Capítulo 1: Calvario


1:46pm, era la hora que marcaba el reloj mientras un joven de 21 años de edad se recostaba en su cama. Aquel joven peliverde que no hace mucho pertenecía a la milicia, y finalmente se le había dado libertad.

Aquel joven se llamaba Alan Parker, complexión delgada, ojos del mismo color que su cabello y con una altura de 1.75m. Luego de lo que sería un día agotador solo quería quedarse recostado. Han pasado 6 meses desde su liberación, y desde entonces ha intentado vivir una vida normal. Claro que esto no fue nada fácil, y hoy no era excepción. Justo hoy su novia le había terminado, y las cosas no podrían salir peor para él

Ahora mismo solo le quedaba la foto de su novia, volteada tras ser mirada demasiadas veces sobre su mesilla de noche, y una daga, plateada, de hermoso diseño, tallados, y grabados, un recuerdo de una misión de exploración fallida que solo conservaba por capricho, antes de ser liberado apenas había podido sostenerla por un par de segundos, y ahora, le costaba apartar la vista de su hoja, sentía como si su reflejo le devolviera la mirada de una forma picara, suspiro y dejo la hoja en la cama, pero de pronto, sintió la necesidad de volver a cogerla, acariciarla... sonó el celular; alan lo cogió, y contesto.

-Sea quien esté llamando, no estoy de humor ahora- Contestó, pero sin colgar luego.

-¿Alan? ¡¿Alan?!- preguntaba una voz cansada y vieja entre graves interferencias. -¡estas en peligro! debes deshacerte de esa- una fuerte interferencia obligo a Alan a tirar el móvil sobre la cama, enfundo la daga y la dejo sobre la mesa; necesitaba salir y despejarse; salio del departamento a la calle y comenzó a caminar, por suerte no había casi nadie, una niña que jugaba con una pelota fue a recogerla junto a el y le miro asustada; Alan no comprendió su miedo hasta que reparo que tenia la daga enfundada en su mano. trato de dar una explicación cuando la niña se alejo; ya tenia suficiente fama de extraño en el barrio como para que le tallaran de psicópata; ¿debería comprarse una mascara de hockey? ¿y por que la he traído? se preguntaba mientras daba la vuelta, rumbo a su departamento; lo siguiente que vio fue a si mismo pagando por lencería en una tienda que no conocía, la dependiente le miraba entre apenada y divertida por la gran cantidad de ropa que sobresalía de las bolsas.

Algo no andaba bien, he incluso él lo sabía. Normalmente él nunca se atrevería a acercarse a esos lugares, ni siquiera con su ahora ex-novia. Ahora incluso llevaba consigo diferentes tipos de sostenes y bragas de varios colores. Al final tuvo que irse sin decir ni una palabra. Luego de llegar a su casa, la cual se le otorgó luego de su liberación, dejó las bolsas sobre su cama, sentándose él en la orilla, preguntándose qué rayos le ocurría. Sin dudas él no se consideraba un pervertido, pero antes de darse cuenta tenía en manos un sostén negro de encaje, el cual se quedó viendo un rato.

increíblemente detallado y semi-transparente, Alan se apeno solo verlo. Revisó la etiqueta, '65-E' decía esta, no sabía de alguna conocida que usara ese tamaño. sentía deseos de tocarlo, y se pregunto ¿como se sentiría vérselo a una chica puesto? la imagen mental de una chica azulada le apareció en la mente tan rápido como desapareció ¿cogí los pantis a juego? escucho; salto de la cama y miro en todas direcciones preparado para lo peor.

-¡¿quien esta aquí?!- pero no recibió respuesta.

Había dejado el sostén en el suelo. Lo que había escuchado fue bastante claro, sin duda era una voz ajena, femenina por lo que pudo adivinar, pero no lograba reconocerla. 'Cogí los pantis a juego', se repitió en su mente, ¿se habrá referido al sostén?

Guardó la daga al estar seguro de que no había nadie, ¿Habrá sido su mente jugándole trucos? Sin dudas era una posibilidad.

decidió que debería comer y pensar mas claramente, abrió al repisa, y su mano ignoro los cereales para tomar té; el te que solo mantenía por las visitas, el lo detestaba. -¿por que estoy preparando té?-

Era bastante claro que ese no era él haciendo esas cosas, todo lo que hacía apuntaba a eso. Mientras preparaba el té, se quedó pensando: La lencería, el té, el salir armado afuera, ese no era el Alan que conocía. Luego pensó, '¿Cuando comencé a actuar así?' Al analizarlo pudo encontrar la respuesta, fue luego de aquella misión fallida, ¿Qué había cambiado después de eso? Luego recordó la llamada telefónica... La daga gemela.

quería tirarla, huir de ella, peor sentía como si fuese algo ya adherido a el; pensó que podía hacer cuando recordó algo y de una carrera salto a la cama y recuperando el celular revisó la lista de llamadas recibidas.

-¿Hay alguien ahí?- Preguntó apenas escuchó el tono que indicaba que le habían respondido, la misma voz cansada y arrugada le habló.

-rápido, estas e.*interferencias* tirala*..calle plama**·%$*- desesperado, dejo el celular y miro la daga; una parte de el sentía debía alejarse de ella aun peor era mas pequeña; Alan no entendía muy bien lo que sucedía pero sabia que esta empeorando; tapo la daga con el abrigo y se dirigió a la puerta; de pronto sentía deseos de bañarse, lavarse el pelo, eran deseos fuertes, dio algunos pasos hacia el baño cuando un nuevo deseo, de depilarse las piernas le hizo retroceder y correr por el pasillo a la avenida; la calle Palma estaba muy cerca.

-¿Qué rayos fue eso?... ¿Depilarme las piernas? Definitivamente ese no soy yo- Se dijo en voz alta, definitivamente mientras intentaba alejarse de aquella daga, más se nublaba la mente, era como si algo estuviera resistiendo la lucha que le daba el peliverde.

Una risa femenina distante parecía sonar en alguna parte mientras echaba a correr, no tardo mucho en acortarlas cuadras y ver al hombre que le esperaba; definitivamente era el; mayor, calvo con una gabardina gastada, calvo, y una barba demasiado larga y descuidada; el hombre parecio sonreír o aliviarse al verle cuando apenas se acerco, pero de repente Alan sintió muchísima furia; desenfundo la daga y la bando pretendiendo cortar al hombre quien lo esquivo increíblemente rápido; este retrocedió preocupado.

-Cuando te deshagas de ella... búscame; es demasiado peligroso- dijo antes de echar a correr.

Algo le había sucedido, ese ataque que había realizado, ese no fue él, ¿Por qué sentía enojo hacia aquel viejo que le advirtió de la daga?. Era claro su único camino, debía deshacerse de la daga, pero no quería, algo le pedía que no, pero no tenía opción, era la única manera.

Furioso consigo mismo por haber tardado en comprendedlo avanzo, había una gasolinera con una tienda que disponía de todo; ahora mismo lo que fuera que le controlaba estaba confuso y enfadado, entro en la gasolinera y compro un hacha, salio y apoyándose sobre un auto se disponía a hacer lo que fuese necesario cuando, al bajarla solo sintióo frio; en lugar del hacha había un perro, frustrado lo tiro y comenzó a hablar en gritos.

-¡¿te crees es muy divertido?! Adelante plantame cara como un hombre,! no tienes lo que hay que tener...!-

Ahora la daga creaba ilusiones, aquello fue demasiado para él. Sin duda alguna, algo... No, alguien poseía la daga, y sea quien sea, no lo dejaría deshacerse de ella. Con prisa la tomó, partiendo en carrera a cualquier lado. Terminó regresando a su casa para así encerrarse en su habitación, lanzando la daga a la cama.

-Ya basta de juegos... Sé que algo te controla, ¿Qué rayos eres, un maldito parásito?-

al principio la daga o lo que fuera que la controlaba no dijo nada; Alan comenzaba a a creer que la odiaba -¿habla!- le ordeno con ira, pero no sucedió nada; frustrado, se recostó una vez mas en su cama, esperando que todo fuera una pesadilla para cuando él despertara, no sabia cuanto tiempo paso hasta que despertó; era noche de entrada, y solo una luz fugada de la puerta del baño entreabierta iluminaba el apartamento.

Frotándose los ojos, Alan se levantó y a paso lento se fue acercando al baño, ¿Alguien se había metido a su casa?, finalmente llegó a la puerta, apoyando un ojo en el espacio que dejaba ver el interior.

la funda de la daga reposaba apoyada en la pared;

Luego de eso pudo ver que alguien se encontraba en el interior; Sin duda era una chica, la cual estaba desnuda de cuerpo completo, revisando la bañera. Alan solo tenía la visión de sus nalgas; lisas, grandes... y azules.

justo entre estas se podía ver una cola de murciélago meneándose, casi como si esta estuviera dirigiendo una orquesta. La chica se reincorporó, en su espalda azulada se veían dos alitas de murciélago, las cuales aleteaban levemente por unos segundos.

-Buahh, todo el día... ese humano era muy ruidoso, ¡finalmente puedo relajarme!-

Al ver aquella escena, al joven se le abrieron los ojos a su máxima capacidad mientras se alejaba a paso lento.

-¿Qué... Carajo?- Se dijo a sí mismo mientras, sin darse cuenta, la puerta del baño empezó a abrirse. Antes de que lo supiera, tanto él como aquella chica se miraban de la sorpresa.

El silencio inundó el cuarto de baño mientras estos se veían, los ojos verdosos de él quedaron viendo a los amarillos de ella. Luego este bajó la vista hacia el busto. No era un buen conocedor sobre tamaño del busto, pero comparando con el sostén negro... sin duda eran un 65-E.

-Uhh... esto es... ¡un sueño!, ¡Si, eso es!, eso es uuuun sueñoooo- Fue lo que dijo la 'chica', con tono de hipnotismo. -Vueeeelve a la cama, y cuando despiertes... no verás a ninguna succubo... momento eso no... ay, solo duérmete... ¿Por favor?-