Axis Power Hetalia es propiedad de Himaruya Hidekaz.

Rechercher inutilisable

Por Aomine Daiki.


Entre la terquedad y la osadía, se halla lo que pretendo encontrar. Disfrazado en negaciones de variada calidad, que se acompañan de ese enervante aroma a rosas y el gélido ardor de tu dulce voz que me guía en las penumbras de un camino redentor.

En miradas frescas cual hojas de abedules y rígidas como robles. Provenientes de ojos incandescentes como el fuego esmeralda de tus conjuros a la luz de la luna, quien se mofa silenciosa al escuchar las filosofías gastadas de los búhos que hablan mientras duermen en la nada. Esos que estiran sus maleables cuellos delimitando sus tierras tras esas vistas sabias e impávidas.

Retenido por ese esbelto y pálido cuerpo tuyo que vibra inconsciente ante mi pérfida belleza y los labios que osas comparar con las ranas de los estanques de los bastos jardines de tus faldas.

"Pff"

Y que se encoje cuando las yemas de mis dedos delinean el fuerte azabache de tus cejas que enmarcan el mentol ahogado en tu par de iris que se turba por el descaro en las invitaciones ofrecidas por ése mi melancólico azulado.

"¿De qué te ríes, estúpido?"

Aprisionado por tu boca, al otro lado de las perlas que guardas alineadas en ella, quien sangra para tornarse del color de aquellas cerezas que cuelgan rebosantes a lo alto de tus árboles en primaveras invernales y otoños húmedos. Y aromatizadas con el plasma de ese arrebato.

"¿Quién crees que es el estúpido aquí, eh?"

Cobijado por los delgados hilos de un oro de tono suavizado en tus cabellos que se agita con el movimiento precipitado de tu cabeza, quien no puede siempre contenerlo para así mantenerlo quieto. Evitando de esa manera mostrárselo a mis ojos, y revolviendo a los únicos sentimientos que sobrellevo en mis adentros.

"¡H-hey, ¿qué pretendes al lanzarme ESO?!"

"Tsk, lo esquivó"

Se encuentra lo que más quiero.

Pero eso me tiene sin cuidado. Pues mis anhelos de buscarlo son tan intensos como la fe que le profesas a tus hechizos. Como la fidelidad a tus creencias y el cariño a esas fantasías que danzan entre las grandes selvas de pinos y fresnos. Como el romance inaudito hacia tu reina.

"Pequeño hooligan"

¿Conoces la razón de la existencia de mis deseos? ¿O siquiera imaginas lo que alimenta su supervivencia? ¿Has pensado en lo que se extiende más allá de tus campos mágicos donde pastan los unicornios y sobrevuelan mujeres diminutas de cuerpos semidesnudos con alas semejantes a las de las libélulas?

"Cállate. Es claro que te estás burlando de mí, bastardo"

No.

"Hoy estás más sensible de lo normal, chéri"

Porque eres un ignorante, un inocentón, un idiota que no saber reconocer. Un inculto en la materia.

Argh!, merde Inglaterra ¿quieres dejarme calvo?"

Y es eso que ocultas estúpidamente de mí.

"¡Te dije que te callaras, idiota!"

Y al que no le encuentras nombre.

"Mi cabellera vale más que tu apestosa bufanda"

Nombre que está claro para mí, para cualquiera que haya caído ante él, y que te niegas a tomar. A pronunciar siquiera.

"Maldito"

Por miedo, ¿quizás?

"¿Ah?"

A que yo te pueda escucharlo llamar.

"No volveré a tejerte otra vez, estúpido. Espero que te ahogues con esa mierda que llamas vino"

¿Verdad?, ¿verdad que es así?, ¿verdad que es esa la única razón que detienen a esos delgados y pérfidos labios de llamarlo?

"¿E-eh?, ¿EH?, e-espera, Inglaterra, ¡hey, dije que esperaras!"

A eso que pretendo conocer mejor que nadie, y que profeso sin reparo alguno. Sin saber yo mismo que es eso mismo lo que me impide encontrarlo, pese a saber que existe contigo.

"Estúpido Francia"

Aguardándome.

Je t'aime.


la FIN.