Disclaimer: Harry Potter y sus personajes pertenecen a J. K. Rowling, la presente historia no pretende infringir en los derechos de autor ni obtener lucro o beneficio alguno.
Nota previa: Ambientada en el sexto año de Hogwarts. Un poco de AU (Voldemort fue vencido por Potter en el encuentro frente a su tumba), otra pizca de OoC y definitivamente clasificación M por lo que está por narrarse.
Las canciones en que se basa esta historia son las siguientes:
"Por debajo de la mesa" y "Ese momento" Autor: Armando Manzanero. Intérprete: Luis Miguel.
"Romance sin límites"
Aleksast, 2015
Track I: Por debajo de la mesa
Era la cena antes de que al día siguiente todos partieran rumbo a sus hogares. Los baúles preparados, las sonrisas se dibujaban en la mayoría de los alumnos, los profesores tendrían un descanso después de un año lleno de sorpresas. Una semana antes Harry Potter le había dicho a Hermione que le pensaba preparar una sorpresa para decirle algo importante, que debía verla a solas en la torre de astronomía, justo en el último piso, y ahora ella se dirigía hacia allá vestida con su túnica de gala color carmesí. Le había advertido, ese mismo día que él la invitó, que Draco Malfoy estaba saliendo con ella pero eso no le pareció ser un impedimento al joven Gryffindor, al parecer fue un aliciente, pues incluso indicó que la vestimenta sería formal, y el ver a un Harry Potter vestirse formalmente era algo para nada frecuente, le intrigaba saber qué tenía él en mente.
Harry esperaba de pie, viendo la luna que estaba en cuarto menguante, con tranquilidad. Ella le había dicho que Draco era ahora su pareja, había terminado con Ron en buenos términos, aunque a este le dieran escalofríos saber que el Slytherin que más odiaba era ahora el novio de su ex. A él no le importaba, era más grande lo que sentía por dentro, una calidez agradable en su compañía, y en las noches la locura misma al soñarla de unas maneras nada propias, era casi su hermana mayor, la que lo ponía en el camino correcto, la que ayudaba a planear las cosas, la que lo alentó cuando todos le decían tramposo. Él no dominaba sus sueños, y poco después sus pensamientos también se llenaron de un cariz de lujuria que lo inundaba de ideas prohibidas. Ella, su cuerpo prohibido, sus labios también, toda ella le causaba una fiebre inmensa que le quemaba hasta la garganta, pero debía estar sereno antes de atreverse a romper con esas barreras que él había impuesto tácitamente, como bien se dijo alguna vez, no había visto a la hermosa mujer hasta ese día del baile en el Torneo de los Tres Magos, o quizá no quería darse cuenta, pero desde ese entonces verla como tal era cosa obligada.
Ella llegó, sus delicados pasos llenaron el lugar, ella con sus labios tintados de un carmín brillante parecían invitar a devorarlos sin piedad, su piel relucía con la luz de la luna, llegó y le rodeó con sus brazos, él estaba apoyado de la baranda, y al sentirse abrazado tuvo que morderse los labios para no dejar escapar un gemido. Se giró y le sonrió, Hermione Granger debía tener el premio a la estudiante más hermosa de todo el mundo mágico, además del corazón más noble y los ojos más exquisitos que cualquiera haya visto. Besó su mano como en esas películas que había visto a modo de castigo con tía Petunia, al menos esos ratos de soportarla ver filmes en extremo sosos ahora le eran útiles. Acomodó la silla para que ella tomara asiento, se sentó a su lado, suspirando, hizo aparecer el primer plato, debía agradecerle mucho a la cocina de Hogwarts por colaborar con esta loca idea, los elfos admiraban y agradecían a Potter su trabajo como victimario del señor tenebroso, y al saber que era la cena para Hermione Granger, la gran defensora de su especie, lo hicieron con el mayor de los agrados.
– Sopa de letras, alguien ha investigado muy bien lo que me gusta – le dijo ella al ver el primer plato. Harry con un movimiento sutil de su varita hizo un encantamiento no mágico para que las letras se ordenaran en un mensaje.
Y ESO SÓLO ES EL PRIMER PLATO,
SÓLO LO MEJOR PARA LA MEJOR HECHICERA DEL MUNDO.
Ella vio el mensaje en la sopa, impresionada, y se dispuso a comer después de agradecer el gesto, debía saber cómo había logrado encantar esas letras, debía haber practicado suficiente para no hacer estallar el plato, por ejemplo. También había servido un par de vasos con agua cristalina y dos hielos dentro. El segundo plato consistía en Ternera Wellington, para este punto Hermione advertía que lo que Harry estaba por decir o hacer era algo importante, no quiso adelantarse, siguió comiendo, mientras él a ratos la observaba embelesado, era inevitable, y ella se daba cuenta de eso.
Los vasos con agua desaparecieron y una refrescante bebida a base de menta y jengibre vertida en un par de copas los sustituyó, Harry tomó primero su copa, bebió gustoso su contenido, al resbalar el líquido por su garganta sintió el gusto de la menta llenar su boca, vio que ella hacía lo mismo, dejando los cubiertos en la mesa, y supo que era el momento perfecto. Deslizó su mano por debajo del mantel y se atrevió a tocar tímidamente su rodilla por encima del vestido, logrando que ella abriera en grande los ojos viéndole con extrañeza, sin más, se acercó a ella estirando el cuello y finalmente probó de esos labios que estaban en un principio paralizados, el inesperado beso ansiaba ser correspondido, y esa ansiedad fue aquilatada al poco tiempo en que ella sin pensarlo comenzó a besarlo.
Era como si estuviese esperando esto por mucho tiempo, como dos imanes que con tanta inercia se atraían, como dos personas que estaban destinados a unirse, al separarse de ella un hilillo de saliva aún los unía, la admiró y vio en esos ojos tan hermosos que no había lugar a dudas, y vio que ella ahora se lanzaba sobre él para besarle apasionadamente, tomándole del cuello, profundizando, guiándole con desespero, él estaba por llorar de alegría, jamás antes se sintió tan feliz.
De pie ahora, ella le arrinconaba hasta una de las columnas que bordeaban la sala de la torre, y él con delicadeza le levantaba el vestido mientras le besaba los hombros, la había volteado ahora poniéndola a ella contra la columna, se acordó de hechizar la sala para que nadie subiese, así como también un hechizo silenciador impidiese llamar la atención de quien fuera, dejando de lado los miedos, dedicándose a saciar las ganas y a disfrutar la noche entera sumergidos en el calor de la pasión, dejando de contener sus instintos. Al amanecer, sabría entonces que no podía estar ya más sin ella, aunque fuese ahora su amante nada más.
