Oscuridad

"Acepta que tu destino ya ha sido escrito y déjate caer en la oscuridad"

Cap 1: El comienzo

El carruaje hacia crujir las ramas secas que cubrían el camino que atravesaban aquel espeso bosque, los cascos de los caballos amortiguaban su paso en las anaranjadas y muertas hojas que, como lluvia, caían desde las copa de los inmensos y tenebrosos árboles.

Faltaba poco para que anocheciera, y las sombras se alargaban dando imágenes espeluznantes y bellas al mismo tiempo.

El cochero apuró el trote de los caballos, mientras las maletas y demás paquetes en el techo del carruaje producían un tintineo.

-Tenga cuidado, son cosas de valor!- exclamo una voz de mujer adulta-

-Si señora- se disculpó el cochero-

Dentro del carruaje, iba una anciana, de corta estatura y cabellos canosos, vestigios de lo que fue una larga y ondulada cabellera. Ataviada con los más ricos vestidos de la época y agitando un poco su abanico de plumas. A su lado viajaba una mujer, la que había regañado al cochero, que lucía un traje negro, su cabello era castaño y largo, con un flequillo cayéndole sobre la frente, fumaba un cigarrillo sostenido en su largo filtro dorado. Jugueteando con su vestido, iba una jovencita, de cabello corto y castaño oscuro, con un flequillo que era movido por el viento, su mirada estaba fija en el exterior.

-Tranquilízate... ya verás que será apuesto- dijo la mujer soltando una bocanada de humo gris-

-No puedo evitar estar nerviosa, señorita Seyriu- aseguró la jovencita- dígame señora Genkai ¿como es él?-

Tras una pausa, y una sonrisa algo burlona la otra mujer contestó.

-Como te he dicho antes, mi querida señorita, deberás juzgar eso por ti misma- miró a la chica que empezaba a abrir la boca para decir algo- ya estamos por llegar, se ven desde aquí los portones-

La jovencita sacó la cabeza por la ventana del carruaje. Sendos portones de hierro negro, se elevaban por lo alto, aunque no se distinguían más edificaciones tras ellos, solo bosque.

-Pero no se ve el castillo-

-No seas impaciente- rió Genkai-

Pasaron casi diez minutos en que la jovencita no dejó de jugar con sus ropajes, y mirar expectante a las otras dos tranquilas mujeres.

Los caballos aminoraron el paso, había oscurecido totalmente, de pronto un resplandor amarillento y lúgubre llegó al interior del carruaje.

-Hemos llegado- anunció el cochero deteniendo el coche-

Un grupo de cinco lacayos, acudió con lámparas de aceite a recibirlas. Mientras bajaban ayudadas por estos, otros se encargaban de cargar el equipaje.

-Bienvenidas- dijo la voz de un muchacho-

-Kazuma- respondió Seyriu-

-Señoritas- contestó el joven, era bastante alto y musculoso, pelirrojo aunque no muy atractivo-

-¿Yusuke no está aquí?- preguntó Genkai sin dejar de supervisar el traslado de sus bienes-

-No, lamentablemente salió esta mañana y no ha regresado-

-¿Quiere decir, que el señor Urameshi no está?- la jovencita pareció impactada-

-No te sobresaltes Keiko- suplicó Seyriu- él debe volver enseguida-

-Debo decir, que mi amigo Urameshi es un poco descuidado con su manejo del tiempo... y un poco tonto, debo añadir, por no estar aquí para recibir a tan bella señorita- aclaró galante el muchacho-

-Kazuma, mejor enséñanos nuestras habitaciones- le interrumpió Seyriu-

-Eh? si... será un placer- dijo mirando molesto a la mujer-

En el recibidor del pasillo, pudieron contemplas la infinidad de candelabros y objetos de valor que decoraban el lugar. Grandes puertas, ocultaban, lo que debía ser, el comedor principal o tal vez un salón de fiestas, hacia la izquierda una hermosa escalera de semicaracol decorada con una alfombra roja de terciopelo y oro, que se perdía en el piso superior.

-Quisiera saludar primero al príncipe Koenma- dijo Genkai-

-Por supuesto- aceptó Kazuma- ¡Ogri!-

-¿Llamó?- un sirviente azulado, salió de una puertilla secreta-

-Lleva a las señoritas a sus cuartos, señora Genkai, sígame por aquí- Kazuma se marchó por la puerta grande con Genkai, mientras el criado guió a las dos mujeres hacia el piso superior.

-¿Cuantos pisos tiene este castillo?- preguntó Keiko mientras intentaba distinguir las afueras por las ventanas-

-Son tres, más el sótano y las torres- aclaró el criado-

-¿No sabe cuando volverá el señor Urameshi?- inquirió Seyriu-

-El joven Yusuke, salió esta mañana por una misión de su excelencia, el príncipe Koenma-

-¿Que tipo de misión?- preguntó Keiko con curiosidad-

-Eso no lo sé señorita, pero puede preguntarle al joven cuando llegue... aquí es- el sirviente abrió una dorada puerta- que descansen, la cena se sirve a las siete treinta- abandonó el lugar cerrando tras de sí-

La habitación era amplia, con coloridos estampados de flores y algunos motivos de jardines y escenas de cacería. Contaba con una mesita junto a la alta ventana, y unos mullidos sillones frente a una hermosa chimenea de mármol blanco.

-Esto es clase- declaró Seyriu-

-Quisiera dormir un poco- mintió Keiko-

-Pues duerme, yo quiero descansar- Seyriu se sentó cómodamente en uno de los sillones-

Keiko fue hacia la puerta de la derecha, que la condujo a su habitación, decorada al igual que la salita anterior, pero con un tocador lleno de perfumes y talcos en vez de mesa y una amplia y cómoda cama con cortinados verde olivo y repleta de suaves almohadas de plumas.

Keiko suspiró y se sentó en el borde de la cama.

-¿Por qué? Pensé que sería un atento caballero que me esperaría con mil regalos... después de todo, nuestros padres acordaron el casamiento hace mucho tiempo, debió tenerlo preparado- pensaba mientras su cara reflejaba la indignación- ¡es el colmo! tendré que hacerle saber mi disgusto llegado el momento- Keiko se puso en pie y se miró al espejo, comenzó a arreglarse el cabello y probó un perfume dulce.

Cuando estaba lista, escuchó el sonido de los cascos de caballos en pleno galope, por lo que fue hacia la ventana y observó con dificultad, a un lacayo sosteniendo las riendas de un caballo, y un hombre bajando de él. El hombre levantó la vista, o eso creyó Keiko y miró hacia la ventana donde estaba la jovencita. Keiko rápidamente se alejó de la ventana, justo cuando Seyriu abría la puerta.

-Ya es hora de cenar- dijo mirando a Keiko- ¿vienes?-

-Si- aceptó la chica-

Ambas mujeres fueron escoltadas por una criada de moño y traje negro y sobrio. Al llegar al recibidor de palacio se encontraron con Kazuma y otro joven. Keiko se quedó mirándolo desde la parte superior de las escaleras. Se veía un poco más bajo que Kazuma, tenía el cabello negro y peinado lisamente hacia atrás, aunque algunos mechones rebeldes caían delicadamente en su frente, tenía ojos grandes y castaños, se le veía fuerte y atractivo.

-¡Señoritas!- exclamó Kazuma al escucharlas- bajen por favor-

Ambas aceptaron y descendieron hasta alcanzarlos.

-Ella es Seyriu, mi prima ¿la recuerdas?- explicó Kazuma al muchacho-

-Ah... si, aunque no nos veíamos hace mucho- reconoció con sencillez el joven, que miraba atentamente a Keiko-

-Y ella es Keiko- Kazuma sonrió pícaramente y lanzó una mirada de complicidad a Seyriu- señoritas, el es Urameshi-

-Yusuke- corrigió el moreno-

-Nosotros vamos a adelantarnos, conózcanse- alegó Seyriu con un ademán-

-Eso mismo...- aceptó Kazuma marchándose con ella-

Se formó un silencio incómodo, aunque no parecía serlo para Yusuke que mantenía la vista fija en el rostro de la chica. Keiko se sentía avergonzada, pero pronto recordó el desplante y se dispuso a hablar.

-Es un gusto conocerlo- empezó, ganando una mirada de atención de Yusuke- aunque para usted no parece serlo... tanto-

-¿Por que me dices eso?-

-He viajado a través del bosque casi un día entero, más dos días más de viaje desde mi casa para conocerle... y usted no ha sido capaz de estar aquí para recibirme como es debido... si quiera mostrar interés en su prometida-

-Yo ya sabía que sería una dama altanera y gritona como usted... así que preferí realizar algunas encomiendas de Koenma-

-¿Cómo se atreve?- Keiko estaba roja ante el comentario-

-De verdad, goza usted, señorita, de una pésima memoria...-

-¿Pésima memoria?- repitió furiosa-

-Así es, no tengo necesidad de conocerla más, ya lo he hecho lo suficiente en mi niñez-

-¿De que está hablando?-

-Ya se lo he dicho, tiene usted una horrible memoria... pero como un caballero le ayudaré... ¿recuerda usted los molinos?-

-¿Se refiere a los que se quemaron?-

-Exacto...-

-Si, si los recuerdo... siguen ahí-

-Pero no recuerda antes del incendio...-

-Yo era muy pequeña-

-Seis jóvenes años... como yo...-

-Explíquese por favor-

-Verá, un verano, acudí con mi madre a un asunto de negocios con tu familia, ahí nos conocimos por vez primera... me encargaron protegerte, y así te acompañé ese día a buscar flores para la mesa. Usted misma sugirió ir a los molinos, asegurando que allí se encontraban las mejores flores silvestres. Estando ahí, de algún modo se desató el incendio, y una de las astas en llamas se desprendió y se precipitaba hacia usted, yo logré evitar el impacto aunque no salí muy ileso- hizo una pausa y sonrió ante la asombrada Keiko- luego de eso, fue que nos comprometieron... para pagar lo que había hecho... y por el beso que me diste estabas de acuerdo-

-Yo... no sé que decirle- Keiko se sentía avergonzada luego de escuchar tal historia-

-Mejor nada, estamos siendo impuntuales con la cena-

Había sido una semana maravillosa, si bien la relación entre ambos jóvenes era categorizada como "explosiva" parecía ir agradando a ambos. Keiko siempre tenía algo que decir y se encaprichaba con que las cosas fueran hechas a su manera. Yusuke siempre la contradecía y se esmeraba por hacer que Keiko perdiera la cordura.

-Son la pareja ideal- aseguró el Príncipe Koenma, un apuesto joven de cabello castaño y ricas atavíos-

-Es verdad- reconoció Genkai sorbiendo su taza de té-

-Yo creo que van a matarse en cualquier segundo- reputó Kazuma-

-Tu no sabes nada- le contestó Seyriu soltando humo- ellos dos se aman a su manera-

La cama llena de encajes, delicados y agradablemente ásperos al tacto, la seda de las sábanas y almohadones... el olor a sangre, todo mezclado en el ambiente... todo entrando por los poros, volviendo locos los sentidos... cuanta pasión era desatada sobre aquel frágil cuerpo... la chica de cabello negro, en largos bucles, se retorcía de placer y dolor en aquella blanca cama llena de sangre... tenía una gran urgencia... sus manos dejaban huellas en la virginal piel de la pobre chica... la estaba devorando... rasgó otro tramo del encaje del vestido que la cubría escasamente, ella lanzó un suspiro ahogado y apretó con fuerza las sábanas... fijó sus verdes ojos en ella... se sentía miserable ¿realmente podría hacerle eso... a otra chica... otra vez lo haría? ¿Acaso Hiei tenía razón? ¿no se puede escapar del destino, de quien eres?... el joven pelirrojo apartó los sedosos bucles del cuello de aquella chica, se acercó y pasó la punta de la lengua a lo largo de la piel recién expuesta... la chica gimió suave, extasiada...

-Señor Minamino...- dijo en un susurro-

El joven cerró los ojos con fuerza, separó su rostro a escasos centímetros de la piel de ella...

-Lo siento- susurró-

Se alimentó.... sus colmillos habían penetrado la dulce piel de aquella doncella... una vez más lo había hecho... había matado... y mientras succionaba con fuerza, sentía como una parte de su ser se sumía más en la oscuridad, se pudría... una parte de su alma estaba siendo asesinada sin misericordia, lo sabía, él, Suichi Minamino... era un monstruo... sin retorno al pasado... ahora era Kurama... una criatura demoníaca, un ser de la noche... un condenado.

-¿No has terminado?- dijo una voz fría y calma-

-Si- dijo Kurama soltando el cuerpo inerte de la joven, ahora pálida y envejecida-

-Termínala... no dejes huella- respondió la misma voz-

-Si- Kurama sacó una larga estaca de madera y la clavó en el pecho de la joven, desvaneciéndose el cuerpo de inmediato- Hiei...-

-Hmp-

-¿Los demás?-

-Ya me encargué... tu eres realmente lento Kurama- Hiei se dejó ver entre las sombras, era un chico bastante joven en apariencia, aunque su actitud reflejaba que era mucho mayor, llevaba un traje negro y una larga capa que lo cubría- vámonos antes de que amanezca-

Kurama miró sus manos, aun con rastros de sangre, la lamió con cuidado y desapareció entre las sombras de la habitación.

-Es horrible- exclamó Keiko tapándose la boca con las manos- ¿quien pudo hacer algo así?-

-Nadie lo sabe- aseguró Seyriu- pero debe ser alguien sumamente cruel-

-¿Y que pasó con los cuerpos?-

-No quedó ninguno... dicen que vivían varias personas en esa mansión... pero no quedaron más señas que la inmensa cantidad de pringues de sangre en toda la casa- contó Seyriu-

-Que horror-

-Y dicen que en la habitación de la hija de los dueños, quedaron trozos de su vestido entre un mar de sangre... como si la hubieran cortado en su propia cama-

-¡Seyriu no digas eso!- reclamó Keiko temblando-

-Está bien... solo quería contarte lo que sé- se disculpó Seyriu y tomó más té-

-Buenas tardes- dijo Yusuke entrando al salón- ¿y esas caras? te vez pálida Keiko-

-Comentábamos el incidente... lo que pasó en el pueblo-

-Ya veo...-

-¿Sabes algo?-

-No, pero no importa, nosotros estamos lejos del pueblo ¿no le parece?- bromeó Yusuke-

-Yusuke! ¿como puedes tomártelo tan a la ligera? ¡esto es serio!-

-No grites tanto...-

-¡¡Grito todo lo que quiero!!-

-Ah! pero que malcriada eres...-

-Ahí van otra vez- susurró Seyriu soltando un bufido-

-Falta poco para que oscurezca...- susurró Kurama para si mismo-

Se encontraba en una habitación iluminada por dos pobre velas, unas gruesas cortinas impedían el paso de cualquier tipo de luz del exterior. Era un lugar sombrío, un florero con despojos de lo que fueron flores descansaba, sobre la cómoda, rodeado de marchitos pétalos caídos. La cama estaba intacta, parecía tener incluso una película leve de polvo. Kurama estaba sentado en una silla de madera en un rincón, las sombras daban mayor contraste a su rostro. Sus manos cruzadas cubrían su barbilla y un poco de su boca, su cabello cubría la mayor parte de su frente y ojos... su traje rojo carmín, no se movía con su respiración, por que no la tenía... Kurama abrió sus ojos cuando escuchó unos pasos a la distancia, se acercaba...

-Ya anocheció- se levantó de su asiento y fue hasta la puerta, giró la perilla y el chillido de la puerta advirtió al dueño de los pasos que le habían oído-

-Es hora- dijo Hiei mirando con sus ojos, rojos como el infierno al pelirrojo- Kurama-

-Si-

Zafi: Aqui estoy, con otra historia... no me pregunten como se me ocurrió semejantes tonterías... los efectos de tanta música y chocolates pueden ser... impredecibles.
Aclaro que la historia, por ahora va muy "rosa", pero se pondrá cada vez más oscura, triste... y con un final nada seguro...

Espero reviews!!