
- Ehhh… Bueno… pensé que eso era lo que tú querías- ¡bien InuYasha! Así se quedaría tranquila.
- O sea que solo hiciste todo esto porque pensaste que podría volver y que querría quedarme, ¿no porque tú así lo querías?- dijo Kagome sintiendo un peso en el estómago.
InuYasha retrocedió otro paso angustiado sintiendo el olor salado de las lágrimas de Kagome.
- ¡No! ¡Porqué dices eso! - exclamó intentando evitar que llorara- Yo la hice para ti, porque te quiero acá, pero no puedo obligarte para que te quedes, además – agregó bajando la mirada- ya dejaste claro que estarás acá momentáneamente.
- Ya no me prohibirás volver a mi... ¿a la casa de mi madre?- inquirió acercándose a él ignorando el último comentario de InuYasha.
- ¡Feh! Puedes hacer lo que quieras- dijo InuYasha cruzándose de brazos y mirando a un costado. Al parecer había recuperado su firmeza.
- Antes no decías eso- susurró Kagome ya frente a él.- InuYasha…
- Puedes hacer lo que quieras, yo te hice esta cabaña, es tuya y puedes hacer lo que quieras con ella- exclamó aún sin mirarla.
- ¿Y tú que quieres?- susurró Kagome.
InuYasha se giró a mirarla alarmado al sentir un olor especial y sí, Kagome finalmente se había puesto a llorar, pero lo hacía en silencio, mirándolo anhelante en aparente calma. Se veía tan hermosa, con las mejillas levemente sonrojadas y los ojos brillantes, pero ¿por qué tenía que estar llorando? Le acarició la mejilla con delicadeza borrando las lágrimas de su rostro, la observó un segundo más y lentamente se acercó a ella con sus latidos resonando en sus oídos. La besó suave y tímidamente. Sus labios solo estaban unidos, quietos, por lo que cuando Kagome abrió levemente su boca rozándolo con su lengua se sorprendió, sintiendo una descarga eléctrica recorriendo por su espalda. Siguiendo su instinto imitó a Kagome posando sus manos sobre la pequeña cintura de la chica.
Kagome no podía creer que InuYasha la estuviese besando en ese momento. Sonrió internamente al ver el casto beso que le estaba entregando y no dudó en profundizarlo. Cuando InuYasha la siguió, sintió como su cuerpo se debilitaba: estaba en las nubes.
Inuyasha aumentó el agarre apegándola a su cuerpo con necesidad, el beso se volvió más intenso por lo que la chica tuvo que aferrarse del cuello del hanyou para no caer ante el temblor de sus piernas.
InuYasha sintió su sangre correr más rápido al sentir el pequeño cuerpo de Kagome atrapado entre él y una pared. Kagome colocó una mano en su pecho apretando el kosoke en su puño para atraer aún más a InuYasha contra su cuerpo. Éste solo se dejó llevar por la chica que parecía necesitarlo tanto como él a ella. Una sensación extraña se acomodó en su bajo vientre sintiendo escalofríos al rozarse con el cuerpo femenino. Kagome ahogó un gemido al sentir cierta parte del hanyou contra ella y, aunque quiso besarlo con aún mayor intensidad en un momento de lucidez, se detuvo bruscamente apoyando su frente contra la de InuYasha.
Abrió levemente los ojos con la respiración agitada. Kagome lo observaba sonrojada y no dudaba que él estaba en las mismas condiciones, pero aun así no se separó de ella sino que acomodó el haori que se había resbalado por los hombros de la chica y lo cerró sobre su pecho.
- Creo que es hora que te vayas a dormir- susurró sin soltarla.- supongo que querrás ir a ver el pozo mañana. Tu familia debe estar preocupada.
Kagome asintió sin moverse, parecía que había perdido la movilidad de su cuerpo. Con un esfuerzo sobrehumano alzó los brazos colgándose en el cuello de InuYasha y hundiendo su rostro es su pecho. Sintió que el chico la tomaba en sus brazos y daba unos pasos. La colocó suavemente en el futón, pero Kagome no lo soltó obligándolo a tenderse junto a ella. InuYasha quedó petrificado al ver como Kagome se acomodaba en su pecho dejando en claro que no quería que él se fuera. Y es que ella, ya no era más la chica que no demostraba abiertamente lo que quería, no perdería otro día alejada de InuYasha y aunque no tenía claro lo que exactamente él quería, ella aprovecharía cada oportunidad. La timidez que ella poseía se veía en el fuerte sonrojo que cruzaba sus mejillas, pero estaba decidida a no dejar que la inmobilizara.
InuYasha no sabía que hacer, estaba tenso sintiendo el cuerpo de la miko pegado al suyo abrazándolo con fuerza, se tensó aún más al ver que Kagome se movía y los cubría con el edredón del futón para luego apoyarse en su pecho y verlo desde allí.
- ¿Estás bien?- le susurró con las mejillas encendidas.
- S-Sí- respondió de igual forma- p-pero…- se calló sin saber bien si preguntar, pero esta nueva actitud de Kagome lo tenía muy confundido.
- Dime- instó la chica con una suave sonrisa.
- No, nada, olvídalo- respondió mirando el techo.
- InuYasha…- insistió la chica acomodándose más en su pecho- ¿qué te inquieta?
- Sabes perfectamente lo que me inquieta- respondió esta vez girando su rostro hacia ella.
Kagome quedó muda ante la mirada intensa del hanyou. Jamás lo había visto de esa forma y no pudo evitar que su corazón latiera con más fuerza.
- ¿Quieres irte?- preguntó con su voz temblorosa.
- ¿Qué hiciste estos tres años?- preguntó de pronto InuYasha ahora muy serio levantando el rostro.
- Ya… ya te dije- respondió alzándose un poco sin dejar de estar sobre el chico confundida por el cambio repentino de tema- estudiar y entrenar…
- No, no me refiero a eso- interrumpió este. Realmente se veía algo molesto, pero intentó disimularlo- Quiero decir… Arrrgg- dejó caer su cabeza sobre la almohada mientras llevaba su mano hasta su cara. Kagome sintió como el brazo que la envolvía la apretaba anhelante.- Tú… ¿no tienes a nadie esperándote en tu época?
Ya lo había hecho, había hecho la pregunta que lo atormentó desde que notó el cambio de actitud de la chica. Esperaba que esa actitud más provocativa no sea porque ha tenido más experiencia con otro macho… oh, eso lo destrozaría! Y también al macho, lo encontraría y lo desmembraría lentamente para dejarle en claro a él y al resto que no debía haberse metido con su hembra. Sintió angustia al ver que la chica no respondía, así que se dio ánimo y la volvió a mirar, pero en ese momento Kagome se había arrodillado junto a él mordiéndose los labios.
- ¿E-Estás con alguien?- InuYasha tragó duró sentándose en el futón.
- No- respondió la chica sin atreverse a mirarlo.
- ¿Kagome qué me estás ocultando?- urgió tomándola de un brazo obligándola a mirarlo.
Kagome lo miró dudosa sin saber bien qué decirle. No podía decirle que había salido con algunos chicos para aliviar a sus amigas y a su madre que estaban desesperadas ante la constante tristeza de la chica y con la vaga esperanza de aliviar el dolor que sentía y menos podría decirle que sí se había besado con uno…
- ¡Kagome! – gritó InuYasha enfurecido- ¿Un idiota te está esperando? ¿Es eso?
- ¡No InuYasha!- gritó ella alterada- ¡No hay nadie esperándome! ¿Estoy soltera está bien? ¡No te estoy mintiendo!
Él soltó su agarre más calmado, le creía, pero algo le estaba ocultando.
- ¿Porqué me estás preguntando esto?- preguntó molesta- ¿Me crees capaz de besarte mientras estoy comprometida con otro?
- Lo siento- se disculpó el chico apoyando su frente en su mano-
- ¿Qué?
- Que lo siento- repitió sin moverse- Es que pensar que hay otro tipo interesado en ti… o tú interesada en él…
Kagome le acarició la cabeza con ternura. Su hanyou celoso y posesivo seguía allí y se había disculpado sin que nadie lo obligara, pero no pudo evitar que ese mismo hecho la hiciera sentir peor.
-InuYasha…- llamó angustiada dándose ánimos internamente- No hay nadie ahora, pero… sí lo hubo…
